Cooperativa de Consumo Consciente Milpa

Las organizaciones de consumidores forman parte del abanico de posibilidades para avanzar en el derecho humano a la alimentación adecuada. La Cooperativa de Consumo Consciente Milpa (CCC Milpa) somos un colectivo de consumidores y productores orientado al buen vivir, que nos vinculamos de manera directa para contribuir a la construcción de la soberanía alimentaria en la región occidente de México. Nuestros objetivos son:

  • Conocer para reflexionar sobre el buen vivir y decidir mediante procesos formativos y de aprendizaje común.
  • Facilitar el acceso a alimentos, productos y servicios de calidad para todos los estratos sociales.
  • Orientar, complementar y compartir el trabajo de producción para construir un sistema agroalimentario soberano.
  • Sistematizar la experiencia de la cooperativa para generar un modelo que pueda ser retomado por otros.

Esta iniciativa nace en 2014 cuando 20 familias de Guadalajara nos organizamos a partir de la necesidad de aportar para la construcción otro modelo alimentario, en el que se vinculen el campo y la ciudad desde una nueva perspectiva, en la que los productores y consumidores se relacionen de manera justa, donde los precios de los alimentos logren retribuir el arduo trabajo de los campesinos y permitan mantener sin sacrificios una alimentación sana para todos.

Partimos de que es indispensable que los consumidores que habitamos en las ciudades nos hagamos responsables de nuestra alimentación al no permitir que el mercado, a través de sus múltiples intermediarios, decida por nosotros qué comer. Consideramos que esto sólo se puede lograr al organizarnos con el compromiso de: saber el origen, la calidad y la forma de producción de nuestros alimentos para conocer el impacto que éstos tienen en las personas, la sociedad y el medio ambiente.

La base del proyecto es el intercambio directo productor–consumidor, lo cual se facilita en la organización de cooperativa. Nos orientamos al consumo de alimentos producidos de forma agroecológica, orgánica o artesanal, cuidando que favorezcan el consumo consciente, la economía local y la producción libre de agro tóxicos. Los alimentos se reparten cada 15 días en canastas que cada familia pasa a recoger, para lo cual todos los miembros de la cooperativa colaboran. Actualmente iniciamos un sistema de moneda social que permite no tener como única herramienta de intercambio el dinero.

Comer de manera consciente es ejercer tu derecho a la alimentación, te invitamos a la CCC Milpa: https://cooperativamilpa.org/

 

Consejo de Comisiones de la Cooperativa de Consumo Consciente Milpa

La producción de alimentos sanos: la experiencia de la Red de Alternativas Sustentables Agropecuarias en Jalisco

La producción de alimentos por los agricultores familiares para el autoconsumo y para el comercio justo con consumidores consciente es una de las alternativas para alcanzar el derecho a la alimentación, y este 2019 se cumplen 20 años del surgimiento de una de las redes que más ha defendido nuestros alimentos desde el campo hasta la mesa en Jalisco: la Red de Alternativas Sustentables Agropecuarias (RASA), que nace como un espacio de encuentro entre agricultores, campesinos, indígenas, mujeres, consumidores, neorrurales, técnicos, universidades y organismos no gubernamentales. La rasa tiene como elementos comunes fortalecer la agricultura familiar y sustentable, mantener la dignidad de la vida y la identidad rural, y contribuir en la solución a la pobreza rural y el cuidado a la naturaleza.

Es una sociedad cooperativa y en sus actividades participan 20 grupos locales, que integran a cien familias en distintos municipios de Jalisco, para construir una agricultura sustentable y diversificada, orientada primero a la soberanía alimentaria familiar y después al comercio justo de productos ecológicos. La Red comenzó con la formación en agroecología para mejorar la autosuficiencia alimentaria familiar y más adelante se incorporaron organizaciones de mujeres que introdujeron la perspectiva de género y se inició además la articulación con pueblos indígenas. En 2003 se incluyó el comercio justo con consumidores en el trabajo de la Red, y comenzó una participación activa en defensa del maíz nativo y contra las semillas genéticamente modificadas. Un cuarto momento se dio en 2007 con la articulación con otros movimientos rurales y urbanos en Jalisco y México, en temáticas como soberanía alimentaria, cuidado del agua y de los bosques. La actual etapa se inicia en 2014 cuando la RASA, en su propio Centro de Formación en Agroecología y Sustentabilidad (Cefas), comenzó los trabajos en el cuidado del maíz y en la conservación de semillas nativas de la milpa, cuya desaparición implica un grave riesgo para la alimentación de las familias de los campesinos y urbanos.

El Cefas consiste en dos hectáreas e instalaciones para la capacitación, la experimentación, la demostración y la producción y el consumo de agricultura sustentable. La formación en agroecología ha sido una tarea continua de la RASA y está fundamentada en el método campesino a campesino; a partir de su presencia continua en estos procesos de formación, los campesinos han recuperado —y en algunos casos, incrementado— la agrodiversidad, lo cual ha generado una mayor soberanía alimentaria en las familias. Hoy en día cultivan ocho especies de frutales, 17 especies de hortalizas, cuatro tipos de gramíneas, seis leguminosas distintas, 10 plantas medicinales y cinco especies animales que les proporcionan leche, carne, y huevo. Ello les permite alcanzar de nuevo la soberanía alimentaria a escala familiar, resistir a la crisis rural y recobrar importantes márgenes de autonomía productiva.1

Los agricultores que conforman la Red también participan en la producción de alimentos para los consumidores urbanos y se vinculan con ellos a través de diferentes ferias, mercados y cooperativas en el Área Metropolitana de Guadalajara y otras ciudades de Jalisco.

Acompáñanos en este esfuerzo para avanzar en nuestro derecho a la alimentación desde el campo y con la producción de alimentos sustentables. Para más información en Facebook: Red de Alternativas Sustentables Agropecuarias, y en https://redrasa.wordpress.com

Notas

  1. Bernardo, M.J. y Morales Hernández, J. El conocimiento campesino y la percepción simbólica como elementos para la formación en agroecología hacia la sustentabilidad rural. En Reyes Escutia, F.J. y Barrasa García, S. (coords.). Saberes ambientales campesinos: cultura y naturaleza en comunidades indígenas y mestizas de México. Ciudad de México / Madrid: Universidad de las Ciencias y Artes de Chiapas / Universidad Autónoma de Madrid, 2011.

 

Oscar Muñoz / Coordinador del Centro de Formación en Agroecología y Sustentabilidad de la RASA.

 

¿Qué comemos? Observatorio del derecho humano a la alimentación adecuada

La participación de la sociedad es una de las alternativas para ir logrando el derecho a la alimentación adecuada. En esa perspectiva se ubica el Observatorio del derecho humano a la alimentación adecuada ¿Qué comemos?, una iniciativa liderada por el ITESO en colaboración con el Centro Universitario de Tonalá de la Universidad de Guadalajara, así como otros aliados que buscan investigar, monitorear e informar a la sociedad civil y a tomadores de decisiones sobre cómo está Jalisco en materia del derecho humano a la alimentación adecuada (DHAA). El Observatorio enfoca su quehacer en la incidencia para el ejercicio y el cumplimiento del DHAA con base en una reflexión global, pero buscando una acción en lo local.

¿Qué hacemos? Buscar, analizar y presentar información sobre los problemas que obstaculizan la plena realización del DHAA, así como de las opciones que ayudan en su avance. Pretendemos formar opinión pública y despertar el interés por la investigación y la incidencia en esta cuestión.

¿Por qué lo hacemos? Algunas de las principales razones son:

  • Por la necesidad que hay de una plataforma que permita difundir información y promover acciones para el ejercicio y cumplimiento del DHAA en la entidad.
  • Porque no solamente queremos registrar datos sino también favorecer una dirección y guía al momento de tomar decisiones.
  • Porque buscamos ofrecer respuestas concretas con respecto a variables e indicadores que permitan el seguimiento y medición del DHAA.

¿Qué queremos lograr? Es claro que el Observatorio ¿Qué comemos? por sí solo no logrará la garantía del DHAA, pero puede sentar las bases para su entendimiento y la movilización de los actores sociales para incidir en la agenda pública, de tal forma que se logren desarrollar iniciativas concretas para atender las problemáticas de la alimentación en todas sus vertientes en el estado de Jalisco, mediante:

  • La difusión y realización de investigaciones relacionadas con el dhaa.
  • La incidencia en políticas públicas, que traten los problemas relacionados con el DHAA, como el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición.
  • La divulgación del estado actual del DHAA con el fin de favorecer el acceso a la información sobre el problema para la población en general y la participación ciudadana.

El derecho a la alimentación adecuada lo construimos todas y todos, esperamos tu participación: http://www.iteso.mx/quecomemosmex

 

Roberto Paulo Orozco Hernández / Coordinador del Observatorio del Derecho a la Alimentación ¿Qué comemos? ITESO

 

La dieta de la milpa y sus aportaciones a la alimentación

El actual modelo de producción de alimentos amenaza la sostenibilidad, la cultura y la salud humana, así como el equilibrio ambiental. La industria alimentaria, al separar la alimentación de la nutrición donde los alimentos tienen valor como mercancía y no como necesidad humana fundamental, oferta una serie de alimentos provenientes del medio rural que regresan como productos ultraprocesados al consumidor final, en los que parte del valor agregado se traduce en grasas saturadas, azúcar y sal por arriba de la ingesta recomendada, de acuerdo con los organismos internacionales de salud, como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

La milpa representa un sistema agrícola tradicional de policultivo que ha sido la base de la nutrición de los mexicanos y de otros pueblos mesoamericanos. En la milpa es posible tener hasta 60 productos alimenticios1 y hasta 100, cuando se complementa con huertos familiares.2 Por ello es muestra de diversidad cultural y biológica. La milpa ofrece un modelo saludable de alimentación y tiene como eje rector la “tríada mesoamericana”: maíz, frijol y calabaza, y se complementa con quelites, insectos, frutales, hortalizas y cría de animales de traspatio.

Si se analiza solamente el aporte nutrimental de la tríada se tiene que el maíz es rica fuente de calcio, que se eleva en la preparación del nixtamal para elaborar tortillas.

Por su parte, los frijoles contienen ácido fólico, que, de acuerdo con la variedad, oscila entre 274 y 506 microgramos por cada 100 gramos de leguminosa;3 si la ingesta de la leguminosa se combina con cereales se obtiene proteínas de alto valor biológico. Los frijoles son fuente de hidratos de carbono de absorción lenta, y cuando las moléculas de glucosa se liberan lentamente los niveles de azúcar en sangre son más bajos y estables por más tiempo. Ésta es la razón por la cual son recomendables para las personas con diabetes.

En cuanto a la calabaza, los alimentos con proteína vegetal aportan fibra soluble e insoluble, la cual incrementa el efecto laxante. Esto reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares y ayuda en el mantenimiento de los niveles normales de glucosa en sangre. Por otro lado, la fibra en la dieta estimula la sensación de saciedad.

La dieta de la milpa forma parte de las dietas saludables, las cuales ofrecen una “ingesta calórica óptima y consisten principalmente en una diversidad de alimentos de origen vegetal, bajas cantidades de alimentos de origen animal, contienen grasas insaturadas en lugar de saturadas y cantidades limitadas de granos refinados, alimentos altamente procesados y azúcares añadidos”.4

Asimismo, la dieta de la milpa de origen mesoamericano representa múltiples ventajas. La población se encuentra adaptada biológicamente a ella, es reflejo de identidad local, pone de manifiesto una serie de conocimientos productivos y culturales desde su producción hasta su consumo, y cuando en ella se practica la agricultura ecológica mitiga el cambio climático. Es una propuesta sostenible, saludable y en equilibrio con el medio ambiente, por lo que es necesaria en nuestros días.

Notas

1 Almaguer, A. et al. La dieta de la milpa: modelo de alimentación mesoamericana biocompatible. Ciudad de México: Secretaría de Salud, s.f. Disponible en: https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/98453/La_Dieta_de_la_Milpa.pdf

  1. Toledo, V. et al. Uso múltiple y biodiversidad entre los mayas yucatecos (México). En Interciencia. Vol. 33, núm. 5. Caracas: Asociación Interciencia, mayo de 2008, pp. 345–352. Disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/339/33933505.pdf
  2. Muñoz, M. et al. Composición de alimentos: valor nutritivo de alimentos de mayor consumo. Ciudad de México: McGraw–Hill, 2010.
  3. Comisión Eat­–Lancet. Dietas saludables a partir de sistemas alimentarios sostenibles. Informe resumido. Londres: The Lancet, 2018. Disponible en: https://eatforum.org/content/uploads/2019/01/Report_Summary_Spanish-1.pdf

 

Teresa Ivonne Ayala González / Especialista en trabajo y nutrición comunitaria, profesora de Nutrición y Ciencias de los Alimentos ITESO.

La alimentación de los mexicanos

En esta colaboración, y a manera de reconocimiento a Francisco Xavier Clavigero, cuyo nombre lleva este suplemento, nos acercaremos a la descripción que sobre la alimentación de los mexicanos hace en su obra Historia antigua de México:

Entre sus comestibles tenía el principal lugar el maíz, que ellos llamaban tlaolli, semilla que la Providencia dio a esta parte del mundo […] Tenían muchas especies de esta semilla, diferentes en la magnitud, en el color y en la calidad […] No solamente les servía el maíz para pan, sino también para innumerables manjares y bebidas en diferentes mezclas y preparaciones [como] las 17 especies de atole diferentes en el modo con que se preparaban y en el condimento que se les añadía. Después del maíz las semillas más usadas entre los mexicanos eran el cacao, la chía y los frijoles.

Del cacao hacían varias bebidas que les eran muy familiares y entre otras la que llamaban chocolatl […] Éste es el origen de la bebida del chocolate que juntamente con su nombre mexicano han adoptado las naciones cultas de la Europa […] Solían los mexicanos nombrar así a su chocolate como a otras bebidas que hacían del cacao, mezclarle […] el tlilxochit o vainilla, la flor de xochicanaztli […] y a veces también por endulzarla le añadían miel como nosotros mezclamos el azúcar […]

De las frutas de la tierra, las más usuales eran el mamey, el zapote negro, el zapote blanco, el chicozapote, la anana o piña, la chirimoya, el aguacate, la anona, la pitahaya […] El condimento común de sus manjares además de la sal eran los pimientos, los tomates y jitomates que se han hecho muy comunes aun en la comida de los españoles.1

Concluimos esta sección recomendando ampliamente la lectura del reciente libro de Arturo Reynoso, SJ, Francisco Xavier Clavigero: el aliento del espíritu.2 Esta obra es una muy buena oportunidad para adentrarse y profundizar en el pensamiento de Clavigero y reconocer sus relevantes aportaciones al conocimiento y a la cultura en México.

Notas

  1. Clavijero, F.J. Historia antigua de México. En De la Torre Villar, E. Lecturas históricas mexicanas, t.I. Ciudad de México: iih-unam, 1998 pp. 696–698.
  2. Reynoso, A. Francisco Xavier Clavigero: el aliento del espíritu. Ciudad de México: fce / Artes de México, 2018.

 

Jaime Morales Hernández / Agroecólogo y académico del Cifovis.

Ciencia para la soberanía alimentaria

“Queremos estudios científicos, no sólo técnicos […] queremos aprender y hacer ciencia y tecnología para ganar la única competencia que vale la pena: la de la vida contra la muerte”.1 Estas son palabras expresadas por el SupGaleano, del EZLN, en diciembre de 2016 en el texto “Algunas primeras preguntas a las ciencias y sus conciencias”, en el que enlista varias preguntas planteadas por las bases zapatistas a la comunidad científica.

Independientemente de las preguntas y respuestas en aquel momento, el ejemplo vale para posicionar a la ciencia como un eje fundamental en cualquier discusión en torno a la soberanía alimentaria. La ciencia colocada en toda su complejidad: ciencia entendida como conocimiento, legítimo, legitimado, construido con cautela, pero también como toda creación humana, sujeta a sesgos, a interpretaciones, a luchas de poder; ciencia como una forma de preguntarse auténticamente sobre las cosas, como una actitud, así como también una construcción social de larga trayectoria, con sus instituciones, sus sujetos y roles; ciencia como algo que nos pertenece a todos, pero en la que su misma condición de posibilidad implica un rigor y una especialización que en ocasiones la vuelven difícil de entender y que requiere mediaciones para su acceso.

¿Y por qué es importante hablar de ciencia al hablar de soberanía alimentaria? Porque esa soberanía en el siglo xxi no puede trazarse al margen del conjunto de naciones sino en diálogo, un diálogo que puede en ocasiones tomar forma de resistencia.

Dos ejemplos. Si una característica de la soberanía alimentaria es resistir la dependencia en materia de provisión de alimentos, esto implica ser capaces de producir los alimentos, con las mejores tecnologías, en donde mejores implica ser compatible con los ecosistemas, con los sistemas alimentarios locales y hacerlo en clave de sostenibilidad y de diversidad, para lo cual es menester no solamente saber cuáles son las mejores tecnologías sino ser capaces de participar en el desarrollo tecnológico de éstas; implica saber también cómo funcionan estos ecosistemas, que no siempre se circunscriben a delimitaciones nacionales, y que se ven afectados por problemáticas globales, e implica tanto saber reconocer efectos como participar en el desvelamiento de las causas de estas mismas problemáticas.

Por otro lado, la soberanía alimentaria implica reconocer el conocimiento tradicional, pero no por su carácter tradicional sino por su factibilidad y su capacidad de ser una opción ante los retos que plantea el futuro —escasez de agua, sobrepoblación, cambio climático—, para lo cual es inminente cuestionar este conocimiento, ponerlo a prueba, contrastarlo con otras experiencias, rectificarlo y volver a ponerlo en juego en un contexto cambiante, sabiendo no únicamente los cómo sino también los porqué, implica saber por qué sabemos.

La soberanía alimentaria depende de una ciencia que no debe construirse en lógica nacionalista, pero que para participar implica que todas las naciones inviertan, desarrollen, capaciten una capacidad científica y tecnológica propia que les permita “jugar” en igualdad de circunstancias. Como dice el SubGaleano en un texto subsecuente: “El reto que nos hemos propuesto afrontar como zapatistas que somos [y como mexicanos, añado yo] necesita herramientas que, lamento si desilusiono a más de una, uno, sólo nos pueden proporcionar las ‘ciencias científicas’, que es como el Subcomandante Insurgente Moisés denomina a las ciencias ‘que sí son ciencias’, a diferencia de las ciencias que no lo son”.2

Escucha algunas sesiones del Café Scientifique que se relacionan con la soberanía alimentaria:

https://cultura.iteso.mx/web/general/detalle?group_id=1000266; https://cultura.iteso.mx/web/general/detalle?group_id=190976; https://cultura.iteso.mx/web/general/detalle?group_id=191650; https://cultura.iteso.mx/web/general/detalle?group_id=192107; https://cultura.iteso.mx/web/general/detalle?group_id=194859, y https://cultura.iteso.mx/web/general/detalle?group_id=5525380

Notas

  1. Véase http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2016/12/26/algunas-primeras-preguntas-a-las-ciencias-y-sus-conciencias/, consultado el 24 de febrero de 2019 .

2. Véase, también, http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2016/12/27/la-culpa-es-de-la-flor/

Feria de Productores, un mercado local en Guadalajara

Entre las alternativas cotidianas que tenemos a nuestro alcance para ir avanzando hacia el derecho a la alimentación se encuentran los mercados y las ferias de agricultores. Cuando hablamos sobre el derecho a la alimentación no nos referimos a “llenar estómagos”, ya que esto podría hacerse literalmente repartiendo sándwiches o tortas a diestra y siniestra.

Este concepto tiene que ver con la disponibilidad de alimentos de calidad que garanticen la salud y el bienestar de las personas que los consumen. Sin embargo, para que esto suceda debe de haber productores dedicados a sembrar la tierra y cuya labor sea reconocida y recompensada. Esto resulta complicado en un contexto donde incluso en comunidades tradicionalmente productoras de alimentos la población se alimenta cada vez más de productos ultraprocesados que, a lo largo de las últimas décadas, han desplazado a la producción local.

En realidad, son pocos los proyectos en el ámbito local que promueven el derecho a la alimentación con una visión integral del tema y, en este caso, hablar de la Feria de Productores nos llena de orgullo. Este 2019 el proyecto cumple cinco años de ser una alternativa de comercialización sin intermediarios para muchos productores locales y un espacio de consumo responsable para una comunidad cada vez más grande de familias que buscan alimentarse de manera saludable y, con ello, reducir su huella ambiental.

La Feria de Productores es un proyecto completamente autogestionario que tiene el objetivo de propiciar relaciones de cooperación campo–ciudad a través de un mercado dominical, ubicado en la zona Chapalita de la ciudad de Guadalajara. En la Feria participan ranchos, granjas y otros proyectos dedicados a la producción de alimentos provenientes de diferentes municipios de Jalisco: Tlajomulco de Zúñiga, Zapotlanejo, Ixtlahuacán de los Membrillos, Ixtlahuacán del Río, Ixcatán, Mazamitla, Tuxpan, El Tuito, La Ciénega, La Huerta, Tala, Zapopan y Guadalajara. Algunos de los productos que se comercializan en nuestra feria son: frutas y hortalizas de temporada, quesos, derivados de maíces criollos, variedades de pan, productos veganos, alimentos preparados, miel, productos de belleza y cuidado personal, semillas, cereales, alga espirulina, embutidos, café, chocolates, postres, salsas y muchos más.

Además de nuestro mercado local semanal contamos con un calendario de ferias temáticas que buscan promover el patrimonio gastronómico y cultural de nuestro país. En un formato de fiesta popular cada año realizamos la Feria del Agave, la Feria del Maíz y la Feria del Cacao, vinculando el trabajo de productores, investigadores, artistas y grupos de la sociedad civil, en un ambiente 100% familiar. Además, generamos experiencias de intercambio entre productores y público en general a través de un programa de talleres, charlas y recorridos agroturísticos.

Numeralia

  • 40 proyectos dedicados a la producción de alimentos.

En poco más de cuatro años:

  • 200 sesiones ordinarias de mercado.
  • 4 Ferias del Maíz.
  • 3 Ferias del Agave.
  • 3 Ferias del Cacao y el Chocolate.
  • Una gran cantidad de talleres, charlas y conferencias.

Para saber más:

Sitio web: www.feriadeproductores.mx,

Facebook: www.facebook.com/FeriaDeProductores.mx

Sede: Club de Leones de Guadalajara, Av. de los Leones núm. 75, Col. Tepeyac Casino, Zapopan, Jalisco.

Horario: domingos de 10:30 a 15:00 hs

Contacto: feria.productores.mx@gmail.com

Víctor Flores Gutiérrez / Coordinador de la Feria de Productores

El derecho humano a la alimentación adecuada

La primera vez que la alimentación humana adecuada se abordó con un enfoque de derechos fue en el artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 y luego en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1976.

La Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos define el derecho humano a la alimentación adecuada (DHAA) como:

El derecho a tener acceso, de manera regular, permanente y libre, sea directamente, sea mediante compra en dinero, a una alimentación cuantitativa y cualitativamente adecuada y suficiente, que corresponda a las tradiciones culturales de la población a la que pertenece el consumidor y que garantice una vida psíquica y física, individual y colectiva, libre de angustias, satisfactoria y digna.1

El DHAA es un componente fundamental de los derechos humanos, por lo que se considera una herramienta jurídica para que las personas, ya en lo individual o de manera colectiva, puedan exigirle al Estado que lo respete, proteja y garantice. La normatividad internacional marca tres obligaciones básicas del Estado para hacer cumplir este derecho:

  • Respetar. No interponer barreras para que las personas puedan obtener los alimentos.
  • Proteger. Adoptar medidas para velar que las empresas o los particulares no priven a las personas del acceso a una alimentación adecuada.
  • Realizar o facilitar. Llevar a cabo actividades con el fin de fortalecer el acceso a los alimentos por parte de la población, y cuando un grupo o una persona sea incapaz, por razones que escapen de su control, de disfrutar el derecho a una alimentación adecuada por los medios a su alcance, hacer efectivo ese derecho directamente.2

En México el DHAA fue elevado a categoría constitucional en 2011 en el artículo 4 de nuestra carta magna, el cual establece que “Toda persona tiene derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad. El Estado lo garantizará”. Además de lo anterior menciona que “Toda persona tiene derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible”. Asimismo, el artículo 27 dicta que “El desarrollo rural integral y sustentable […] también tendrá entre sus fines que el Estado garantice el abasto suficiente y oportuno de los alimentos básicos que la ley establezca”.

Siete años después de que este derecho se consagrara en nuestro país, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) presentó en 2018 el Estudio diagnóstico del derecho a la alimentación nutritiva y de calidad.3 Éste indica que a pesar de los avances en la garantía de este derecho persisten vulneraciones relacionadas con problemas de accesibilidad y calidad de alimentos, los cuales se ven reflejados en enfermedades relacionadas con la malnutrición, sobre todo el sobrepeso y la obesidad, a la par de que no se ha logrado superar aún la desnutrición en la población infantil y de adultos mayores.

Este estudio concluye cuatro retos principales para avanzar en la plena realización del DHAA en México:

  • Reducir las diferentes manifestaciones de desnutrición y anemia.
  • Disminuir la prevalencia de sobrepeso y obesidad en toda la población con atención especial a la población infantil.
  • Garantizar el acceso a una alimentación adecuada con énfasis en la población de menores ingresos y de comunidades rurales.
  • Mejorar la oferta, distribución y sanidad de los alimentos.

Observar la plena realización del DHAA es una tarea a la que debemos de abonar todos los actores involucrados, desde el Estado al garantizar que ningún interés particular lo violente, pasando por los agricultores familiares al producir alimentos de calidad, hasta los consumidores, quienes tres veces al día tenemos la oportunidad de ejercerlo. Con base en lo anterior las iniciativas que se emprendan desde la academia y la sociedad civil organizada serán fundamentales para avanzar hacia el bien comer para todas y todos.

Notas

  1. Jusidman–Rapoport, C. El derecho a la alimentación como derecho humano. En Salud Pública de México. Vol. 56, Suplemento 1. La seguridad alimentaria en México. Cuernavaca: Instituto Nacional de Salud Pública, 2014, S86–S91. Disponible en: http://saludpublica.mx/index.php/spm/article/view/5170
  2. Ibidem.
  3. Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, Coneval. Estudio diagnóstico del derecho a la alimentación nutritiva y de calidad 2018. Ciudad de México: Coneval, 2018. Disponible en: https://www.coneval.org.mx/Evaluacion/IEPSM/Documents/Derechos_Sociales/Estudio_Diag_Alim_2018.pdf

 

Roberto Paulo Orozco Hernández / Nutriólogo comunitario con trabajo en soberanía alimentaria, derecho a la alimentación y cooperativas alimentarias

Clavigero Núm. 10

No. 10

Antidoping para una sociedad adictiva

Periodo: noviembre 2018 – enero 2019

Desmitificar el tema de las adicciones y de la persona del adicto no es tarea sencilla, se requiere una nueva perspectiva que parta del diálogo de saberes y una lectura desde la complejidad, más allá del problema centrado en el consumo.

La creación de puentes de conocimiento e intercambio de experiencias entre profesionales, miembros de la sociedad civil y los aquejados por las adicciones se vuelve hoy más que nunca pertinente, ya que de todas estas fuentes de saber se nutre la construcción del fenómeno adictivo en la comunidad. Esperamos que este número pueda ofrecer vísperas de soluciones y perspectivas que construyan una más amplia definición y alternativas de intervención.

Elba Noemí Gómez Gómez
Dulce María Valencia Vega
Coordinadoras del número

Publicado: 2019-30-01

Contenido

  • Editorial
  • El laberinto de las emociones en el adicto: sal si puedes
    Sofía Cervantes / Fernando Ibarra Tabares
  • Soy adicto…dicen que soy hipersensible
    Martha Leticia Carretero Jiménez / Pedro Briones Casillas
  • Los centros de internamiento para adictos. Mitos y realidades.
    Irving Darío Castillo Cisneros / Larissa Sánchez Iñiguez y Nora Angélica Velasco Jiménez
  • Autorretrato de un adicto adolescente
    Lourdes Hinojosa López
  • Nuevas adicciones. Un juego complejo de serpientes y escaleras
    Brenda Solís
  • La prevención. Más allá de las buenas intenciones
    María del Pilar Rodríguez Martínez / Miguel Flores Gómez
  • Tiempos de diálogos de paz: doce pasos de AA y psicoterapia
    Eugenia Catalina Casillas Arista / Andrés Carlos Bringas Ramos
  • Drogas y cerebro
    Maya Viesca Lobatón
  • El herido puesto en pie
    Jorge Atilano González Candía
  • El consumo de drogas en el trabajo
    Ana Araceli Navarro Becerra / Dulce María Valencia Vega / Elba Noemí Gómez Gómez
  • La familia adicta al adicto
    Sara Yépez Medina