Ciencia para la casa común
En ocasiones pensamos que la ciencia es un cuerpo sólido, que avanza de manera lineal y determinista y que va más allá de los sujetos concretos que la hacen y cuyos resultados son permanentes e inapelables.
Lo cierto es que las reflexiones más vigentes sobre la ciencia apuntan al reconocimiento de la importancia de los contextos y las personas, dónde se hace y quién la hace. Este rasgo subjetivo no implica que la ciencia se haga a voluntad, no implica que pierda veracidad y confiabilidad, sino que subraya la importancia del consenso, la diversidad y la reflexión constante del científico y de la comunidad científica, no solo sobre su objeto de estudio sino también sobre sus propios procedimientos.
En la encíclica Laudato Si’ del papa Francisco uno de los apartados se titula “Nada de este mundo nos resulta indiferente”, y otro “Unidos por una misma preocupación”. En ellos apela a la preocupación y responsabilidad que todo ser humano debe mostrar por el mundo que habita. Dado que en el sentido mismo de la ciencia está la generación de conocimiento sobre cómo funciona la naturaleza, los científicos tienen un papel protagónico en la discusión y desarrollo de alternativas de solución para los problemas que actualmente vivimos en lo que a la ecología respecta.
No obstante, esto no implica que los consensos se den de manera natural. En ocasiones un mismo problema es abordado de maneras diferentes, incluso contrapuestas. Tal es el caso de dos investigadores que asistieron al Café Scientifique iteso en años recientes. El doctor Luis Herrera Estrella, investigador del Laboratorio Nacional de Genómica y uno de los principales investigadores a escala mundial en el tema de trasgénicos, cuya principal preocupación es la generación de alimentos suficientes para el total de la población mundial con el menor impacto contaminante relativo al uso de herbicidas, fungicidas o insecticidas.
También estuvo Paulo Petersen, agrónomo brasileño, que comparte la preocupación por desarrollar mecanismos sostenibles en la generación de alimentos, pero desde la agroecología, particularmente el formato de “la milpa”.
Estas dos posturas, no necesariamente contrapuestas pero sí diferentes, dan una idea de la diversidad de aproximaciones que desde la misma ciencia pueden estar haciéndose ante una misma problemática, y la importancia de que los ciudadanos conozcamos cómo es que esta funciona, reconozcamos los procesos que le brindan confiabilidad —reproductibilidad, falsabilidad, consenso, entre otros— y seamos capaces de establecer posturas críticas y racionales.
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Maya Viesca / Coordinadora Café Scientifique