La acción comunitaria desde una cultura de paz

Ana Paula Carbonell / estudiante de la Licenciatura en Periodismo y Comunicación Pública del ITESO
Estéfany Franco / estudiante de la Maestría en Comunicación de la Ciencia y la Cultura del ITESO
Juan Pablo Hermosillo y Daniela Jiménez / profesores del ITESO

Foto: Luis Ponciano

La construcción de paz es un proceso de transformación, dinámico y de largo aliento, en el cual el diálogo, la formación y la educación son herramientas catalizadoras y campos de acción fundamentales para lograr una realidad más justa y equitativa. En este sentido, el concepto de paz ya no se trata solamente de la ausencia de violencia, sino que está asociado a la justicia social, el desarrollo humano y la sustentabilidad.

La colonia conocida como Cerro del Cuatro se encuentra en San Pedro Tlaquepaque y colinda con los municipios de Guadalajara, Zapopan y Tonalá en el estado de Jalisco. Su historia, narrada por sus propios actores, está marcada por la lucha, la defensa de sus tierras, el acceso a servicios básicos, el reconocimiento de derechos fundamentales y la demanda por mejores condiciones de vida desde hace más de 40 años.

La Red de Centros Comunitarios del Cerro del Cuatro está conformada por tres centros en los cuales se ponen en marcha proyectos de intervención para niñas, niños y jóvenes. La gran apuesta es recuperar el sentido de comunidad y fortalecer el tejido social para la transformación de las condiciones de vida desde una perspectiva de paz que lidie con un contexto de riesgo y vulnerabilidad.

En los centros comunitarios, niños y niñas aprenden jugando. Actividades como ejercicios matemáticos, dibujo, canto, lecciones de inglés, talleres de cocina o entrenamientos de futbol, promueven valores como el trabajo en equipo, la colaboración, el reconocimiento y cuidado del otro, el sentido de pertenencia y la resolución de conflictos desde el diálogo y el respeto.

Foto: Roberto Ornelas

Impulsar una cultura de paz implica poner especial atención a la relación que los actores de la comunidad establecen entre sí; aprovechar los conflictos para mediar procesos de diálogo y reconciliación, ubicar las similitudes y diferencias entre individuos, conformación de subgrupos y disposición al trabajo colaborativo.

El gran desafío es que las actividades no sean una finalidad en sí mismas, sino que den pie a procesos de reflexión más profundos sobre habilidades y aprendizajes que ayuden a sembrar en los actores una “nueva” cultura de paz con una transformación de las condiciones de vida.

Los centros comunitarios son espacios donde niñas, niños y jóvenes se sienten seguros, escuchados y atendidos. Ahí interactúan con personas de distintas edades y reflexionan sobre lo que significa vivir en comunidad; comparten ideas, miedos, sueños y aspiraciones a largo plazo. Al terminar su taller se acompañan en el regreso a casa, se saludan en la escuela y se organizan para jugar en la calle. Es ahí donde está la consigna, en llevar a la calle y a casa lo que se trabaja en los centros. Es en esas interacciones cuando la acción comunitaria adquiere sentido y el apoyo mutuo favorece el que se den las condiciones para una conciencia de pertenencia.


“LO MÁS DIFÍCIL ES CREAR SENTIDO DE COMUNIDAD”

Los Proyectos de Aplicación Profesional del ITESO (PAP) que trabajan en conjunto con la Red de Centros Comunitarios del Cerro del Cuatro son “Cultura y transformación social: transformando la realidad a través de la cultura”, cuyo objetivo es contribuir en mejorar la calidad de vida en comunidades urbanas por medio de la acción participativa, y el PAP “Haciendo Barrio: construyamos con la gente”, enfocado en desarrollar proyectos de gestión sociourbana para mejorar el hábitat y las necesidades comunitarias, el cual recibió en 2019 la Medalla de oro por la Bienal Nacional de Arquitectura Mexicana.

Gerardo Cano, asesor de “Haciendo Barrio”, incentiva en sus estudiantes un trabajo cercano a los vecinos para promover el sentido de colectividad y comunidad, y subraya que la oportunidad que el PAP supone no es simplemente la de intervenir los espacios a escala de diseño o arquitectura.

“La idea es hacer estos ejercicios con diseño participativo. Como les digo a los estudiantes: lo más fácil es realizar planos o ver qué mobiliario o qué árbol ponemos en esta calle; lo más difícil es crear sentido de comunidad, que se ha abandonado en todos los sectores”, dice Cano.

La perspectiva de cultura de paz supone para el PAP y sus participantes que aborden la labor desde la gestión social del hábitat: aprovechar el trabajo de la Red de Centros Comunitarios del Cerro del Cuatro para ofrecerles colaboración, y no para intervenir en su trabajo. “No debemos estigmatizar”, subraya, al explicar que la gestión del hábitat puede tener el mismo valor en un barrio de altos ingresos económicos o en uno que tiene problemas de seguridad y calidad de servicios urbanos; “no podemos violentar: somos puente, no llegamos con una actitud de salvadores, sino con una actitud de gestionar y ver qué es lo que podemos hacer”.

Ambos proyectos desempeñan un papel fundamental en el proceso formativo de sus estudiantes, pues promueven una labor reflexiva en la búsqueda de alternativas desde la pertinencia social. Si quieres conocer más sobre los PAP visita: pap.iteso.mx