COLUMNA LA PISCA
Productores de café, cacao, lácteos, miel, hortalizas, granos, jabones, artesanías, calzado, microfinanzas, así como muchas otras iniciativas económico–productivas provenientes de muy distintas realidades a lo largo y ancho de América Latina, convergen en la Red COMPARTE, una comunidad de aprendizaje con 11 años de trayectoria.
Presente en 11 países de Iberoamérica y vinculada al sector social de la Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina (CPAL), la Red se conforma por 17 centros sociales de la Compañía de Jesús, organizaciones económico–productivas de base enmarcadas en la economía social y solidaria, universidades de la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (AUSJAL) y la Red de centros universitarios vinculados a la Compañía de Jesús en España (UNIJES), entre otros actores sociales. Funciona en torno a un equipo dinamizador, compuesto por representantes de los centros sociales que la integran. Cuenta con una secretaría ejecutiva a cargo de Álvaro Idarraga, de la Universidad de Antioquia (Colombia); una secretaría técnica a cargo de Amaia Unzueta, de Alboan, una organización no gubernamental (ONG) de cooperación internacional de los jesuitas en Euskadi y Navarra (España), y la coordinación a cargo de Oscar Rodríguez, sj, de Yomol A’tel, una empresa tseltal (México).
Su enfoque de trabajo busca que las experiencias económico–productivas sean sostenibles y escalables, es decir, que pasen de iniciativas locales y de escala micro a experiencias regionales de ciclo económico completo, con perspectivas macro cada vez más amplias. Para conseguirlo, con base en el diálogo respetuoso, la evaluación de las experiencias en sus propios contextos y el rescate de buenas prácticas, comparte ha desarrollado una propuesta metodológica que, partiendo de una lectura estratégica del territorio, ayude a fortalecer las capacidades de las organizaciones y sus integrantes, para apropiarse de la cadena de valor y tejer redes desde un modelo multiactor.
Esta propuesta, sumada al constante intercambio entre todas las organizaciones, ayuda a la construcción de horizontes comunes con la finalidad de vislumbrar caminos y aprendizajes compartidos que permitan llegar al buen vivir, en palabras de los pueblos tseltales, el lequil kuxlejalil.
Conoce más:
http://desarrollo-alternativo.org/
Gregorio Leal Martínez / Especialista en temas de economía social y solidaria.