Si queremos paz, tenemos que nombrar y difundir paz

Diego Andoni Mendoza Guevara / estudiante de la Licenciatura en Periodismo y Comunicación Pública del ITESO

El académico del ITESO Gerardo Pérez Viramontes, especialista en manejo de conflictos, explica que la promoción de la cultura de paz es responsabilidad de todos los actores sociales.

La violencia en México parece imperar en las conversaciones acerca del país, pero pensar en la posibilidad de paz puede iluminar reflexiones sobre el futuro. Así lo afirma Gerardo Pérez Viramontes, académico del ITESO y doctor en Paz, Conflictos y Democracia, quien ha promovido esta perspectiva como una alternativa al estado actual del país. El camino, explica, es empezar por aceptar nuestra ignorancia para hacernos nuevas preguntas, solo así podremos cambiar la mirada y dejar de enfocarnos en la violencia.

Foto: Renaschild, Depositphotos

En un país con tantos problemas de violencia, ¿cómo podemos ver la paz en el día a día?

Mientras no haya una pequeña estructura para trabajar la paz no vamos a avanzar; necesitamos cierta inquietud, reconocer nuestra ignorancia y cambiar la manera de pensar. La paz y la violencia van de la mano: sabemos que hay violencia, pero no debemos enfocarnos solo en esta y cómo solucionarla, sino en investigar qué es la paz y qué pensamos de ella, discutir el concepto.

¿Cómo se puede fomentar una visión de paz?

En la vida hay muchos más hechos de paz que de violencia, y aun dentro de la violencia existen acciones que podemos identificar como pacíficas. El asunto es que, si queremos paz, tenemos que nombrar y difundir paz. Un problema es que los medios de comunicación tienen una visión “violentológica”: la violencia es un negocio para los medios, genera morbo. Es necesario construir nuevas imágenes de paz; utilizar fotografías, videos, películas, música, pintura y teatro para promoverla.

LAS MUCHAS PACES
Al ser cosas tan disímbolas a la vez, dice Gerardo Pérez Viramontes, los expertos plantean la necesidad de hablar de “las paces”, algo que representa una ventaja: “Nos hace pensar las múltiples opciones que tenemos para poder hacer las paces en la vida cotidiana. Si solo la contemplamos como una labor del estado o de la ONU, no vamos a avanzar”.

Gerardo Pérez plantea que la paz puede ser un concepto, un valor, un sentimiento, un derecho, una necesidad, un tipo de comportamiento y un objeto de estudio de disciplinas; tantas cosas, que los expertos plantean la importancia de hablar de “las paces”. Sin embargo, a él le parece más relevante que los ciudadanos se pregunten quién hace la paz, qué herramientas sirven para construirla y qué implica su ausencia.

¿Quién debe hacer esta tarea?

Todo el mundo. Todos estamos encargados de promover la paz, e involucrar a todos los actores de la sociedad es fundamental. La paz debe hacerse de arriba para abajo, porque los de arriba tienen los recursos para construirla y los de abajo son los que sufren la violencia. Pero los estratos sociales intermedios tienen aún mayor importancia porque pueden ser intermediarios, es el caso de universidades, iglesias, ONG y periodistas.

Por ejemplo, debemos crear más centros de investigación para la paz, como existen en España; en la Universidad de Guadalajara esto se está impulsando. También hay una opción en el periodismo de paz, que puede servir para indagar qué, quién, cómo, cuándo y dónde surgió el conflicto, para luego buscar alternativas pacíficas, no solo para reflejar la violencia. La clave está en el conflicto: entender que tenemos disparidades por nuestra diversidad biológica no convierte al conflicto en violencia, sino en una manera de resolverlo.

Al consultar con él cómo definir la paz, Gerardo Pérez Viramontes pide reflexionar en las muchas definiciones que podrían responder esa pregunta:

    • Un concepto. Tiene un componente cultural y cognitivo que se expresa en palabras como shalom, pax, eirene, shanti, ágape, salam aleikum, etcétera. Cada palabra remite a diversas situaciones: prosperidad, orden y control, cuidado, armonía, convivencia, hospitalidad…
    • Un valor. Tiene un componente moral, axiológico y ético que nos sirve para orientar nuestras acciones individuales y colectivas.
    • Un sentimiento. Tiene un componente psicoafectivo que se experimenta en la piel y en las relaciones con los demás.
    • Un derecho. Tiene una dimensión jurídica con la que podemos regular nuestras interacciones con los demás.
    • Una necesidad. Contiene un elemento existencial de lo que somos en el universo.
    • Un tipo de comportamiento. Se manifiesta externamente y es objeto de múltiples interpretaciones.
    • Un objeto de estudio inter, multi y transdisciplinario en el terreno académico.