¿Será importante hablar de la esperanza en un mundo que parece dirigirse a sus límites críticos de sobrevivencia planetaria y en el que la palabra esperanza se muestra tan inútil, tan frágil, tan sin importancia?
Immanuel Wallerstein afirmaba que la esperanza era un poder de movilización humana, incluso frente al riesgo de enfrentarse al propio poder constituido. En su libro Conocer el mundo, saber el mundo, escribe: “¿Qué es lo que moviliza el apoyo masivo? No se puede decir que sea el grado de opresión… con mucha frecuencia la represión aguda funciona, impidiendo que los menos audaces estén dispuestos a participar activamente en el movimiento… No, lo que moviliza a las masas no es la opresión, sino la esperanza…”.
La esperanza, pues, es un verdadero motor de la acción humana. En el libro El año I de la era ecológica, Edgar Morin ha mostrado con magistral conocimiento que la esperanza es algo que coexiste en medio de la desesperanza.
Conocí en Manizales, Colombia, un mariposario en donde me explicaron que la trasformación de una oruga en crisálida es total, se diluye al grado de la extinción. El capullo es una membrana que encierra el caldo de la metamorfosis. A la oruga original no le salen alas, el gusano se convierte en un fluido biológico diluido, literalmente se hace agua, que luego reconstituye sus elementos de gusano deshecho en una mariposa; se expone a su extinción y se recompone para una vida nueva. Esa es la metamorfosis, total dilución sin resistencias, caldo diluido que se sacrifica en agonía para una nueva vida. Luego salen alas, colores intensos listos para el vuelo y para la polinización. La metamorfosis es un camino de esperanza, en medio de la desesperanza de la desintegración total. Morín lo concluye así en su libro La vía. Para el futuro de la humanidad: “Lo probable es la desintegración”; no obstante, “lo improbable, aunque posible, es la metamorfosis”. Ahí se encuentra la esperanza en medio de la desesperanza. Vamos hacia la metamorfosis que sintetiza lo improbable y las nuevas capacidades humanas.
[box]EL CONOCIMIENTO EN LA DESESPERANZA
1) La esperanza que reside en lo improbable. Lo improbable es esperanzador porque surge como alternativa en el origen mismo de la desesperanza.
2) La esperanza que reside en el potenciamiento de las capacidades humanas que aún no han sido expresadas o desarrolladas.
3) Finalmente, dice Morin: “La tercera fuente de esperanza dimana de las posibilidades de metamorfosis […] un sistema que no acierta a tratar sus problemas vitales o bien se desintegra o bien logra metamorfosearse en un meta sistema más rico, más complejo, capaz de abordar esos problemas […] cuanto más incapaces somos de tratar nuestros problemas vitales, cuanto más nos aproximamos a una catástrofe, más nos acercamos a una posible metamorfosis”.[/box]
Mario Edgar López Ramírez / Académico del Centro Interdisciplinario para la Formación y Vinculación Social, especialista en geopolítica y gestión compleja del agua