La estrecha relación entre naturaleza y sociedad se refleja en la dependencia que tenemos los seres humanos de los ecosistemas naturales para subsistir. Por lo tanto, mantener un ambiente sano no solo es vital, sino que es una obligación y un derecho fundamental, como se establece en nuestra Constitución política.
México destaca por su gran diversidad cultural, por ejemplo, en el país se hablan 364 variantes lingüísticas. También es reconocido como un país megadiverso por su gran diversidad biológica. Se estima que es hogar de al menos 200,000 especies de plantas, animales, hongos y otros grupos microscópicos que habitan en bosques, selvas, mares y otros ecosistemas. Sin embargo, el deterioro ambiental se ha convertido en una seria amenaza para muchos ecosistemas, especies y su diversidad genética.
Para apoyar la conservación de la biodiversidad y revertir los impactos antrópicos, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), en colaboración con expertos de diversas disciplinas, ha desarrollado análisis para guiar acciones de protección y restauración ambiental. Se han identificado sitios prioritarios para la restauración (SPR) y sitios de atención prioritaria para la conservación (SAP); estos sitios son importantes porque albergan ecosistemas vulnerables y un elevado número de especies, muchas de ellas amenazadas. Los sap son sitios en buen estado de conservación; en cambio, los SPR presentan signos de degradación y fragmentación de la vegetación, por lo que requieren de esfuerzos para su recuperación.
Además, ante el cambio climático y las tendencias de pérdida de biodiversidad es importante mantener y fortalecer la conectividad ecológica entre fragmentos de vegetación natural. En otro estudio reciente de la Conabio se identificaron 4,504 “corredores bioclimáticos” que evitan en lo posible barreras que limitan el movimiento de los organismos, como carreteras, zonas agrícolas y cambios bruscos en el clima reciente y futuro. Realizar actividades de restauración en estos corredores contribuiría a reducir la fragmentación de hábitats, aumentar su superficie y facilitar el movimiento de especies ante el cambio climático para favorecer su supervivencia.
Es necesario formular e instrumentar diversas acciones y estrategias de conservación, restauración ambiental y manejo sustentable de la biodiversidad, con la participación activa de la sociedad, el apoyo de organizaciones civiles y académicas y de distintos niveles de gobierno, para garantizar el bienestar de la gente y las generaciones futuras.