La pisca. La cuestión del agua

Fragmento de la Laudato Si’ *

La cuestión del agua

Un problema particularmente serio es el de la calidad del agua disponible para los pobres, que provoca muchas muertes todos los días. Entre los pobres son frecuentes enfermedades relacionadas con el agua, incluidas las causadas por microorganismos y por sustancias químicas. La diarrea y el cólera, que se relacionan con servicios higiénicos y provisión de agua inadecuados, son un factor significativo de sufrimiento y de mortalidad infantil. Las aguas subterráneas en muchos lugares están amenazadas por la contaminación que producen algunas actividades extractivas, agrícolas e industriales, sobre todo en países donde no hay una reglamentación ni controles suficientes. No pensemos solamente en los vertidos de las fábricas. Los detergentes y productos químicos que utiliza la población en muchos lugares del mundo siguen derramándose en ríos, lagos y mares.

Mientras se deteriora constantemente la calidad del agua disponible en algunos lugares avanza la tendencia a privatizar este recurso escaso, convertido en mercancía que se regula por las leyes del mercado. En realidad, el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos. Este mundo tiene una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable.

Nota al pie

* Fragmento de la “Carta encíclica Laudato si’ del Santo Padre Francisco sobre el cuidado de la casa común”, 24 de mayo de 2015, capítulo II, nn. 29 y 30. Las cursivas son del original.

El Tribunal Latinoamericano del Agua: su trayectoria y su lógica

El Tribunal Latinoamericano del Agua (tla) es un tribunal internacional ético, jurídico, científico y técnico no vinculante, que durante 19 años ha juzgado casos emblemáticos de conflictos hídricos y de violaciones al derecho humano al agua y al saneamiento en América Latina. Oficialmente fue constituido en 1998 y sesionó por primera vez en San José de Costa Rica en 2000. El tla ha tenido 12 audiencias públicas internacionales, ha desarrollado 75 talleres y foros sobre el tema de afectaciones a los sistemas hídricos y poblaciones a lo largo del subcontinente, además de generar diversas publicaciones especializadas.

No es parte de las estructuras estatales de gestión del agua ni pertenece a los sistemas nacionales e internacionales de impartición de justicia hídrica. Sus sentencias no son obligatorias para los estados, las comunidades y las empresas. Sin embargo, es un tribunal al que acuden los ciudadanos que no encuentran otra forma de acceder a juicios justos, pues cuenta con una poderosa convocatoria ética y científica alternativa, la cual demanda el cumplimiento de las leyes a las que las instituciones formales están sujetas, pero que no cumplen.

El tribunal ha desarrollado una oferta única, que se caracteriza por combinar los fundamentos jurídicos más legítimos existentes: convenios, declaraciones y tratados internacionales sobre el derecho al agua y la protección del ambiente, con sólidos principios de convivencia con la naturaleza, respeto a la dignidad humana y la solidaridad entre personas y organizaciones para la protección del agua. El tla interpreta y juzga las obligaciones nacionales e internacionales de los Estados, las empresas y otras entidades de poder con base en una ética exigente y un riguroso sentido científico, y esto lo vuelve propiciatorio para el desarrollo de la agencia virtuosa e integral que debe fungir como sostén de los derechos humanos al agua y todos los relacionados con la vida.

El tribunal plantea que requerimos partir de un discernimiento profundo, que desarticule la idea instalada en las mentes de que el agua es, simplemente, un recurso natural que se utiliza. El agua no es un recurso. Es un proceso fundamental sobre el cual se sostiene la vida. Al reconocer el agua como un proceso se nos revela la delicadeza compleja de nuestra intervención humana, ya que si movemos una parte del proceso tomamos la responsabilidad de lo que pasa sobre el resto de sus elementos: el agua reaccionará contestatariamente ante todos nuestros descuidos, pues al alterar el ciclo hidrológico este buscará de nuevo sus equilibrios, sin importar que tal ajuste sea extremo o catastrófico para nosotros. Cuidar la vida planetaria, la vida de los demás seres, junto con la vida humana, es el umbral ético de todo conocimiento.

La trayectoria del tribunal, su metodología, así como los más de cien casos sometidos a su jurisdicción pueden ser consultados en la página web http://tragua.com

MARIO EDGAR LÓPEZ RAMÍREZ / Académico del iteso, especialista en ecología política y agua

RAÚL GARCÍA BARRIOS / Investigador titular del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM campus Morelos

Visibilidad de una tragedia, las voces de los pueblos

“Estuve yendo dos años a tratamiento… se dieron cuenta ya muy tarde de que la enfermedad estaba muy avanzada y me dijeron que necesitaba hemodiálisis… tengo mis dos niños y me da mucha tristeza, uno tiene cinco y el otro tiene diez… se me hace muy trabajoso, a veces no nos alcanza… Dicen que por el agua, antes la tomábamos de la llave. De la laguna no, pero cuando mi mamá era chica sí, desde hace unos quince años ya no… El agua estaba bonita, clara, ahorita está bien sucia. El pescado también, pero uno de qué va a vivir”.

“Esta enfermedad tiene unos costos muy altos, somos indígenas, somos campesinos que no tenemos los medios para sacar adelante esta enfermedad”.

“Queremos que las autoridades tomen conciencia para todos los enfermos que hay aquí en la ribera”.

En agosto y septiembre de 2018 varios jóvenes voluntarios y algunos académicos del ITESO hicimos visitas a las comunidades de Mezcala y San Pedro Itzicán, en Jalisco, México. El objetivo fue reunir las evidencias de la situación de emergencia en salud pública que viven sus habitantes de su propia voz. El paisaje de ese lado de la ribera del lago de Chapala es magnífico, impresionante por su belleza y la exuberancia de su vegetación. En contraste, los habitantes de las poblaciones configuran su vida en torno a la amenaza de enfermedad y muertes sucesivas por insuficiencia renal, principalmente de los pobladores jóvenes. Escuchamos y grabamos la voz de los padres que han perdido a sus hijos o los cuidan cotidianamente en su enfermedad, la de los hermanos que han donado un riñón, la del joven enfermo que ve la degradación de su vida y de sus posibilidades de acceso al ámbito laboral, la madre enferma que teme dejar pronto a sus hijos pequeños. Esa es la cotidianidad de los pobladores de las comunidades, la enfermedad y la muerte en el centro de sus vidas, con los altísimos costos económicos y personales que esto supone. Su relación con el agua del lago, que alguna vez fuera cercana y confiada, se ha tornado en una relación de incertidumbre y temor por la posible vinculación entre la contaminación del agua y la alta incidencia de enfermedad en los pobladores.

En el video se integraron sus voces y sus imágenes, expresaron las afecciones a sus cuerpos y a su calidad de vida, y la conciencia de la falta de atención y omisiones por parte de las autoridades gubernamentales hacia su situación de crisis. Tuvieron voz en la presentación de su caso en la audiencia. Una de las intenciones principales del Tribunal Latinoamericano del Agua (TLA) es difundir y hacer visibles estas situaciones, dando voz a los sin voz.

El TLA realizó su XII Audiencia Pública Internacional 2018 en el ITESO. La audiencia se especializó en casos de conflictos hídricos en diversos territorios y pueblos indígenas de países como México, Guatemala, Colombia y Argentina.

Casos expuestos en el TLA 2018

  • Posible violación del derecho humano al agua, al saneamiento y a un medio ambiente sano, en la ribera de Chapala, Jalisco, México.
  • Posible vulneración a los derechos al ambiente y al agua, y exclusión sistemática, deliberada, de largo plazo, ilegitima y progresiva de la población originaria maya y campesina del lago Atitlán, Guatemala.
  • Posible violación al derecho al ambiente y el agua de los pueblos Chorti y Mestizo de los municipios de los departamentos de Zacapa y Chiquimula, por la deforestación de la montaña las Granadillas, Guatemala.
  • Posible violación de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales de las poblaciones de Antioquía, Colombia, por la construcción de la represa Hidroituango.
  • Posible afectación a los derechos al agua, la salud y el medio ambiente sano por el derrame de desechos tóxicos en la cuenca de los ríos Sonora y Bacánuchi, México.
  • Posible reincidencia del Estado mexicano en la violación de los derechos humanos al agua, a la salud, a la verdad y a otros más en la cuenca Atoyac–Zahuapan.
  • Posible violencia a los derechos territoriales y de participación de los pueblos indígenas de los Valles Centrales de Oaxaca, México.
  • Posible impacto de la represa de la provincia de Mendoza y posible violación de derechos por la disminución del caudal hídrico para la provincia de La Pampa, Argentina.

Conoce más de esta audiencia en: https://tragua.com/audiencias/audiencia-publica-guadalajara-2018/

SUSANA HERRERA LIMA / Académica del ITESO

Clavigero Núm. 11

No. 11

El derecho a la alimentación

Periodo: febrero – abril 2019

Los problemas vinculados a una inadecuada alimentación crecen y se extienden por todo México. Este número de Clavigero presenta diversos acercamientos al complejo tema de la alimentación en el país. Los textos abarcan desde la situación del derecho a la alimentación hasta las diversas opciones en marcha, pasando por la relevancia de la agricultura familiar, la importancia de la milpa como base de una buena nutrición y el papel fundamental del agua para la producción de alimentos.

Esperamos que los textos incluidos en esta edición nos sirvan para avanzar en este camino y contribuir así a un “buen comer” para todas y todos

Jaime Morales Hernández
Roberto Paulo Orozco Hernández
Coordinador del número

Publicado: 2019-30-04

Contenido

  • Editorial
  • Infografía. La alimentación en México
    Brenda Solís
  • La agricultura familiar y la producción de alimentos
    Jaime Morales Hernández
  • Agua, agricultura y alimentos: el futuro en juego
    Mario Edgar López Ramírez
  • El derecho a una alimentación sana
    Roberto Paulo Orozco Hernández
  • Cooperativa de Consumo Consciente Milpa
    Consejo de Comisiones de la Cooperativa de Consumo Consciente Milpa
  • La producción de alimentos sanos: la experiencia de la Red de Alternativas Sustentables Agropecuarias en Jalisco
    Oscar Muñoz
  • ¿Qué comemos? Observatorio del derecho humano a la alimentación adecuada
    Roberto Paulo Orozco Hernández
  • La dieta de la milpa y sus aportaciones a la alimentación
    Teresa Ivonne Ayala González
  • La alimentación de los mexicanos
    Jaime Morales Hernández
  • Ciencia para la soberanía alimentaria
    Maya Viesca Lobatón
  • Feria de Productores, un mercado local en Guadalajara
    Víctor Flores Gutiérrez
  • El derecho humano a la alimentación adecuada
    Roberto Paulo Orozco Hernández

Editorial

“El derecho a la alimentación funge como un pilar fundamental para el derecho a la vida. No obstante, también puede decirse que es el derecho humano más violado a nivel mundial, a pesar de un entendimiento creciente respecto a qué es necesario para realizarlo”.

-Mecanismo de la Sociedad Civil para las relaciones con el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de la FAO, 2018.

Los problemas vinculados a una inadecuada alimentación crecen y se extienden por todo México. Padecimientos tan indignantes como el hambre o tan onerosos como la obesidad coexisten en un país en el cual su cocina es considerada patrimonio cultural de la humanidad y que genera suficientes alimentos para cubrir las calorías totales de sus habitantes. Estos males afectan a gran parte de la población y se ensañan con los más vulnerables: pueblos indígenas, mujeres, niños, personas mayores y familias rurales.

En la búsqueda de alternativas para esta situación en 2018 se creó en el ITESO ¿Qué comemos? Observatorio del derecho humano a la alimentación adecuada, el cual enfoca su quehacer en la incidencia para la plena realización del derecho humano a la alimentación adecuada, con base en una reflexión global, pero que busca una acción en lo local.

Este número de Clavigero da cuenta de algunos avances de este Observatorio y presenta diversos acercamientos al complejo tema de la alimentación en México. Los textos abarcan desde la situación del derecho a la alimentación hasta las diversas opciones en marcha, pasando por la relevancia de la agricultura familiar, la importancia de la milpa como base de una buena nutrición y el papel fundamental del agua para la producción de alimentos.

La reflexión y el análisis de la grave problemática alimentaria por la que cursa nuestro país son el punto de partida para construir alternativas de solución. Esperamos que los textos incluidos en esta edición nos sirvan para avanzar en este camino y contribuir así a un “buen comer” para todas y todos.

Jaime Morales Hernández y Roberto Paulo Orozco Hernández / Coordinadores del número.

La agricultura familiar y la producción de alimentos

Al acercarnos al tema del derecho humano a la alimentación necesariamente tenemos que abordar la producción de alimentos y por tanto la agricultura, y referirnos también a los agricultores, esos seres humanos cuyo modo de vida es producir alimentos y que además también son consumidores. Alrededor del planeta existen diversos modos de practicar la agricultura que pueden ubicarse en dos grandes grupos. El primero es la agricultura industrial, que es dominante y se extiende por todas partes, basada en el monocultivo, alta utilización de insumos químicos, uso intensivo de suelo y agua, grandes externalidades ambientales y dirigida a los grandes mercados; este tipo de agricultura, a escala mundial, utiliza 75% de los recursos agropecuarios y genera 30% de los alimentos.1

El segundo grupo que prevalece y resiste a pesar de las tendencias hegemónicas es la agricultura familiar; una forma de gestionar la agricultura, la ganadería, la silvicultura, la acuacultura, la pesca y el pastoreo que es organizada y administrada por una familia, y que depende de manera preponderante del trabajo familiar tanto de mujeres como de hombres. En ella la familia y la granja están vinculadas, coevolucionan y combinan funciones económicas, sociales, ambientales y culturales.2 A escala mundial, 87% de los agricultores son familiares y producen 70% de los alimentos, con 25% de los recursos agropecuarios.3 En América Latina la agricultura familiar comprende a 80% de los agricultores y producen entre 27% y 67% de los alimentos. En México la agricultura familiar incluye a 81% de todas las unidades productivas y genera 40% de los alimentos, entre los que destaca el maíz, 65% del cual es producido por la agricultura familiar.4

Desde esta perspectiva, la Vía Campesina, una coordinadora mundial que agrupa a 182 organizaciones de agricultores en 82 países, propone y asume la idea de soberanía alimentaria como un componente fundamental del derecho humano a la alimentación. La soberanía alimentaria significa devolver a cada familia, comunidad y nación el control sobre los alimentos que produce y consume, y recuperar todas las herramientas jurídicas, técnicas y políticas que necesite incluyendo el control de precios y los circuitos de intercambio. Significa, también, priorizar la producción agrícola local para alimentar a la población, y conlleva el acceso al agua, a la tierra, a las semillas. La soberanía alimentaria promueve el derecho de los campesinos a decidir cuáles cultivos sembrar y a quién vender, y el derecho de los consumidores a poder decidir lo que quieren consumir y cómo y quién se los produce; demanda, además, el reconocimiento de los derechos de los campesinos, que desempeñan un importante papel social en la producción y alimentación de los pueblos.5

Los movimientos globales de agricultores continúan reivindicando su papel como productores de alimentos y en diciembre de 2018, después de 17 años de lucha, han logrado un importante avance: la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración sobre los derechos de los campesinos y otras personas que trabajan en zonas rurales. Esta declaración reconoce el derecho a una alimentación adecuada y el derecho fundamental de estar protegidos del hambre, que incluye el derecho a definir sus propios sistemas alimentarios y agrícolas para producir sus alimentos y tener una nutrición adecuada. Reconoce también el derecho a la soberanía alimentaria, el derecho a la tierra y al territorio, el derecho a las semillas y a la práctica de la agricultura tradicional.6

En la búsqueda del pleno cumplimiento del derecho humano a la alimentación resulta evidente la necesidad de una apuesta por la agricultura familiar, encargada de suministrar la mayor parte de los alimentos a gran parte de la humanidad. Es claro también que del futuro de la agricultura familiar dependerá nuestra provisión de alimentos en la calidad y cantidad necesaria para que la humanidad coma bien. Los movimientos rurales se organizan y requieren el acompañamiento y la cercanía de quienes no producimos alimentos y queremos una alimentación sana y suficiente; la articulación de ambos sectores y la presión sobre los gobiernos significará ir avanzando hacia el derecho humano a una alimentación adecuada.

Notas

  1. Shiva Vandana. ¿Quién alimenta realmente al mundo? Madrid: Capitán Swing, 2017.
  2. Salcedo, S. y Guzmán, L. (eds.). Agricultura familiar en América Latina y el Caribe: recomendaciones de política. Santiago de Chile: fao, 2014.
  3. Shiva Vandana. Op. cit.
  4. Salcedo, S. y Guzmán, L. (eds.). Op. cit.
  5. Véase https://viacampesina.org/es/que-es-la-soberania-alimentaria/
  6. Organización de las Naciones Unidas, onu. Declaración sobre los derechos de los campesinos y otras personas que trabajan en zonas rurales. Nueva York: onu, 2018.

 

Jaime Morales Hernández / Agroecólogo y académico del Cifovis ITESO.

 

Agua, agricultura y alimentos: el futuro en juego

¿De qué tamaño es el volumen de agua que se utiliza en la agricultura? ¿Cuánta agua consume la producción masiva de alimentos? ¿Qué tan representativa es el agua agrícola para el futuro del agua en el mundo? Un resumen muy contundente de lo que significa la relación entre agua y agricultura nos lo ofrece el físico y químico Philip Ball en su hermoso libro H2O. Una biografía del agua. Nos dice Ball: “El agua es esencial para cualquier actividad económica, pero para ninguna lo es más que para la agricultura.

Cerca de 70 u 80% de las reservas de agua globales se usa para riegos, y la proporción es aún mayor en países menos desarrollados. Las preocupaciones acerca de una inminente escasez de agua no tienen tanto que ver con la sed como con el hambre”.1 La agricultura es la más importante consumidora de agua en todo el mundo ya que “a fuerza de irrigación artificial se ha expandido hacia zonas áridas y semiáridas del planeta”,2 dice también Adriana Anzolin, ambientalista y divulgadora de la ciencia en otro maravilloso texto titulado Lazos verdes.

Las citas anteriores nos libran de un viejo engaño de perspectiva que las autoridades encargadas de gestionar el agua nos han vendido durante décadas, según la cual basta con que aprendamos a cerrar las llaves de nuestras casas para que exista un ahorro significativo global de agua. Esto no es así. El agua doméstica utiliza alrededor de 10% y 15% del agua global disponible y este fenómeno es más o menos similar para el conjunto de las urbes de la tierra, incluyendo a las megaciudades, como el área metropolitana de Guadalajara, con sus casi siete millones de habitantes. Si contrastamos los datos del agua urbana con el inmenso volumen de agua que se usa en la agricultura nos daremos cuenta de que el reto más importante para la sustentabilidad hídrica se encuentra en la forma en que se gestiona en la actualidad y en la que se debe gestionar en el futuro el agua agrícola. La agricultura posee, pues, la verdadera clave.

Por supuesto que lo anterior no quiere decir que dejemos nuestra responsabilidad ciudadana de cuidar el agua, valorarla y aprender a administrarla con sabiduría en nuestros hogares. Lo que se vuelve necesario es dimensionar la importancia que representa una utilización eficiente del agua en la producción de alimentos. Por lógica simple y después de comprender estos datos cae por su propio peso que mejorar los sistemas de riegos es vital. El despilfarro de agua agrícola con técnicas obsoletas de anegación o inundación de zonas de riegos, las cuales añaden exceso de agua a los cultivos, haciendo que se pierda de forma innecesaria agua por evaporación o escurrimientos en las pendientes del terreno e incluso provocando salinidad, deben ser sustituidas por mejores tecnologías como riegos por goteo o políticas de infiltración de agua al subsuelo, cuidado de la humedad atmosférica, así como la fundamental comprensión de la dinámica de los suelos y la disminución de abatimientos y sobreexplotación de los acuíferos.

A esto se añade el manejo del “agua virtual”, es decir, el agua que requiere la producción industrial misma de los alimentos, así como el agua que contienen los alimentos, haciendo por ejemplo que las frutas, los vegetales, la carne, el huevo, por mencionar algunos, se vuelvan verdaderos “empaques” para trasladar agua de un lado a otro. Para producir una lata de vegetales se necesitan casi 40 litros de agua3 y para producir un kilo de azúcar se necesitan unos ¡mil 800 litros de agua!4 Un jitomate, un limón, una pera son agua que se puede exportar de una región hídrica a otra, con la posibilidad de formar ciertos desbalances. Buscar la regulación eficiente de estos grandes volúmenes de agua para poder sembrar, cultivar y comer es el nuevo paradigma, urgente, que se requiere instalar.

También se necesita más sabiduría: comprender cómo funciona el ciclo hidrológico en cada área agrícola debe ser la tarea científica por excelencia, pero incorporando otros saberes milenarios. Las comunidades campesinas e indígenas han observado, sistematizado y entendido durante siglos el ciclo del agua. Su conocimiento comunitario es hoy un preciado tesoro que debe dialogar con la ciencia de la agricultura y de la gestión del agua. El manejo del agua en la agricultura y en la producción de alimentos es uno de los mayores retos humanos y ecológicos del presente, pues el futuro depende de ello. Y es también el reto que debe asumir nuestra universidad.

Notas

  1. Ball, P. H2O. Una biografía del agua. Ciudad de México: fce / Turner, 2010, p.394.
  2. Anzolin, A. Lazos verdes, nuestra relación con la naturaleza. Buenos Aires: Maipue, 2006, p.88.
  3. Ball, P. Op.cit, p.394.
  4. Anzolin A. Op.cit, p.89.

 

Mario Edgar López Ramírez / Académico del Cifovis ITESO

El derecho a una alimentación sana

René Cristóbal Crocker Sagastume es investigador en el Instituto Regional de Investigación de Salud Pública de la Universidad de Guadalajara y director de Ciencias de la Salud en Guadalajara Lamar. Cuenta con más de 30 años de experiencia de trabajo en temas relacionados con nutrición, soberanía alimentaria y el derecho humano a la alimentación.

 

¿Qué nos puede decir sobre la relación del derecho humano a la alimentación con otros conceptos relevantes, como la soberanía alimentaria?

El derecho alimentario forma parte de los derechos humanos básicos, pero no es nada más el derecho a comer sino a comer sano y a que la comida se produzca en condiciones de respeto a la naturaleza. Entra en una visión más amplia, ya no es la concepción antropocéntrica a que el ser humano coma bien, sino que lo haga respetando la biodiversidad de los territorios donde se produce el alimento. Ese es un aporte principal que nos dan los pueblos originarios: su concepto de soberanía alimentaria es mucho más amplio del que tenemos nosotros, es una soberanía alimentaria vinculada a la Madre Tierra.

Al ser uno de los pioneros en la formación de recursos humanos en esta área, en Jalisco y en el resto del país, ¿cómo ve su evolución y cuál es su pronóstico respecto al desarrollo de este enfoque en las ciencias de la salud y la alimentación?

Los diseños curriculares para formar profesionales de la nutrición han caído en un sesgo academicista, es decir, los alumnos no quieren salir al campo. Por otro lado, hemos segmentado el proceso alimentario de nutrición y eso les ha hecho mucho daño a los procesos formativos. Ahora parece que la clínica está separada de la alimentación comunitaria, de la administración de servicios alimentarios y de la ciencia y la tecnología alimentaria. ¿Por qué ha sucedido esto? Porque las universidades se han venido hacia adentro. Si la formación es hacia afuera, tendrás necesidad de resolver problemas con toda la parafernalia del conocimiento.

Si no superamos eso corremos el riesgo de seguir formando profesionistas que no saben resolver problemas, porque los problemas no están separados en la realidad.

¿Cuál es su opinión respecto del trabajo que deben de hacer las universidades para la plena realización del derecho humano a la alimentación?

Lo que hay que hacer es romper con esas parcelas que hay y juntar, en las universidades, a agrónomos con veterinarios, con médicos, con nutriólogos, entre otros. Porque el derecho alimentario tiene componentes de todo tipo, es el derecho a tener una alimentación sana que mantenga la vida saludable de los seres humanos y de la naturaleza, y eso nos hace replantear los conceptos que hemos venido trabajando.

¿Cuál es su opinión con respecto al trabajo que deben de hacer los gobierno estatal y federal en este sexenio para la plena realización o del derecho humano a la alimentación?

Lo primero que hay que hacer es recuperar la producción nacional: México importa 60% de los alimentos que consume. Perdimos la soberanía, el Estado desprotegió el campo, no le invirtió, y los campesinos no siembran maíz porque no hay precios de garantía para producir, ya no hay condiciones económicas para seguir produciendo. Ese modelo hizo que se perdieran los derechos de vivir en entornos saludables y ahora el derecho alimentario más violentado es el del campesino, porque no hubo una política para el campo mexicano. Hay que recuperar buena parte de lo que se había ganado anteriormente, que es empezar a producir comida.

¿Cuál es su opinión respecto del trabajo que debe hacer la sociedad civil para la plena realización del derecho humano a la alimentación?

La sociedad civil debe plantearse la posibilidad de crear políticas públicas para el derecho alimentario y cambiar las reglas de las políticas públicas actuales, porque tradicionalmente están construidas desde el gobierno y desde los organismos internacionales. Si el derecho alimentario está desarticulado del derecho a la salud y a vivir en entornos saludables, sus políticas tienen poco éxito. La sociedad civil debe articular una plataforma de lucha que incluya los tres elementos, y eso significa que las políticas del Estado debieran estar articuladas, porque por un lado suele estar la política de salud, por otro la alimentaria y por otro la política ambiental.

¿Qué recomendaciones le puede hacer al Observatorio del derecho humano a la alimentación adecuada ¿Qué comemos? para que realmente tenga un impacto positivo en Jalisco?

Una observación es que los pueblos indígenas nos pueden aportar mucho con respecto a esos derechos. Por ejemplo, el mejor sistema de producción alimentaria conservando la naturaleza es el cuamil. Además, algo que nos puede dar mayor soberanía son los bancos de semillas criollas de las comunidades indígenas. Debemos establecer alianzas estratégicas con los pueblos originarios.

Ellos pueden aportar, con su conocimiento ancestral, muchos elementos para construir modelos alimentarios donde se integre el derecho de la naturaleza a estar sana.
Todos los que trabajamos sobre el derecho alimentario de los pueblos debemos estar mejor articulados y no siempre lo hemos hecho. Es buen momento para reiniciar los diálogos, que tuvimos en el arranque, pero no seguimos como debía de ser. Tenemos el potencial para desarrollar el tema de las políticas públicas desde la sociedad civil y la formación de jóvenes con liderazgo.

Roberto Paulo Orozco Hernández / Académico del ITESO y coordinador de ¿Qué comemos? Observatorio del derecho humano a la alimentación adecuada

Luis Fernando González Torres / Estudiante de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación ITESO