La Pizca. Experiencia y pensamiento Jesuita

Pierre Teilhard de Chardin (1881–1955)

Escribir unas líneas sobre un sacerdote jesuita francés, paleontólogo, geólogo, botánico, filósofo y místico, que nació hace más de cien años y que ha sido olvidado durante mucho tiempo aparentemente no tiene mucho sentido. Sin embargo, si consideramos que su concepción de la evolución de la vida es valorada por varios distinguidos científicos y pensadores contemporáneos como una de las más cercanas a las ciencias modernas podríamos cambiar de opinión. Tal es la opinión, por ejemplo, de Edgar Morin, Fritjof Capra y Salvador Pániker.

En efecto, Teilhard fue educado durante su niñez en contacto cercano con la naturaleza. En ella observó la comunión del conjunto de los diferentes seres vivos y los interpretó como una manifestación de la creación de Dios. Entre otras cosas, eso lo llevó a estudiar filosofía y teología, para formarse como jesuita, y posteriormente botánica y zoología, para especializarse en paleontología, lo que lo condujo a realizar diversas investigaciones en China.

Teilhard se propuso hacer “una lectura evangélica de la visión científica del universo”. Es decir, integrar su visión científica de la evolución con su experiencia mística y teológica. El resultado fue una visión coherente del universo, de la vida y del ser humano concebido como un proceso evolutivo que aún está lejos de concluir.

La propuesta de este brillante científico jesuita tiene actualmente una doble pertinencia. Por un lado, se relaciona con la nueva encíclica, Laudato Si’, del papa Francisco, pues ambos entienden la vida como un proceso evolutivo que entrelaza al conjunto de seres vivos, que requiere ir acompañado de una mayor conciencia sobre la manera como interactuamos los seres humanos con la naturaleza o, en otras palabras, que necesita urgentemente una mayor reflexión sobre el sentido de nuestros conocimientos y actuación sobre ella. Además, Teilhard y Francisco coinciden en que esta toma de conciencia debe desembocar en una mejor espiritualidad humana. Otra consideración que nos remite a ubicar la pertinencia contemporánea del pensamiento de Teilhard es que, entre las místicas occidentales, se valora su filosofía como la que más se aproxima a la biología evolutiva y de los sistemas complejos, lo cual está en sintonía con concepciones científicas de vanguardia.

La pasión por la génesis del universo, la formación de la Tierra, el origen de la vida, la aparición del ser humano y la presencia del Absoluto en todo este proceso evolutivo, como él decía, es lo que integra el pensamiento de este genial jesuita.

 

Enrique Luengo González / Académico del Centro de Investigación y Formación Social

La economía solidaria como cuidado de la casa común

La Compañía de Jesús, a través de sus sacerdotes y promotores de la Misión de Bachajón en el norte de Chiapas, ha trabajado desde 1958 con las comunidades de la zona en un proyecto de lucha por la equidad social y la sustentabilidad ecológica. Este esfuerzo colectivo, dirigido a 600 comunidades indígenas, ha consolidado la práctica de la economía solidaria, al tiempo que se respetan los usos y costumbres comunitarios y se defiende el territorio generando propiedad social y eficiencia empresarial. Hoy el colectivo comprende diversos proyectos como la producción de miel, de jabones y de café, así como microfinancieras; una serie de emprendimientos que se sintetizan en las palabras mayas–tseltal Yomol A’tel, cuyo significado es “soñar y trabajar juntos”.

El pueblo maya tseltal es el grupo indígena más numeroso en Chiapas y presenta un grado de marginación muy alto. Específicamente, los municipios de Sitalá y Chilón, donde la Compañía de Jesús trabaja en forma más focalizada la producción de café, se encuentran entre los sesenta más pobres a escala nacional. El grupo Yomol A’tel ha representado una mejora de ingresos para estas familias al exportar el café, ya procesado, a través de redes de mercado directo. Óscar Rodríguez, sj, afirma que si bien el café no es la solución para la problemática social, quitarle el ingrediente de explotación lo convierte en un generador de mejoramiento de calidad de vida. Este acompañamiento en la lucha por la equidad y justicia social, así como el respeto por la naturaleza y la responsabilidad ambiental, cumple con los dos objetivos esenciales de la encíclica Laudato Si’ del papa Francisco: la programación de una agricultura sostenible y un camino a la resolución del problema del hambre y la pobreza.

Óscar explica que Laudato Si’ debe leerse como una encíclica social cuyo origen está en la tendencia global de privatización del medio ambiente. El documento muestra una realidad que debe llevar a una reflexión profunda y a cambiar estilos de vida, no solo de consumo sino de producción. En este sentido, la encíclica no ha hecho más que reforzar el trabajo que realiza la Compañía de Jesús en Chiapas desde los años cincuenta. Actualmente, la zona es un blanco de intereses mercantiles y las comunidades indígenas, que habitan lugares con una gran cantidad de recursos naturales, se encuentran vulneradas día a día. Aunque no es posible desalojarlos de forma directa, una de las formas que se han vivido es la pauperización de las zonas para provocar un desplazamiento “voluntario”. Es así como los esfuerzos de la Compañía de Jesús se suman a la defensa activa del entorno de vida de las poblaciones indígenas al dotarles seguridad económica por medio de las cooperativas de economía solidaria y fortaleciendo la cohesión social entre la comunidad.

Lo dicho por el papa Francisco en la encíclica, dice Óscar, también implica que el Evangelio no puede estar al margen de la vida de las personas, y nos cuestiona: ¿Cómo denunciar una injusticia? ¿Cómo reivindicar un derecho? ¿Cómo tomar postura del lado del oprimido? Laudato Si’ llama a un proceso de conversión que implica conocer las causas del problema ambiental, sus consecuencias y las implicaciones de las decisiones que tomamos día a día. Hoy, dice Óscar, no es suficiente separar la basura, cuidar el agua o minimizar el uso del automóvil: es necesario ser parte activa de las problemáticas más amplias y globales al tiempo que se generan modos de vida más coherentes.

De esta forma, Laudato Si’ refuerza la médula del trabajo de la Compañía de Jesús en Chiapas: la lucha por la justicia, la dignidad y el reconocimiento de los valores colectivos. En palabras del papa Francisco: se desarrollan vínculos y surge un nuevo tejido social, se libera a la comunidad de la indiferencia consumista, se cultiva una identidad común, y se cuida al mundo y la calidad de vida de los más pobres con un sentido solidario, que es al mismo tiempo conciencia de habitar un mismo espacio. Actualmente, finaliza Óscar, no es suficiente pugnar solo por los nuestros y por nuestro entorno inmediato, sino ver más allá y sumarnos a la lucha colectiva por el cuidado de nuestra casa común: el planeta Tierra.

  • Óscar Rodríguez, sj es agroecólogo y activista de la economía solidaria, acompaña procesos educativos en comunidades mayas tseltales de Chiapas desde 1986.
  • El colectivo Yomol A’tel está conformado por las cooperativas Tsúmbal Xitalha’, Bats’il Maya, Capeltic, Chabtic y Xapontic, así como por varias universidades, fundaciones y empresas.
  • El café vendido por las cafeterías Capeltic proviene de la producción de 600 comunidades tseltales de la Selva Norte de Chiapas. Para conocer más de esta iniciativa entra a capeltic.org

Daniela Martin / Comunicadora de la ciencia y la cultura

¿La leíste?

“El objetivo no es recoger información o saciar nuestra curiosidad, sino tomar dolorosa conciencia, atrevernos a convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y así reconocer cuál es la contribución que cada uno puede aportar” (No. 19). Este objetivo fue lo que me capturó al leer la encíclica del papa Francisco Laudato Si’. Sobre el cuidado de la casa común.

¿La leíste? Si respondes que no, te diré que sí aunque no lo sepas. Si fuera que sí, te diré que no has terminado de hacerlo. Para explicarme seguiré a Paulo Freire, que propone la lectura como experimentar el mundo, reflexionar críticamente lo que se vive y trasformar al lector y su entorno.

De la experiencia del mundo no nos escapamos. La encíclica parte de que somos el mundo y señala que “olvidamos que nosotros mismos somos tierra. Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta” (No. 2). Con este punto de partida, más allá del texto, es que ya iniciamos la lectura de la encíclica. Estamos implicados y más, si, como propone el papa, esta experiencia se convierte en conciencia dolorosa al reconocer los graves problemas que enfrentamos.

Enseguida la encíclica nos reta a convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo. Entre muchas cosas: aire, agua y alimentos contaminados; la mayoría de las personas en el mundo empobrecidas; residuos incontrolables; un clima trastornado por el calentamiento global; desaparición acelerada de especies; crecimiento desmedido y desordenado de muchas ciudades. Eso que le pasa al planeta, ¿no lo sufrimos en carne propia? ¿Nos incomoda que la vida sea así? ¿Qué hacer con este dolor? Las personas sabias recomiendan reconocer y entrar en ese dolor, de lo contrario, nada cambiará. Así la lectura de la encíclica nos permite incorporar el segundo componente que Freire señala: conocer y volver al texto nos permite nuevas maneras de comprender las causas de ese dolor y, a la vez, dialogar críticamente con el texto para enriquecerlo a partir de lo que hoy vivimos.

El tercer componente de la lectura implica trasformar al lector y su entorno. Esto corresponde con la invitación del papa a reconocer cuál es la contribución que cada uno puede aportar y señala algunas pistas, entre otras: una nueva educación y espiritualidad ecológica, una solidaridad universal nueva, un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta. Dada la dimensión de lo que ello exige, esta parte de la lectura siempre continúa. ¿Ya la leíste? Ve a https://goo.gl/vSDmVq.

Carlos Ortiz Tirado Kelly / Académico del Centro de Investigación y Formación Social

Clavigero Núm. 2

No. 2

Educaciones alternativas

Periodo: noviembre 2016 – enero 2017

Este número de Clavigero se compone de textos que presentan una perspectiva política de la educación, podríamos decir que es una gran reflexión contrahegemónica. Participan autores que, desde su práctica y distintas trincheras, han impulsado nuevas estrategias de educar, pero que también son actores públicos con una postura crítica, que dialogan en este espacio con los clásicos pensadores de lo educativo, desde una visión contrahegemónica para su tiempo.

En sí, es una pequeña muestra de actores de la sociedad, que de cara a la educación hacen esfuerzos cotidianos y colectivos por hacerle agujeros a la hegemonía desde una perspectiva que nosotros nombramos “Educaciones alternativas”.

Elba Noemí Gómez Gómez
Ma. Guadalupe Valdés Dávila
Coordinadoras del número

Publicado: 2017-31-01

Contenido

  • Editorial
  • Programa de aprendizaje para el buen vivir
    Victor Ojeda
  • Declaración para la descolonización de la educación
    Manish Jain, Shikshantar Andolan
  • La educación zapatista
    Leticia Madera
  • Ejercer la ciudadanía ¿llegó el momento?
    Felipe de J. Alatorre Rodríguez
  • Ciencia a sorbos. Para qué sirve un museo de ciencia
    Maya Viesca Lobatón
  • La Pizca. Educación para el buen convivir
    Fernando Barajas y Jorge Atilano
  • La escuela como movimiento social
    Guadalupe Valdés y Noemí Gómez
  • Sopa de letras. «La educación alternativa»
    Mariana Arpio
  • Educación, Libertad y Autonomía
  • ¿Es posible otra educación?
    María del Carmen Vicencio Acevedo
  • Consideraciones acerca del proyecto de educación alternativa
    Sócrates Pérez

Editorial

“Educaciones alternativas. Alternativas para la educación”

La educación se encuentra impregnada de metanarrativas legitimadas desde el poder, desde el sistema, que en el caso de nuestro país se encuentra íntimamente ligado a la economía, a la política, a la cultura; pero en realidad es un asunto histórico, la inequidad, la deshumanización ha permeado a la educación oficial. Frente a tal realidad aparecen propuestas y voces “alternativas” que responden, que resisten, que alzan la voz y proponen modelos, estrategias de educación y de país.

Este número se compone de textos que presentan una perspectiva política de la educación, podríamos decir que es una gran reflexión contrahegemónica.

Invitamos a autores que desde su práctica y distintas trincheras han impulsado nuevas estrategias de educar, pero que también son actores públicos con una postura crítica, que dialogan en este espacio con los clásicos pensadores de lo educativo, desde una visión contrahegemónica para su tiempo.

Marik, Victor Ojeda y Sócrates representan la agudeza de una crítica fundamentada a la educación actual y sus reformas neoliberales. En el artículo central ofrecemos una perspectiva histórica, pero también muy actual de pensadores, no todos los que existen, solo un pequeño mosaico, que han pensado la educación desde lo alternativo, desde la utopía de un mundo mejor.

Leticia Madera hace un breve recuento de una realidad puesta en marcha, que es la escuela autónoma zapatista; nos habla de cómo ese hacer ha inspirado a muchos otros que representan las muchas resistencias.

María Fors, desde su experiencia en un espacio escolarizado, comparte sus reflexiones en torno a la relación de la escuela con la comunidad y el compromiso de formar a los alumnos de cara a la realidad social y a la justicia social.

En esta encrucijada de la vida puedes localizar, habitar, sumarte, suscribir las palabras claves de las educaciones alternativas, es lo que quiere representar el ejercicio sencillo que nos ofrece la alumna Mariana Arpio, que toma como nombre “Sopa de letras”.

Felipe, Fernando y Jorge Atilano, nos regalan un par de texto que nos muestran las tareas pendientes de la educación; trazan rutas esperanzadoras y colectivas para seguir caminando con dignidad, de la mano de aquel otro que es excluido de los bienes del planeta.

Cerramos el número con un manifiesto, el manifiesto de Manish Jain, que representa una voz que se alza para expresar una postura y, principalmente, nos hace una invitación a realizar acciones concretas, que él, en particular, teje alrededor de la inclusión, frente a la exclusión de millones de habitantes de este mundo globalizado y neoliberal.

En sí el presente número es una pequeña muestra de actores de la sociedad, que de cara a la educación hacen esfuerzos cotidianos y colectivos por hacerle agujeros a la hegemonía desde una perspectiva que nosotros nombramos “Educaciones alternativas”.

Noemí Gómez y Guadalupe Valdés, coordinadoras del número

La educación zapatista

 

La educación es producida y productora de la realidad social, de ahí la importancia de cuestionarnos sobre sus fines y la necesidad que inspira a los proyectos de educación alternativa. El neoliberalismo logró asentarse en el último rincón del planeta, introduciendo un modelo cultural homogenizador y una educación que responde al capital y no al interés de las mayorías. Este propósito es confrontado por modelos educativos que buscan revertir la exclusión social.

Surgen formas alternativas de construir nuevos saberes que puedan ser la base de otras miradas y lenguajes, otras lógicas de pensamiento y formas de construir nuestros lazos con la sociedad y la naturaleza, como el Movimiento de los Sin Tierra, de Brasil; la Universidad de las Madres de la Plaza de Mayo, en Argentina, y la Escuela Autónoma Zapatista, en Chiapas México, que toman la educación en sus manos, al margen de los gobiernos, y ven en ella un factor fundamental en la lucha por la emancipación y como una posibilidad de comprensión de la realidad alterna al capitalismo. Proyectos político–educativos que estimulan la participación crítica en la vida púbica y confrontan las relaciones desiguales de poder, que dan lugar a nuevas subjetividades, conocimientos, valores y prácticas sociales.

La educación zapatista favorece la reflexión y la acción sobre el mundo para transformarlo a través de los encuentros entre luchadores sociales del país y del mundo para compartir experiencias y aprendizajes.

Para disputar al gobierno su derecho a decidir sobre su territorio y destino los zapatistas crearon el Sistema de Educación Autónoma Zapatista, con el cual forjan un modelo alter–pedagógico transgresor de las disposiciones oficiales, con capacidad de interpretar su realidad e incidir sobre ella. Este sistema involucra a alumnos, promotores de educación, autoridades y familias en la responsabilidad de definir, diseñar y evaluar la educación; consensa sobre las condiciones necesarias para la construcción del conocimiento y los contenidos, que suelen referir a la opresión de los pueblos indígenas, a las demandas zapatistas, y cómo estas se expresan en los ámbitos de la comunidad, la nación y el mundo.

La escuela autónoma da lugar a un aprendizaje gradual de la libertad y enseña a hacerse responsable en colectivo de los problemas de la escuela y de los pueblos. Es intercultural e intralingüística pues coinciden alumnos y mentores de distintos grupos étnicos; se fomenta el trabajo en equipos interétnicos donde unos y otros se enseñan su lengua y su cultura. La clase no tiene muros, se aprende a combatir la plaga en la milpa o se realizan campañas de prevención de enfermedades. Es autogestionaria porque se niega a recibir apoyos oficiales; intersubjetiva, porque la relación entre autoridades y sus pueblos o los promotores y alumnos es horizontal. Es decolonial porque persigue la transformación social, la liberación, y rescata y valida el saber y los modos de vida ancestrales y comunitarios.

La educación zapatista es ejemplo de pedagogía que enuncia y anuncia nuevas formas de entender la educación, y da lugar a un sujeto que se va construyendo en el proceso organizativo de la resistencia. Un alumno que es tomado en cuenta en los asuntos de la escuela aprenderá que su aportación es valiosa en la solución de los asuntos públicos. Quien aprende de las luchas de los desheredados, quien se organiza al lado de sus iguales verá los sistemas sociales como resultado de procesos históricos de la acción humana, y será capaz de combatir la opresión.

Leticia Madera / Investigadora en temas de educación