México es un país con un alto capital natural y cultural, aunque en las últimas décadas su alta biodiversidad se ha visto afectada por actividades de alto impacto como la ganadería, la agricultura, la urbanización y la minería. Esto ha generado consecuencias negativas en la provisión de los servicios de los ecosistemas de los cuales depende la calidad de vida humana, como el aumento en los efectos negativos de fenómenos naturales como los huracanes, el incremento en la presencia de enfermedades exóticas como el zika y dengue, la contaminación de agua y la pérdida de cosechas agrícolas, entre otras. Una medida para revertir esta situación es la restauración ecológica que promueve la recuperación de los ecosistemas y paisajes. Para poner en marcha la restauración es indispensable que interactúen diversos actores sociales, los cuales pueden organizarse en redes.