“Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción, incluso hasta biológica”. Salvador Allende formuló esta frase en la Universidad de Guadalajara en 1972,[1] que se ha repetido fuera del contexto de su discurso pues se refería a las bondades de la enseñanza universitaria y del compromiso y obligaciones que adquiría la juventud por tener a su alcance conocimientos que podrían poner en práctica posteriormente para rescatar a los países latinoamericanos, pues las y los jóvenes aún no habían adquirido los vicios de los adultos.
Ser joven no es una categoría homogénea ni universal;[2] referirnos a jóvenes de cierta forma es extraer a un sector de la sociedad y ponerlo bajo la mira dentro de un contexto en el que intervienen factores sociales, políticos, económicos y culturales que aunque se nombren por separado no están desarticulados entre sí. Ser joven es ser parte de una sociedad con todos los elementos que intervienen en ella.
Morin remarca que la juventud espera y desespera, se rebela y trasgrede el orden social del mundo adulto con un espíritu de aventura y resistencia.[3] En la espera de adquirir experiencias para introducirse al mundo adulto, la juventud desespera al detectar la falta de oportunidades en un mundo viciado. A la juventud se le atribuye la responsabilidad de regenerar a las sociedades porque ser joven es ser motor y esperanza, es la fuerza caótica necesaria para que se den cambios, por lo que hay que introducirse al mundo con un espíritu revolucionario y de resistencia.
Ser joven es ser revolucionario, porque la juventud tiene la virtud de contar con una perspectiva diferente. Hoy, con nuevas tecnologías a la mano para movilizarse y reclamar justicia, son capaces de poner la mirada donde parece que no hay esperanzas y que no se puede esperar un cambio, pues los problemas sociales se normalizan al mantenerse a través del tiempo, entonces los jóvenes trasgreden y elaboran alternativas, se organizan en movimientos y levantan la voz, a la que se suman varias personas adultas.
La revolución de la juventud nace en el conocimiento y avanza con una resistencia al orden social establecido, trasmite esperanza ante el desaliento de quienes llevan más tiempo en el mundo, de forma creativa e innovadora se introduce poco a poco a un mundo de incertidumbre.
Paulina Castañeda Vasconcelos / Estudiante de la Maestría de Comunicación de la Ciencia y la Cultura ITESO
[1] Se puede consultar en https://youtu.be/K1dUBDWoyes
[2] Consultar Reguillo, R. (2013). Jóvenes en la encrucijada contemporánea: en busca de un relato de futuro. En Debate Feminista, Vol. 48. pp. 137–151.
[3] Consultar Morin, E. (2011). La vía. Para el futuro de la humanidad. Barcelona: Paidós.