Clavigero Núm. 8

No. 8

Edgar Morín: una nueva apuesta de futuro

Periodo: mayo – julio 2018

Este número de Clavigero reúne un conjunto de colaboraciones que nos invitan a reinventar nuestras sociedades. Este proceso de reinvención significa transformarnos a nosotros mismos, agruparnos con una visión de mayor fraternidad, igualdad y libertad, y renovar, poco a poco, la sociedad de nuestros barrios, comunidades, ciudades, países y aun de nuestra civilización. Un camino largo y difícil sin duda, que puede ir integrando comportamientos individuales y colectivos en un movimiento de transformación.

Enrique Luengo González
Coordinador del número

Publicado: 2018-31-07

Contenido

  • Editorial
  • Regeneración social y reforma de pensamiento a través de la educación
    Paulina Castañeda Vasconcelos
  • Otras economías para otros mundos posibles
    Guillermo Díaz Muñoz
  • Cambiemos de vida y cambiemos de vía
    Enrique Luengo González
  • Cambiar de vía, cambiar de vida
    Enrique Luengo González
  • Edgar Morín: la esperanza de la desesperanza
    Mario Edgar López Ramírez
  • Ciencia a sorbos. Ciencia, interdisciplina y diálogo
    Maya Viesca Lobatón
  • ¿Qué tipo de ciencia y de política para construir un mejor futuro?
    Leonardo G. Rodríguez Zoya
  • La Pizca. Edgar Morín y su mirada hacia lo rural
    Jaime Morales Hernández
  • Materiales de referencia.
    Jorge Flores Uribe
  • Sustentabilidad, la senda para rehabilitar la Tierra
    Arturo Guillaumín Tostado
  • Juventud: revolución y resistencia
    Paulina Castañeda Vasconcelos

Editorial

Existen algunas personas que nos ayudan a entender lo que nos pasa y nos sugieren qué hacer para salir de la difícil situación en la que nos encontramos. Una de esas personas es Edgar Morin. Este lúcido pensador francés, cercano a nuestro México y América Latina, nos ofrece recursos para ubicarnos y entender el mundo que habitamos y nos propone cómo actuar para vivir mejor.

Este número de Clavigero reúne un conjunto de colaboraciones que nos invitan a reinventar nuestras sociedades. Este proceso de reinvención significa trasformarnos a nosotros mismos, agruparnos con una visión de mayor fraternidad, igualdad y libertad, y renovar, poco a poco, la sociedad de nuestros barrios, comunidades, ciudades, países y aun de nuestra civilización. Un camino largo y difícil sin duda, que puede ir integrando comportamientos individuales y colectivos en un movimiento de trasformación.

De hecho, como lo veremos en esta publicación, la tarea ya ha empezado desde hace tiempo, pues son muchas las iniciativas a escalas local y global que trabajan y ofrecen alternativas para cuidar nuestro entorno natural, incluir a grupos de excluidos, explorar otro tipo de educación, impulsar innovadoras formas de producción y consumo, incentivar la participación democrática de la ciudadanía, etcétera. Tenemos buenos ejemplos de ello en Jalisco.

Edgar Morin insiste en que hay que pensar y actuar creando ligas para un mejor vivir en conjunto, entre nosotros los seres humanos y con los otros seres que habitan la naturaleza. Este es el camino esperanzador sobre el que tenemos que avanzar para construir nuestro futuro.

Enrique Luengo González / Coordinador del número

Alternativas distributivas, justas, sustentables, participativas y de proximidad territorial

El sistema–mundo capitalista, neoliberal en su fase de desarrollo actual, ha generado múltiples problemas y conflictos de todo tipo, llevando al planeta al límite. Ya desde el siglo pasado, el científico social y filósofo austríaco Karl Polanyi advertía que el capitalismo ha pasado de ser una “economía de mercado” a una “sociedad de mercado”, y con un consumo desmedido: la mercantilización de la vida en sus diversas dimensiones (económicas, por supuesto, pero también de la política, de las personas y la naturaleza, así como de las culturas).

Sin embargo, desde los límites–fronteras–periferias del sistema han venido surgiendo cada vez con mayor vigor diversas alternativas económicas —otras economías— que buscan dignificar la vida humana y del planeta en su conjunto, para llevarlas al centro, al corazón mismo de la sociedad, con el fin de trasformarla. Así, desde diversos enfoques científicos como la antropología económica, la economía política y crítica, la socioeconomía o la economía ecológica, se destacan, en un enfoque heterodoxo, propuestas que intentan humanizar el sistema–mundo capitalista como la economía social de mercado, las cadenas globales de valor, la responsabilidad social empresarial o corporativa, la economía del bien común, la economía circular, la economía verde, el ecosistema de innovación social y la economía colaborativa, entre las principales.

Por otra parte, más allá del marco del sistema del capital, surgen propuestas teóricas que pretenden dar cuenta de innumerables experiencias alternativas, como la economía budista, la economía justa o con justicia, la economía azul, las economías colaborativas alternativas y el cooperativismo de plataforma, las economías propias o comunitarias, las economías sociales y solidarias (Ecosol) y los sistemas tecnológicos sociales (combinación de tecnologías abiertas y Ecosol).

En el amplio abanico de las economías sociales y solidarias —cuya matriz axiológica está referida a los valores de la solidaridad, la reciprocidad y la cooperación— es posible encontrar una enorme diversidad de prácticas que buscan construir economías distributivas, justas, sustentables, participativas y de proximidad territorial como: cooperativas de producción, consumo y ahorro y préstamo, mutuales y asociaciones civiles, agricultura orgánica, consumo responsable o crítico y consumo solidario, sistemas locales de empleo y comercio (LETS), sistemas locales y redes de trueque (SEL), sistemas de intercambio comunitario (SEC), sistemas de intercambio local con monedas sociales o comunitarias, sistemas de microcrédito, bancos y bancos éticos, grupos de compras solidarias, entre otras, y que en conjunto integran un nuevo movimiento social.

Como bien sostiene el filósofo y sociólogo Edgar Morin, necesitamos crear una conciencia de tierra–patria, una conciencia de comunidad de destino capaz de promover la economía plural, incluida, por supuesto, la economía social y solidaria.

Guillermo Díaz Muñoz / Colaborador de la UAB de Economía solidaria y trabajo digno del Centro Interdisciplinario para la Formación y Vinculación Social

Juventud: revolución y resistencia

“Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción, incluso hasta biológica”. Salvador Allende formuló esta frase en la Universidad de Guadalajara en 1972,[1] que se ha repetido fuera del contexto de su discurso pues se refería a las bondades de la enseñanza universitaria y del compromiso y obligaciones que adquiría la juventud por tener a su alcance conocimientos que podrían poner en práctica posteriormente para rescatar a los países latinoamericanos, pues las y los jóvenes aún no habían adquirido los vicios de los adultos.

Ser joven no es una categoría homogénea ni universal;[2] referirnos a jóvenes de cierta forma es extraer a un sector de la sociedad y ponerlo bajo la mira dentro de un contexto en el que intervienen factores sociales, políticos, económicos y culturales que aunque se nombren por separado no están desarticulados entre sí. Ser joven es ser parte de una sociedad con todos los elementos que intervienen en ella.

Morin remarca que la juventud espera y desespera, se rebela y trasgrede el orden social del mundo adulto con un espíritu de aventura y resistencia.[3] En la espera de adquirir experiencias para introducirse al mundo adulto, la juventud desespera al detectar la falta de oportunidades en un mundo viciado. A la juventud se le atribuye la responsabilidad de regenerar a las sociedades porque ser joven es ser motor y esperanza, es la fuerza caótica necesaria para que se den cambios, por lo que hay que introducirse al mundo con un espíritu revolucionario y de resistencia.

Ser joven es ser revolucionario, porque la juventud tiene la virtud de contar con una perspectiva diferente. Hoy, con nuevas tecnologías a la mano para movilizarse y reclamar justicia, son capaces de poner la mirada donde parece que no hay esperanzas y que no se puede esperar un cambio, pues los problemas sociales se normalizan al mantenerse a través del tiempo, entonces los jóvenes trasgreden y elaboran alternativas, se organizan en movimientos y levantan la voz, a la que se suman varias personas adultas.

La revolución de la juventud nace en el conocimiento y avanza con una resistencia al orden social establecido, trasmite esperanza ante el desaliento de quienes llevan más tiempo en el mundo, de forma creativa e innovadora se introduce poco a poco a un mundo de incertidumbre.

Paulina Castañeda Vasconcelos / Estudiante de la Maestría de Comunicación de la Ciencia y la Cultura ITESO

 

[1] Se puede consultar en https://youtu.be/K1dUBDWoyes

[2] Consultar Reguillo, R. (2013). Jóvenes en la encrucijada contemporánea: en busca de un relato de futuro. En Debate Feminista, Vol. 48. pp. 137–151.

[3] Consultar Morin, E. (2011). La vía. Para el futuro de la humanidad. Barcelona: Paidós.

Regeneración social y reforma de pensamiento a través de la educación

Entrevista construida a partir de su libro Enseñar a vivir. Manifiesto para cambiar la educación,[1] en donde plantea una perspectiva sobre los retos de la educación.

De acuerdo con su libro, enseñar es ayudar a aprender a vivir, entonces, ¿cómo aprendemos a vivir?
Vivir se aprende por las propias experiencias con la ayuda de padres y madres, educadores, por los libros, la poesía, los encuentros. Vivir es vivir en tanto se afrontan los problemas de la vida personal, en tanto ciudadano de su nación y su pertenencia a lo humano.

¿De qué forma la enseñanza escolar ayuda a aprender a vivir?
Lo que se enseña constituye una ayuda para vivir: las matemáticas son útiles para saber calcular y razonar lógicamente; las ciencias naturales para reconocer el universo físico y biológico; la historia para arraigamos en el pasado e insertarnos en el devenir; la geografía para hacernos leer la historia de nuestra Tierra; la literatura nos permite desarrollar nuestro sentido estético. La filosofía para reanimar en nosotros la pregunta sobre nuestra existencia y desarrollar nuestra capacidad reflexiva. El aporte de la cultura científica y de la cultura humanística, cada vez más separadas, podrían unirse para constituir una cultura auxiliar permanente de nuestras vidas.

¿Cómo contribuye la educación a la regeneración social?
Una educación regenerada no podría cambiar la sociedad ella sola pero podría formar personas adultas más capaces de enfrentar su destino, más aptas para comprender las complejidades humanas, históricas, sociales y planetarias; para reconocer Regeneración social y reforma de pensamiento a través de la educación los errores y las ilusiones en el conocimiento; para comprenderse unas a otras; para enfrentar las incertidumbres, para la aventura de la vida. En el corazón de la crisis de la enseñanza está la crisis de la educación.

¿En qué consistiría una reforma al pensamiento y al conocimiento?
La reforma del conocimiento y del pensamiento dependen de la reforma de la educación, que depende de la reforma del conocimiento y del pensamiento. La regeneración de la educación depende de la regeneración de la comprensión, que depende de la regeneración del eros, que depende de la regeneración de las relaciones humanas, que dependen de la reforma de la educación. Todas las reformas son interdependientes. Debe constituir un círculo virtuoso que aliente la conjugación de los dos saber–vivir: 1) el que ayuda a equivocarse menos, comprender, afrontar la incertidumbre, conocer la condición humana y nuestro mundo globalizado; 2) el que ayuda a orientarse en nuestra civilización, a conocer, defender y proteger a los suyos.

Paulina Castañeda Vasconcelos / Estudiante de la Maestría en Comunicación de la Ciencia y la Cultura, ITESO

 

[1] Consultar Morin, E. (2015). Enseñar a vivir. Manifiesto para cambiar la educación. Buenos Aires: Nueva Visión.

Cambiemos de vida y cambiemos de vía

“Harto, ya de estar harto ya me cansé…”, dice una canción de Joan Manuel Serrat. Esta frase puede reflejar el sentir de la inmensa mayoría de nosotros ante lo que sucede en nuestro entorno. Nuestras vidas se han construido alrededor de problemáticas tanto locales como globales; si bien seguimos con nuestra rutina diaria y actividades, deseamos mejores condiciones de seguridad en la ciudad, una planeación urbana eficaz, que los índices de violencia disminuyeran, que la corrupción y la impunidad no fueran “normales”, que la economía mejorara, que se encontraran soluciones para la migración, acciones para el cambio climático y para el cuidado del agua.

Ante este panorama, algunos se quejan, sin saber qué hacer, para mejorar o aportar a estas y más situaciones; otros resisten de forma individual o colectiva a través de denuncias públicas, manifestaciones, etc. En ocasiones, estos agrupamientos son tan fuertes que se constituyen en contrapoderes a las fuerzas políticas, económicas, mediáticas y sociales que establecen y mantienen decisiones que nos afectan colectivamente. Estos contrapoderes tienen sentido, sobre todo, cuando no se limitan a criticar sino a proponer alternativas de solución a los problemas que enfrentamos. Dicho de otra manera, hay quienes no se conforman con solo resistir sino que buscan cambiar el mundo, tanto su mundo inmediato como el que está más allá de él.

La propuesta que hace Edgar Morin, uno de los más lúcidos pensadores contemporáneos, consiste en pensar e instrumentar una diversidad de vías o caminos para construir otras posibilidades de futuro para construir una mejor sociedad, una mejor humanidad. El horizonte de futuro al que se aspira es de dignidad para todos los seres humanos, de una economía al servicio de las personas, de cuidado de la naturaleza, de sacralización de la vida, una comunidad de destino planetaria, de ética del consumo cotidiano, de una educación que nos ayude a ser libres y conscientes de la interdependencia que compartimos con nuestros semejantes y con los seres vivos que coexisten en la Tierra.

Por tanto, Morin nos invita tanto a resistir como a buscar alternativas de futuro. Para este propósito, nos dice, es fundamental una educación que nos libere, revitalice la solidaridad y nos responsabilice. Tomar conciencia de los desafíos y posibilidades que tenemos hoy puede llevarnos a un proceso que nos impulse a cambiar de vía. Así, el llamado es a que “Cambiemos de vida y cambiemos de vía”.

Enrique Luengo González / Académico del Centro Interdisciplinario para la Formación y Vinculación Social

Edgar Morin: la esperanza de la desesperanza

¿Será importante hablar de la esperanza en un mundo que parece dirigirse a sus límites críticos de sobrevivencia planetaria y en el que la palabra esperanza se muestra tan inútil, tan frágil, tan sin importancia?

Immanuel Wallerstein afirmaba que la esperanza era un poder de movilización humana, incluso frente al riesgo de enfrentarse al propio poder constituido. En su libro Conocer el mundo, saber el mundo, escribe: “¿Qué es lo que moviliza el apoyo masivo? No se puede decir que sea el grado de opresión… con mucha frecuencia la represión aguda funciona, impidiendo que los menos audaces estén dispuestos a participar activamente en el movimiento… No, lo que moviliza a las masas no es la opresión, sino la esperanza…”.

La esperanza, pues, es un verdadero motor de la acción humana. En el libro El año I de la era ecológica, Edgar Morin ha mostrado con magistral conocimiento que la esperanza es algo que coexiste en medio de la desesperanza.

Conocí en Manizales, Colombia, un mariposario en donde me explicaron que la trasformación de una oruga en crisálida es total, se diluye al grado de la extinción. El capullo es una membrana que encierra el caldo de la metamorfosis. A la oruga original no le salen alas, el gusano se convierte en un fluido biológico diluido, literalmente se hace agua, que luego reconstituye sus elementos de gusano deshecho en una mariposa; se expone a su extinción y se recompone para una vida nueva. Esa es la metamorfosis, total dilución sin resistencias, caldo diluido que se sacrifica en agonía para una nueva vida. Luego salen alas, colores intensos listos para el vuelo y para la polinización. La metamorfosis es un camino de esperanza, en medio de la desesperanza de la desintegración total. Morín lo concluye así en su libro La vía. Para el futuro de la humanidad: “Lo probable es la desintegración”; no obstante, “lo improbable, aunque posible, es la metamorfosis”. Ahí se encuentra la esperanza en medio de la desesperanza. Vamos hacia la metamorfosis que sintetiza lo improbable y las nuevas capacidades humanas.

 

[box]EL CONOCIMIENTO EN LA DESESPERANZA

1) La esperanza que reside en lo improbable. Lo improbable es esperanzador porque surge como alternativa en el origen mismo de la desesperanza.

2) La esperanza que reside en el potenciamiento de las capacidades humanas que aún no han sido expresadas o desarrolladas.

3) Finalmente, dice Morin: “La tercera fuente de esperanza dimana de las posibilidades de metamorfosis […] un sistema que no acierta a tratar sus problemas vitales o bien se desintegra o bien logra metamorfosearse en un meta sistema más rico, más complejo, capaz de abordar esos problemas […] cuanto más incapaces somos de tratar nuestros problemas vitales, cuanto más nos aproximamos a una catástrofe, más nos acercamos a una posible metamorfosis”.[/box]

 

Mario Edgar López Ramírez / Académico del Centro Interdisciplinario para la Formación y Vinculación Social, especialista en geopolítica y gestión compleja del agua

Materiales de referencia

Libros

  • Morin, Edgar. Tierra patria. Nueva Visión: Buenos Aires, 1993, 222 pp.
    Este libro presenta un rápido recorrido del proceso evolutivo del universo, de la Tierra, de la emergencia de los seres vivos y de la humanidad. Este devenir permite observar cómo la realidad física, biológica y humana se recrea constantemente a partir de procesos de organización y desorganización.

 

  • Morin, Edgar. La vía. Para el futuro de la humanidad. Paidós: Barcelona, 2011, 298 pp.
    “No es sólo nuestra ignorancia, también es nuestro conocimiento lo que nos ciega”, dice Edgar Morin antes de iniciar la nominación de problemas latentes en nuestro tiempo. En esta ola técnico–científico–económica y de civilización que lleva a nuestro planeta al desastre, lo que está en juego es la misma humanidad y el conjunto de la vida, dice Edgar Morin en esta obra.

 

  • Edgar, Morin. Enseñar a vivir: manifiesto para cambiar la educación. Nueva Visión: Buenos Aires, 2014, 140 pp.
    Dice Edgar Morin que la crisis que vivimos también es de conocimiento. En este libro, rescata la noción de la educación como un “enseñar a vivir”, idea proveniente de Rousseau. No busca otorgar la solución inmediata a la crisis mencionada sino dar “medios para luchas contra la ilusión, el error y la parcialidad” de los conocimientos.

 

  • Hessel, Stéphane y Morin, Edgar. El camino de la esperanza: una llamada a la movilización cívica. Paidós: Barcelona, 2012, formato digital.
    “Es nuestro propósito denunciar el curso de una política ciega que nos conduce al desastre”, enuncia la obra escrita por Stéphane Hessel y Edgar Morin. A su vez, este libro es un intento por enunciar una vía política para la salvación de lo público, basada en la toma de conciencia de que compartimos un mismo destino en esta comunidad planetaria y en la necesidad de estar impulsando una política del buen vivir.

 

Páginas web

  • Comunidad de pensamiento complejo
    http://www.pensamientocomplejo.com.ar/
    Portal de la Comunidad de Pensamiento Complejo, la cual está conformada por una red de personas e instituciones dedicadas a la promoción del pensamiento complejo en diversos ámbitos científicos, educativos y sociales.

 

  • Multiversidad Mundo real. Edgar Morin.
    http://www.multiversidadreal.edu.mx/
    Esta institución ofrece un portal en línea donde pueden encontrarse, sin costo, libros de Edgar Morin.

 

Video

  • La complejidad hoy
    https://www.youtube.com/watch?v=fSDi8YFX3Cw
    Conferencia impartida por Edgar Morin con motivo del xx Aniversario del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM (CEIICH), el 13 de enero de 2016.

 

Jorge Flores Uribe / Estudiante de Filosofía y Ciencias Sociales del ITESO