Clavigero Núm. 18

Hacia la restauración de nuestro medio ambiente

Periodo: noviembre 2020 – enero 2021

Desde el Centro Interdisciplinario para la Formación y Vinculación Social (Cifovis) se ha hecho un esfuerzo por llamar la atención sobre la degradación y destrucción de nuestros ecosistemas y resaltar la necesidad de conservación y restauración ecológica de estos para la mitigación del cambio climático global.

La finalidad de este número es presentar los pilares actuales de la restauración ecológica desde diferentes perspectivas, así como algunos de los esfuerzos de restauración de los ecosistemas y resiliencia humana que tienen lugar en México.

Marinés de la Peña Domene y Natalia Mesa Sierra
Coordinadoras del número.

Publicado: 2021-31-01

 

Contenido

Editorial
¿Dónde restaurar los ecosistemas y conservar la biodiversidad de México?
Wolke Tobón Niedfeldt, Óscar Godínez Gómez, Tania Urquiza–Haas, Rubén Ortega–Álvarez y Patricia Koleff Osorio
REPARA: Historia y futuro de la Red Mexicana para la Restauración Ambiental
Fabiola López Barrera, Pilar Angélica Gómez–Ruiz, Moisés Méndez Toribio
Sociedades que restauran: experiencias de grupos organizados de la sociedad civil
Valentina Carrasco Carballido
Infografía Experiencias mexicanas en la restauración de los ecosistema
Cristina Martínez Garza, Eliane Ceccon
Diseño: Brenda Solís
Restauración de los ecosistemas costeros mexicanos
Patricia Moreno–Casasola
Bosque Escuela: nuestro laboratorio vivo en el Bosque La Primavera
Hugo de Alba, Marinés de la Peña
Ciencia a sorbos. Hay que apropiarnos del bosque como de la piazza
Maya Viesca Lobatón
La Pisca. Somos naturaleza
José Rosario Marroquín Farrera, S.J.
La participación comunitaria en la restauración ecológica: el reto de integrar diversos actores
Pilar Angélica Gómez–Ruiz, Consuelo Bonfil
Aprender juntos acerca de la reforestación en zonas tropicales
Robin L. Chazdon

Aprender juntos acerca de la reforestación en zonas tropicales

Mientras los bosques tropicales siguen transformándose en campos de cultivo y de pastoreo, en plantaciones comerciales y cerros desnudos, algunas personas se han dado a la tarea de ver qué pasa después de la deforestación, cuando los bosques se restablecen de muchas maneras y por distintas razones. En 2013, con el apoyo de la Fundación Nacional para la Ciencia de los Estados Unidos, se creó la Red de las Personas y la Restauración en los Trópicos para la Educación, Investigación y Síntesis (partners, por sus siglas en inglés).

En un total de 12 talleres 186 participantes trabajaron juntos para llenar lagunas en nuestro conocimiento de los factores y las consecuencias de índole social y ecológica de la reforestación en zonas tropicales. Han surgido proyectos colaborativos, atravesando fronteras entre países y disciplinas y tendiendo puentes entre la ciencia, las políticas públicas y la práctica de la reforestación.

En 2019 desarrollamos un sitio web para difundir ocho mensajes clave: 1) La reforestación tropical debe complementar y potenciar los intereses de la comunidad local: ganarse el sustento, cubrir sus necesidades y vivir su cultura; 2) La toma de decisiones en el plano local es indispensable para una reforestación tropical eficaz y duradera; 3) Cuando se plantan árboles hace falta prestar atención al contexto local y a las fuentes de las semillas con la finalidad de lograr resultados ecológicos y sociales eficaces; 4) La regeneración natural es un enfoque eficaz en términos de costos para recuperar la biodiversidad, los servicios ecosistémicos y los valores bioculturales; 5) Están surgiendo bosques nuevos en contextos socio–ecológicos diversos, con consecuencias importantes para las comunidades humanas, la biodiversidad y los servicios ecosistémicos; 6) Las interacciones entre la reforestación tropical y el cambio climático abarcan múltiples dimensiones socio–ecológicas; 7) La reforestación tropical eficaz y duradera requiere de una visión holística y de innovaciones que incorporen sistemas sociales y ecológicos, y 8) Hacen falta principios orientadores para evitar las consecuencias negativas y para alcanzar la escala y el potencial de la restauración de bosques y paisajes.

Aparte de estos mensajes, aprendimos que la deforestación no es el punto final sino un comienzo. Para emprender una reforestación provechosa y duradera hay que promover una visión holística que tome en cuenta a múltiples grupos de personas y sus relaciones con la naturaleza, con la tierra, y entre sí. 

La participación comunitaria en la restauración ecológica: el reto de integrar diversos actores

La restauración ecológica es una disciplina científica que en México ha sido promovida principalmente por la academia y las instituciones de gobierno. Gran parte de la investigación que se ha realizado a la fecha es en el plano experimental y en escalas pequeñas, por lo que no siempre se han involucrado todos los sectores requeridos para lograr procesos de restauración exitosos y duraderos.

Sin embargo, como parte del auge de la restauración en los últimos años —recordemos que la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró la Década de la Restauración de los Ecosistemas (2021–2030)—,[1] se ha hecho evidente la necesidad de construir procesos colectivos, en los que participen diversos actores, especialmente las comunidades locales. Esto es fundamental para que la restauración funcione, porque las comunidades son tanto propietarias de las tierras como los principales usuarios de los ecosistemas, y por tanto los beneficiarios directos de sus bienes y servicios.

Para poder instrumentar programas de restauración a una escala de paisaje es necesario lograr acuerdos entre las instituciones del gobierno, la iniciativa privada y los dueños de las tierras, que en el contexto mexicano en muchos casos forman parte de ejidos y comunidades.

Esto implica fortalecer la gobernanza, que es una función social por la cual un grupo de personas (que se denominan actores, de acuerdo con sus intereses) interactúan para tomar decisiones y lograr acuerdos en la búsqueda de ciertos resultados, en este caso la restauración del territorio.[2] Para desarrollar estos procesos los acuerdos deben lograrse en distintos grados de organización e integrar las necesidades y objetivos de todos los actores involucrados, además de ser construidos de forma colectiva y con base en una comunicación horizontal. En especial debe promoverse la participación de grupos que históricamente han estado fuera de la toma de decisiones, como las mujeres y los jóvenes, quienes también pueden hacer aportes significativos con sus perspectivas y visión del uso, cuidado y recuperación de sus territorios.

Cuando las comunidades son vinculadas a estos procesos, desde la planeación y la definición de los objetivos por alcanzar, se favorece la gobernanza y el éxito de las acciones de restauración. También deben involucrarse en la puesta en marcha y en el monitoreo, con apoyo de la academia, las organizaciones no gubernamentales y las instituciones de gobierno. Por lo anterior, es necesario que se reconozca que la restauración ecológica, además de un quehacer científico, debe ser un proceso participativo. Esto permitirá empoderar a las comunidades y desarrollar el capital social, de forma que puedan aportar su conocimiento, además de generar sus propios procesos de manejo adaptativo y negociación con las autoridades y organismos financiadores. A largo plazo esto beneficiará no solamente la recuperación de los ecosistemas degradados, sino también las relaciones de las comunidades con su entorno, promoviendo un uso sustentable de sus recursos naturales.

[1] Declaratoria de Naciones Unidas https://cutt.ly/declaratoria

[2] Chazdon, R. L., Wilson, S. J., Brondizio, E., Guariguata,
M. R., y Herbohn, J. Key challenges for governing forest and landscape restoration across different contexts. Land Use Policy, 104854, 2020.

La Pisca. Somos naturaleza

Algunas formas de vida y algunas corrientes de pensamiento nos han llevado a considerar que las personas estamos separadas de la naturaleza. El modelo económico dominante, que privilegia la acumulación de capital y el interés individual, lleva al extremo esta separación de los seres humanos con respecto a la naturaleza, hasta el punto de considerar que podemos dominar la tierra, transformarla y aprovecharla para nuestros propios intereses. Los resultados no se han hecho esperar: junto a los beneficios han surgido cambios que ponen en riesgo la vida y el futuro del planeta.

A través del tiempo se han inventado diversas explicaciones para justificar la importancia y la superioridad de los seres humanos: el desarrollo del cerebro, el uso del lenguaje, la capacidad de asociación y de organización o la creación de la cultura. Estos relatos nos hacen olvidar que la especie humana no está separada del mundo en el que vive: tenemos una relación profunda con la materia de la cual estamos hechos y con los organismos vivientes a los que nos unen relaciones recíprocas. Afortunadamente la sabiduría de algunos pueblos nos recuerda que la naturaleza y el territorio que nos parecen ajenos, incluso muertos o baldíos, son el espacio de la vida, el lugar donde podemos encontrarnos y escucharnos.

Con la mirada puesta en los desastres ambientales y en las crecientes cantidades de materia y energía que derrochamos y que ponen en riesgo a las demás especies con las cuales compartimos el mundo, quizá estamos en un buen momento para dejar de pensar en categorías duales que oponen naturaleza a cultura, hombres a mujeres, cultos a incultos, buenos a malos. Y tal vez sea necesario dar paso a una actitud contemplativa que nos lleve a descubrir, en el silencio, la relación que nos hermana con todo cuanto existe y nos convierte en cuidadoras y cuidadores del mundo que habitamos. 

Ciencia a sorbos. Hay que apropiarnos del bosque como de la piazza

La piazza è mia, la piazza è mia”, gritaba aquel loco de la memorable película Cinema Paradiso[1] en su fallido intento por desalojar a todos los transeúntes de la plaza principal del pueblo. En una extraña asociación, me recuerda esta figura a algunos ecologistas, sujetos o colectivos, que parecen hacer actos de loco: querer despejar de la presencia y acción humana algunos espacios del mundo.

Cuando escuchamos la invasión de las tierras de los orangutanes en Indonesia a causa de la plantación de palmas para extraer aceite y su consiguiente masacre nos parece deleznable y pareciéramos dispuestos a seguir el boicot.[2] Un poco menos de prensa, y tal vez de nuestra atención, ha tenido la deforestación y problemática ecológica que sucede actualmente con el cultivo de aguacate en México.[3] Y es probable que pocos tengamos presente la realidad de la tala clandestina, la invasión de territorios forestales por la agricultura expansiva o el desarrollo inmobiliario en las inmediaciones del bosque que nos rodea.

Cuando se sabe que el bosque La Primavera ha perdido más superficie en los últimos 30 años que en los 140 de su existencia la pregunta que se sostiene es, ¿quién será en verdad el loco?[4] ¿Los que intentan frenar el desarrollo irreflexivo, desmedido y avasallador, o quienes reparan en ello?

Tal vez una posible respuesta esté anidada en otra pregunta, ¿de quién es la piazza? Respecto a La Primavera, la respuesta rápida es “de todos”, con más detalle habría que decir que de los dueños legales de las tierras. Otra posible respuesta pudiera ser: de los que conocemos el bosque.

El lenguaje nos permite aprehender el mundo, nombrar es un acto de apropiación. Y el conocimiento es una forma de nombrar con precisión. ¿Cuáles son los nombres de los bosques cercanos a nuestra ciudad? ¿Qué bosques de Jalisco podemos nombrar? ¿Cómo funcionan sus ecosistemas? ¿Cuáles son sus principales especies? ¿Cuáles de ellas se encuentran en peligro y por qué?

Con seguridad, en la medida en que podemos ir respondiendo a estas y otras preguntas nos pueda resultar más natural apropiarnos simbólicamente de estos espacios, y entonces, cuando la indolencia y el abuso los pongan en riesgo, volvernos todos los locos de la plaza.

Escucha alguna de las sesiones del Café Scientifique sobre bosques:
• Humanos, bosques y fuego, vulnerabilidad creciente:
https://cutt.ly/vulnerabilidad
• Medio ambiente y futuro, retratos de la interconexión:
https://cutt.ly/interconexion
• Especies exóticas invasoras:
https://cutt.ly/especies
• El pino mexicano, de la biología a la estética:
https://cutt.ly/pino-mexicano
• Los murciélagos y nuestra vida diaria:
https://cutt.ly/murcielagos
• Tarántulas de México, un esfuerzo de conservación y desmitificación:
https://cutt.ly/tarantulas
• Ecología del miedo: el papel del jaguar y el puma en la conservación:
https://cutt.ly/jaguar-y-puma
• Árboles y ciudad: entre la biología y el patrimonio:
https://cutt.ly/biologia-patrimonio

[1] Dirigida por Guiseppe Tornatore, 1988.

[2] Una conversación interesante al respecto se puede seguir en: https://cutt.ly/aceite-de-palma

[3] Consulta información en: https://cutt.ly/aguacate-mexicano

[4] Comentario del investigador de la Universidad de Guadalajara Arturo Curiel en prensa. https://cutt.ly/Arturo-Curiel

Bosque Escuela: nuestro laboratorio vivo en el Bosque La Primavera

Colindando con la vorágine urbana del área metropolitana de Guadalajara se encuentra el Bosque La Primavera, el relicto de bosque y zona de refugio de flora y fauna silvestre, el llamado pulmón de la ciudad. Callado y majestuoso siempre aguarda a que nos detengamos unos minutos para verlo, dimensionarlo y valorarlo. Para los habitantes de esta ciudad, el Bosque La Primavera significa la posibilidad de permanecer en este territorio. Somos muchos los que dependemos del bosque para subsistir en esta ciudad. Dependemos de la calidad del aire que filtra, del agua que ayuda a infiltrar en el subsuelo, de los animales que alberga, de los cuales algunos están encargados de funciones tan importantes como la polinización de flores, la dispersión de semillas y el control de plagas, tanto en el bosque como en cultivos adyacentes.

En 1998 varias instituciones educativas recibieron un donativo de terrenos dentro del Área Natural Protegida Bosque La Primavera. Una de ellas fue el ITESO, a quien se le encomendaron cerca de 30 hectáreas (ha). En 2008, 700 ha de bosque se quemaron, incluyendo los predios donados a las universidades. Ante este panorama la comunidad del ITESO respondió con iniciativas para la restauración del bosque. Desde el programa de ingeniería ambiental se gestionaron fondos otorgados por la Comisión Nacional Forestal (Conafor). Es así como nace “Bosque Escuela” y se convierte en un “laboratorio vivo” donde se integran actividades de docencia e investigación. Por una parte, los alumnos del Proyecto de Aplicación Profesional (PAP) “Desarrollo Tecnológico para la Sustentabilidad Ambiental” organizan y coordinan a los voluntarios para llevar a cabo obras
de restauración de suelo, como barreras de piedra y de material vegetativo, zanjas y presas para retención de humedad, así como reforestaciones con especies nativas. A su vez, académicos de diferentes departamentos, junto con sus alumnos, participan en el monitoreo de variables meteorológicas, el muestreo de suelos y sus tasas de infiltración del agua, y la evaluación de la vegetación utilizando drones y de la fauna por medio de registros fotográficos. También se realizó un inventario forestal para estimar la captura de carbono en el terreno.

Todo marchaba bien en nuestro laboratorio vivo hasta que el 12 de abril de 2019 de nueva cuenta llegaron al bosque los incendios devastadores que acabaron con gran parte de la vegetación y de las obras de restauración de suelo. Pero no nos rendimos. Evaluamos el impacto de los incendios y empezamos un nuevo plan de restauración ecológica, basándonos más en el conocimiento de las especies del bosque, en cómo interactúan unas con otras y cómo ello lleva a la funcionalidad de este. Para lograr que este proyecto sea abierto y replicable también desarrollamos un proyecto de comunicación y manuales útiles para las actividades de restauración y para los voluntarios que participan en Bosque Escuela. 

Restauración de los ecosistemas costeros mexicanos

México es un país rico en ecosistemas, pero con más de 90% de su territorio deforestado, más de 120 millones de habitantes y un uso intensivo de sus recursos. Cuenta con más de 11,000 km de costa, y es muy vulnerable al cambio climático por la elevación del mar, el incremento y la severidad de las sequías, huracanes y tormentas tropicales.

A la fecha hay esfuerzos de restauración en algunos tipos de ecosistemas como los bosques templados y las selvas, y en humedales como los manglares. La zona costera debe ser un foco importante de atención en los proyectos de restauración ya que es la principal protección que los pobladores y sus medios de producción tienen ante las marejadas, los vientos huracanados y las intensas tormentas producidas por el cambio climático. Los manglares reducen la velocidad del viento y del oleaje, los humedales costeros de agua dulce reducen el pico de inundaciones, limpian y filtran el agua alimentando el mango freático; todos aportan nutrientes a los ecosistemas vecinos y a las pesquerías y almacenan grandes cantidades de carbono en el suelo, ayudando a mitigar el cambio climático.

Los esfuerzos de restauración de manglares han sido muy exitosos, como los desarrollados por el Instituto de Ecología, ac; el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav) Mérida; El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Mazatlán. En muchos de ellos hay una participación comunitaria en la construcción de viveros y producción de plantas, y también en la excavación de canales que permitan el flujo de agua hacia los manglares. El reestablecimiento de las condiciones de inundación necesarias para el crecimiento del mangle ha sido clave en el éxito de estos proyectos.

En las selvas inundables, que se establecen por detrás de los manglares, ha habido algunos esfuerzos, aunque estos llevan pocos años. Los ha desarrollado el Instituto de Ecología, AC, en Tecolutla. En estos ecosistemas se han mantenido los flujos de agua, pero la tala de árboles para establecer potreros y los huracanes han sido la principal causa de degradación. Cuando se pierde la selva, especies herbáceas de humedales colonizan los sitios. En años recientes se ha dado una invasión de trepadoras que cubren y matan los árboles sembrados.

Los humedales herbáceos (popales) han sido invadidos por pastos africanos, entre ellos el pasto alemán, introducidos como alimento para el ganado. Se ha logrado reducir la cobertura de estos pastos favoreciendo la presencia de especies nativas y creando hábitat para la fauna local en La Mancha, Veracruz, desarrollado por el Instituto de Ecología, ac.

Las dunas costeras son fuente importante de recursos como madera, leña, plantas medicinales, etc., para los pobladores locales. El enriquecimiento de los pastizales y matorrales con especies útiles de selva es una forma de acelerar la sucesión.

Son pocos los dueños de predios en zonas costeras que quieran restaurar las condiciones del ecosistema. Esperemos que esta visión vaya cambiando.

Sociedades que restauran: experiencias de grupos organizados de la sociedad civil

Las organizaciones de la sociedad civil (OSC) que realizan restauración ecológica utilizan el conocimiento de experiencias previas, saberes locales, experimentos de ecología de la restauración y de ciencia básica. Las OSC buscan disminuir la pérdida de los recursos naturales y construir una sociedad justa y equitativa en armonía con la naturaleza. En el contexto de la pandemia estas acciones son relevantes ya que la degradación de la naturaleza aumenta el riesgo de transmisión de enfermedades entre especies incluyendo al humano (zoonosis). Las OSC son interdisciplinarias y sus propuestas son socioambientales. Pueden recibir fondos económicos, nacionales, internacionales, becas, donativos en especie de distintas instituciones y la ciudadanía.

Las OSC mexicanas tienen un largo camino andado y algunos de los casos exitosos son:

• Pronatura 1981, nacional: participa en iniciativas de conservación y sus proyectos son de mitigación y adaptación al cambio climático como Cuencas Verdes Adaptándonos al Futuro, Euroclima Plus articulando Agendas Globales y co2 comunitario venta de bonos de carbono. Participa en el Programa Nacional de Reforestación, Programa de Cosecha de Agua, en el Comité Nacional de Humedales de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y en el Nuevo Programa de Agua.

• Vivero de Tebanca, 2000, Los Tuxtlas, Veracruz: iniciada por Antonio Azuela Rivera (1918–2017). Logró la restauración ecológica de 230 manantiales en la subcuenca del río Cuetzalapan, promoviendo la reconversión productiva con 300 especies nativas y algunas protegidas dentro de la norma oficial mexicana nom–059.

• Xuajin Me’Phaa, 2008, Guerrero: conformó agencias de desarrollo local de estructura indígena. Sus proyectos son de mejoramiento de viviendas y de fertilidad del suelo, estufas ahorradoras de leña y agricultura orgánica de frijol y jamaica. Instalaron 250 huertos de traspatio cultural con conocimiento local y técnicas de cultivo orgánico certificado. Realizan investigación en ciencias naturales y sociales, y producen tesis, artículos científicos y videos.

• Ciudadano pro Bosque Pedagógico del Agua, 2013, Zapopan, Jalisco: genera procesos de restauración integral para un bosque urbano nativo mediante una metodología participativa. Forma promotores forestales y promueven la declaratoria de un Área Natural Protegida.

• Paisajes Manejo Integral, 2015, Los Tuxtlas, Veracruz y Morelos: establecer sistemas piloto para reconciliar la ganadería con la restauración mediante sistemas silvopastoriles.

• Estrategias competitivas basadas en la sustentabilidad 2020, Texcoco, Estado de México: generan protocolos de reproducción para siete especies nativas tolerantes a suelos salinos (halófilas). Estas han sido colectadas en su entorno natural, propagando 314,000 individuos vegetativamente y por semilla, para la restauración de suelos en terrenos del ex lago de Texcoco.

Las acciones de las OSC están delimitadas por el compromiso de la sociedad, el conocimiento y los recursos económicos disponibles y enfrentan retos para garantizar un flujo constante de recursos. Contacta a alguna OSCy conviértete en parte de una sociedad organizada, en donde también los niños y los jóvenes tienen el poder de ser un agente de cambio.

Clavigero Núm. 18

Hacia la reestructuración del medio ambiente

Periodo: noviembre 2020 – enero 2021

 

Marinés de la Peña Domene y Natalia Mesa Sierra
Coordinadoras del número.

Publicado: 2021-00-00

 

Contenido

Editorial
¿Dónde restaurar los ecosistemas y conservar la biodiversidad de México?
Wolke Tobón Niedfeldt, Óscar Godínez Gómez, Tania Urquiza–Haas, Rubén Ortega–Álvarez y Patricia Koleff Osorio
REPARA: Historia y futuro de la Red Mexicana para la Restauración Ambiental
Fabiola López Barrera, Pilar Angélica Gómez–Ruiz, Moisés Méndez Toribio
Sociedades que restauran: experiencias de grupos organizados de la sociedad civil
Valentina Carrasco Carballido
Infografía Experiencias mexicanas en la restauración de los ecosistema
Cristina Martínez Garza, Eliane Ceccon
Diseño: Brenda Solís
Restauración de los ecosistemas costeros mexicanos
Patricia Moreno–Casasola
Bosque Escuela: nuestro laboratorio vivo en el Bosque La Primavera
Hugo de Alba, Marinés de la Peña
Ciencia a sorbos. Hay que apropiarnos del bosque como de la piazza
Maya Viesca Lobatón
La Pisca. Somos naturaleza
José Rosario Marroquín Farrera, S.J.
La participación comunitaria en la restauración ecológica: el reto de integrar diversos actores
Pilar Angélica Gómez–Ruiz, Consuelo Bonfil
Aprender juntos acerca de la reforestación en zonas tropicales
Robin L. Chazdon