Jóvenes y elecciones en México: El futuro es hoy

Antes de las elecciones del 1 de julio realicé entre mis estudiantes una simulación del voto; independientemente de los resultados obtenidos en cinco ejercicios (tres en el ITESO y dos en la Universidad de Guadalajara), lo que imperó en ellos fue incertidumbre y descontento.

Incertidumbre porque no tenían idea de por quién votar. Algunos veían a Ricardo Anaya como una buena opción, aunque aseguraban que existía en su discurso cierto determinismo tecnológico que les daba desconfianza. Otros creían que José Antonio Meade era el candidato mejor preparado; sin embargo, tenía un lastre terrible: era el candidato del PRI. Los menos comentaban que Andrés Manuel López Obrador era quien tenía más posibilidades de ganar pero les daba miedo lo que se decía de él.

Este sentir se manifestaba en los resultados de la votación obtenidos en cada clase, pero aún más en la discusión grupal sobre éstos, ya que como jóvenes no podrían creer que algunos de sus compañeros habían votado por el PRI o que otros de verdad creyesen en Anaya o en López Obrador. Esta polarización de ideas y sentimientos dejaba entrever que pese a reconocer su papel central en el proceso electoral (los jóvenes representaron 30% del padrón electoral) no se sentían realmente identificados con quienes aspiraban a la Presidencia de México o con los otros candidatos que igualmente serían votados.

Esa desconexión no residía en su falta de interés por la política, ya que si algo he aprendido de mis alumnos en clase es que éstos despliegan su capacidad de agencia política y ciudadana en diversos espacios y a través de múltiples proyectos que se instauran más allá del mainstream político, y lo hacen así porque desde que se han decidido a ocupar el espacio público y el espacio público mediático identificaron que “el sistema político mexicano” los alude pero no los interpela; es decir, los nombra pero no dialoga con ellos.

Este descontento, desde luego, que se ha ido incrementando con los escándalos de corrupción política; la violencia exacerbada que los tiene como principales víctimas de la mayoría de los delitos de alto impacto; la precariedad laboral que padecen día con día y el achicamiento del horizonte de vida donde se les nombra como “el futuro del país” pero, a la vez, es el propio Estado el que les imposibilita el desarrollo de su presente.

Por tanto, pedirles que fueran ellos quienes decidieran las elecciones presidenciales constituyó una carga muy fuerte para los jóvenes mexicanos cuando en realidad era tan poco lo que los políticos y los partidos les ofrecieron en las campañas.

La mayoría de mis alumnos, tras reflexionar sobre los resultados obtenidos en su salón se cuestionaron: ¿Cuál es el peso de su voto más allá del valor porcentual que éste tiene en el padrón electoral? ¿Por qué deberían de votar por aquellos que no los veían más que como sufragios, pero no como ciudadanos?

En el trabajo titulado “Los votantes invisibles. Once perfiles de jóvenes de cara a las elecciones 2018” (http://www.zonadocs.com/1062554/), realizado por estudiantes de la clase de Periodismo de Investigación de la Licenciatura en Periodismo y Comunicación Pública del ITESO, se responde una parte de las anteriores interrogantes, porque jóvenes con múltiples visiones y escenarios de vida —tal y como pasó con mis alumnos— hacen explícita su visión de la política pero también su posicionamiento político, ya que no son —ni serán— personas desinteresadas o apáticas, como las retratan en el mainstream político–mediático, sino ciudadanos conscientes de que las cosas deben cambiar.

En las pasadas elecciones, conforme al Instituto Nacional Electoral, los jóvenes representaron uno de los porcentajes más altos entre quienes sufragaron el 1 de julio. La mayor parte de sus votos se los dieron a Andrés Manuel López Obrador —algo que jamás pasó en las simulaciones—. El reto de éste será interpelar a los jóvenes, pero no mediante la promesa de futuro sino a través del presente que representan y sobre el cual llevan años incidiendo con y a pesar de la política y sus políticos.

DARWIN FRANCO MIGUES / Periodista