Ejercer la ciudadanía ¿llegó el momento?

 

¿Tiene razón el Gobierno de Jalisco para preocuparse por las manifestaciones públicas? Estas expresiones de descontento reflejan el desencanto de los mexicanos con la democracia  (Latinobarómetro, 2013). Son reacciones frente a las crisis que rebasan la capacidad de los gobiernos. ¿Qué significa esto en un país donde el avance de la democracia ha sido sumamente difícil?

Son múltiples las vías para enfrentar la situación, como lo hacen miles de organizaciones ciudadanas, aunque esto no es suficiente para revertir las causas del crecimiento de la pobreza, de la violencia hacia las mujeres, las violaciones a los derechos humanos, el deterioro del medio ambiente, la corrupción y otros problemas.

¿Qué pasa con los que aún no se deciden a actuar? ¿Por qué a muchos no les indigna que el sueldo percibido por una cuarta parte la población del país no alcance para cubrir sus necesidades básicas? ¿Por qué no les enoja que la riqueza de los millonarios mexicanos siga creciendo? ¿Por qué la organización ciudadana no avanza con mayor velocidad?

Las repuestas están en nuestra historia: más de setenta años de gobiernos de un solo partido, el control gubernamental de las organizaciones sociales y el intercambio de apoyos por votos. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD 2004) llama “ciudadanía de baja intensidad” a las personas poco participativas y que no se asumen como actores en el desarrollo de  la democracia. Una investigación del Instituto Nacional Electoral (INE, 2014) señala la desconfianza que existe entre ciudadanos y autoridades, y que nuestras redes de colaboración se limitan al ámbito familiar, vecinal y algunos grupos religiosos.

Los ciudadanos organizados debemos ser un contrapeso al estado para que cumpla con su responsabilidad. Tres tareas son clave para ello: más y mejores organizaciones, incrementar nuestra participación en acciones públicas y formarnos en la ciudadanía, esto es, crear capacidades para criticar normas, ideas, costumbres y valores que favorecen el control de las personas, así como favorecer acciones concretas para el ejercicio de la ciudadanía. Trascender una visión localista, reconocerse en la humanidad, trabajar para ampliar las libertades y emprender acciones orientadas a construir un mundo más justo. Formar sujetos pensantes, críticos, con herramientas para aportar a una sociedad incluyente y responsable.

Los esfuerzos de organización por demandas específicas pueden ser maneras de contagiar a otros. La lucha por el acceso al agua y por la seguridad; demandar precios justos para los productos del campo; la legalización del matrimonio igualitario, el cese de la violencia contra las mujeres y los comunicadores pueden ser limitadas si no se entienden como luchas por ampliar los derechos. Entender que estos problemas tienen que ver con procesos como la desigualdad, la corrupción y el autoritarismo para trabajar con una visión amplia que facilite la colaboración con otras organizaciones. Trascender el aislamiento incrementa las posibilidades de éxito de las demandas específicas y es una forma de reconocernos en la construcción de un país en el que todos podamos vivir en paz.

Una sociedad organizada y actuante obligará a los gobiernos a hacer mejores esfuerzos por resolver los problemas sociales y a usar eficientemente los recursos que ponemos en sus manos. El reto, tal parece, es claro.

Felipe de J. Alatorre Rodríguez/Académico del Centro de Investigación y Formación Social

Corporación Latinobarómetro. Informe 2013. Corporación Latinobarómetro, Santiago de Chile, 2013. DE: http://www.latinobarometro.org/documentos/LATBD_INFORME_LB_2013.pdf

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Informe sobre la democracia en América Latina; hacia una democracia de ciudadanos y ciudadanas, PNUD, Buenos Aires, 2014, pág. 66. DE: http://www2.ohchr.org/spanish/issues/democracy/costarica/docs/PNUD-seminario.pdf

 Instituto Nacional Electoral. Informe país sobre la calidad de la ciudadanía en México, INE, México, 2015. DE:

http://www.ine.mx/archivos2/portal/DECEYEC/EducacionCivica/informePais/

Ciencia a sorbos

Para qué sirve un museo de ciencia

 

 

Durante los siglos XVI y XVII, época de grandes exploraciones y descubrimientos, los cuartos de maravillas o gabinetes de curiosidades eran lugares donde se mostraban objetos que sus propietarios consideraban exóticos, raros o únicos. Provenientes tanto del mundo natural como de la creación humana, de estas llamadas Wunderkammer derivaron los actuales museos.

Cualquiera que haya sido la motivación que los creó —el poder que brinda la posibilidad de diferenciarse por la posesión de objetos irrepetibles o la auténtica curiosidad por conocer lo distinto o desconocido—, estos espacios pasaron de ser lugares cerrados, en donde los únicos observantes eran los dueños y su círculo cercano, a grandes infraestructuras que reciben millones de visitantes por año.

En la actualidad los museos de ciencia cumplen papeles necesarios para las sociedades; funcionan como espacios de esparcimiento y donde se busca hacer del conocimiento público temas relacionados con la ciencia y, en muchas ocasiones, como espacios de educación no formal.

En una sesión del Café Scientifique ITESO, espacio de divulgación de la ciencia, Silvia Singer, directora del Museo Interactivo de Economía en la Ciudad de México, preocupada por que estos espacios sigan teniendo vigencia, se pregunta cómo deben ser los museos de ciencia y qué papel tienen más allá de la conservación y la exhibición. Si bien han pasado de ser lugares de mera observación a espacios para “meter las manos” (hands on) y para involucrase emocionalmente (hearts on), pueden funcionar también como espacios que doten de un mayor poder para participar en la sociedad.

Es probable que muchos nos sintamos lejos de los museos de ciencia. En nuestro país no abundan y pareciera que son exclusivamente para niños. ¿Qué hay en ellos que pueda resultar de interés para todos?

Según Silvia Singer, “cuando la sociedad está separada del conocimiento científico estamos perdiendo posibilidades de entender nuestro entorno. No podemos entender los fenómenos, cómo funcionan las cosas, y por lo tanto las decisiones que tomamos están muy marcadas por los medios masivos de comunicación, por el mercadeo y por otras influencias que nos indican las maneras de proceder, de seleccionar cosas, momentos, actitudes e incluso valores”.

El conocimiento como una forma de entender y conocer el mundo, dice Singer, es una manera de “dotar a la sociedad de un poder de mejor decisión. En la medida en que entiendo el entorno puedo tener un pensamiento crítico y decidir qué es lo quiero hacer. Conocimiento es poder, y la divulgación de la ciencia lo que busca es hacer que este poder llegue a otras personas que no sean solo los científicos o las instituciones que resguardar lo que estos científicos producen”.

Si, como dice Singer, la divulgación de la ciencia tiene como función hacer que podamos acceder al conocimiento de una manera más democrática, me pregunto si no debiera de ser una demanda social como otras, en donde se alcanzaran amplios niveles de cobertura en la sociedad, que fuera accesible tanto geográfica como intelectualmente, y que estuviera vinculada con la vida cotidiana.

La charla de Silvia Singer en el Café Scientifique puede escucharse en cultura.iteso.mx/cafe_scientifique; en la que responde algunas de estas preguntas y a la inquietud de que a través de museos, charlas, libros o programas de televisión, en lo físico o lo virtual, sigamos teniendo acceso a las maravillas que la exploración del conocimiento de la naturaleza y de nosotros mismos nos sigue ofreciendo.

La Pizca. Experiencia y pensamiento Jesuita

Educación para el buen convivir

¿Qué es educación? ¿Qué significa ir a la escuela hoy? Para nuestros padres y aún para nosotros,  la escuela era el primer escalón de una pirámide social; más años en la escuela implicaba más ascenso económico. En la escuela se encontraba la vocación y se desarrollban capacidades artísticas, físicas e intelectuales.

¿Sigue la escuela llenando esas expectativas? La educación no es un fenómeno aislado, no existe una cantidad de conocimientos o capacidades específicas que los niños y jóvenes deban aprender para desarrollarse. No obstante, la educación como institución pública tiende al aislamiento y la estandarización.

Aquellas aspiraciones de ascenso social pueden leerse en relación con dos formas particulares de entender el capitalismo. El capitalismo anterior a los años 80  del siglo XX, prometía bonanza a cualquiera que se esforzara lo suficiente, y el neoliberalismo ahora propone mecanismos de mercado a la educación.

En este siglo la ideología del sueño inmediato e individual ha generado una competencia en la que los jóvenes trabajan por nada o muy poco. La educación se convierte en una mercancía, una forma de explotar los deseos perpetuamente frustrados de los consumidores. Si estas formas de entender la educación corresponden a un sistema pernicioso de valores comerciales y económicos, necesitamos maneras creativas de afrontar el proceso educativo, incluyentes y diversas.

La educación para el buen convivir es una propuesta del Proyecto de Reconstrucción del Tejido Social del Centro de Investigación y Acción Social Jesuitas por la Paz para escapar de la estandarización y el aislamiento.

El buen convivir como principio educativo no se limita a fomentar capacidades o conocimientos en los estudiantes como forma de perpetuar un estado de las cosas; no promueve sueños personales e inmediatos explotables por el capitalismo salvaje. Más bien invita a construir en comunidad, a poner en el centro del proceso educativo las necesidades de la comunidad escolar antes que modelos externos que pretendan dirigir las mentes jóvenes en uno u otro sentido.

La educación para el buen convivir representa un compromiso de padres, maestros, directivos, trabajadores y alumnos para construir la educación que sueñan. Si las políticas educativas individualistas han mostrado su falsedad y su propensión a formar jóvenes que se convertirán en trabajadores explotados, tenemos derecho a pensar en otras formas de educarnos que atiendan a nuestros pensamientos creativos, tradiciones e ilusiones.

No hay una educación del buen convivir sin una conciencia amplia de la fragmentación del tejido social. La escuela no puede darle la espalda a lo que ocurre afuera y tratar de resolver problemas individuales en el aula. Esta educación sabe que el aumento de la violencia dentro de sus instalaciones está relacionada con un entorno violento, y que los retos que enfrentan los niños y los jóvenes en clase se relacionan con los retos que enfrentan las familias en los planos emocional, laboral y económico.

El buen convivir y la educación se adaptan y moldean de acuerdo con quien los sueña. Parten del reconocimiento de la fragmentación del tejido social y del deseo de reconstruirlo. Podemos reconocer este tipo de educación siempre que ponga en el centro de su tarea el buen convivir, de tal manera que rija sus decisiones, que reúna a todos los interesados y que genere procesos de reconciliación y resolución de conflictos que involucre a muchos. Ante formas de educación verticales, el buen convivir propone que soñemos juntos la escuela que queremos. Tomemos la escuela en nuestras manos para moldearla con un sentido ético, social y de cuidado.

Fernando Barajas y Jorge Atilano, miembros del Proyecto de Reconstrucción del Tejido Social del Centro de Investigación y Acción Social Jesuitas por la Paz.

La escuela como movimiento social

Entrevista con María Fors / Directora de Signos secundaria y bachillerato para adolescentes

La visión de María Fors es producto de una trayectoria profesional en el ámbito educativo. El significado de lo alternativo lo ha construido en la acción cotidiana en una escuela comprometida con el cambio social que se logra al transgredir la verticalidad que caracteriza a las escuelas que desconocen el valor de la comunidad en la formación.

¿Cuál es la misión social de las escuelas?

La escuela debe ser un ente social y político de cambio. En lugar de seguir el modelo clásico de escuela, que reproduce el sistema dominante, la escuela como movimiento social se inserta en la necesidad de la transformación civilizatoria.

¿Cuál es la función de la escuela en el desarrollo local y regional?

La función de movimiento social se vería concretada en lo local y lo regional. La escuela construirá puentes para transitar de ida y vuelta con grupos y comunidades. Así se enriquecería con ellos y, a la vez se haría solidaria ante las injusticias y los despojos que ocurren de manera cotidiana. Los alumnos se acercarían a realidades que la escuela conservadora mantiene lejos; trabajarían aplicando los conocimientos construidos en la escuela.

¿Cómo se trabaja desde la escuela para lograr iniciativas comunes, orientadas al mejoramiento de la vida comunitaria?

Colocando lo colectivo sobre lo individual, tarea nada sencilla en una civilización que exalta al individuo en detrimento de lo comunitario. Esto en todas las relaciones que se dan en la escuela entre maestros, alumnos, comunidades y grupos.

¿Cómo se involucra a los estudiantes en acciones comunitarias que favorezcan el buen vivir y el bienestar social?

No se invita a los alumnos a un servicio social obligatorio para cumplir con un requisito escolar. Los maestros están involucrados con la comunidad, participan en proyectos a favor de ella y desde ahí invitan a los alumnos, que participan porque quieren hacerlo y no sólo por una calificación.

¿Qué caracteriza a las escuelas que se transforman en movimientos sociales?

Su participación comunitaria, su convicción en la necesidad de transformar el mundo en uno más justo y acorde con la vida y sus procesos. Su postura crítica y de denuncia ante todo aquello que lo impide.

¿Cuáles son las ventajas y beneficios de que se establezcan vínculos entre la escuela y la comunidad?

Una escuela que se aleja del simulacro, que inserta a los alumnos en la realidad y la necesidad de transformarla. La posibilidad de que los alumnos pongan en práctica sus conocimientos y que vivan en relación, como un eslabón en la cadena de la vida y de la comunidad a la que pertenecen.

¿Qué acciones contribuyen al establecimiento de esos vínculos?

La escuela tendrá que ser autocrítica y reconocer sus vínculos con el sistema dominante para apartarse de ellos. Toda acción que establezca el valor de lo común sobre lo individual.

¿Cuál es el papel de la escuela en el reconocimiento y la visibilidad de las sociabilidades locales?

La mayoría viven aisladas, cuidando la escuela como empresa para más clientes. Esto cambia cuando la escuela se asume como parte vital de la comunidad, cuando abre sus puertas a otros grupos. Se necesita ser mucho más que un profesor y un alumno; es necesario construir al ciudadano desde la escuela.

¿Cómo se asume un profesor en su papel de actor social?

Más que un profesor, es un profesor ciudadano que se sabe actor social y político, que trabaja por una causa, más allá de un sueldo; vive la escuela más allá de la materia que imparte, la vive como un movimiento social.

Guadalupe Valdés y Noemí Gómez, académicas del Departamento de Psicología, Educación y Salud

Consideraciones acerca del proyecto de educación alternativa

El capitalismo y el neoliberalismo que rigen al mundo y a México impactan en el sistema educativo nacional y en la manera en la que se organiza la educación. La globalización requiere que los gobiernos inviertan menos en educación, la tecnología aumenta la miseria de los trabajadores, las empresas invierten para manejar la información y promover el consumo de mercancías inútiles. Los regímenes neoliberales apuestan por la educación para manejar el futuro y garantizar la reproducción de formas de subordinación y control. El estado mexicano ha centralizado la educación por medio de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

Las escuelas funcionan como filtros que depuran la mano de obra destinada al ejército de reserva; hay categorías de maestros determinadas por el servilismo hacia la autoridad; los maestros se separan cada vez más de la materia de trabajo y trabajan sin pensamiento crítico, y se forman alumnos obedientes en lugar de alumnos creativos.

En México hay inequidad educativa, falta de recursos, corrupción y retraso educativo causados por la política de la SEP, un proyecto deshumanizador en el que se asume que la falta de preparación de los maestros es la causa del fracaso escolar y que el problema se solucionará si los maestros se preparan.

Los maestros que no compartimos estas políticas hemos diseñado una Propuesta de Educación Alternativa (PAE) que implica luchar en el terreno educativo y enfrentar al aparato del estado. La PAE propone un rescate de métodos novedosos que vuelvan más eficiente el quehacer de los maestros; transformar la escuela es una salida ideal. Para esto proponemos una crítica total al sistema. Esto solo puede ser viable con el desarrollo de la democracia de base hacia el poder popular, en la que los maestros y el pueblo hagan valer su derecho a decidir sobre su trabajo y su vida. Se busca despojar a la educación de su sentido capitalista y eurocentrista.

Los dos ejes que guían esta propuesta son la dignidad–emancipación humana y democrática, y el poder popular. Reconocer a los profesores como personas, sujetos con derecho a autoevaluarse; a concebir lo profesional y lo político desde una perspectiva humanista de corte comunitario.

Las nuevas formas de resistencia involucran la construcción de nuevas relaciones entre los trabajadores y de estos con el poder; abandonar el individualismo y colectivizar las experiencias para construir propuestas avanzadas. Adoptar un esquema de resistencia que quiebre las líneas de poder centralizado y que se haga presente en los niveles más pequeños de la organización escolar y comunitaria. Reformular el poder y volverlo una práctica comunitaria que se oponga a las decisiones verticales de la SEP.

La construcción de nuevas relaciones en las escuelas implica un trabajo de crítica total al sistema, de cuestionamiento de la escuela como tal y de una transformación de raíz.

Es importante reconocer que en México existen realidades locales con necesidades específicas y que por esto hay una amplia variedad de formas de lucha y resistencia. Por ello es necesario construir una propuesta nacional y que al mismo tiempo dé solución a problemas locales. Es importante que el sistema permita que los maestros conviertan el espacio local en un nuevo territorio social, lo que ayudará a que la escuela deje de ser una institución del estado y se convierta en un nuevo espacio público en tránsito hacia una nueva forma de organización social, en la que esté permitido el construir del pueblo.

Sócrates Pérez / Profesor y activista social.

Clavigero Núm. 1

No. 1

Agua y territorio, elementos para un equilibrio planetario

Periodo: agosto – octubre 2016

En este primer número el eje central lo conforman el agua y el territorio como componentes indisociables: el agua constituye y convoca, el territorio identifica y arraiga, ambos condicionan y determinan la existencia de la vida. El estado crítico del equilibrio planetario, que reportan con mayor urgencia grupos científicos y organismos internacionales, pone en riesgo la subsistencia y la calidad de vida de una proporción cada vez más grande de la población mundial.

A través de Clavigero buscamos dar cuenta de algunas de las facetas que presentan dichos problemas cada vez más graves y acuciantes en el área metropolitana de Guadalajara, México, desde la visión de los que han estudiado y producido conocimiento en diversos campos y desde diferentes trincheras.

Susana Herrera Lima
Coordinadora del número

Publicado: 2016-31-10

Contenido

  • Editorial
  • Los ríos urbanos en el ecosistema ciudad
    Susana Herrera Lima
  • Gestión y derecho al agua
    Paloma Martínez
  • Agua, ciudad y geopolítica
    Susana Herrera Lima
  • La “fábrica de agua” que desperdicia Guadalajara
    Violeta Meléndez
  • Un espacio de ocio para pensar y platicar la ciencia
    Maya Viesca Lobatón
  • Río Santiago, la cuenca que Semarnat se niega a restaurar
    Violeta Meléndez
  • Pensamiento Clavigero
    Jaime Morales Hernández
  • Periodismo ambiental un oficio sin artesanos
    Agustín del Castillo
  • Bosque Pedagógico del Agua
    Jaime Eloy Ruiz Barajas

Un espacio de ocio para pensar y platicar la ciencia

botones

Maya Viesca Lobatón / Académica del Centro de Promoción Cultural y coordinadora del Café Scientifique del ITESO

Para el aclamado físico teórico y divulgador Michio Kaku los humanos venimos al mundo naturalmente científicos: “cuando nacemos, queremos saber por qué brillan las estrellas, por qué el sol se levanta”. Es una cita conocida su consejo de “mantener la llama de la curiosidad y el asombro con vida, […] es la fuente de la que nosotros, los científicos, obtenemos nuestra alimentación y energía”.

Las ricas trayectorias de estos investigadores, reflejo de las muchas preguntas que se han planteado en la vida y las maneras que han elegido para responderlas, sirve de plató para que los asistentes hagamos el ejercicio de formular nuestra curiosidad, de recuperar esa inocencia de nuestros años mozos cuando aún no la habíamos etiquetado como ignorancia; cuando no habíamos aún tapiado el pozo de nuestra capacidad de asombro a fuerza de obtener respuestas flacas o incapaces.

Biólogos, físicos, matemáticos, geólogos, arqueólogos, psiquiatras, entre muchos otros que abrazan en la base de su trabajo el método científico, se disponen el primer martes de cada mes en la hermosa Casa ITESO Clavigero para dar respuesta a preguntas como ¿cómo el ser humano empezó a multiplicar y emplear en su vida sustantivos, verbos, artículos o preposiciones para pasar de sus primeros balbuceos para conseguir comida o refugio hasta llegar a Hamlet o El llano en llamas? ¿Qué hace la Luna por nosotros? ¿Por qué dormimos? ¿Estamos solos en el universo? o ¿Genéticamente, qué nos hace ser lo que somos?

Tomando un café como lo haríamos con un colega o amigo, científicos de la talla de Antonio Lazcano, Federico Solórzano, Marcelino Cereijido, Julia Tagüeña, Francisco González Crussí, Luis A. Orozco, Luis F. Rodríguez, Guillermo Contreras Nuño, Daniel Malacara, Ruy Pérez Tamayo, Juan Carlos López Alvarenga, Xavier Gómez Mont, María Elena Medina Mora, Maggie Adererin-Pockoc, Alberto Kornblitth, Luis Herrera Estrella, Toby Miller o Rodrigo Medellín se sientan en nuestra mesa en un ejercicio de preguntas y respuestas que buscan estrechar la distancia entre los que “saben” y los que no, los que “entienden” y los que no, a fin de situarnos todos en calidad de ciudadanos de un universo al que queremos comprender,.

Tal vez no es un exceso posicionar a estos investigadores en el papel que hace casi trescientos años tuvieron los indígenas de Veracruz para que la llama de la curiosidad de Francisco Xavier Clavigero se avivara. Como narra su biógrafo Juan Luis Maneiro SJ, hablando de la infancia de este ilustre personaje, “no existía monte elevado, ni cueva oscura, ni valle ameno, ni fuente, ni riachuelo, ni algún otro lugar que atrajera la curiosidad del niño, a donde dejaran [los indígenas de la zona] de llevarlo para agradarlo. Tampoco existía pájaro o cuadrúpedo o flor o fruta o planta tenida como rara que no le llevaran como regalo cariñoso y cuya naturaleza no explicaran, hasta donde ellos podían hacerlo, a aquel niño curioso”.

Esta columna que hoy se inaugura tiene como fin avivar esta llama a la que se refiere Kaku haciendo eco de un ya muy asentado espacio de divulgación de la ciencia del ITESO, el Café Scientifique. Este proyecto que comenzó en 2004 cuyo lema es precisamente “un espacio de ocio para pensar y platicar la ciencia”, invita mensualmente a reconocidos científicos a conversar con todos aquellos que quieran acercarse a compartir su propia curiosidad con ellos.