Empresarios de micro y pequeñas empresas

Dos estilos de gestión de la pandemia para la conservación del empleo

A los microempresarios les llovió sobre mojado en esta pandemia. Si bien hay sectores y giros comerciales que salieron beneficiados, sabemos que a la gran mayoría esta pandemia les ha representado un reto sin precedentes.

Muchas de las empresas tuvieron que cerrar, no pudieron más. Esto ocasiona daños colaterales en las familias de los muchos empleados que se quedaron sin empleo, pero ¿qué pasó en la cabeza de los empresarios de micro y pequeñas empresas? ¿Cuáles fueron sus mayores preocupaciones? ¿Realmente su empresa estaba pensada para generar empleos?

Aunque es muy difícil dar un dictamen unívoco ante estas preguntas, podemos agrupar aquí dos grandes corrientes que observamos en el trabajo cotidiano desde la consultoría a este tipo de unidades económicas. Por un lado, aquellos empresarios que se sintieron víctimas de una situación que nos sobrepasó a todos, usaban a su empresa como caja chica para extraer de ella ganancias para cuestiones personales y, por lo tanto, no tenían reservas de capital para soportar tres meses o más sin ningún ingreso. Por otro, aquellos que pensaban a su empresa como un bien social tienen claridad de que la empresa se generó porque no pueden solos, de que es un trabajo en equipo, que cuando se generaron utilidades supieron reinvertirlas en sus negocios, además de ir generando identidad y sentido de pertenencia en sus empleados y que se toman muy en serio la filosofía de que el empleado también es un cliente, y quizá más importante, que los propios clientes, aquellos que salieron a la carga a tratar de salvar su negocio. Por supuesto, ante empresarios así los empleados responden mejor que con el primer grupo.

En los primeros había negación, no se creía que la pandemia durara tanto, tenían dificultad para entender que la cosa ya cambió y no por corto tiempo. No pudieron seguir atentos al entorno y, curiosamente, presentaron menos respuesta hacia las necesidades de sus empleados. Aquí es donde se dieron los mayores y dolorosos recortes de personal, así como los cierres.

En los segundos se destaca el cuidado de su personal. Si bien no todos han podido pasar limpios sin tener que despedir a alguien, también es cierto que han logrado estrategias de diferente orden, que ubicamos aquí como buenas prácticas para la conservación del empleo en épocas de pandemia:

  • Primero: reservas de efectivo. Hoy día esto es más que necesario, no solo porque el flujo de efectivo es lo que mantiene con vida a las empresas sino porque es la sangre que hace palpitar el corazón de los trabajadores, es pensar en ese recurso pensando en las personas, pensando en los sueldos. Los empresarios que lograron esto tuvieron una respuesta de mucho compromiso de parte de sus trabajadores para sacar el barco adelante.
  • Segundo: la relación con los clientes y los proveedores. Se detectó que aquellos empresarios que restablecieron y renegociaron la relación con sus clientes y proveedores desde una postura más solidaria y en equipo, en la que la empatía fue marcando el ritmo, tuvieron mayores probabilidades de conservar el empleo. Se generaron acuerdos con la filosofía ganar-ganar y no tanto el penoso funcionamiento de apalancamiento de proveedores.
  • Tercero: repensar el modelo de negocio. Empresarios cuyas empresas dejaron de vender estrepitosamente aquello que vendían no tuvieron de otra que acordarse de que son creadores, que son gente que genera ideas y se pusieron a trabajar. Hubo casos icónicos como el de aquel hotelero que se puso a vender tamales, hasta la empresaria que se dedicaba a hacer eventos sociales y que terminó poniendo una empresa de sanitización de empresas con los mismos empleados. Es decir, la clave fue repensarse y no quedarse atado a su modelo de negocio. Esto hizo que los empleados tuvieran aún mayor identificación con las empresas y con sus líderes.
  • Cuarto: redefinición de equipo. Los empresarios que se abrieron de par en par y hablaron con sus empleados, subiéndolos a la solución, a la creatividad, pidiéndoles ideas para permanecer, son aquellos que lograron mejores resultados.

Así pues, pensar a la empresa como un equipo de trabajo, más que como una iniciativa de una sola persona fue clave para la sobrevivencia de ejemplos muy notables en las micro y pequeñas empresas de Jalisco y México.

Mirar la crisis sanitaria y laboral con gafas históricas y violeta

De acuerdo con la nota técnica México y la crisis de la covid-19 en el mundo del trabajo: respuestas y desafíos,[1]  nuestro país ha sufrido duros embates económicos derivados de la pandemia y el confinamiento social. La tasa de desempleo subió a 5.5 por ciento en junio de 2020 y se estimó que cerraría el año en 10 por ciento. Sumado a lo anterior, 24 millones de empleos estarían en riesgo, lo que representa 44 por ciento del empleo total en México. Muchos empleos informales desaparecieron o fueron afectados por la pandemia, además de que la crisis sanitaria, laboral, económica y social afectaría principalmente a grupos vulnerables, como las mujeres y niñas, quienes no son solo un grupo social sino la mitad de la humanidad y un poco más.

La intención de esta reflexión es observar la crisis sanitaria por covid-19 con una perspectiva histórica, de género y de derechos humanos, ya que para entender la vulnerabilidad del sistema laboral en México y el mundo no podemos dejar de lado factores estructurales que han excluido a las mujeres y las niñas, así como paradójicamente han consolidado un sistema capitalista de explotación y reafirmado la desigualdad entre mujeres y hombres. Algunos datos que se destacan son:

  • Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) México ocupa el penúltimo lugar en la inclusión laboral de mujeres en América Latina y el Caribe, con solo 45.4 por ciento de ellas participando en la fuerza laboral activa, en contraste con 77 por ciento de los hombres. La mayoría de trabajos informales es realizada por mujeres.
  • De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Usos del Tiempo (ENUT),[2] las mujeres trabajan en promedio semanal seis horas más que los hombres y ocupan 66 por ciento de su tiempo total laboral en trabajo no remunerado, en contraste con los hombres, que solamente utilizan 28 por ciento de su tiempo en la misma actividad.
  • El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) ha señalado que el trabajo no remunerado de las mujeres y niñas equivale a 23.5 por ciento del producto interno bruto (PIB) nacional y estimó que, del total de personas que realizó labores domésticas en 2019, 74.8 por ciento son mujeres. A fines de 2020, informó que cada mujer que desempeñó labores domésticas aportó 62 mil 288 pesos anuales, por lo que les correspondería un salario quincenal mínimo de 2 mil 595 pesos.

Sin una mirada crítica no se entendería cómo se relacionan inclusión laboral, brecha salarial, discriminación, división sexual del trabajo y sexismo en la configuración de una sociedad que ha sido particularmente injusta con las mujeres y las niñas.

El 26 de marzo de 2020 la conferencia de prensa sobre covid-19 en México analizó cómo la crisis sanitaria generaría condiciones sobre todo desfavorables para las mujeres y las niñas, ya que —tal como sucedió a lo largo de 2020, derivado del confinamiento social— aumentaría la carga de trabajo doméstico y de cuidados, así como la reproducción de distintas formas de violencia de género. En la ronda de preguntas por parte de la prensa nadie hizo cuestionamientos sobre la información presentada por las especialistas. Los medios de comunicación son un reflejo del imaginario. El trabajo doméstico y de cuidados no es un tema que se pondere dentro de la agenda de la política hard.

Aún no es posible elaborar un análisis determinante sobre los efectos de la pandemia por covid-19, pero sí puede puntualizarse que esta coyuntura ha afectado y afectará a las mujeres y las niñas, porque a través de una división injusta y sexista se han atribuido tareas, privilegios y prohibiciones que han beneficiado al sistema económico, político y social.

El problema de raíz no es un virus sino una sociedad desigual. ¿Cuáles serán las consecuencias y los costos para las mujeres y las niñas si con su trabajo no remunerado sostienen al mundo, si las mujeres siguen ganando menos por realizar el mismo trabajo que los hombres, o son acosadas y hostigadas sexualmente, además de discriminadas?

Para atender la crisis sanitaria y de trabajo es urgente hacer una intervención integral, que incluya la promoción de una vida libre de violencia, del acceso a la justicia, de la transformación del sexista sistema educativo y laboral, y de la erradicación de estereotipos que naturalizan la exclusión por razones de género. El monstruo económico, que ha arrasado con la dignidad y la vida de millones de personas desde hace cuatro siglos se está mordiendo su propia cola, pero seguirá produciendo efectos catastróficos. La pobreza y la desigualdad sí tienen rostro de mujer y de niña.

 

[1] Feix, Noémie (coord.). México y la crisis de la covid-19 en el mundo del trabajo: respuestas y desafíos, nota técnica país, oit, Ginebra, octubre de 2020. Disponible en: https://cutt.ly/nota_tecnica_oit

[2] Instituto Nacional de Estadística y Geografía, INEGI, e Instituto Nacional de las Mujeres, inmujeres. “Encuesta Nacional sobre Usos del Tiempo (ENUT) 2019. Presentación de resultados”, 2020. Disponible en: https://cutt.ly/ENUT2019

Mirar desde la vulnerabilidad: renacer a la humanidad

La Pisca

Pedro Antonio Reyes Linares, S. J. / Académico del Departamento de Filosofía y Humanidades del ITESO

En su última encíclica, Fratelli Tutti, el Papa Francisco ha advertido que la situación pandémica mundial ha desenmascarado “nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades”.[1] Son precisamente estas prioridades las que quedan en el centro del discernimiento, cuando San Ignacio habla del orden de los afectos y movimientos que guían desde nuestro interior los proyectos y trabajos con que hacemos la vida.

Discernir es priorizar, y hacerlo ignacianamente, como aprendemos en su contemplación del Nacimiento de Jesús, es poner la mirada en lo más necesario para sostener una vida marcada por una constitutiva vulnerabilidad. Y es que, como nos sugiere la pandemia, la vulnerabilidad no ha de ser ignorada, pues acaba siempre mostrando la herida que ha quedado sin cuidar. La pandemia es ocasión de ver, entonces, el resultado de un erróneo discernimiento de prioridades. La frágil y, en demasiados países del mundo, erosionada estructura de cuidado para garantizar a las personas atención médica, seguridad en el trabajo, capacidad de ahorro, condiciones estables de vivienda y educación, ha costado vida, tranquilidad y salud a millones de personas y familias en nuestro país y a escala mundial; poniendo de manifiesto que una prioridad colocada en la productividad resulta un error de discernimiento, pues soslaya la construcción de un fuerte y común tejido social que garantice la sustentabilidad de los esfuerzos de instituciones, sociales y comunitarios para albergar y cuidar nuestra vulnerabilidad. He ahí la misión de una universidad guiada por el discernimiento ignaciano: desarrollar una inteligencia orientada por este esfuerzo de conversión, que nos haga “destinar tiempo, esfuerzo y bienes” a esta “pasión compartida por una comunidad de pertenencia y solidaridad”,[2] para que esta crisis pueda convertirse en la ocasión de que “la humanidad renazca con todos los rostros, todas las manos y todas las voces, más allá de las fronteras [y las desigualdades] que hemos creado”.[3]

 

 

[1] “Carta encíclica Fratelli Tutti del Santo Padre Francisco sobre la fraternidad y la amistad social”, en La Santa Sede, Roma, 4 de octubre de 2020. Disponible en: https://cutt.ly/Fratelli_tutti, núm. 32.

[2] Ibidem, núm. 36.

[3] Ibid, núm. 35.

Ciencia a sorbos. Sobre el derecho a hacer preguntas… y poder responderlas

Maya Viesca Lobatón / Académica del Centro de Promoción Cultural y coordinadora del Café Scientifique del ITESO

A cualquiera que le interese un poco la ciencia y que siga algunas publicaciones de divulgación podrá reconocer los muchos y
diversos esfuerzos que en fechas recientes se hacen por desenterrar, de entre toneladas de anonimato y prejuicio, el papel que tienen y han tenido las mujeres en la ciencia. Tampoco es difícil toparse con la propuesta de hacer el ejercicio de nombrar a algunas científicas y quedarse, en el mejor de los casos, con un par de nombres, entre ellos el de Marie Curie. Y no es difícil reconocer que esto no es casual, si algo ha sido negado sistemáticamente a lo largo de la historia es la inteligencia de las mujeres.

Yadira Calvo, en su libro La aritmética del patriarcado,[1] hace un interesante recorrido histórico sobre la difamación del intelecto femenino y cómo a lo largo de los siglos —desde el Eclesiastés 300 años antes de Cristo—,[2] se han construido relatos para expulsar a las mujeres del mundo de las ideas y el pensamiento. Hacerse la pregunta de por qué las mujeres no han tenido una participación activa en el ámbito científico tiene su respuesta en la construcción misma de la historia.

Y estos relatos no solo han puesto en duda la capacidad intelectual de las mujeres, sino que, incluso, se ha dado valor a esta supuesta falta. Como dice Calvo, la “elevada y magnífica situación de la aguja y la cuchara poseía una mágica potencia de ilusión con la cual podían influir más en la historia que mediante el voto y el doctorado”.[3]

Esta narrativa no solamente mantuvo a las mujeres lejos de las instituciones del saber sino que fue minando, sistemáticamente, su interés por preguntarse sobre la naturaleza de la realidad y obtener respuestas no dogmáticas, que es la base del pensamiento científico.

En la actualidad, la duda sobre la inteligencia de las mujeres ha dejado de ser el principal problema, porque hay que decir que la ciencia no está hecha solo a base de esta. La ciencia requiere también de curiosidad, acceso y tiempo, recursos que, mientras sigan siendo las mujeres las únicas encargadas de las tareas del cuidado de las personas y de la transmisión de la tradición, seguirán siendo grandes impedimentos.

Cada vez son más las mujeres que estudian carreras vinculadas a la ciencia y las científicas laborando activamente. Aun así, la participación sigue siendo un reto. Según datos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología,[4] en el Sistema Nacional de Investigadores las mujeres representan 37% del padrón. Y no solo eso, en todo el mundo aún se sigue construyendo esta narrativa en que las mujeres son las asistentes. Un ejemplo, curioso tal vez, es la reflexión de Laura Quiñones para la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura[5] respecto del caso de asistentes digitales como Siri, Alexa y Google Home, todas mujeres, todas al servicio de lo que les pidamos.

Por si te faltan nombres de científicas, escucha a algunas de las mujeres que han participado en el Café Scientifique ITESO:

• Elba Castro: https://cultura.iteso.mx/web/general/detalle?group_id=17345382

• Julia Carabias: https://cultura.iteso.mx/web/general/detalle?group_id=15258857

• Susana López Charretón: https://cultura.iteso.mx/web/general/detalle?group_id=14714375

[1] Calvo, Yadira. Aritmética del patriarcado. Bellaterra, Barcelona, 2016.

[2] “Entre mil varones hallé uno que fuese prudente, pero entre todas las mujeres, ninguna me ocurrió con sabiduría”. Eclesiastés vii, 29.

[3] Calvo, Yadira. Op. cit, p.11.

[4] Género y ciencia. https://www.conacyt.gob.mx/index.php/el-conacyt/genero-y-ciencia , consultado el 16 de junio de 2020.

[5] La ausencia de mujeres en el campo de la inteligencia artificial reproduce el sexismo. Consultado en:
https://news.un.org/es/story/2019/06/1456961

Construir espacios feministas en la universidad

Colectiva LaVanda / Colectiva Feminista del ITESO

El gran reto que las mujeres y feministas siempre hemos enfrentado es habitar lugares que históricamente han sido de los hombres, y las universidades no son la excepción. Las primeras estudiantes se introdujeron a un mundo de hombres que todavía prevalece: las reglas, los límites, la cultura, la jerarquía, la construcción de conocimientos, las dinámicas sociales, todo estaba delimitado por el género masculino. Para crear una universidad más feminista no basta con que haya más mujeres estudiando, es necesario un esfuerzo consciente por querer hacerlo. Van más de 110 años que la educación superior es mixta,[1] sin embargo, la realidad es que las instituciones universitarias todavía tienen un camino muy largo por recorrer para convertirse en espacios seguros para las mujeres. Las universitarias nos enfrentamos no solo a la institución patriarcal, que invalida nuestras formas de denuncia y que pone su prestigio antes que el cuidado de las alumnas, sino también al desgaste que es vernos obligadas a convivir con nuestros agresores dentro de las aulas.

La creación de espacios feministas en el ITESO, Universidad Jesuita de Guadalajara, ha sido una lucha constante que compañeras de generaciones atrás comenzaron, como lo fue la colectiva feminista Clit, que hizo evidente la urgencia de una organización de alumnas. A quienes, junto con otras estudiantas, profesoras y mujeres dentro de la institución les agradecemos por abrirnos el camino. En cuanto a la construcción de LaVanda, conformada por estudiantas organizadas, nuestro primer reto fue la creación de una organización colectiva de mujeres desde la pluralidad de carreras profesionales y desde la diversidad de posturas feministas. Pensamos entonces que, para abrazar un pensamiento y acción crítica que nos pudiera interpelar a todas desde nuestras diferentes posturas políticas era importante generar espacios de reflexión abiertos a cualquier mujer interesada en profundizar en el pensamiento feminista, porque si los espacios universitarios no son para reflexionar, accionar de manera crítica y transformar nuestra realidad, ¿entonces para qué lo son? La creación de foros, talleres, espacios de lectura y sentires nos ha permitido construir una red en crecimiento que cuestiona las construcciones del ser y deber ser de la mujer, desde las formas en que amamos hasta las formas en que nos relacionamos entre nosotras y con los otros; que se interroga sobre nuestras opresiones y privilegios por el clasismo, el racismo y su relación con un sistema heteropatriarcal capitalista cada vez más recrudecido y violento contra nuestras cuerpas. Pero, sobre todo, se busca construir espacios seguros para que de manera sorora podamos sanar las violencias que nos atraviesan.

Las mujeres nos enfrentamos a una violencia sistemática cuya reproducción no exime a los espacios universitarios, por eso decimos ¡Basta ya de tener miedo dentro de las aulas! ¡Basta ya de quedarnos calladas! ¡Basta ya del acoso universitario! ¡Basta ya de no escucharnos! ¡Basta ya de que el prestigio de la universidad valga más que nuestra dignidad!

[1] Lechuga, Jesús; Giovanna Ramírez y Maricruz Guerrero. Educación y género. El largo trayecto de la mujer hacia la modernidad en México. En economíaunam, vol.15, núm.43, enero–abril de 2018. Disponible en:
http://www.scielo.org.mx/pdf/eunam/v15n43/1665-952X-
eunam-15-43-110.pdf

Editorial

Las movilizaciones del 8 de marzo de 2020 fueron una muestra de la fuerza organizativa de las mujeres. Ellas siguen movilizadas los otros 364 días en distintas iniciativas. En este número encontrarás sus voces y miradas. Quienes salen a marchar y denuncian los feminicidios y desapariciones, quienes no se cansan de buscar a sus familiares desaparecidos y quienes acompañan en la defensa de derechos humanos. Quienes resisten los despojos a sus territorios y quienes narran esas historias para conectar las luchas. Quienes nos recuerdan las contribuciones de las mujeres en la ciencia, exigen educación no sexista y quienes incluso proponen educación feminista para movimientos sociales. Quienes nos recuerdan que a la desigualdad de género se suman otras desigualdades y quienes se articulan contra el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado desde la solidaridad internacionalista. Las mujeres transformamos, en colectivo, nuestras realidades; desde nuestras experiencias y aportes construimos un mundo más justo, para todas y para todos.

 

Carmen Díaz Alba

Profesora investigadora del Departamento de Formación Humana del ITESO. Doctora en Ciencias Sociales (CIESAS) e integrante del colectivo Femibici y la batucada feminista. Correo: cdiaza@iteso.mx

Materiales de referencia

Libros

  • Morin, Edgar. Tierra patria. Nueva Visión: Buenos Aires, 1993, 222 pp.
    Este libro presenta un rápido recorrido del proceso evolutivo del universo, de la Tierra, de la emergencia de los seres vivos y de la humanidad. Este devenir permite observar cómo la realidad física, biológica y humana se recrea constantemente a partir de procesos de organización y desorganización.

 

  • Morin, Edgar. La vía. Para el futuro de la humanidad. Paidós: Barcelona, 2011, 298 pp.
    “No es sólo nuestra ignorancia, también es nuestro conocimiento lo que nos ciega”, dice Edgar Morin antes de iniciar la nominación de problemas latentes en nuestro tiempo. En esta ola técnico–científico–económica y de civilización que lleva a nuestro planeta al desastre, lo que está en juego es la misma humanidad y el conjunto de la vida, dice Edgar Morin en esta obra.

 

  • Edgar, Morin. Enseñar a vivir: manifiesto para cambiar la educación. Nueva Visión: Buenos Aires, 2014, 140 pp.
    Dice Edgar Morin que la crisis que vivimos también es de conocimiento. En este libro, rescata la noción de la educación como un “enseñar a vivir”, idea proveniente de Rousseau. No busca otorgar la solución inmediata a la crisis mencionada sino dar “medios para luchas contra la ilusión, el error y la parcialidad” de los conocimientos.

 

  • Hessel, Stéphane y Morin, Edgar. El camino de la esperanza: una llamada a la movilización cívica. Paidós: Barcelona, 2012, formato digital.
    “Es nuestro propósito denunciar el curso de una política ciega que nos conduce al desastre”, enuncia la obra escrita por Stéphane Hessel y Edgar Morin. A su vez, este libro es un intento por enunciar una vía política para la salvación de lo público, basada en la toma de conciencia de que compartimos un mismo destino en esta comunidad planetaria y en la necesidad de estar impulsando una política del buen vivir.

 

Páginas web

  • Comunidad de pensamiento complejo
    http://www.pensamientocomplejo.com.ar/
    Portal de la Comunidad de Pensamiento Complejo, la cual está conformada por una red de personas e instituciones dedicadas a la promoción del pensamiento complejo en diversos ámbitos científicos, educativos y sociales.

 

  • Multiversidad Mundo real. Edgar Morin.
    http://www.multiversidadreal.edu.mx/
    Esta institución ofrece un portal en línea donde pueden encontrarse, sin costo, libros de Edgar Morin.

 

Video

  • La complejidad hoy
    https://www.youtube.com/watch?v=fSDi8YFX3Cw
    Conferencia impartida por Edgar Morin con motivo del xx Aniversario del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM (CEIICH), el 13 de enero de 2016.

 

Jorge Flores Uribe / Estudiante de Filosofía y Ciencias Sociales del ITESO