Frente al totalitarismo de los mercados del capital y la sociedad de mercado / consumo, la emergencia de propuestas alternativas alrededor del mundo ha sido profusa. Si bien se manifiestan en los diversos procesos económicos, queremos destacar aquí las referidas al intercambio de bienes más significativas.
Por sus dimensiones y visibilidad, el comercio justo tal vez sea el ejemplo más conocido a nivel mundial y se agrupa en la Organización Mundial del Comercio Justo. Es una asociación global de 324 organizaciones en más de 70 países y con apoyo a más de cuatro mil organizaciones de base, que representan a más de dos millones y medio de pequeños productores y trabajadores. Cuenta con más de 35 mil productos, pero el café constituye 80% del volumen y de países.
Por su parte, los mercados sociales están creciendo principalmente en España como un espacio más articulado entre productores y consumidores, agrupados en la Asociación de Redes de Mercado Social. Buscan dos objetivos: construir un espacio de consumidoras, proveedores y distribuidoras, donde la ciudadanía pueda ejercer su consumo con compromiso social, y oponer un frente alternativo a los grandes almacenes y supermercados capitalistas y su lógica depredadora y consumista.
En contrapartida a la alternativa anterior surgen los supermercados cooperativos. La más destacada es la experiencia de Park Slope Food Coop, en Brooklyn, Nueva York, con más de 16 mil personas socias y que ha inspirado la emergencia de otros supermercados cooperativos como el supermercado La Louve de París, así como la asociación Landare en Iruñea, Bio Alai en Votoria, Labore en Bilbao, Encinar en Granada, Árbore en Vigo, Som Alimentació en Valencia o Biometrol en Alicante, estas últimas en España.
Los mercados solidarios —cercanos a los “sistemas locales de intercambio” y los “mercados comunitarios”— buscan la vinculación no capitalista de productores y consumidores para la reproducción de la vida y la construcción de un proyecto emancipador. Con experiencias en todo el mundo, los mercados solidarios conectan a productores y consumidores “cara a cara”, sin intermediarios de ningún tipo, favoreciendo la transformación subjetiva individual y social, a través de una relación de compromiso mutuo duradero y estable, y no solo casual o eventual.
Por último, como otra alternativa a los mercados del capital, posiblemente los circuitos económicos solidarios, promovidos en Brasil y América Latina, sean la versión más integradora, radicalmente organizada y compleja de las descritas antes, y pretenden la integración de procesos de consumo, comercialización, producción, financiamiento, desarrollo tecnológico y humano, de manera territorial en diversas escalas, para promover el desarrollo económicamente viable, ecológicamente sostenible y socialmente justo para el Buen Vivir de todos. Ello exige la constitución de redes colaborativas entre actores solidarios y una reorganización de los flujos económicos que atraviesan un territorio o una red.
Sin ser perfectas —y por tanto sujetas a contradicciones como toda realidad social—, esta breve lista de altermercados opera mediante diversas mediaciones de intercambio: desde el uso de las monedas oficiales y convencionales hasta el trueque, pasando por las monedas sociales o comunitarias, las criptomonedas o por algún tipo de las combinaciones múltiples que se pueden dar entre ellas. Cada experiencia, al cabo, lleva su propio sello.
José Guillermo Díaz Muñoz / Socioacadémico del ITESO, interesado en economías alternativas y movimientos sociales.