Reflexión de la Encíclica Laudato si’
y la naturaleza en la ciudad
Salvador Ramírez Peña SJ / académico del Departamento de Filosofía y Humanidades del ITESO
Ignacio de Loyola inicia sus Ejercicios Espirituales recordando al ejercitante que el principio y fundamento del ser humano es salvarse, realizarse plenamente, accionando los verbos vitales que le conectan con lo esencial de su vida: alabando, haciendo reverencia y sirviendo. Por eso continúa diciendo, todo lo demás creado le puede ayudar o impedir para lograr un proceso de humanización, lo cual depende del modo de relacionarse con lo dado por la Naturaleza.
Su propuesta es hacernos indiferentes ante todas las cosas, para solamente, desear y elegir aquello que nos ponga en sintonía de nuestra salvación, de nuestra plena realización.
Esta propuesta ignaciana es una invitación para recuperar la serena armonía con la creación, armonía que se encuentra latente en la Carta En- cíclica Laudato si’ que el Papa Francisco propuso a la Iglesia en la Solemnidad de Pentecostés del 2015. Sin embargo, lograr esta serena armonía con la Naturaleza en medio del torbellino caótico que se experimenta en el modo nuestro de vivir la ciudad es todo un desafío.
Nuestros criterios fundamentales para vivir la ciudad se han basado en la acumulación y el consumo. Tenemos ímpetu de poseer, sumar y multiplicar todas nuestras supuestas riquezas: dinero, objetos, relaciones, saberes, influencias, personas, títulos, logros. Deseamos tenerlo todo, quererlo todo, poderlo todo, saberlo todo…y lo agotamos todo.
Este más en realidad es menos, porque la constante posesión, acumulación y consumo de posibilidades se traduce en un vacío de realizaciones.
Laudato si’ nos recuerda que “menos es más”. Nos invita a detenernos en cada realidad, por pequeña que sea, para crecer en sobriedad, que se traduce en plena realización. Esta encíclica es una exhortación por recuperar la simplicidad del desinterés, a tomar contacto con la Naturaleza para acogerla, cuidarla y gozarla sin perder nuestra capacidad de admiración que nos conduce a vivirnos agradecidos: alabando y no compitiendo, haciendo reverencia y no excluyendo, sirviendo y no consumiendo.