Clavigero Núm. 10

No. 10

Antidoping para una sociedad adictiva

Periodo: noviembre 2018 – enero 2019

Desmitificar el tema de las adicciones y de la persona del adicto no es tarea sencilla, se requiere una nueva perspectiva que parta del diálogo de saberes y una lectura desde la complejidad, más allá del problema centrado en el consumo.

La creación de puentes de conocimiento e intercambio de experiencias entre profesionales, miembros de la sociedad civil y los aquejados por las adicciones se vuelve hoy más que nunca pertinente, ya que de todas estas fuentes de saber se nutre la construcción del fenómeno adictivo en la comunidad. Esperamos que este número pueda ofrecer vísperas de soluciones y perspectivas que construyan una más amplia definición y alternativas de intervención.

Elba Noemí Gómez Gómez
Dulce María Valencia Vega
Coordinadoras del número

Publicado: 2019-30-01

Contenido

  • Editorial
  • El laberinto de las emociones en el adicto: sal si puedes
    Sofía Cervantes / Fernando Ibarra Tabares
  • Soy adicto…dicen que soy hipersensible
    Martha Leticia Carretero Jiménez / Pedro Briones Casillas
  • Los centros de internamiento para adictos. Mitos y realidades.
    Irving Darío Castillo Cisneros / Larissa Sánchez Iñiguez y Nora Angélica Velasco Jiménez
  • Autorretrato de un adicto adolescente
    Lourdes Hinojosa López
  • Nuevas adicciones. Un juego complejo de serpientes y escaleras
    Brenda Solís
  • La prevención. Más allá de las buenas intenciones
    María del Pilar Rodríguez Martínez / Miguel Flores Gómez
  • Tiempos de diálogos de paz: doce pasos de AA y psicoterapia
    Eugenia Catalina Casillas Arista / Andrés Carlos Bringas Ramos
  • Drogas y cerebro
    Maya Viesca Lobatón
  • El herido puesto en pie
    Jorge Atilano González Candía
  • El consumo de drogas en el trabajo
    Ana Araceli Navarro Becerra / Dulce María Valencia Vega / Elba Noemí Gómez Gómez
  • La familia adicta al adicto
    Sara Yépez Medina

Editorial

Desmitificar el tema de las adicciones y de la persona del adicto no es tarea sencilla, se requiere una nueva perspectiva que parta del diálogo de saberes y una lectura desde la complejidad, más allá del problema centrado en el consumo.

El perfil social de la adicción ha cambiado sustancialmente, niños y mujeres son los nuevos adictos. La problemática adictiva se asocia con la ruptura del tejido social, trasformándose en un hilo más del complejo entramado crítico de México y del mundo. Las recurrentes crisis económicas, los problemas de pobreza, el acelerado cambio social y cultural hacia la modernización y la globalización, el incremento de la violencia que se vive y la creciente prevalencia del abuso de Internet son factores asociados al tema que nos ocupa. La creación de puentes de conocimiento e intercambio de experiencias entre profesionales, miembros de la sociedad civil y los aquejados por las adicciones se vuelve hoy más que nunca pertinente, ya que de todas estas fuentes de saber se nutre la construcción del fenómeno adictivo en la comunidad. Esperamos que este número dedicado a las adicciones pueda ofrecer vísperas de soluciones y perspectivas que construyan una más amplia definición y alternativas de intervención. Desdibujar mitos nos permite mostrar la realidad más que la teatralidad del mundo de las adicciones y compartir las voces de aquellos que enfrentan este dolor.

 

Coordinadoras

Elba Noemí Gómez Gómez / Académica investigadora del Departamento de Psicología, Educación y Salud del ITESO.

Dulce María Valencia Vega / Maestra de asignatura de la Maestría en Psicoterapia del ITESO.

Los centros de internamiento para adictos. Mitos y realidades

En las últimas décadas las adicciones en México han pasado de ser una problemática prioritariamente del ámbito de lo privado a considerarse un tema de salud pública debido a las consecuencias sanitarias y sociales que experimentan quienes las consumen. La Encuesta Nacional de Adicciones 2016 reveló un crecimiento significativo del consumo en la región Occidente de México, pasando de 5.5% a 10.3%, en un periodo de cinco años. En los planos nacional y mundial el dilema de estudiar las adicciones se encuentra inmerso entre la criminalización y la patologización. Esto ha creado un velo de desconocimiento e imaginarios colectivos que rodean al tratamiento y, en particular, una de sus formas de institucionalización: los centros de internamiento para personas con adicción y conductas autodestructivas.

En el cuadro siguiente presentamos algunos mitos y realidades sobre estos centros.

 

Mito Realidad
Todas las personas con adicción que se encuentran en centros de internamiento son golpeadas y maltratadas. En los centros de internamiento se utilizan métodos disciplinarios, como el encierro y el establecimiento de horarios, con sanciones si no se cumplen, entre otros, basándose en un reglamento de convivencia para rehabilitar a los adictos.
Todos los centros de internamiento reciben apoyo económico del gobierno. No todos los centros de internamiento reciben ayuda financiera del gobierno.
Todos los centros de internamiento se encuentran certificados por el gobierno. No todos los centros de internamiento cumplen con todos los requisitos que marca la Norma 028.
El gobierno logra atender toda la problemática de las adicciones en el Área Metropolitana de Guadalajara (amg). Mayoritariamente es la sociedad civil la que se encarga de rehabilitar a las personas con problemas de adicción.

 

Todas las personas que son internadas en los centros de rehabilitación son pobres, sin educación y criminales. En los centros de internamiento para el tratamiento de las adicciones se encuentran internadas personas de todas las clases sociales, creencias y profesiones.
Internar a una persona en un centro de rehabilitación es suficiente para su recuperación. La rehabilitación de una persona con adicciones implica la atención de la familia, sus redes y la capacidad de agencia de la persona del adicto.
El costo de un tratamiento para un problema de adicción es muy alto y poco redituable. En términos de costo–beneficio, la inversión en la rehabilitación del adicto es menor que las consecuencias de la actividad adictiva.
Para que un centro de internamiento tenga mayor efectividad tiene que estar conformado solamente por un equipo profesional o por personas en recuperación.  A mayor grado de colaboración entre profesionales, sector público y sociedad civil existen mayores probabilidades de éxito.
Todos los centros de internamiento cuentan con un médico y un psicólogo. Hay muchos centros que no cuentan con médicos y psicólogos.

 

Los centros de internamiento creados por la sociedad civil surgen como una opción de recuperación ante la necesidad de ayuda que tienen las personas con alguna adicción, sin embargo, son también instituciones con pocos márgenes de regulación y estándares bajos de calidad institucional. Esto ha provocado una enorme disparidad en los tipos tratamiento y atención que actualmente se ofrecen, aunado a la poca claridad y conocimiento de sus metodologías, lo cual ha facilitado una imagen pública alterada de sus prácticas, condiciones y características, y ha propiciado la aparición de estos mitos aún presentes en nuestra sociedad.

Los intentos recientes de apoyar su regularización y estandarizarlos —de acuerdo con la Norma Oficial 028— ha dado a sus directivos una herramienta para obtener el reconocimiento institucional a su labor, aunque aún es insuficiente debido al poco interés que existe en rescatar sus prácticas.

 

Irving Darío Castillo Cisneros / Estudiante de la Maestría en Comunicación de la Ciencia y la Cultura del iteso

Larissa Sánchez Iñiguez y Nora Angélica Velasco Jiménez / Estudiantes de la Licenciatura en Psicología del iteso

 

Autorretrato de un adicto adolescente

Con ella me trasformo. Comienza por desvanecerse ese cuerpo extraño, ajeno, hasta desaparecer por completo. Ya no está más, ahora en mí hay una nueva corporeidad, mi ser habita una nueva forma, un nuevo nombre, una nueva identidad; sin miedo, sin tristeza, con alegría y seguridad de mí.

¡No necesito más! Tan solo basta con que entre y recorra mi torrente sanguíneo; que me haga sentir el calor que muchas veces dejé de sentir; que me abrigue y me haga olvidar cuán solo estoy en este mundo al que no logro comprender del todo. Un mundo que no se detiene, que parece crecer cada vez más; que al mismo tiempo aprisiona, congela y me aleja de todo cuanto he querido y he deseado.

Otra vez solo. Despierto sin saber dónde estoy, con quiénes pasé la noche, y lo único que aparece en mis recuerdos son momentos fugaces, confusos. Tengo una sensación de extrañeza al ver a mi alrededor y encontrar cuerpos tirados, embriagados, olvidados por los excesos de una noche, a merced de cuantas personas deseen tocarlos, besarlos, usarlos…

Los veo y me veo solo. Ya no logro reconocerme, me siento perdido y sin saber a dónde voy. Necesito respuestas y la única disponible es ella, sin juzgar, sin reprochar; ella siempre disponible cuando la necesito. La dosis perfecta para poder volar y llegar a un mundo donde sí puedo ser, sin etiquetas, en el que nadie me desaprueba o me obliga a tener que cumplir con un estereotipo ¡solo yo!

Estoy harto de que ellos solo volteen a verme con desdén, reprochando: “¿Qué problema puedes tener si tú solo tienes que preocuparte por estudiar?” Suena fácil al decirse así, pero acaso ellos ya han olvidado lo difícil que es crecer, y más aún cuando tu familia no está presente por tener que trabajar para darte “lo mejor”.

No quiero lo mejor, no quiero lo material de este mundo banal. Quiero sentir, quiero que me reconozcan por lo que soy, por ser diferente a todos y no igual, quiero un espacio donde penetrar todos mis deseos y sueños, un lugar que me permita crecer sin miedo. Tener lo que yo más deseo: un hogar.

 

Lourdes Hinojosa López / Estudiante de la Licenciatura en Psicología del ITESO

La prevención. Más allá de las buenas intenciones

Cuando escuchamos hablar de prevención la asociamos casi de manera automática con algo peligroso que queremos evitar. Así podemos hablar de cualquier tipo de problemática que se pretenda eludir o paliar.

En el caso de las adicciones se trata de un tema de salud pública. Si entendemos la salud como un estado integral de bienestar físico, mental y social, prevenir no se reduce a la ausencia de enfermedad.

Desde esta perspectiva, hablar de las adicciones demanda una mirada desde la complejidad, ya que atenta de manera directa al estado de bienestar de las personas, las familias y las sociedades. Su incremento es alarmante, pues tan solo en México se registra un aumento en el consumo de drogas, alcohol y tabaco de 47% en los últimos siete años, y de hasta 222% en mujeres. Ante esta realidad la prevención en el ámbito de las adicciones es, además de relevante, urgente, especialmente en sociedades como la nuestra, donde amplios sectores se encuentran en condiciones de vulnerabilidad y riesgo; estamos hablando de familias enteras, ancianos, indígenas, madres adolescentes, mujeres violentadas, niños en condiciones de albergue o de calle, suicidas, jóvenes sin oportunidades.

El problema de las adiciones va más allá de la sustancia o del sujeto “adicto” y su tan conocida estigmatización; es de carácter multifacético, ya que intervienen factores biológicos, genéticos, psicológicos, de personalidad, familiares y socioculturales.

Por lo anterior, cualquier estrategia de prevención implica tres niveles:

 

  1. Prevención primaria: retraso en el inicio del consumo y promoción de la salud y el bienestar.
  2. Prevención secundaria, que pretende que las personas con problemas de consumo no escalen hacia la progresión o uso más frecuente o regular de sustancias adictivas.
  3. Prevención terciaria, que busca detener la cronicidad, la reducción de daños y posibles recaídas de sujetos en rehabilitación.

 

La prevención en el ámbito de las adicciones es, más que una imposición y persuasión represiva o de sanción correctiva, un llamado a la conciencia y a la mediación, y debe trascender el acto de informar sobre riesgos, sustancias o consecuencias, que en más de una ocasión parecen alentar y no desalentar el consumo. Esta perspectiva implica la formación de capacidades y destrezas que permitan anticiparse a la aparición del problema; enseñar a reconocer las propias limitaciones; aprender a decidir, elegir y resolver. No hay un sistema único preventivo exitoso para todos los entornos, aunque los programas de prevención son más eficaces cuando emplean técnicas interactivas, cuando son instrumentados a largo plazo y con intervenciones de refuerzo para fortalecer las metas; cuando combinan dos o más programas y se enfocan a fortalecer los factores de prevención y disminuir o atenuar los factores de riesgo. Por ello, en materia preventiva se requiere ir más allá de la improvisación para diseñar acciones fundamentadas.

 

María del Pilar Rodríguez Martínez / Directora del Centro de Educación Física y Salud Integral

Miguel Flores Gómez / Dirigente de la Asociación para el Tratamiento de Problemas de Adicciones “Gente Despertar”

Tiempos de diálogos de paz: doce pasos de AA y psicoterapia

Dos actores sobresalen en la instrumentación de estrategias para la atención de las personas con adicciones, se trata de los psicoterapeutas y los llamados “padrinos de aa”. Los primeros se sostienen en escuelas de pensamiento de la psicología y los segundos en su propia experiencia de sobriedad condensada en los “12 pasos de aa”. Actualmente no existen modelos puros cuando del tratamiento del problema de las adicciones se habla, ambos personajes y campos se influencian, se complementan y representan un aporte imprescindible desde su particularidad.

En muchas ocasiones nos encontramos ante esfuerzos aislados para atender la problemática, pero dada su complejidad tanto los psicoterapeutas como los “padrinos” necesitan sumar esfuerzos.

Los psicoterapeutas que atienden a personas que viven con alguna adicción deben comprender la vivencia de quien padece el problema y valorar la importancia de conjuntar su trabajo con los aportes que representan los grupos de autoayuda y centros de internamiento.

El grupo es un espacio de personas que comparten una adicción, que pretende un camino a la aceptación de esa condición para avanzar hacia la sobriedad, es una manera de reconstruir la identidad fragmentada y desarrollar un nuevo nivel de conciencia. En sí, es un recordatorio, un marco de referencia y por lo tanto una oferta para conformar un nuevo estilo de vida. El padrino de aa tiene como cualidad la disponibilidad de 24 horas para el acompañamiento a los “ahijados”.

Por su parte, el psicoterapeuta explora y ayuda a la persona a elaborar lo que le sucede en un marco de absoluta confidencialidad, favoreciendo con ello que logre cambios en la organización de su vida cotidiana, en las relaciones interpersonales y en el manejo de las emociones. La propuesta de aa se enriquece del trabajo que hace el psicoterapeuta al identificar, diagnosticar o derivar a la persona, pero sobre todo de los nuevos aportes teóricos del campo de la psicología y de las estrategias psicoterapéuticas.

Pueden surgir diferencias entre los psicoterapeutas y los padrinos de aa en la manera de ver las situaciones, pero la apuesta es que estas diferencias cuestionen a los involucrados y los lleven a plantear propuestas, ya que, a final de cuentas, es tiempo de encuentros, de sumar esfuerzos y de utilizar los desencuentros, cuando lleguen a presentarse, como alternativas de ayuda para las personas que viven con un problema de adicción.

 

Eugenia Catalina Casillas Arista / Coordinadora de la Maestría en Psicoterapia del iteso

Andrés Carlos Bringas Ramos / Director de la Clínica para el Tratamiento de las Adicciones y Conductas Autodestructivas “Ser Libre”