Ciencia a sorbos. Mitos y sorpresas en el aprendizaje y desarrollo de los niños mexicanos

Un niño ve a un instructor cómo hacer una pajarita de papel, le hace numerosas preguntas sobre cómo realizarla, cuál será el resultado y le pide intentarlo; en otro equipo, otro niño observa en silencio a otro instructor que explica la misma actividad, su atenta mirada no pierde detalle de lo que se le muestra. La pregunta es: ¿cuál de los dos está participando más activamente?

Este ejercicio formó parte de una investigación de Rebeca Mejía, doctora en Psicología del Desarrollo, en la que entre otras cosas buscaban saber más acerca de la manera en que las interacciones culturales influyen en el aprendizaje de los niños.

Para esto, diseñaron experimentos enfocados en comparar los modos de interacción, participación y comunicación de niños mexicanos migrantes de primera generación en Estados Unidos con niños anglosajones. Uno de ellos consistía en conformar numerosos grupos de tres, integrados en exclusiva de niños de uno u otro origen y hacer rigurosas observaciones de su comportamiento. Luego repitieron el experimento en Guadalajara, Jalisco, con niños de clase media alta y niños de la periferia, provenientes sobre todo de orígenes rurales.

Entre sus hallazgos encontraron que, aunque ambos grupos estaban muy motivados, había diferencias importantes. Mientras los niños anglosajones y urbanos escolarizados tenían una participación muy intensa verbalmente, los niños migrantes de segunda generación o provenientes de zonas rurales, muchos de herencia indígena, atendían la instrucción en silencio. Entre las conclusiones que obtuvieron es que este segundo grupo tenía “una capacidad de atender simultáneamente la demostración, lo que están haciendo los otros niños, y de estar al pendiente de si necesitaban ayuda […] de acomedirse”, explica Mejía, quien entre otras cosas adjudica esta capacidad a las responsabilidades que desde temprana edad tienen estos niños sobre labores de la casa y el cuidado de los otros.

Estas observaciones fueron realizadas a la luz de las aportaciones del teórico de la educación Lev Vygotsky y su teoría de la construcción sociocultural del aprendizaje, que parte de que las habilidades del pensamiento se desarrollan debido a la interacción. “Si hay diferentes formas de interacción y prácticas culturales en las comunidades, entonces va a haber también diferencias en las capacidades y en el desarrollo del pensamiento”, dice la doctora.

El cuestionamiento del papel exclusivo de la escuela en el desarrollo de las habilidades superiores de pensamiento a las que se refiere Vygotsky y la importancia de la vida comunitaria y las interacciones culturales que subyacen a este experimento fueron temas de la charla de Rebeca Mejía en el Café Scientifique ITESO, y puede escucharse íntegramente en: cultura.iteso.mx/cafe_scientifique

 

Maya Viesca Lobatón / Académica del Centro de Promoción Cultural y coordinadora del Café Scientifique del ITESO

La Pizca. ¿Por qué la Compañía de Jesús trabaja el tema de derechos de infancia?

Ignacio de Loyola y sus primeros compañeros comprendieron la importancia de llegar a las personas situadas en las fronteras y en el centro de la sociedad al enviar y ser enviados más allá de límites geográficos, económicos y sociales. Los ministerios pastorales, educativos, sociales y espirituales van buscando el modo de llevar adelante la misión en medio de los innumerables desafíos que las circunstancias del mundo presentan.

El contexto actual es reflejo de un mundo que no permite vivir con dignidad y requiere otro orden social y otras estructuras. ¿Dónde quedan las niñas, los niños y los adolescentes en medio de estas estructuras? La pobreza afecta en mayor medida a las niñas, los niños y los adolescentes que a los adultos y requieren de la comunidad para desarrollar plenamente sus capacidades.

Ante esta realidad, la Compañía de Jesús habrá de ser puente y buena noticia para ellos, atendiendo la complejidad de su situación y promoviendo la equidad de oportunidades, con un enfoque de derecho en las obras que atienden niños, desde los colegios, parroquias y centros sociales. Es preciso poner al servicio las herramientas, los medios y miles de colaboradores que, movidos por el Espíritu, podrían contribuir a la misión de ser signo vivo en favor de quienes se encuentran en las fronteras humanas.

La misión de la Compañía exige un modo de estar “con los más pequeños”, con el magis (el máximo). Así como el mismo Jesús lo estuvo, “poniéndolos al centro” y dignificando en cada signo.

 

Aristeo López Larios, SJ / Director de la Ciudad de los Niños, AC, magíster en intervención y mediación con menores en situación de desprotección o conflicto social

Las OSC y los derechos de la infancia en Jalisco

Niña, niño y adolescente son términos que se utilizan para representar a las personas que están viviendo las primeras etapas de la vida, a la que llamamos infancia. Curiosamente, esta palabra proviene del latín infans, que significa “el que no habla”, por lo que “infantia” se refiere a la incapacidad de hablar, aunque esta invalidez no alude a una condición física sino social.

Históricamente, durante la infancia las personas han sido consideradas objetos de “compasión–represión”,[1] concebidos como seres humanos dependientes e inconclusos. Desde esta perspectiva, los tratos hacia ellos pueden recrudecerse si se actúa con visiones autoritarias centradas en la supremacía de los adultos. Por ello, se ha justificado su confinamiento a espacios como familias, escuelas, guarderías, orfanatos y cárceles.[2] Esto sin olvidar que muchos otras niñas, niños y adolescentes además sortean peores destinos, como abusos, maltratos, abandonos, delitos y violencia.

Estos tratos e imágenes sociales se contraponen con el Enfoque de Derechos plasmado claramente en la Convención de los Derechos del Niño (1989),[3] el primer instrumento que incorporó sus derechos civiles, culturales, económicos, políticos y sociales, y a través del cual todos los países del mundo (excepto Estados Unidos) firmaron y reconocieron dos puntos importantes: las niñas, los niños y los adolescentes son sujetos de derechos, y los estados están obligados a proporcionar los recursos necesarios para que los padres de familia cumplan con la responsabilidad de que sus hijas e hijos ejerzan todos sus derechos.

Sin embargo, no todos los padres de familia ni el estado han cumplido con estas responsabilidades, marcadas también en el artículo 4 de nuestra Constitución, en la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (2014) y en la Ley de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del estado de Jalisco (2016). Pese a contar con este marco jurídico, la infancia y la adolescencia siguen padeciendo condiciones de vulnerabilidad, exclusión y pobreza. En el informe La infancia cuenta en México 2017, de la Red por los Derechos de la Infancia en México,[4] se reportó que la población total de Jalisco era de 8’110,943 personas, de las cuales 2’642,824 tenían entre 0 y 17 años de edad, y la mitad de ellas se concentra en el área metropolitana de Guadalajara.

También se señaló que un año antes 35.6% de niñas, niños y adolescentes vivía en situación de pobreza moderada y 1.9%, en pobreza extrema. En 2015 se registró que 16.8% carecía de seguridad social y 9.1% no tuvo agua en sus hogares. En ese año la tasa de ocupación laboral para quienes tenían entre 5 y 17 años de edad fue de 11.6, más de la mitad no recibieron ingresos o fue menor a un salario mínimo. La tasa de maternidad de adolescentes entre 15 y 17 años fue de 45.2, y de 1.1 entre los de 10 a 14 años. La tasa de homicidios en la población de 0 a 17 años de edad fue de 2.2, lo que representó 57 personas asesinadas en 2015. En educación, los grupos más desfavorecidos fueron los de 3 a 5 años de edad, pues 37.4% no asistía a la escuela preescolar y 29.8% de los de 15 a 17 años edad no acudió a la preparatoria.

Frente a esta realidad, las organizaciones de la sociedad civil (OSC) de Jalisco han venido asumiendo y compartiendo la responsabilidad de los padres de familia y del estado. Pero son pocos los diagnósticos que se han realizado sobre la situación de las OSC en general, y nulos en específico para los que se dedican a la infancia. El Instituto Jalisciense de Asistencia Social (IJAS) reporta 1,064 OSC y poco más de 10% señalan los servicios que proporcionan a niñas, niños y adolescentes, pero las cifras no coinciden con las de otras fuentes. En 2005, el ITESO, el IJAS y la Secretaría de Desarrollo Humano de Jalisco presentaron el Diagnóstico de las organizaciones civiles y en 2012 Corporativa de Fundaciones publicó otro.[5] Aunque no se hicieron análisis particulares por población atendida, los retos para las OSC son: promover el fortalecimiento institucional, profesionalizar la planeación estratégica y operativa, lograr eficiencia en los canales y procesos de comunicación con los gobiernos estatales y municipales, impulsar redes de apoyo entre OSC, incidir en las políticas públicas, mejorar los apoyos económicos y promover la participación protagónica de niñas, niños y adolescentes en todos los asuntos públicos que les incumben.

Claudia Guadalupe Arufe Flores / Especialista en estudios sociales de la infancia y adolescencia

 

[1] García, E. (1990). Infancia, adolescencia y control social en América Latina. Argentina, Colombia, Costa Rica, Uruguay, Venezuela: primer informe. San José de Costa Rica, 21 a 25 de agosto de 1989, Proyecto de Investigación Desarrollo de los Tribunales de Menores en Latinoamérica: tendencias y perspectivas. Buenos Aires: Ediciones Depalma.

[2] Herrera, L. (coord.) (2007). Estudios sociales sobre la infancia en México. Puebla: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

[3] Disponible en http://www.ohchr.org/SP/ProfessionalInterest/Pages/CRC.aspx

[4] Red por los Derechos de la Infancia en México (2017). La infancia cuenta en México 2017. Ciudad de México: Red por los Derechos de la Infancia en México. Disponible en: https://www.infanciacuenta.org/

[5] ITESO (2005). Diagnóstico de las organizaciones de la sociedad civil en el estado de Jalisco. Guadalajara: ITESO / IJAS / Secretaría de Desarrollo Humano; Aguirre, J. et al. (2012). Organizaciones de la sociedad civil en la zona metropolitana de Guadalajara: capacidades, necesidades y entorno. Guadalajara: Corporativa de Fundaciones.

Infancia en situación de albergue y su derecho a la felicidad

Según datos de la Procuraduría de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, existen 92 centros de asistencia social en Jalisco que albergan a un total de 5,087 menores de edad,[1] y las principales causas por las que llegan ahí son el abandono, la violencia y la pobreza, que derivan en un ingreso voluntario. Pero, ¿qué genera este cúmulo de vivencias en los niños, las niñas y los adolescentes?

Recuerdo aún con claridad la tarde en que Perla, una niña de escasos 10 años de edad, albergada junto con su hermano en una casa hogar de las que visitamos en aquel lejano 2008, temerosa en sus movimientos, con la mirada triste y cabizbaja se acercaba a mí para decirme: “Mi papá nos pegaba mucho”. A mis colegas mujeres las abrazaba y preguntaba: “¿Quieres ser mi mamá?” Es de verdad impactante escuchar este tipo de testimonios y más cuando la cifra de las historias por conocer tienes que multiplicarla por miles. Lamentablemente, en todas ellas existe un factor común: la vulnerabilidad y el nulo ejercicio de derechos de los niños, las niñas y los adolescentes.

Resulta complicado disociar términos como felicidad e infancia, pues en el imaginario colectivo casi siempre se da por hecho que son sinónimos: infancia igual a felicidad. Por ello, partiendo de los datos iniciales y la premisa de que todos merecen la oportunidad de tener sueños, jugar, divertirse, aprender y finalmente ser felices, nace Unión por los Niños,[2] con la firme convicción de facilitar procesos educativos en las casas hogar que potencien las capacidades y habilidades personales, creativas y de vivencia de valores que incrementen la felicidad de los niños, las niñas y los adolescentes. Asimismo, se busca acercar las metodologías de la psicología positiva[3] que les permita encontrar significado y propósito a partir de sus historias de vida, así como no solo superarlas sino fortalecerse de ellas, es decir, salir de ahí hechos mejores personas.

En Harvard, en una de sus clases más populares, Tal Ben–Shahar trataba el tema de la felicidad, que en palabras del psicólogo William James es la preocupación más importante de la vida. Cuánto más sentido cobra en estos casos en los que se ve vulnerada la dignidad de las personas. Sin duda es grande el reto y la deuda que tenemos como sociedad con los niños, las niñas y los adolescentes en la restitución de sus derechos, pero tenemos que explorar otros horizontes, recorrer nuevos caminos hacia la consolidación de una cultura de derechos humanos que garantice su pleno ejercicio, reconociendo a los niños, las niñas y los adolescentes como sujetos de derecho y garantizando en todo momento el acceso a su derecho a la felicidad, desarrollando en ellos y ellas las competencias que les permitan ser miembros que contribuyen positivamente en el desarrollo de su comunidad, dándole vida a la cita de Tal Ben–Shahar: “La felicidad es el significado y el propósito de la vida, todo el objetivo y el fin de la existencia humana”.

 

Jorge Ávila / Fundador de “Unión por los niños”

[1] Arenas, V. (2018). “Por ingreso voluntario, mayoría de niños en albergues”. El Informador, Guadalajara, 28 de enero. Disponible en: https://www.informador.mx/jalisco/Por-ingresovoluntario-mayoria-de-ninos-en-albergues-20180129-0089.html, consultado el 29 de enero de 2018.

[2] Véase http://unionporlosninos.org

[3] Instituto de Ciencias de la Felicidad–Universidad Tec Milenio. ¿De qué trata la psicología positiva? Conoce más en: http://cienciasdelafelicidad.mx/acerca-de/psicologia-positiva