Agua, agricultura y alimentos: el futuro en juego

¿De qué tamaño es el volumen de agua que se utiliza en la agricultura? ¿Cuánta agua consume la producción masiva de alimentos? ¿Qué tan representativa es el agua agrícola para el futuro del agua en el mundo? Un resumen muy contundente de lo que significa la relación entre agua y agricultura nos lo ofrece el físico y químico Philip Ball en su hermoso libro H2O. Una biografía del agua. Nos dice Ball: “El agua es esencial para cualquier actividad económica, pero para ninguna lo es más que para la agricultura.

Cerca de 70 u 80% de las reservas de agua globales se usa para riegos, y la proporción es aún mayor en países menos desarrollados. Las preocupaciones acerca de una inminente escasez de agua no tienen tanto que ver con la sed como con el hambre”.1 La agricultura es la más importante consumidora de agua en todo el mundo ya que “a fuerza de irrigación artificial se ha expandido hacia zonas áridas y semiáridas del planeta”,2 dice también Adriana Anzolin, ambientalista y divulgadora de la ciencia en otro maravilloso texto titulado Lazos verdes.

Las citas anteriores nos libran de un viejo engaño de perspectiva que las autoridades encargadas de gestionar el agua nos han vendido durante décadas, según la cual basta con que aprendamos a cerrar las llaves de nuestras casas para que exista un ahorro significativo global de agua. Esto no es así. El agua doméstica utiliza alrededor de 10% y 15% del agua global disponible y este fenómeno es más o menos similar para el conjunto de las urbes de la tierra, incluyendo a las megaciudades, como el área metropolitana de Guadalajara, con sus casi siete millones de habitantes. Si contrastamos los datos del agua urbana con el inmenso volumen de agua que se usa en la agricultura nos daremos cuenta de que el reto más importante para la sustentabilidad hídrica se encuentra en la forma en que se gestiona en la actualidad y en la que se debe gestionar en el futuro el agua agrícola. La agricultura posee, pues, la verdadera clave.

Por supuesto que lo anterior no quiere decir que dejemos nuestra responsabilidad ciudadana de cuidar el agua, valorarla y aprender a administrarla con sabiduría en nuestros hogares. Lo que se vuelve necesario es dimensionar la importancia que representa una utilización eficiente del agua en la producción de alimentos. Por lógica simple y después de comprender estos datos cae por su propio peso que mejorar los sistemas de riegos es vital. El despilfarro de agua agrícola con técnicas obsoletas de anegación o inundación de zonas de riegos, las cuales añaden exceso de agua a los cultivos, haciendo que se pierda de forma innecesaria agua por evaporación o escurrimientos en las pendientes del terreno e incluso provocando salinidad, deben ser sustituidas por mejores tecnologías como riegos por goteo o políticas de infiltración de agua al subsuelo, cuidado de la humedad atmosférica, así como la fundamental comprensión de la dinámica de los suelos y la disminución de abatimientos y sobreexplotación de los acuíferos.

A esto se añade el manejo del “agua virtual”, es decir, el agua que requiere la producción industrial misma de los alimentos, así como el agua que contienen los alimentos, haciendo por ejemplo que las frutas, los vegetales, la carne, el huevo, por mencionar algunos, se vuelvan verdaderos “empaques” para trasladar agua de un lado a otro. Para producir una lata de vegetales se necesitan casi 40 litros de agua3 y para producir un kilo de azúcar se necesitan unos ¡mil 800 litros de agua!4 Un jitomate, un limón, una pera son agua que se puede exportar de una región hídrica a otra, con la posibilidad de formar ciertos desbalances. Buscar la regulación eficiente de estos grandes volúmenes de agua para poder sembrar, cultivar y comer es el nuevo paradigma, urgente, que se requiere instalar.

También se necesita más sabiduría: comprender cómo funciona el ciclo hidrológico en cada área agrícola debe ser la tarea científica por excelencia, pero incorporando otros saberes milenarios. Las comunidades campesinas e indígenas han observado, sistematizado y entendido durante siglos el ciclo del agua. Su conocimiento comunitario es hoy un preciado tesoro que debe dialogar con la ciencia de la agricultura y de la gestión del agua. El manejo del agua en la agricultura y en la producción de alimentos es uno de los mayores retos humanos y ecológicos del presente, pues el futuro depende de ello. Y es también el reto que debe asumir nuestra universidad.

Notas

  1. Ball, P. H2O. Una biografía del agua. Ciudad de México: fce / Turner, 2010, p.394.
  2. Anzolin, A. Lazos verdes, nuestra relación con la naturaleza. Buenos Aires: Maipue, 2006, p.88.
  3. Ball, P. Op.cit, p.394.
  4. Anzolin A. Op.cit, p.89.

 

Mario Edgar López Ramírez / Académico del Cifovis ITESO