Clavigero Núm. 5

No. 5

Trabajo precarizado: el empleo de los mexicanos

Periodo: agosto – octubre 2017

¿Qué significa estar desempleado o en la informalidad? ¿En qué condiciones se está trabajando en el sector formal? ¿Realmente trabajamos en condiciones dignas? ¿Qué pasa, por ejemplo, con las trabajadoras de la electrónica? ¿Cómo les va en términos laborales a las personas con discapacidad? ¿Cuánto gana un director general y cuánto un trabajador de base en una empresa mediana o grande? ¿Debemos de prepararnos o educarnos según lo que requiera actualmente la demanda de trabajo? ¿Han mejorado las condiciones de trabajo para las mujeres? ¿Los gobiernos están haciendo lo correcto para que tengamos empleo digno? ¿Debemos de buscar trabajadores esencialmente competitivos o solidarios? Estas y otras preguntas son abordadas en este número de Clavigero.

Ana Paola Aldrete González
Luis Ignacio Román Morales
Coordinadores del número

Publicado: 2017-31-10

Contenido

  • Editorial
  • Género y empleo
    Paola Aldrete
  • Subcontratación en la industria electrónica
    Gabriel Mendoza Zárate, SJ
  • Cuadros altos, los mejor remunerados en Jalisco
    Jesús González de la Rosa
  • Panorama laboral en México
  • Del sindicato a la cooperativa: una economía solidaria por el trabajo digno
    Jesús Torres Nuño
  • Discapacidad y trabajo
    Violeta Azcona
  • Ciencia a sorbos. Trabajo y tecnología
    Maya Viesca Lobatón
  • La Pizca. El Dios verdadero es el que se opone a Mammón
    David Foust Rodríguez
  • Defensa de los derechos laborales en la industria electrónica
    Graciela Larios
  • El empleo es el problema, ¿cuál es la solución?
    Jorge Franco
  • ¿Qué habrá que estudiar para tener trabajo y mantenerlo en el futuro?
    Jordi Planas

Género y empleo

El trabajo se define como el conjunto de actividades humanas que pueden ser remuneradas o no y que producen bienes y servicios en una economía, para la satisfacción de las necesidades de una comunidad o para proveer los medios de sustento necesarios para los individuos (OIT, 2004).

En teoría, éste es el medio a través del cual hombres y mujeres logran cubrir sus necesidades básicas, sus metas y propósitos, la realización profesional, la afirmación de la dignidad personal, así como la manera de progresar hacia mejores condiciones de vida.

El trabajo es una actividad inherente al ser humano que puede desarrollarse en distintos ámbitos: familiar, social, barrial y comunitario, entre otros.

El trabajo remunerado es aquel por el cual se obtiene una retribución económica, generalmente en dinero, y cuenta con reconocimiento y valor social. El trabajo no económico, además de que no es remunerado —lo que puede suceder igualmente en algunos trabajos económicos, sobre todo familiares—, suele ser poco valorado y hasta desdeñado como trabajo —“la señora no trabaja”—. Muchas veces no somos conscientes de que estas actividades por las que no se paga son parte vital de la reproducción cotidiana de los individuos y sus familias, como la preparación de alimentos, los quehaceres del hogar, el cuidado de personas, el pago de servicios, llevar y recoger niños a la escuela, entre muchos más.

La mayoría del trabajo de reproducción social lo realizan mujeres, lo que limita de manera importante el número de horas que pueden dedicarle al trabajo remunerado. Cuando se insertan en la actividad económica suelen ubicarse en trabajos de tiempo parcial, efectuando quehaceres diversos como labores domésticas remuneradas o cuidado de niños, lo que ocasiona que estas mujeres no cuenten con contratos laborales, carezcan de prestaciones sociales o no gocen de vacaciones pagadas ni de aguinaldo, etc. En general tienen bajos ingresos, que equivalen a uno o dos salarios mínimos.

Muchas de las mujeres en México suelen estar insertas tanto en el mundo productivo como en el reproductivo. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE, 2015) la mayoría de las mujeres trabajan fuera de sus hogares entre 1 y 35 horas semanales, y dedican en promedio de 35 a 40 horas semanales a la realización de actividades de reproducción social y del hogar. En suma, las mujeres desempeñan de manera cotidiana dobles y triples jornadas de trabajo, lo que les provoca cansancio severo y las limita significativamente en sus posibilidades de recreación y descanso.

¿Esto significa que los hombres trabajan menos que las mujeres? No necesariamente: ellos, al igual que las mujeres, tienen que realizar dos o tres trabajos distintos para poder solventar los gastos del hogar y de los hijos ante los bajos salarios que hay en México. Por esta razón los hombres frecuentemente tienen jornadas semanales de trabajo de 48 horas o más, sin considerar el tiempo que se invierte en los traslados. La Ley Federal del Trabajo establece que la jornada máxima de trabajo es de 48 horas por semana, aunque en la vida real tal cantidad de horas se excede de manera cotidiana, lo que limita los tiempos para la convivencia familiar y de pareja, social y comunitaria —es decir, del disfrute de la vida.

El trabajo debería ser un espacio y una actividad disfrutable donde las personas encontraran las maneras para resolver las diversas necesidades cotidianas.

El escenario para hombres y mujeres es complejo, por lo que es importante crear empleos con prestaciones laborales y salarios dignos que permitan solventar las necesidades de las personas y sus familias más allá de los requerimientos mínimos; que haga posible la conciliación entre el mundo doméstico y el extradoméstico, facilitando la vida familiar, social y comunitaria.

Es necesario visibilizar y dignificar el trabajo no económico de reproducción social, al ser este parte fundamental del bienestar de las personas y sus familias. Lograr esto es una tarea que nos corresponde a todos los ciudadanos junto con el gobierno y las empresas. Necesitamos vivir para trabajar y no trabajar para vivir.

 

Para mayor información consulte las siguientes encuestas

Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). Instituto Nacional de Estadística y Geografía. México.

Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT). Instituto Nacional de Estadística y Geografía. México.

 

Si desea calcular el trabajo no remunerado que se realiza en el hogar vea el simulador de trabajo no remunerado.

INEGI, Simulador de trabajo no remunerado de los hogares. http://www.inegi.org.mx/est/contenidos/proyectos/cn/tnrh/simulador.aspx

 

Paola Aldrete / Académica del Departamento de Economía, Administración y Mercadología del ITESO

¿Qué habrá que estudiar para tener trabajo y mantenerlo en el futuro?

¿Cuales serán los trabajos del futuro? Sobre esta pregunta se especula mucho, pero sólo sabemos que: a) una parte de los trabajos actuales desaparecerá porque serán sustituidos por “robots”, algunos de los cuales ya existen, como los cajeros automáticos, pero aparecerán muchos más; b) otra parte de los trabajos  que hoy existen se mantendrá pero cambiará una parte, más o menos importante, de sus tareas, por el efecto de innovaciones científico–técnicas muy variadas, y c) una parte importante de los trabajos del futuro no la conocemos porque no existe.

Aunque se han realizado intentos para “prever” y cuantificar estos cambios en el empleo, lo cierto es que se especula mucho al respecto, y las previsiones que se hacen soy muy dispares y presentan elevados márgenes de error. Lo único cierto en este tema es que nos debemos habituar a la incertidumbre.

Precisemos lo que sabemos: los trabajos que desaparecerán por la robotización serán, en su gran mayoría, los más rutinarios y los que menor educación requieren para desempeñarlos. Aquellas personas que verán desaparecer directamente sus trabajos o que estén en peligro serán principalmente los que estén menos calificados.

Podemos pensar que la solución a la pérdida de un empleo que desaparece puede ser la de formarse para los nuevos empleos que surgirán y que aún no conocemos. El problema, en este caso, es que las personas que ocupaban los empleos que desaparecerán están poco escolarizadas en su mayoría, y es más difícil que aprendan aquello que requerirán los nuevos empleos porque, aunque no los conocemos, sabemos que casi todos requerirán un nivel educativo superior del que disponen los que perderán el trabajo.

En consecuencia, el panorama que se nos presenta es que los que podrán acceder a los trabajos que permanezcan y a los nuevos que habrán de crearse serán quienes estén más educados y no los que pierdan su empleo poco calificado, ello por dos razones: a) por estar más educados para acceder a los trabajos que se mantendrán o se crearán, y b) al estar más educados serán más educables, serán los más capaces para aprender lo que se necesite para acceder a los nuevos empleos que se crearán.

¿Esto significa que hay que estudiar carreras tecnológicas? También, pero no únicamente; vamos a necesitar personas formadas en todos los campos y sabemos que en su mayoría no trabajarán en aquello que estudiaron, aunque sí en aquello que vayan escogiendo, dentro o fuera del ámbito temático de su formación escolar y universitaria. En realidad, no podemos dar respuestas exactas sobre la educación necesaria para los trabajos del futuro, más la de que requerirán de una preparación creciente, por lo que debemos evitar que la población permanezca en niveles inferiores a la “enseñanza obligatoria” (en México, recordémoslo, es la “prepa”).

Aquellos que superen los niveles obligatorios de escolaridad deberán continuar educándose toda la vida, y muchos deberán seguir itinerarios educativos “híbridos” (con cambios de orientación, complementos imprevisibles, etc.), según los cambios en sus motivaciones y oportunidades laborales, porque durante su escolaridad inicial no podrán aprender lo que necesitarán durante toda su vida laboral, pues constantemente tendrán que aprender cosas que aún no existen.

En definitiva: lo que es importante estudiar es aquello que nos permita continuar aprendiendo durante toda la vida.

 

Jordi Planas / Profesor emérito de la Universidad de Barcelona, especialista en estudios sobre educación y empleo

Editorial

El desempleo está bajando, se están creando empleos como nunca, el sector informal está disminuyendo y todo parece ir mejor. Esto es al menos lo que cotidianamente recibimos de la información gubernamental y en algunos casos empresarial. ¿Será verdad tanta belleza? Seguramente las autoridades no nos dicen mentiras, pero eso no significa que haya una sola forma de leer sus verdades.

¿Qué significa estar desempleado o en la informalidad? ¿En qué condiciones se está trabajando en el sector formal? ¿Realmente trabajamos en condiciones dignas? ¿Qué pasa, por ejemplo, con las trabajadoras de la electrónica? ¿Cómo les va en términos laborales a las personas con discapacidad? ¿Cuánto gana un director general y cuánto un trabajador de base en una empresa mediana o grande? ¿Debemos de prepararnos o educarnos según lo que requiera actualmente la demanda de trabajo? ¿Han mejorado las condiciones de trabajo para las mujeres? ¿Los gobiernos están haciendo lo correcto para que tengamos empleo digno? ¿Debemos de buscar trabajadores esencialmente competitivos o solidarios? Estas y otras preguntas son las que consideramos que deben ser abordadas en este número de Clavigero. Esperemos que les resulte de interés.

 

Paola Aldrete e Ignacio Román, académicos del Departamento de Economía, Administración y Mercadología del ITESO

Coordinadores del número

Defensa de los derechos laborales en la industria electrónica

En México existen empresas maquiladoras con procesos productivos altamente globalizados que incurren en la violación sistemática de los derechos humanos laborales.

Por ello, en 1997, el Centro de Reflexión y Acción Laboral (CEREAL), proyecto originalmente de Fomento Cultural y Educativo, A.C., abrió sus oficinas  en Guadalajara con la intención de proporcionar atención a los trabajadores de la industria maquiladora, principalmente del tipo electrónico. “En esa época lo que veíamos eran salarios cada vez más bajos y el poder adquisitivo cada vez más débil. Los sindicatos defendían al patrón, las empresas extranjeras imponían nuevas formas de trabajo, como la contratación temporal y negaban prestaciones básicas como las vacaciones”, dijo Jorge Barajas, encargado del área de Comunicación y Análisis de CEREAL.

Según Barajas, entre 70% y 80% de los trabajadores en las maquilas electrónicas son mujeres. De ellas, 70% son madres solteras o cabezas de familia y son regularmente subcontratadas, es decir, que cuentan con menos derechos que los que son directamente contratados. Los puestos más altos, como supervisores o gerentes son comúnmente hombres. “El acoso sexual es una violación muy recurrente. En 20 años que tenemos de existencia, hemos atendido alrededor de 25 casos, pero es muy difícil que una mujer denuncie una situación así, existen muchísimos más casos”.

Algunos de los servicios que ofrece CEREAL son asesoría legal gratuita, talleres, capacitación para el trabajo (cursos técnicos); además realizan investigaciones e informes sobre las condiciones laborales, impulsan redes de organizaciones defensoras de los derechos laborales en el plano mundial y mantienen diálogos de negociación directa con algunas empresas. “Nuestros tres principales retos son: 1) que los trabajadores pierdan el miedo de defender sus derechos; 2) que los sindicatos no defienden ni representan al trabajador, y 3) el salario, que es un problema nacional”, explicó Jorge Barajas.

Actualmente, esta organización trabaja con cerca de 30 empresas como Flextronics, IBM y Hewlett Packard, “normalmente las empresas nos buscan a nosotros por algún motivo, pero ya es una relación de muchos años con las mismas”, dijo Barajas. Gracias a la intervención de CEREAL las prácticas discriminatorias que afectaban a casi 90% de los trabajadores se redujeron hasta 30% y la tasa de accidentes, que era de 5%, ahora está por debajo de 1%.

A pesar de los retos y la dificultades por las que atraviesa CEREAL, su labor por la lucha de los derechos laborales es continua y son apoyados con donativos de personas y fundaciones.

Conoce más en http://www.cerealgdl.org

 

Graciela Larios / Periodista y comunicadora pública

Del sindicato a la cooperativa: una economía solidaria por el trabajo digno

Jesús Torres Nuño fue líder del sindicato independiente de los trabajadores de Euzkadi, que desarrolló un amplio movimiento laboral que culminó con la formación de la cooperativa de los trabajadores de Continental Tires, actualmente una de las principales llanteras en el país. Ahora en su papel de presidente del consejo de administración nos habla de la importancia de la cooperativa como alternativa de desarrollo y generación de empleo digno.

¿Cómo fue el proceso de la cooperativa posteriormente al movimiento?

Lo nuestro es un caso raro en un mundo tan dominado por las multinacionales y más en el ramo en que nos movemos —el de los neumáticos—. La industria llantera nacional está atravesando por graves problemas, a los que no somos ajenos. A partir del 2005 nosotros, un grupo de obreros que no sabíamos más que operar las máquinas, habilitamos la fábrica.

Sólo sacábamos algunas decenas y centenas de llantas por día; a través de varios cambios llegamos a los primeros niveles de producción a nivel nacional, incluso en competencia con las grandes empresas que operan en este país. Actualmente estamos llegando a las 20,000 llantas por día. Tenemos una membresía en nuestra cooperativa que de haber arrancado con 587 socios, ahora somos cerca de 1,400 socios.

¿Qué tipo de alternativas plantearías para los trabajadores?

Estamos seguros de que la alternativa es la organización de los propios  trabajadores. Lo que hemos hecho es consolidar la cooperativa. Tendemos la mano a los compañeros que deseen organizarse para luchar por mejores prestaciones. Primero se tiene que defender el contrato de ley de la industria hulera, es uno de los últimos contratos con vigencia de esta naturaleza: colectivos de industria.

Eventualmente, que pudiera haber un problema fuerte con Trump por el TLC, estamos abriendo a mercados con Brasil, Colombia y Argentina, estamos volteando a ver de qué manera podemos enfrentar y que la cooperativa salga lo mejor librada.

¿Consideras las cooperativas como alternativas, no solamente para empresas grandes, sino también para pequeñas y medianas empresas?

Lo cierto es que la forma organizativa de cooperativa es, en efecto, mucho más solidaria e igualitaria. Tenemos que voltear hacia un mercado alternativo cada vez más alejado de los intereses de las multinacionales, son las que dominan al mundo, no es Trump. Tenemos que considerar al tipo de economía alternativa. Somos el vivo ejemplo de que se puede competir con los grandes tiburones.

 

Ignacio Román / Académico del Departamento de Economía, Administración y Mercadología del ITESO

Graciela Larios / Periodista y comunicadora pública

Cuadros altos, los mejor remunerados en Jalisco

Es generalmente reconocida la heterogeneidad en las condiciones de producción, remuneración y acceso a los mercados en la economía mexicana. Esta heterogeneidad no se limita a una dicotomía geográfica norte–sur o a un solo sector, sino que involucra a todos los estados y los sectores. Otra dicotomía que frecuentemente se resalta es entre el sector formal y el informal o entre micro y pequeñas empresas frente a las medianas, grandes y gigantes. ¿Qué ocurre con las remuneraciones dentro de tales empresas en Jalisco?

La encuesta Remunera Pro, elaborada por Productivity Systems, ofrece un amplio espectro de las remuneraciones de empresas formales medianas, grandes y gigantes de Jalisco, aunque no representa estadísticamente los ingresos laborales del conjunto del estado. Esta encuesta se integra con información de 40% de empresas medianas, 38% de medianas grandes y 22% de grandes, en sectores como el electrónico, metal–mecánico, alimenticio–agroindustrial, farmacéutico, de la trasformación, automotriz, comercio y servicios, donde laboran 99,807 personas.

Se entiende por remuneración todo aquello que recibe nominalmente un trabajador o empleado como sueldo base más las prestaciones en dinero, en especie, en servicios y en beneficios. Al estratificar los niveles jerárquicos detectamos la siguiente estructura de remuneraciones:

Cuadros directivos (.047% del total de la muestra)

Los directores generales reciben en promedio un sueldo base mensual de 264,000 pesos, y al acumular las prestaciones alcanzan un ingreso de 369,200. Los directores de área tienen un sueldo promedio mensual de 140,000 pesos más 40% de prestaciones. Estamos refiriendo solo uno de cada 2,128 trabajadores de estas empresas, cuyas remuneraciones integradas con el conjunto de prestaciones son de 40 a 75 veces mayores a las de un trabajador de base promedio. Esto muestra un mercado altamente concentrado, no imputable a un directivo, empresa o grupo de empresas, sino a un funcionamiento altamente recurrente en México.

Cuadros de gerencias (2.53% del total de la muestra)

Las gerencias abarcan 54 veces más trabajadores que los directivos. Obtienen de 60,000 a 80,000 pesos de sueldo base mensual promedio y aproximadamente 50% adicional en prestaciones, lo que supone ingresos alrededor de 14 veces mayores que los de un trabajador de base, pero cinco veces menores que los de un director general promedio.

Profesionistas (15.64% del total de la muestra)

El incremento en la escolarización y las características de las empresas consideradas en la muestra permiten que este estrato esté altamente profesionalizado. En promedio, los profesionistas perciben 25,000 pesos mensuales con un factor de prestaciones adicionales equivalente a 45%, similar al de los gerentes. Estas remuneraciones son significativamente mayores a las ofrecidas por el conjunto de la economía, pues representan alrededor de 10 salarios mínimos, cuando según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI solo 6.5% de los trabajadores perciben más de cinco veces tales salarios.

Técnicos y puestos básicos (3.91% del total de la muestra)

Son minoritarios en las empresas consideradas, pero fuera de ellas representan la base laboral de gran parte de los trabajadores, especialmente en las micro y pequeñas empresas. Su sueldo promedio, ya compensado con prestaciones, ronda los 14,000 pesos mensuales, en tanto que los puestos básicos no sindicalizados oscilan entre los 4,000 y los  5,000 pesos, es decir, entre uno y medio y dos salarios mínimos. Si bien en las empresas de la muestra de Remunera Pro rara vez se paga en el nivel del salario mínimo, en los puestos básicos solo es ligeramente superior, en concordancia con los ingresos con las que se está generando gran parte del empleo formal.

Personal sindicalizado (59.16% del total de la muestra)

Aunque la sindicalización es minoritaria en México y Jalisco, ésta comprende a la mayoría de los trabajadores de la muestra de empresas, lo que también las caracteriza y diferencia del conjunto del universo de unidades económicas nacional y de Jalisco. Según su especialidad los sueldos, incluidas las prestaciones, van de los 8,000 a los 18,000 pesos mensuales, muy por encima del salario mínimo y aun de los ingresos promedio de los mexicanos, lo que muestra un entorno más estructurado.

En suma, las empresas formales medianas y de mayor tamaño cuentan por lo general con mejores niveles de remuneración, sindicalización y prestaciones, lo que no impide que también ahí se reproduzcan las marcadas diferencias presentes en el conjunto de la economía.

 

Jesús González de la Rosa / Socio fundador de Productivity Systems SC

El empleo es el problema, ¿cuál es la solución?

La globalización nos ha heredado Estados nacionales debilitados, empobrecimiento, salarios reales deteriorados, empleo insuficiente y un futuro amenazador.

Ahora la preocupación de las elites mundiales es doble. De un lado observan una insurgencia política que se generaliza en los países industriales y cuestiona el libre comercio. Por otra parte, la debilidad de la demanda, emanada del rezago salarial con respecto a la productividad, se traduce en sobreproducción, lento crecimiento y apunta hacia guerras comerciales.

Sorpresivamente Estados Unidos encabeza la expresión política del malestar social. Ahí triunfó el rechazo a una globalización empobrecedora pero que se desfoga culpabilizando al exterior y a los inmigrantes.

Las exigencias estadounidenses de eliminar su déficit comercial, de incremento salarial y de mayores importaciones agropecuarias en México, son torpedos bajo la línea de flotación de la estrategia económica imperante.

Las condiciones externas e internas exigen trasformarnos rápidamente en los siguientes cuatro planos.

Uno. Se nos impone reducir el superávit con Estados Unidos. El gobierno de Trump nos acusa de venderles mucho y comprarles poco y, con lo que les vendemos obtenemos los dólares para importar de otros lados, especialmente de China. Proponen corregirlo por las malas, imponiendo sanciones comerciales para que nos compren menos, o por las buenas, si nosotros les compramos más. De uno u otro modo se pierden las divisas para importar del sureste asiático. Tendremos que instrumentar medidas que equilibren nuestro comercio no sólo con Estados Unidos, sino a escala global.

Dos. Reorientarnos hacia la integración del mercado interno; comprar lo que el país procese reactivará capacidades subutilizadas y elevará el empleo. Podemos aprovechar las exigencias estadounidenses y su abandono de la ideología globalizadora para reducir importaciones asiáticas y elevar el contenido nacional de las exportaciones, lo que permitiría incrementar salarios.

Tres. Contamos con muchas tecnologías inutilizadas por no ser competitivas en el mercado internacional. No obstante, con esas mismas tecnologías podríamos favorecer el autoabasto comunitario, regional y nacional. Para ello se requiere redefinir al sector social de la economía como un espacio de intercambio entre productores excluidos. Un mercado social sustentado en una extensa red de distribución, en buena medida ya existente.

Los subsidios públicos a población vulnerable deben hacerse con instrumentos de pago (vales, cupones) para el consumo de la producción social y nacional, no en grandes cadenas trasnacionales, sino impulsando a las micro y pequeñas empresas, lo que duplicaría su impacto social y productivo.

Cuarto. Fortalecer el papel redistributivo del Estado elevando la captación fiscal al nivel medio de los países de la OCDE y fortaleciendo los programas sociales. Debemos transitar hacia el ingreso básico ciudadano universal. Siempre enlazado a la producción social y nacional.

Éstas son las cuatro claves de una política de producción, empleo, ingreso y bienestar incluyentes.

 

Jorge Franco / Economista, editorialista y ex enlace del Banco Mundial en México con las organizaciones de la sociedad civil