“No se va a caer, lo vamos a tumbar”

Susana Larios Murillo / profesora del ITESO y estudiante del doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad de Guadalajara, feminista

Este 8m en Guadalajara fue un gran acontecimiento. Mujeres de todas las edades nos dimos cita en el centro de la ciudad. Juntas, en una sola voz, gritamos nuestra indignación por la violencia que todos los días cobra la vida de 10 mujeres en el país.[1] La calle estaba repleta, más de 35,000[2] mujeres gritaban consignas, cantaban, lloraban y, en algunos momentos, corrían asustadas por las amenazas, que desde días previos comenzaron a fluir en redes sociales, advirtiendo el uso de ácido para dispersar las movilizaciones.

Sin embargo, por más que se le quiera ver como un estallido repentino, lo que se vivió el 8m es resultado de un proceso organizativo sostenido, que permite tejer una historia en la que se enlazan distintas experiencias de lucha a las que se les ha querido ver aisladas, pero que insistimos en conectar mediante relaciones cotidianas y políticas entre mujeres.[3]

El proceso de organización que se vivió en la ciudad permitió poner al centro nuestra herida más profunda: las desapariciones y los feminicidios. En esta ocasión se acordó que en la movilización tendría un papel protagónico un grupo mixto formado por las familias de las víctimas. Las familias cerraron la jornada del paro con un conversatorio sobre su largo camino por la justicia y como un espacio de memoria.

En los años por venir el 8 de marzo seguirá siendo, como lo marca su historia, un día de resistencia para las mujeres organizadas. Sin embargo, lo que hemos aprendido es que poner al centro la vida y el cuidado implica conectar las luchas de manera estratégica, para construir nuestra memoria, “donde nada nos es ajeno si partimos de defender la vida”.[4]

[1] Datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema de Seguridad Pública.

[2] ZonaDocs (2020). “El miedo cambió de bando”: más de 35 mil mujeres tomaron las calles e hicieron historia en Guadalajara. Consultado en: https://www.zonadocs.mx/2020/03/09/el-miedo-cambio-de-bando-mas-35-mil-mujeres-tomaron-las-calles-e-hicieron-historia-en-guadalajara/

[3] Gutiérrez Aguilar, Raquel; María Noel Sosa e Itandehui Reyes–Díaz. El entre mujeres como negación de las formas de interdependencia impuesta por el patriarcado capitalista y colonial. Reflexiones en torno a la violencia y mediación patriarcal. En Revista Heterotopías, vol.1, núm.1, 2018, pp. 1–15.

[4] Menéndez Díaz, Mariana. 8 de Marzo: entre el acontecimiento y las tramas. En 8M Constelación feminista. ¿Cuál es tu lucha? ¿Cuál es tu huega?, Tinta Limón, Buenos Aires, 2018, p.83.

“Resistimos para vivir, marchamos para transformar”

La movilización de la Marcha Mundial de las Mujeres

Tica Moreno / socióloga y militante de la Marcha Mundial de las Mujeres en Brasil

La Marcha Mundial de las Mujeres (mmm) articula luchas y propuestas feministas en los territorios a una construcción internacional basada en la solidaridad y la construcción de fuerzas para cambiar el mundo y la vida de las mujeres.

El 8 de marzo de 2020 lanzamos nuestra quinta acción internacional con el lema “Resistimos para vivir, marchamos para transformar”. Esa síntesis política indica cómo, en nuestras resistencias y enfrentamientos al avance del capitalismo racista y patriarcal, vamos construyendo desde nuestras prácticas y autoorganización los caminos de transformación.

Nosotras, que venimos resistiendo a una fuerte ofensiva neoliberal, a las fuerzas autoritarias de extrema derecha, a la militarización y al poder corporativo que ataca las democracias y la vida misma, nos pusimos a enfrentar una crisis más provocada por el capital, la pandemia de Covid–19.

Mientras muchos gobiernos impulsan una política de muerte, con sistemas de salud precarizados que no alcanzan a cuidar la vida de todas y todos como derecho, las mujeres se pusieron al frente de acciones de solidaridad para enfrentar el aumento del hambre, la pobreza y la violencia, a producir jabón y máscaras de protección, a difundir información sobre la enfermedad y a enfrentar la desinformación que es una marca de la acción de las derechas.

Desde la mmm en distintos territorios nos movilizamos para disputar las salidas de la pandemia. Para defender la vida —del virus y del capital— es urgente reorganizar la economía, poniendo la sostenibilidad de la vida en el centro. La economía feminista es nuestra herramienta de análisis y también de lucha y transformación. Al enfrentar el poder de las transnacionales defendemos los territorios, los modos de vida y los pueblos que garantizan la biodiversidad, construimos la agroecología como estrategia para la soberanía alimentaria. Apostamos a la economía solidaria y la autogestión, la comunicación feminista y popular como caminos de reconstrucción de la vida en común.

Ponemos el cuidado de la vida en el centro, politizándolo con el objetivo de ir más allá de su visibilidad, pues es necesario avanzar en su redistribución, con los varones y el estado. Enfrentamos la privatización de los servicios públicos luchando para garantizar salud, educación, vivienda e internet libre como derechos.

La solidaridad feminista e internacionalista es nuestra estrategia de construcción de movimiento desde las mujeres, en alianza con los movimientos sociales anticapitalistas, antirracistas y que luchan por justicia ambiental. Por ese camino seguimos juntas, en marcha hasta que todas seamos libres.

Editorial

Las movilizaciones del 8 de marzo de 2020 fueron una muestra de la fuerza organizativa de las mujeres. Ellas siguen movilizadas los otros 364 días en distintas iniciativas. En este número encontrarás sus voces y miradas. Quienes salen a marchar y denuncian los feminicidios y desapariciones, quienes no se cansan de buscar a sus familiares desaparecidos y quienes acompañan en la defensa de derechos humanos. Quienes resisten los despojos a sus territorios y quienes narran esas historias para conectar las luchas. Quienes nos recuerdan las contribuciones de las mujeres en la ciencia, exigen educación no sexista y quienes incluso proponen educación feminista para movimientos sociales. Quienes nos recuerdan que a la desigualdad de género se suman otras desigualdades y quienes se articulan contra el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado desde la solidaridad internacionalista. Las mujeres transformamos, en colectivo, nuestras realidades; desde nuestras experiencias y aportes construimos un mundo más justo, para todas y para todos.

 

Carmen Díaz Alba

Profesora investigadora del Departamento de Formación Humana del ITESO. Doctora en Ciencias Sociales (CIESAS) e integrante del colectivo Femibici y la batucada feminista. Correo: cdiaza@iteso.mx

Clavigero Núm. 16

¡Atención! Mujeres transformando

Periodo: mayo – julio 2020

Las movilizaciones del 8 de marzo de 2020 fueron una muestra de la fuerza organizativa de las mujeres. Ellas siguen movilizadas los otros 364 días en distintas iniciativas. En este número encontrarás sus voces y miradas. Las mujeres transformamos, en colectivo, nuestras realidades; desde nuestras experiencias y aportes construimos un mundo más justo, para todas y para todos.

Carmen Diaz Alba
Coordinadora del número.

Publicado: 2020-31-07

Contenido

  • Editorial
  • «Resistimos para vivir, marchamos para transformar»
    Tica Moreno
  • «No se va a caer, lo vamos a tumbar»
    Susana Larios Murillo
  • Vivir la ciudad en colectivo
    Ana García, Estela Mayo, Dolores Esteban Vicente e Isaura Matilde García
  • Infografía
  • Nuestra Escuela, nuestras alternativas
    Sandra Morán
  • Construir espacios feministas en la universidad
    Colectiva LaVanda
  • Ciencia a Sorbos. Sobre el derecho a hacer preguntas… y poder responderlas
    Maya Viesca Lobatón
  • La Pisca. El grito de la vida que germina
    Salvador Ramírez Peña, SJ
  • Juntas logramos más
    Eloísa Díez y Marie-Pia Rieublanc
  • Buscadoras: que construyen justicia en medio del dolor
    Adazahira Chávez Pérez

Ciudad amigable para las personas mayores

Rocío Enríquez Rosas y María Martha Ramírez García / académicas del ITESO

Avanzar hacia la construcción colectiva de una ciudad amigable con las personas mayores está íntimamente relacionada con conocer y reflexionar, junto a nuestros mayores, sobre las formas múltiples en que transcurre su vida cotidiana y los escenarios socio–espaciales implicados. Este diálogo horizontal, en el que también es central la dimensión intergeneracional, pretende prepararnos como ciudad para la inclusión social de las personas de edad avanzada y también para el proceso de envejecer, en el cual todas y todos estamos implicados.

Los municipios de Guadalajara y de Zapopan del estado de Jalisco cuentan con la certificación de la Organización Mundial de la Salud (OMS)[1] como Ciudades Amigables en América Latina. Ambos municipios trabajan en la generación de acciones clave en sus planes estratégicos, cuya finalidad es aportar e incidir para un envejecimiento activo por medio de servicios y programas que favorezcan espacios y prácticas sociales amigables con todas las edades y con el proceso complejo y desafiante de envejecer en un contexto cada vez más libre de estereotipos y estigmas. La aproximación conceptual y operativa a la mejora continua de la calidad de vida resulta central para organismos internacionales como la OMS.[2]

Las que escribimos, académicas y participantes en Consejos Ciudadanos para una Ciudad Amigable con los mayores 2019–2021, queremos conocer de cerca la propuesta y aportar en la generación, ejecución y evaluación  de actividades en las que ambos gobiernos buscan abonar de forma integral a cada uno de los ejes rectores que componen el plan estratégico: Desarrollo económico y vejez, Programa de educación, cultura y difusión, Derechos humanos de las personas mayores, Gestión social y participación ciudadana para las personas mayores, Programa de seguridad y vejez, Salud y bienestar, y Programa de vivienda compartida y productiva.

En el ITESO se ha venido trabajando con la problemática del envejecimiento poblacional durante más de dos décadas, y ello ha derivado en la formulación de acciones desde las tareas sustantivas de la universidad.[3] Así, se cuenta con proyectos de investigación, de vinculación y de intervención que, desde distintos saberes, pretenden generar conocimiento socialmente pertinente que promueva una cultura de la vejez desde el autocuidado y el cuidado social en un entorno urbano que promueva la salud, la actividad y el desarrollo a lo largo de la vida y especialmente en las etapas avanzadas de la existencia.

Se cuenta con el proyecto de investigación internacional “Subjetividades y emociones en los procesos de colectivización del cuidado en la vejez y bienestar social: un estudio comparativo México–España–Uruguay (2017–2020)”, coordinado por Rocío Enríquez y en el que participan académicos de la universidad: Margarita Maldonado, María Martha Ramírez, Everardo Camacho, Alejandro Mendo, Karina Vázquez, Daniela Mabel Gloss y Aimeé Espinosa, y se busca generar conocimiento a través del trabajo interdisciplinario en un tema–problema de alta pertinencia social.

Este proyecto quiere conocer las configuraciones subjetivas e intersubjetivas y emocionales que están ligadas a las formas de colectivización del cuidado que promueven la equidad y el bienestar social en la etapa de la vejez en contextos diferenciados en casos específicos de México, España y Uruguay.

Además, se ha buscado fortalecer desde el marco de los Proyectos de Aplicación Profesional (PAP)[4] que involucran a profesores y estudiantes de distintas carreras, crear propuestas concretas y desde el trabajo interdisciplinario para favorecer la calidad de vida de las personas mayores en todas sus dimensiones. En esta importante iniciativa interdisciplinaria se cuenta con el liderazgo de expertas en el campo como Margarita Maldonado, María Martha Ramírez y Cristina Rojo.

De la misma manera, se cuenta con el PAP Alter código que, a lo largo de varios años, ha generado diversas estrategias para desmontar los estereotipos que estigmatizan la vejez y ha producido recursos audiovisuales, junto con proyectos de investigación, para fomentar una cultura de la vejez y el cuidado intergeneracional. Ejemplo de ello es el documental Cuidar los años, dirigido por Daniela Mabel Gloss y que, en sinergia con el proyecto coordinado por Rocío Enríquez, ofrece la posibilidad de dialogar y analizar a profundidad las formas contemporáneas que en nuestro contexto están presentes sobre el envejecer junto con los otros y tomando distancia de los estereotipos que la cultura tiende a reproducir y con ello estigmatizar a un sector de la población.

Una cultura del envejecimiento que privilegie el cuidado y la solidaridad social e intergeneracional es una tarea central en la cual las instituciones del estado, las universidades, las empresas, las organizaciones de la sociedad civil y las familias tienen una tarea impostergable, desafiante y de largo plazo.

 

[1] Cabe destacar que el municipio de Guadalajara fue nombrado Ciudad Amigable en 2016 y ha mantenido esta certificación, en tanto que el de Zapopan se certificó en 2018, y ambos continúan trabajando en la construcción de una ciudad cada vez más amigable con sus mayores. Véase: Gobierno de Guadalajara. Guadalajara presentó el Plan Estratégico para una ciudad amigable con los Adultos Mayores 2016–2018 en coordinación con la Organización Mundial de la Salud. Guadalajara, 2019. Disponible en: https://guadalajara.gob.mx/comunicados/guadalajara-presento-plan-estrategico-ciudad-amigable-los-adultos-mayores-2016-2018, y Gobierno de Zapopan. Promueve Zapopan una vida plena para las personas mayores. Comunicación social. Zapopan, 2019. Disponible en: https://www.zapopan.gob.mx/promueve-zapopan-una-vida-plena-para-personas-mayores/

[2] Organización Mundial de la Salud, OMS. Innovaciones para un envejecimiento sano: comunicación y cuidados. Boletín de la Organización Mundial de la Salud. Recopilación de artículos. Vol.90, Núm.3, 2012. Disponible en: https://www.who.int/bulletin/volumes/90/3/12-020312/es/

[3] Maldonado, Margarita; Rocío Enríquez y Everardo Camacho. Introducción. En Vejez y envejecimiento. Una aproximación interdisciplinaria. ITESO, Tlaquepaque, 2019.

[4] Véase: https://pap.iteso.mx/

¿Facilitar o estimular?

Everardo Camacho Gutiérrez / coordinador del Doctorado en Investigación Psicológica del ITESO

El diseño de los espacios tanto habitacionales como abiertos responde a las prácticas y costumbres de los individuos que se desenvuelven en esos espacios.

En el caso de los adultos mayores, en los que existe un deterioro natural de su capacidad motriz, se enfrenta el dilema de diseñar espacios que busquen la funcionalidad y la autonomía de las personas, haciendo posible en el reconocimiento del deterioro un menor desplazamiento, lo que implica menos esfuerzo, o al contrario diseñar espacios que requieran un esfuerzo igual al que realizan los adultos no mayores y, bajo ese esfuerzo mantenido, estimular y mantener a través de esta estimulación la capacidad mecánica de los músculos para ser funcional y autónomo, sin generar una dependencia de otros, como es el caso cuando un adulto mayor tiene que situarse en una silla de ruedas, por ejemplo.

¿Cuál criterio seguir? Parece que la alternativa es tener espacios que estimulen el desplazamiento autónomo del adulto mayor, hasta que este no pierda funcionalidad, y en el momento en que esto suceda tener un espacio que facilite esta pérdida de funcionalidad.

Hay que recordar que el proceso de envejecimiento en los músculos se expresa como sarcopenia (pérdida de masa muscular) y esto provoca que mecánicamente el adulto mayor no tenga la masa suficiente para ejercer fuerza, por ejemplo, contra la fuerza gravitacional al levantarse de una silla sin tener que apoyar los brazos. Esto es razón suficiente para justificar un esfuerzo continuo de estimulación de los músculos de los adultos mayores, antes de que pierdan volumen.

En este sentido, para las personas que han perdido la funcionalidad de las piernas, el hecho de mantenerse autónomo dentro de los espacios, es decir, que se mueva solamente en silla de ruedas, no implica que el adulto no ejercite otros músculos e incluso que mediante una actividad aeróbica de esfuerzo fortalezca otros sistemas orgánicos, como el sistema cardíaco, aun cuando es frecuente la actitud de dejar de esforzarse al estar sentado en silla de ruedas.

Un elemento fundamental en el diseño de espacios es la dimensión preventiva, que en el caso de los adultos mayores implica la prevención de caídas potenciales. La evitación de escaleras y desniveles se vuelve fundamental en este sentido.

En el extranjero clasifican al adulto mayor con categorías dicotómicas como independiente o dependiente en la dimensión motriz. El transitar de una categoría a otra implica un proceso gradual en el que mientras las personas estimulen su motricidad irán retrasando el momento en que se ubiquen de forma total en la categoría de la completa dependencia. Ya que se encuentre en esta condición, entonces sí se requerirá el diseño de espacios que faciliten mediante la cercanía la vida cotidiana de estas personas.

La Pisca. Villa María, casa de descanso y enfermería

Luis Octavio Lozano Hermosillo, SJ / coordinador de pastoral en el ITESO

 

La preocupación por los enfermos y viejos en la Compañía de Jesús no es reciente. Ignacio, en las Constituciones de la Orden recién creada, da ciertas instrucciones para su cuidado. En el siglo XX, antes de tener un espacio adecuado para la atención de los jesuitas mayores, estos eran atendidos en las comunidades, donde los estudiantes colaboraban con los hermanos enfermeros en el cuidado de los pacientes. Estas casas no eran ideales para esta atención, pero eran amplias y con grandes jardines.

En la actualidad, en la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús se cuenta con dos enfermerías: una en la Ciudad de México y la otra en Guadalajara, con instalaciones adecuadas para su función. Estas breves líneas las escribo desde mi experiencia de casi 17 años como encargado de la Enfermería o casa de descanso en Guadalajara, la cual llamamos cariñosamente Villa María. Algunos jesuitas se refieren a ella como la Porta Celli, la Puerta al Cielo, porque para algunos de los que llegan a formar parte de esta comunidad es su último destino apostólico.

Durante este tiempo aprendí a recuperar la dignidad de la vejez o de la ancianidad, por eso uso las palabras “viejo” y “anciano”, porque el término de “adultos mayores” es de uso reciente. En los primeros seis años que estuve a cargo de la Enfermería se consolidaron los servicios que se ofrecen a los miembros de la comunidad. Ahora se cuenta con un equipo médico especialista en geriatría, personal de enfermería que cubre tres turnos, además de un fisioterapeuta que se encarga de ofrecer rehabilitación y asistencia nutricional.

Durante mi estancia como superior y prefecto de salud acompañé a jesuitas entre un rango de edad de 79 a 106 años —la mayoría entre 80 y 90 años—, varios de ellos todavía autosuficientes. Ahí conocí grandes personajes, entre ellos, padres y hermanos coadjutores que ocuparon cargos como: ecónomos, maestros de novicios, profesores de los nuestros, provinciales, rectores de colegios y universidades, encargados de parroquias, grandes misioneros de la Tarahumara, de Bachajón, Chiapas, maestros de los colegios y universidades de las Ibero, el ITESO, la Gregoriana, del Instituto Bíblico en Roma, maestros de seminarios diocesanos como filósofos, teólogos o padres espirituales.

¿Por qué en este breve relato de mi experiencia en una casa de descanso y de enfermería para ancianos y enfermos me disgusta llamarla “asilo”? Porque creo necesario dignificar los espacios donde viven los viejos, los ancianos y reconocer su vida, sus historias, la experiencia y sus aprendizajes. Contar con espacios que sean habitables, en donde puedan pasar su última etapa de vida, espacios que también sean cordiales y seguros, pues la comodidad no está peleada con la seguridad. Contar con áreas verdes suficientes para contemplar la naturaleza, el horizonte y el cielo azul bordeado por nubes, que revitalicen la vida, con espacios para descansar, pasar tiempos de ocio, para recrearse. Espacios limpios y suficientes para contener sus pertenencias, para compartir con su familia y amigos… Todavía nos pueden enseñar, transmitir vida y conocimientos…

Ciencia a sorbos. Nacer, crecer, reproducirse y …

Maya Viesca / académica del Centro de Promoción Cultural y coordinadora del Café Scientifique del iteso

 

Seguramente todos sabemos cómo continúa esta frase, pero no habría que adaptarla sabiendo que la esperanza de vida promedio en México en 1955 era, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (inegi), de 45.1 años para los hombres y 48.7 para las mujeres, en tanto que para 2016 esta cifra había subido a 72.6 y 77.8, respectivamente, y que por ejemplo en México más de 10 millones de personas tienen más de 60 años.[1]

Para Alexander de Luna, investigador del Laboratorio Nacional de Genómica, Langebio, el envejecimiento es una etapa más del desarrollo,2[2] por lo que nacer, crecer, reproducirse, envejecer y morir sería una mejor descripción del ciclo de vida. Pero, ¿por qué envejecemos?

 

No ha sido nada fácil para los biólogos definir qué es la vejez, la vemos como una etapa del desarrollo de los seres vivos, no solo de los humanos, que se caracteriza por la acumulación de daño en las moléculas, en las células, en los órganos que nos conforman. Como otros procesos de desarrollo, el envejecimiento sigue ciertas reglas biológicas, entre ellas que está sujeto a la acción tanto de los genes como del ambiente.[3]

 

Todavía hace no muchos años se pensaba que era posible que las células de los invertebrados se reprodujeran infinitamente.[4] Una investigación categórica fue la de Leonard Hayflick que demostró en los años sesenta que las células que nos conforman están sometidas a un proceso de envejecimiento permanente, cuentan con una cantidad de divisiones celulares y, complementa De Luna, después de 30 o 40 veces pierden la capacidad de dividirse.

Si bien es cierto que la calidad de vida nos ha permitido como especie esta extensión de la vida —no en términos de individuo, que no ha variado mucho, sino de población—, también hay una serie de padecimientos cuyo principal factor de riesgo es precisamente la edad. Por supuesto, están las enfermedades cardiovasculares, pero también se han incrementado las tasas de crecimiento de casos de Alzheimer y Parkinson. De aquí que en los últimos años la investigación en torno a esta etapa de vida se ha desarrollado enormemente.

En otros ámbitos, el desarrollo de temas vinculados a este grupo etario no ha avanzado al mismo ritmo, pero comienza a hacerlo. Un buen ejemplo sería el llamado que hizo hace ya varios años la Asociación de Centros de Ciencia y Tecnología de Estados Unidos a sus miembros, sobre la necesidad de considerar programas dirigidos a personas de la tercera edad. Si bien no existe la fuente de la eterna juventud, es claro que la calidad de vida está vinculada a tener una vida activa, no solo desde el punto de vista físico sino también intelectual. Las actividades recreativas en torno a la ciencia son un escenario ideal para esto.

 

 

[1] “Esperanza de vida”: http://cuentame.inegi.org.mx/poblacion/esperanza.aspx?tema=P, consultada el 24 de enero de 2020.

[2] Consulta esta información y otra en su charla en el Café Scientifique iteso disponible en: https://cultura.iteso.mx/web/general/detalle?group_id=191762

[3] Idem.

[4] Para conocer esta discusión consulta: https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(11)60908-2/fulltext y Michael B. Fossel. Cells, Aging, and Human Disease. Oxford University Press, Nueva York, 2004, p.2.

 

Vejez y espacios accesibles

Entrevista

Roberto García Martín, gerontoarquitecto

Alejandro Mendo Gutiérrez / académico del ITESO

Vejez y espacios accesibles

Roberto García Martín es un arquitecto especializado en el diseño de espacios residenciales para personas mayores. Radicado en Guadalajara, su experiencia en el campo de la vivienda accesible y los entornos urbanos amigables lo ha proyectado como asesor para gobiernos locales y como consultor de la Organización Mundial de la Salud. En esta conversación nos cuenta algunas claves acerca de la llamada “revolución gris” que la población de la tercera edad viene impulsando en varios países.

 

¿Cuándo empezaste a interesarte en el tema de la vejez y la arquitectura accesible?

Hace unos 16 años escaseó trabajo en mi despacho profesional, lo que me obligó a indagar quiénes podrían ser nuevos clientes potenciales y resultaron ser los adultos mayores. Desde entonces no solo he construido viviendas para personas de la tercera edad sino que he participado en la elaboración de políticas públicas y programas gubernamentales en materia de accesibilidad para personas mayores.

 

En materia de adultos mayores y vivienda accesible, ¿cómo estamos en México?

Muy atrasados, y no solo en vivienda sino en todos los aspectos que tienen que ver con la gerontología. En otras partes del mundo esta disciplina ha logrado hibridarse con distintas profesiones, de suerte que hay diseñadores gerontólogos, gerontomercadólogos, gerontoarquitectos, entre otros. Estas diversas especialidades tienen amplia demanda laboral dondequiera y aquí estamos ignorando esos nichos ocupacionales. En nuestro país los desarrolladores de vivienda todavía no ven oportunidades de negocio en la construcción de casas específicas para personas mayores, y se desprecia financieramente a estos individuos que, por cierto, tienen una probada capacidad económica para adquirir bienes raíces.

 

¿Qué debe considerarse en el diseño de espacios accesibles?

La importancia de la seguridad en el espacio, y no me refiero a bardas ni a cercas sino al contacto visual con otros. A las personas grandes les resulta fundamental ver y ser vistas por los demás, de ahí que el espacio semiprivado sea relevante como transición entre áreas públicas y ámbitos privados.

Por otro lado, se siguen construyendo casas rígidas que no consideran la evolución de las familias ni las diferentes necesidades según las etapas de la vida. Lo que debe diseñarse son viviendas evolutivas que se adapten fácilmente a las cambiantes condiciones de las personas. Si se piensan desde el principio, las casas pueden modificarse para tener una recámara en la planta baja donde antes había un estudio, por ejemplo.

Las opciones emergentes de vivienda compartida (cohousing) se consideran una excelente alternativa, pues permiten la convivencia cercana de personas similares en residencias adecuadas. Estos modelos habitacionales ofrecen unidades privadas independientes dentro de núcleos equipados con servicios especializados y personal capacitado. En nuestro país todavía hay resistencias culturales a ensayar esta opción de vida, pues somos demasiado individualistas y conservadores.

A nivel urbano, nos queda mucho por hacer en nuestras ciudades para convertirlas en sitios accesibles para las personas mayores. Aquí entra el asunto de la accesibilidad cognitiva, es decir, no se trata solo de adecuaciones físicas materiales en calles y banquetas sino el empleo de códigos comunicacionales pensados para que los adultos mayores entiendan la información del contexto. La señalética actual está hecha para nuevas generaciones que captan detalles gráficos que no dicen nada a las generaciones anteriores. Muchos símbolos y colores usados por diseñadores de hoy para transmitir información urbana confunden a los ancianos.

 

¿Qué papel desempeña la tecnología doméstica en la calidad de vida de las personas mayores?

Es un poderoso factor y sirve de mucho, porque solemos pensar que poniendo rampas y puertas anchas en los edificios ya solucionamos el problema, y no. Ya no es suficiente adecuar espacios con elevadores, muebles ergonómicos y agarraderas. Los equipos avanzados y los aparatos sofisticados son muy útiles, pero disminuyen bastante la privacidad y la intimidad de las personas. Por ejemplo, se instalan sensores en las duchas que activan alertas después de algunos minutos, aunque todo esté bien en el baño. Si alguien se cae al bañárse ya no podrá incorporarse para apretar un botón fuera de su alcance, ¿me explico? Cuando una persona mayor no ha salido del baño después de 20 minutos se dispara una alarma conectada al teléfono móvil del cuidador o del familiar. Y lo mismo se aplica para instalaciones de gas y otros ductos que representan riesgos. El otro tema es la seguridad, por lo que se monitorean las viviendas a través de cámaras. En todo caso, se pierde la privacidad personal, pero se gana tranquilidad.

 

¿Qué panorama tiene la vejez en otros países?

En Europa y Asia la autonomía de los adultos mayores es sorprendente. Son tan independientes que nos parecen egoístas. Los ancianos japoneses viven una realidad hipertecnologizada que se suma favorablemente a su conocida longevidad. En España las personas mayores sobresalen por ser los adultos más empoderados. Si las instituciones públicas dejan de cumplir los servicios a que tienen derecho salen a las calles a manifestarse. Hace poco paralizaron Madrid con marchas a pie provenientes de muchas ciudades del país. Ya no están luchando por acceder ellos a servicios básicos, hoy están defendiendo los derechos de sus hijos y nietos. ¿No es increíble? ¡Están protegiendo la vejez de las generaciones posteriores! Por eso, en estas marchas ya no ves solamente cabecitas blancas y bastones, sino que van las familias completas, viejos y jóvenes.

 

¿Has capitalizado tu experiencia hacia tu propia persona?

Sí, desde hace años todas mis decisiones las tomo en función de mí. Mi actual vivienda la diseñé totalmente accesible y estoy independizándome en todos los aspectos, en lo económico, en el cuidado de mi salud, en lo afectivo… Voy rumbo a mi autonomía plena siendo feliz desde ahora.