Editorial. Alternativas al mercado y al consumo como nuevas formas de vida.

El binomio sociedad de mercado / sociedad de consumo es producto de los sistemas y modelos económicos dominantes en el mundo actual y cuyas consecuencias desastrosas han puesto en serio riesgo la vida de la humanidad y del planeta, así como exacerbado cada vez más las graves diferencias sociales: desde procesos extremos de hiperconsumo hasta niveles inhumanos de subconsumo. En suma, asistimos a una hipermercantilización de la vida acompañada de una grave crisis ambiental.

En ese contexto, frente a estas formas degradantes de la vida, surgen continuamente opciones que promueven el rescate de los valores que sustentan y favorecen su florecimiento. Se trata de pequeñas experiencias —colectivas, locales y regionales, múltiples y diversas— todavía basadas en relaciones más justas y armónicas entre los productores y los consumidores de bienes y servicios, así como con la naturaleza, mediadas por mecanismos alternativos de mercado.

De ahí nuestro interés por recuperar algunas prácticas alternativas en este nuevo número del Clavigero. Hemos recogido algunos ejemplos de esta enorme diversidad e invitado a una pluralidad de actores para dar cuenta de aquellas, todos involucrados en su estudio, promoción y consolidación desde la academia y otros espacios sociales de cooperación.

Esperamos que este pequeño collage nos contagie la esperanza —cierta, posible, activa— de construir un mundo más solidario, justo, sustentable y equitativo para todas y todos.

 

Coordinadores del número

Ana Paola Aldrete González

Luis Macías Larios

José Guillermo Díaz Muñoz

 

Otros mercados son posibles: algunas de las alternativas al mercado más significativas a escala global

Frente al totalitarismo de los mercados del capital y la sociedad de mercado / consumo, la emergencia de propuestas alternativas alrededor del mundo ha sido profusa. Si bien se manifiestan en los diversos procesos económicos, queremos destacar aquí las referidas al intercambio de bienes más significativas.

Por sus dimensiones y visibilidad, el comercio justo tal vez sea el ejemplo más conocido a nivel mundial y se agrupa en la Organización Mundial del Comercio Justo. Es una asociación global de 324 organizaciones en más de 70 países y con apoyo a más de cuatro mil organizaciones de base, que representan a más de dos millones y medio de pequeños productores y trabajadores. Cuenta con más de 35 mil productos, pero el café constituye 80% del volumen y de países.

Por su parte, los mercados sociales están creciendo principalmente en España como un espacio más articulado entre productores y consumidores, agrupados en la Asociación de Redes de Mercado Social. Buscan dos objetivos: construir un espacio de consumidoras, proveedores y distribuidoras, donde la ciudadanía pueda ejercer su consumo con compromiso social, y oponer un frente alternativo a los grandes almacenes y supermercados capitalistas y su lógica depredadora y consumista.

En contrapartida a la alternativa anterior surgen los supermercados cooperativos. La más destacada es la experiencia de Park Slope Food Coop, en Brooklyn, Nueva York, con más de 16 mil personas socias y que ha inspirado la emergencia de otros supermercados cooperativos como el supermercado La Louve de París, así como la asociación Landare en Iruñea, Bio Alai en Votoria, Labore en Bilbao, Encinar en Granada, Árbore en Vigo, Som Alimentació en Valencia o Biometrol en Alicante, estas últimas en España.

Los mercados solidarios —cercanos a los “sistemas locales de intercambio” y los “mercados comunitarios”— buscan la vinculación no capitalista de productores y consumidores para la reproducción de la vida y la construcción de un proyecto emancipador. Con experiencias en todo el mundo, los mercados solidarios conectan a productores y consumidores “cara a cara”, sin intermediarios de ningún tipo, favoreciendo la transformación subjetiva individual y social, a través de una relación de compromiso mutuo duradero y estable, y no solo casual o eventual.

Por último, como otra alternativa a los mercados del capital, posiblemente los circuitos económicos solidarios, promovidos en Brasil y América Latina, sean la versión más integradora, radicalmente organizada y compleja de las descritas antes, y pretenden la integración de procesos de consumo, comercialización, producción, financiamiento, desarrollo tecnológico y humano, de manera territorial en diversas escalas, para promover el desarrollo económicamente viable, ecológicamente sostenible y socialmente justo para el Buen Vivir de todos. Ello exige la constitución de redes colaborativas entre actores solidarios y una reorganización de los flujos económicos que atraviesan un territorio o una red.

Sin ser perfectas —y por tanto sujetas a contradicciones como toda realidad social—, esta breve lista de altermercados opera mediante diversas mediaciones de intercambio: desde el uso de las monedas oficiales y convencionales hasta el trueque, pasando por las monedas sociales o comunitarias, las criptomonedas o por algún tipo de las combinaciones múltiples que se pueden dar entre ellas. Cada experiencia, al cabo, lleva su propio sello.

José Guillermo Díaz Muñoz / Socioacadémico del ITESO, interesado en economías alternativas y movimientos sociales.

Redes de colaboración y comercio alternativo

En marzo de 2014 la Alianza Ciudadana para el Desarrollo Regional Alternativa en el sur de Jalisco (ACDRA SURJA) y el ITESO convocaron a diversas organizaciones sociales de alcance regional e instituciones académicas a iniciar un diálogo de saberes para fortalecerse a través de la reflexión compartida sobre sus contextos, sus avances, dificultades y aprendizajes, así como procurar el apoyo mutuo mediante distintas acciones colectivas. Se trata de la Red Temática de Economía Solidaria y Alternativas Alimentarias (RTESAA), con presencia en ocho estados del país.1

Una de las primeras constataciones en esta Red fue que se habían construido a lo largo del tiempo, entre otras, diversas expresiones de economía solidaria y de sus procesos de comercialización. Esa variedad de formas resultaba de las distintas circunstancias tanto internas como del entorno inmediato de cada una de sus organizaciones. Algunas son comunidades indígenas, otras rurales y algunas más están insertas en conglomerados urbanos. Es así que unas han requerido asegurar la propiedad de sus tierras y su capacidad de producción frente a las amenazas constantes de ser despojadas de ellas. Algunas han transitado décadas por procesos organizativos múltiples, lo que les permite mayor estabilidad, mientras que otras viven al día en sus primeras etapas de construcción.

En ese contexto, para salir adelante algunas se ven obligadas a participar en canales comerciales convencionales locales, nacionales e internacionales, y en esos espacios luchar por: condiciones de mayor justicia en sus precios; una distribución de mayor equidad del trabajo y sus beneficios; la valoración social y participativa de las características saludables de sus productos; bajar o eliminar márgenes de intermediación; disminuir las distancias para la entrega final de sus productos; y conformar asociaciones propositivas de consumidores. En otros sentidos, algunas de las organizaciones exploran modalidades de relación directa entre productores y consumidores en torno a mercaditos locales, integración de canastas con productos agroecológicos para el consumo solidario, compras e inversiones en común, trueques y monedas sociales, entre otras figuras.

La constatación de esta diversidad de expresiones ha hecho valorar en la RTESAA que lo importante no se encuentra en partir rígidamente de ciertas definiciones prestablecidas sobre comercio alternativo o economía solidaria, sino que en estos procesos de construcción colectiva y mediante un diálogo abierto y crítico entre pares, van apareciendo formas distintas, unas tradicionales y otras nuevas, que cuidan y promueven que la vida sea buena para todos, es decir, para las personas, las comunidades y la naturaleza.

Algunos de los aprendizajes recuperados en estos procesos apuntan a que esta vida buena no se rige por la simple relación oferta–demanda, ni por una interacción vertical en la que los productores se convierten únicamente en proveedores y se apuesta por la pasividad de los consumidores. Más bien, en estas experiencias alternativas se impulsan relaciones horizontales que implican decidir en colectivo y en grados de complejización creciente cómo será la organización entre productores y consumidores, así como compartir la búsqueda por encontrar un mejor aprovechamiento de las capacidades y recursos disponibles entre ellos y en sus propias comunidades.

Otro aprendizaje relevante se encuentra en la importancia de generar, diversificar y fortalecer distintos espacios de encuentro. Ya sean estos virtuales o presenciales, permiten conocer y compartir experiencias, hallazgos y saberes. La identificación y el reconocimiento mutuos van impulsando, desde y en cada una de las organizaciones, formas de convivencia y construcción comunitaria y sustentable. También, propician que entre ellas se renueven los motivos para perseverar en sus afanes. En estos encuentros se destaca que no es solo la lucha por la construcción de la propia organización sino de reconocer que juntas muestran una nueva identidad colectiva, nuevos modos de vivir y construir un futuro querido y compartido que hace frente a la pretensión de los grandes corporativos y sus gobiernos aliados de invisibilizarlas e imponer, como único su modo de vida, el centrado en la acumulación privada de riquezas, la fragmentación de los lazos comunitarios y la depredación del medio ambiente.

Con lo anterior, se destaca que los esfuerzos de redes como la RTESAA pueden promover la identificación, la valoración y el impulso en los planos local, regional e internacional de relaciones económicas basadas en el encuentro personal y afectivo, en el cuidado mutuo, en el trabajo colectivo y autogestionario, en la confianza, la equidad y el cuidado de la naturaleza.

NOTAS AL PIE

  1. http://rtesaa.redtematica.mx/

 

Carlos Ortiz Tirado Kelly / Académico del ITESO

Editorial

Editorial

Las luchas por el derecho humano al agua forman parte de la historia de los grupos más desfavorecidos en Latinoamérica. Las comunidades indígenas se enfrentan al deterioro y despojo de sus territorios, a la invisibilización y negación de sus formas de vida y relación con el agua. Su acceso a la justicia se ve obstaculizado por formas de conocimiento y lenguajes de expertos que responden a otros marcos de organización, que tienden a favorecer el despojo y la lógica extractivista. En ese contexto, la justicia alternativa se presenta como una opción para recibir la voz y el clamor de los “sin parte”. El Tribunal Latinoamericano del Agua (TLA) es un tribunal ético–científico que se presenta como una respuesta ciudadana para ofrecer formas alternativas de visibilización y acceso a la justicia.

En este número de Clavigero recuperamos la experiencia de la audiencia del TLA realizada en el ITESO en octubre de 2018, que estuvo dedicada a las luchas por el agua en comunidades indígenas de Latinoamérica, con la recepción y presentación de ocho casos de diversas regiones. Un grupo interdisciplinario de académicos, estudiantes y voluntarios de la universidad preparamos uno de los casos presentados, en el que se ha identificado un severo problema de salud pública y contaminación del agua.

El artículo de Mario Edgar López Ramírez y Raúl García Barrios, complementado por la entrevista al presidente y fundador del TLA, Javier Bogantes, da cuenta de la trayectoria, los objetivos y la lógica del tribunal. Carlos Armando Peralta Varela expone en su texto el sentido de la audiencia en el marco del derecho humano al agua y el concepto del buen vivir en los pueblos indígenas. El artículo de Agustín Verduzco Espinosa refiere los desafíos para la justicia alternativa en relación con las disputas por el acceso al conocimiento. Por su parte, Ana Sofía Macías Ascanio destaca la relevancia de la interdisciplina y el papel de los estudios rigurosos orientados a mostrar la dimensión sociotécnica de los problemas. Susana Herrera Lima resalta la importancia de mostrar las voces de los habitantes de las comunidades, afectados en sus cuerpos y en sus formas de vida. Para la columna La Pisca reproducimos un fragmento de la encíclica Laudato Si’ del papa Francisco.

 

Susana Herrera Lima / Coordinadora del número

Agua vida vs. agua muerte: riesgos a la salud por contaminación del agua del Lago de Chapala

El agua es el compuesto químico más bello y complejo, del que depende gran parte de las interacciones terrestres. El poder de disolución del agua le permite combinarse químicamente con otros elementos, mantenerse en estado líquido y transportar un sinfín de compuestos a través de ríos, canales, corrientes, tuberías, pozos de extracción, atmósfera y lluvia hasta llegar a toda manifestación de vida para después seguir su rumbo. Estos compuestos químicos en gran medida nos han sido indispensables para mantener un buen estado de salud, sin embargo, en las últimas décadas nos hemos encargado de contaminar el ciclo del agua, incorporando en él aquellos compuestos que nos son ajenos y nocivos, que causan enfermedades y van marchitando todo a su paso, creando muerte. Así, el agua que generalmente nos representa la vida es también el agua que nos puede provocar la muerte.

El lago de Chapala es el cuerpo de agua más grande de México, se encuentra mayoritariamente en el estado de Jalisco y pertenece a la Región Hidrológica Administrativa (RHA) Lerma–Santiago–Pacífico. El río Lerma es el principal tributario del lago y uno de los más extensos del país; nace en el Estado de México y pasa por 25 ciudades industriales, las cuales realizan sus descargas de aguas residuales sin un tratamiento eficiente, vertiéndolas en el cauce hasta desembocar en Chapala.

Desde hace aproximadamente una década diversas poblaciones asentadas en la ribera del lago han manifestado problemas de salud pública como insuficiencia renal crónica, malformaciones congénitas y cáncer, entre otras. La peculiaridad que guarda este fenómeno radica en la proporción tan elevada de la población que se encuentra afectada. Según la percepción de los pobladores, la calidad del agua de sus fuentes locales, así como del propio lago de Chapala, guardan relación con el mal estado de salud de las personas. A pesar de que existe certeza de que el lago tiene un grado de contaminación se desconoce en gran medida cuáles son los riesgos a los que están expuestas las poblaciones y el ecosistema. Aun así, existen evidencias innegables de que algo está ocurriendo.

De acuerdo con el estudio realizado por el ITESO denominado “Reporte de análisis de datos de calidad del agua del lago de Chapala” —que fue parte de las probatorias del caso “Posible violación del derecho humano al agua, al saneamiento y a un medio ambiente sano, en la ribera de Chapala, Jalisco, México”, presentado ante el Tribunal Latinoamericano del Agua en octubre de 2018—, las mediciones realizadas a través de las estaciones de monitoreo de la calidad del agua ubicadas dentro del vaso lacustre indican que la concentración promedio de diversos compuestos representan un riesgo para la salud ya que se encuentran por encima de lo que establece la norma oficial mexicana para agua potable1 o las recomendaciones para agua potable de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Por un lado, la concentración promedio de arsénico para todo el lago de Chapala se encuentra por encima del límite máximo establecido por la OMS. Sin embargo, se ubica por debajo del límite que establece la norma mexicana sobre agua potable. Esto quiere decir que para el gobierno mexicano no habría necesidad de remover el arsénico del agua antes de distribuirla a la población. Por otro lado, la concentración promedio de coliformes fecales se encuentra siete veces por encima de la concentración que deberían de tener las aguas residuales, lo que indica que las descargas realizadas tanto a Chapala como a sus afluentes no pasan por un tratamiento antes de ser depositadas en los cuerpos de agua.

Para determinar la calidad de los cuerpos de agua la Comisión Nacional del Agua utiliza ciertos indicadores, como la Demanda Química de Oxígeno (DQO), que mide la materia orgánica ocasionada por descargas de aguas residuales industriales y que clasifica desde “Excelente” hasta “Fuertemente contaminada”. Según la concentración promedio de DQO, el lago de Chapala se encuentra contaminado y las estaciones cuyas concentraciones promedio se encuentran más elevadas están cerca de la desembocadura del Lerma y de la población de Chapala.

A pesar de que las concentraciones promedio de cromo y mercurio no sobrepasan los límites permitidos, sí se tiene registro de que ambos metales están presentes en el lago.

La presencia de estos compuestos —y de otros— que son nocivos para la salud en el lago de Chapala vulneran tanto a las poblaciones ribereñas como a las que dependen de este cuerpo de agua, así como la ciudad de Guadalajara, pues al haber un desconocimiento generalizado sobre los efectos de la contaminación y una incapacidad institucional para abordar la problemática de salud pública las personas seguirán exponiéndose a un sinfín de combinaciones químicas que atentan contra la salud de manera tan contundente que las podría llevar a la muerte.

Nota al pie

  1. Norma Oficial Mexicana nom–127–ssa1–1994, “Salud ambiental, agua para uso y consumo humano–límites permisibles de calidad y tratamientos a que debe someterse el agua para su potabilización”.

ANA SOFÍA MACÍAS ASCANIO / Estudiante de la Maestría en Desarrollo Local y Territorio de la Universidad de Guadalajara, especialista en temas de calidad del agua.

El Tribunal y el buen vivir

El concepto del buen vivir1 se origina en comunidades indígenas y da cuenta de una forma de pensar y actuar, en armonía y con respeto entre la naturaleza y las comunidades humanas. El buen vivir en la práctica ofrece una visión crítica en relación con las formas de desarrollo vigentes, porque propone una íntima y positiva relación de las personas con la naturaleza y su territorio. Rechaza el tipo de desarrollo extractivista que atenta contra la naturaleza, la sustentabilidad, y que despoja a las comunidades de los bienes naturales necesarios para alcanzar una adecuada calidad de vida.

La audiencia 2018 del Tribunal Latinoamericano del Agua (TLA) se dedicó a atender casos relacionados con comunidades indígenas. Durante esa audiencia el presidente del tribunal, Javier Bogantes, propuso en su discurso inaugural algunas de las razones por las que los pueblos indígenas deben ser apoyados en su lucha por la justicia hídrica:

 

  • El pensamiento y la filosofía de las comunidades indígenas son fuente de inspiración para enmendar la crisis civilizatoria en torno a territorios y agua.
  • Por su riqueza, las regiones habitadas por comunidades indígenas son asediadas, aunque se tengan acuerdos nacionales o internacionales para su protección.
  • Las comunidades indígenas cuidan sus territorios, el agua y los bosques porque forman parte integral de su vida y de su equilibrio.
  • En relación con las comunidades indígenas no se debe prescindir de la participación, de la consulta y su consentimiento.

 

En América Latina padecemos una crisis de legalidad en relación con temas y asuntos medioambientales, porque si bien existen leyes y normas los gobiernos no siempre tienen recursos o voluntad para que se cumplan y, por otro lado, algunas leyes fueron específicamente hechas para potenciar el extractivismo.

Los ocho casos presentados ante el TLA dieron cuenta de graves situaciones de contaminación en cuerpos de agua, exhibieron fórmulas de despojos o mecanismos de extractivismo fuera de control, mostraron políticas públicas erróneas que posibilitaron la afectación de derechos, daño de la biodiversidad o perjuicios irreversibles en la vida sociocultural de las comunidades indígenas. Los casos están enumerados en la contraportada de este número.

Las comunidades indígenas deben ser reconocidas como actores relevantes en la lucha por la adecuada conservación de recursos. Por ello, para el TLA es importante actuar e impulsar la justicia hídrica en sus territorios.

 

Notas al pie

  1. Sobre el buen vivir se han escrito ya diferentes textos; uno en el que se explicita la relación del concepto con la cultura indígena es: Marañón, B. Buen vivir y descolonialidad. Crítica al desarrollo y la racionalidad instrumentales. Ciudad de México: UNAM, 2014.

CARLOS ARMANDO PERALTA VARELA / Académico del ITESO, especialista en temas de derechos humanos.

Editorial

“El derecho a la alimentación funge como un pilar fundamental para el derecho a la vida. No obstante, también puede decirse que es el derecho humano más violado a nivel mundial, a pesar de un entendimiento creciente respecto a qué es necesario para realizarlo”.

-Mecanismo de la Sociedad Civil para las relaciones con el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de la FAO, 2018.

Los problemas vinculados a una inadecuada alimentación crecen y se extienden por todo México. Padecimientos tan indignantes como el hambre o tan onerosos como la obesidad coexisten en un país en el cual su cocina es considerada patrimonio cultural de la humanidad y que genera suficientes alimentos para cubrir las calorías totales de sus habitantes. Estos males afectan a gran parte de la población y se ensañan con los más vulnerables: pueblos indígenas, mujeres, niños, personas mayores y familias rurales.

En la búsqueda de alternativas para esta situación en 2018 se creó en el ITESO ¿Qué comemos? Observatorio del derecho humano a la alimentación adecuada, el cual enfoca su quehacer en la incidencia para la plena realización del derecho humano a la alimentación adecuada, con base en una reflexión global, pero que busca una acción en lo local.

Este número de Clavigero da cuenta de algunos avances de este Observatorio y presenta diversos acercamientos al complejo tema de la alimentación en México. Los textos abarcan desde la situación del derecho a la alimentación hasta las diversas opciones en marcha, pasando por la relevancia de la agricultura familiar, la importancia de la milpa como base de una buena nutrición y el papel fundamental del agua para la producción de alimentos.

La reflexión y el análisis de la grave problemática alimentaria por la que cursa nuestro país son el punto de partida para construir alternativas de solución. Esperamos que los textos incluidos en esta edición nos sirvan para avanzar en este camino y contribuir así a un “buen comer” para todas y todos.

Jaime Morales Hernández y Roberto Paulo Orozco Hernández / Coordinadores del número.