Agua, ciudad y geopolítica

Susana Herrera Lima / Académica del Departamento de Estudios Socioculturales

La historia de una ciudad es, entre otras cosas, la historia de su relación con el agua. Desde la perspectiva de la geopolítica, los investigadores Mario López y Heliodoro Ochoa, reconstruyen la historia de Guadalajara.1 Identifican la primera acción de geopolítica del agua en la región poco después de la fundación de la ciudad, en 1542, en el valle de Atemajac, con las obras para canalizar los manantiales del bosque Los Colomos a la urbe, en 1600. Ubican aquí el inicio de un periodo de autonomía, con 416 años de abastecimiento de agua a través de los acuíferos locales, que tiene su mejor momento en términos de gestión pública del líquido con las innovadoras obras hidráulicas de fray Pedro Antonio Buzeta.

Posteriormente, se intensifica la extracción de agua subterránea a través de la energía eléctrica. López y Ochoa señalan dos factores que son determinantes en esta historia: la explosión demográfica y la expansión urbana e industrial, resultado de los planes de modernización nacional, que hicieron insuficiente el intento de continuar abasteciendo a la ciudad a través de los acuíferos locales. Es, según los investigadores, el final del periodo de autonomía hidrológica, para dar lugar al de dependencia de aguas de los alrededores, que se extiende hasta la actualidad y que comienza con la firma del convenio del río Santiago, en 1953, que permitió el uso del agua de Chapala a través del canal de Atequiza, inaugurado en 1957. El espacio vital de la ciudad, que se ubicaba en su mismo entorno, con los acuíferos y cuerpos de agua locales, se extendió hacia el lago de Chapala, que había fungido hasta entonces como un área potencial para el suministro de agua de la ciudad, es decir, como un área pivote.

Los territorios geográficos se convierten en proyectos de poder, particularmente con relación a recursos indispensables, como el agua. La geopolítica del agua explica cómo se desarrollan y evolucionan estos proyectos de poder. Un espacio geográfico es un espacio vital por sus recursos para favorecer un proyecto de poder, ya sea desde el estado o desde otros actores, indican Mario López y Heliodoro Ochoa, que agregan que las áreas pivote son estratégicas para la expansión del territorio controlado por grupos humanos, en este caso, por sus recursos hidrológicos, que permiten acceder a nuevas fuentes de agua.

Los autores señalan el papel central del lago de Chapala, como el área pivote que unió los periodos de autonomía y dependencia de la zona metropolitana de Guadalajara (ZMG). La introducción del vaso lacustre en el sistema de abastecimiento marcó un parteaguas que cambió radicalmente la forma de hacer geopolítica y gestión pública del agua. El lago pasó de ser un área pivote a convertirse en el espacio vital de la geopolítica del agua en la ZMG.

Entre 1960 y 1980, la historia de agua y ciudad, vista siempre a través del lente de la geopolítica que nos proponen López y Ochoa, tiene cambios significativos: se multiplica la construcción de presas en la Cuenca Lerma–Chapala–Santiago (LCHS), para almacenar y repartir el agua entre diferentes usos, ocasionando un desajuste hidrológico, teniendo consecuencias, sobre todo aguas abajo de la cuenca. La geopolítica y la gestión pública del agua se vuelven mucho más complejas, la zona de acción se extiende desde el nacimiento del Alto Lerma en el valle de Toluca (Estado de México), hasta la desembocadura del río Santiago en el Océano Pacífico.

El corredor industrial que se instala desde los años setenta en la ribera del río Santiago, con industrias trasnacionales y multinacionales, demandando gran cantidad de agua, hacia 1984 hace insuficiente el canal de Atequiza. El gobierno del estado construye el acueducto Chapala–Guadalajara para resolver la presión industrial, impulsar el desarrollo del corredor y mejorar el abastecimiento de la ZMG, refieren los autores. Así es como la ciudad entra de lleno en la lógica geopolítica de la cuenca LCHS, y en esta historia de agua y ciudad que recuperan los autores, se inicia un periodo de conflicto, por la necesidad de negociar con otros usuarios que comparten el agua, con poblaciones y ciudades industriales asentadas en la cuenca, y se agrega el factor de contaminación del agua por parte de las industrias. Todo esto llama a escena a un nuevo actor en la geopolítica del agua, el gobierno de Jalisco.

En el largo periodo de dependencia surgen conflictos sociales por el agua en torno a la gestión pública del recurso, con proyectos que buscan recuperar la autonomía de la ZMG. Se enfrentan múltiples conflictos entre actores con intereses y visiones diferentes, ante obstáculos como el saneamiento y control de la contaminación de los ríos Verde y Santiago, las dificultades técnicas para el desarrollo y ejecución de proyectos de infraestructura, la preservación del equilibrio ecológico del lago de Chapala y la cuenca LCHS e importantes tensiones por problemas de justicia y equidad en la distribución del agua.

Este escenario complejo llama también a la participación de otros actores sociales: los grupos afectados por falta de agua, por distribución desigual, mala calidad del agua que reciben, lo que deriva en la formación de otras instancias de representación social que se suman a la actividad geopolítica, exponen los autores.

Los grandes proyectos de abastecimiento a través de presas y trasvases, propuestos desde el proyecto de poder de actores como el estado y empresas trasnacionales, no contemplan cuestiones fundamentales, como claramente señalan Mario López y Heliodoro Ochoa: la restauración del ciclo hidrológico, el saneamiento y la reutilización del agua tratada, la protección de áreas de recarga, la restauración de cuerpos de agua superficiales, la renovación de infraestructura hidráulica. Todo ello, que se incluye en las demandas de organizaciones ciudadanas, podría hacer más sustentable la gestión del agua en una ciudad que ha dejado de considerar a sus recursos locales como una opción para el abastecimiento, con acuíferos sobreexplotados y contaminados, y la falta de ahorro de agua para futuros periodos de sequía.

  1. Véase: Mario López Ramírez y Heliodoro Ochoa García. “Geopolítica del agua en la ZMG. Historia y situación actual del espacio vital”, en Gobernanza y gestión del agua en el occidente de México: la metrópoli de Guadalajara, ITESO, Guadalajara, 2012, pp. 33–71.

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