La Pizca. Elecciones históricas

Sí, históricas. Hace mucho tiempo que no se registraba un triunfo electoral para la presidencia de la república con 53% de los votos, poco más de 30 millones. Un triunfo que alienta la esperanza de un verdadero cambio, luego de 30 años de capitalismo salvaje y depredador, destructor de comunidades indígenas, generador de desempleo y mayor pobreza. Histórico también porque tendrá mayorías legislativas en la Cámara de Diputados, en la de Senadores y en 19 estados de la república, favorable a cambios constitucionales relevantes.

Los partidos que firmaron el Pacto por México quedaron al filo de su desaparición. PRI, PAN y PRD están en procesos de reconstrucción luego de su estrepitosa derrota. El desafío para Morena es su construcción como partido político, en medio de una militancia variopinta, de políticos que militaron en los tres primeros.

Sigue vigente la iniciativa política del Concejo Indígena de Gobierno, impulsada por el Congreso Nacional Indígena y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Una propuesta anticapitalista, antipatriarcal y anticolonialista que, ya desde ahora, denuncia que los megaproyectos prometidos, como el Tren Maya o el Corredor Transístmico destruirán comunidades indígenas. De ahí el valor de su condena: “Podrán cambiar el capataz, los mayordomos y caporales, pero el finquero seguirá siendo el mismo”. Momentos para prepararnos para la desilusión o, por el contrario, organizarnos desde abajo y a la izquierda.

DAVID VELASCO YÁÑEZ, SJ

Ciencia a sorbos. Ciencia y elecciones

¿Será que la ciencia y la política, los científicos y los políticos, poco tienen que ver entre sí? Para nada, su vínculo en la actualidad es de lo más complejo, muchas de las actividades de unos dependen de los otros, y hablando particularmente de las elecciones, hoy en día el vínculo es cada vez más estrecho.

En las pasadas elecciones en México el tema de la ciencia estuvo muy presente, tanto la comunidad científica y académica como muchos ciudadanos exigieron a los candidatos comunicar sus plataformas políticas en materia de ciencia y tecnología, qué temas estarían dispuestos a impulsar, cuáles eran sus posturas con respecto a temas polémicos como los trasgénicos o la medicina genética o qué porcentaje del presupuesto destinarían a la ciencia y la tecnología. Pero, como en un iceberg, esto es solo la ínfima parte de lo que ciencia tiene que ver con las elecciones.

Pongamos ejemplos de algunas disciplinas: hablando de geografía, vale decir que el INE tiene un sistema de información geográfica electoral; en economía, caben preguntas como cuánto cuestan unas elecciones, cómo se ve afectada la economía por un proceso electoral o qué tan viables son las propuestas de los partidos; desde la sociología se puede preguntar cuál es el papel que la política tiene en la sociedad actual, qué significa para los ciudadanos votar, qué prototipos aspiracionales están mejor posicionados entre los diferentes grupos sociales; en antropología, cuál es la cultura política de los diferentes grupos que conformamos el país, cómo son sus diversas instituciones de gobierno, o cómo se aceptan, o no, las cifras electorales en la actualidad; también podemos cuestionarnos sobre ecología preguntándonos sobre la basura que se genera en unas elecciones y su manejo.

En el Café Scientifique ITESO hemos abordado las elecciones desde al menos dos disciplinas, las neurociencias y la estadística, y en ambas convergen preguntas de gran vigencia: ¿se puede modificar una opinión, un sentimiento o una emoción con una campaña? ¿Cómo funcionan los caminos que la estadística ha encontrado para evaluar lo que parecía imposible, una opinión y su intensidad? Cuántas más preguntas y respuestas se han elaborado desde la ciencia en materia electoral, sin duda lo que queda por debajo del mar de este iceberg es inmenso.

Para seguir conversando sobre esto escucha el audio completo de las sesiones del Café Scientifique ITESO en www.cultura.iteso.mx/café_scientifique.

 

MAYA VIESCA / Académica del Centro de Promoción Cultural y Coordinadora del Café Scientifique del ITESO

Jóvenes y elecciones en México: El futuro es hoy

Antes de las elecciones del 1 de julio realicé entre mis estudiantes una simulación del voto; independientemente de los resultados obtenidos en cinco ejercicios (tres en el ITESO y dos en la Universidad de Guadalajara), lo que imperó en ellos fue incertidumbre y descontento.

Incertidumbre porque no tenían idea de por quién votar. Algunos veían a Ricardo Anaya como una buena opción, aunque aseguraban que existía en su discurso cierto determinismo tecnológico que les daba desconfianza. Otros creían que José Antonio Meade era el candidato mejor preparado; sin embargo, tenía un lastre terrible: era el candidato del PRI. Los menos comentaban que Andrés Manuel López Obrador era quien tenía más posibilidades de ganar pero les daba miedo lo que se decía de él.

Este sentir se manifestaba en los resultados de la votación obtenidos en cada clase, pero aún más en la discusión grupal sobre éstos, ya que como jóvenes no podrían creer que algunos de sus compañeros habían votado por el PRI o que otros de verdad creyesen en Anaya o en López Obrador. Esta polarización de ideas y sentimientos dejaba entrever que pese a reconocer su papel central en el proceso electoral (los jóvenes representaron 30% del padrón electoral) no se sentían realmente identificados con quienes aspiraban a la Presidencia de México o con los otros candidatos que igualmente serían votados.

Esa desconexión no residía en su falta de interés por la política, ya que si algo he aprendido de mis alumnos en clase es que éstos despliegan su capacidad de agencia política y ciudadana en diversos espacios y a través de múltiples proyectos que se instauran más allá del mainstream político, y lo hacen así porque desde que se han decidido a ocupar el espacio público y el espacio público mediático identificaron que “el sistema político mexicano” los alude pero no los interpela; es decir, los nombra pero no dialoga con ellos.

Este descontento, desde luego, que se ha ido incrementando con los escándalos de corrupción política; la violencia exacerbada que los tiene como principales víctimas de la mayoría de los delitos de alto impacto; la precariedad laboral que padecen día con día y el achicamiento del horizonte de vida donde se les nombra como “el futuro del país” pero, a la vez, es el propio Estado el que les imposibilita el desarrollo de su presente.

Por tanto, pedirles que fueran ellos quienes decidieran las elecciones presidenciales constituyó una carga muy fuerte para los jóvenes mexicanos cuando en realidad era tan poco lo que los políticos y los partidos les ofrecieron en las campañas.

La mayoría de mis alumnos, tras reflexionar sobre los resultados obtenidos en su salón se cuestionaron: ¿Cuál es el peso de su voto más allá del valor porcentual que éste tiene en el padrón electoral? ¿Por qué deberían de votar por aquellos que no los veían más que como sufragios, pero no como ciudadanos?

En el trabajo titulado “Los votantes invisibles. Once perfiles de jóvenes de cara a las elecciones 2018” (http://www.zonadocs.com/1062554/), realizado por estudiantes de la clase de Periodismo de Investigación de la Licenciatura en Periodismo y Comunicación Pública del ITESO, se responde una parte de las anteriores interrogantes, porque jóvenes con múltiples visiones y escenarios de vida —tal y como pasó con mis alumnos— hacen explícita su visión de la política pero también su posicionamiento político, ya que no son —ni serán— personas desinteresadas o apáticas, como las retratan en el mainstream político–mediático, sino ciudadanos conscientes de que las cosas deben cambiar.

En las pasadas elecciones, conforme al Instituto Nacional Electoral, los jóvenes representaron uno de los porcentajes más altos entre quienes sufragaron el 1 de julio. La mayor parte de sus votos se los dieron a Andrés Manuel López Obrador —algo que jamás pasó en las simulaciones—. El reto de éste será interpelar a los jóvenes, pero no mediante la promesa de futuro sino a través del presente que representan y sobre el cual llevan años incidiendo con y a pesar de la política y sus políticos.

DARWIN FRANCO MIGUES / Periodista

Otras formas de hacer política: los independientes. El caso Jalisco

La oportunidad de construir tras la derrota

En Jalisco, el 1 de julio de 2018, de los 62 candidatos independientes que compitieron, solamente dos ganaron la elección. El primer caso es el de Daniel Carrión Calvario, de 25 años, quien se convertirá en presidente municipal de Sayula el 1 de octubre. El segundo es el de Luis René Ruelas Ortega, de 29 años, quien será el primer alcalde de Villa Corona que llega por la vía independiente.

Lo anterior confirmaría el fracaso de los candidatos independientes. No obstante, en política se puede ganar aun cuando se haya perdido una elección.

En el caso de los candidatos derrotados de la plataforma “Vamos a reemplazarles” de Wikipolítica Jalisco, los resultados en algunas elecciones demuestran el músculo en crecimiento de esta agrupación. Sus candidatos al Senado, Pedro Kumamoto y Juanita Delgado, consiguieron 598 mil 424 votos; los candidatos de Morena, María Antonia Cárdenas y Antonio Pérez, 552 mil 601 sufragios; mientras que Movimiento Ciudadano, con Clemente Castañeda y Verónica Delgadillo como candidatos, 507 mil 474 votos. Fue gracias a las coaliciones como los últimos dos competidores lograron el segundo (con 657 mil 904 votos) y primer lugar (904 mil 137 votos) en esa elección, en la que la fórmula Kumamoto–Delgado, sin el amparo de los partidos obtuvieron más sufragios a su favor que cualquier otra fuerza política aislada.

¿Qué es lo que los candidatos independientes hicieron para conseguir tan cuantiosas votaciones sin el aparato partidista que incluye presupuesto y estructuras? Caminaron hombro con hombro con los ciudadanos en los espacios públicos día tras día en campaña; se nutrieron del hartazgo hacia los partidos políticos que un sector de los electores siente tras las múltiples decepciones; tejieron una red con la esperanza de cambio; no se dejaron seducir con el canto de la guerra sucia; manifestaron su creatividad para comunicar en redes sociales y demostraron que se puede hacer campaña sin derrochar dinero público.

¿Lo anterior fue suficiente? Es evidente que no, pero los diversos perfiles que compitieron (activistas, académicos, ex militantes de partidos políticos, líderes regionales, comunicadores, por mencionar algunos) deberán encontrar los elementos de la fórmula ganadora en las diferentes elecciones, así como la medición de factores que no consideraban en su estrategia. En su mayoría, no se hicieron del poder institucional pero sí lograron mucho, en algunos casos, lo impensable.

JULIO GONZÁLEZ / Periodista y profesor del ITESO