La educación zapatista

 

La educación es producida y productora de la realidad social, de ahí la importancia de cuestionarnos sobre sus fines y la necesidad que inspira a los proyectos de educación alternativa. El neoliberalismo logró asentarse en el último rincón del planeta, introduciendo un modelo cultural homogenizador y una educación que responde al capital y no al interés de las mayorías. Este propósito es confrontado por modelos educativos que buscan revertir la exclusión social.

Surgen formas alternativas de construir nuevos saberes que puedan ser la base de otras miradas y lenguajes, otras lógicas de pensamiento y formas de construir nuestros lazos con la sociedad y la naturaleza, como el Movimiento de los Sin Tierra, de Brasil; la Universidad de las Madres de la Plaza de Mayo, en Argentina, y la Escuela Autónoma Zapatista, en Chiapas México, que toman la educación en sus manos, al margen de los gobiernos, y ven en ella un factor fundamental en la lucha por la emancipación y como una posibilidad de comprensión de la realidad alterna al capitalismo. Proyectos político–educativos que estimulan la participación crítica en la vida púbica y confrontan las relaciones desiguales de poder, que dan lugar a nuevas subjetividades, conocimientos, valores y prácticas sociales.

La educación zapatista favorece la reflexión y la acción sobre el mundo para transformarlo a través de los encuentros entre luchadores sociales del país y del mundo para compartir experiencias y aprendizajes.

Para disputar al gobierno su derecho a decidir sobre su territorio y destino los zapatistas crearon el Sistema de Educación Autónoma Zapatista, con el cual forjan un modelo alter–pedagógico transgresor de las disposiciones oficiales, con capacidad de interpretar su realidad e incidir sobre ella. Este sistema involucra a alumnos, promotores de educación, autoridades y familias en la responsabilidad de definir, diseñar y evaluar la educación; consensa sobre las condiciones necesarias para la construcción del conocimiento y los contenidos, que suelen referir a la opresión de los pueblos indígenas, a las demandas zapatistas, y cómo estas se expresan en los ámbitos de la comunidad, la nación y el mundo.

La escuela autónoma da lugar a un aprendizaje gradual de la libertad y enseña a hacerse responsable en colectivo de los problemas de la escuela y de los pueblos. Es intercultural e intralingüística pues coinciden alumnos y mentores de distintos grupos étnicos; se fomenta el trabajo en equipos interétnicos donde unos y otros se enseñan su lengua y su cultura. La clase no tiene muros, se aprende a combatir la plaga en la milpa o se realizan campañas de prevención de enfermedades. Es autogestionaria porque se niega a recibir apoyos oficiales; intersubjetiva, porque la relación entre autoridades y sus pueblos o los promotores y alumnos es horizontal. Es decolonial porque persigue la transformación social, la liberación, y rescata y valida el saber y los modos de vida ancestrales y comunitarios.

La educación zapatista es ejemplo de pedagogía que enuncia y anuncia nuevas formas de entender la educación, y da lugar a un sujeto que se va construyendo en el proceso organizativo de la resistencia. Un alumno que es tomado en cuenta en los asuntos de la escuela aprenderá que su aportación es valiosa en la solución de los asuntos públicos. Quien aprende de las luchas de los desheredados, quien se organiza al lado de sus iguales verá los sistemas sociales como resultado de procesos históricos de la acción humana, y será capaz de combatir la opresión.

Leticia Madera / Investigadora en temas de educación