El periodismo es un servicio público porque el objetivo central de su trabajo es develar y construir verdades que le permitan a la sociedad saber qué está pasando a su alrededor, por qué está ocurriendo esto y cómo le afecta. En consecuencia, la labor del periodismo es descubrir, investigar, contrastar, comprobar, blindar y comunicar verdades que muchas otras instancias preferirían ocultar para seguir manteniendo las relaciones de inequidad, impunidad e injusticia que hoy, lamentablemente, están presentes en el mundo.
Si el periodismo es en esencia un servicio público, las verdades que este construye son igualmente bienes públicos que no le pertenecen ni al medio ni al periodista sino a la sociedad en su conjunto. No existe periodismo sin sociedad y no hay sociedad que pueda ejercer su derecho a la verdad sin la presencia de periodistas. Por ello, el periodismo y sus periodistas tienen la compleja responsabilidad de ser los garantes del derecho a la información. Titánica tarea en un entramado mediático cuyo objetivo es lo comercial.
Javier Darío Restrepo, experto en ética periodística, explica que cuando en el ámbito periodístico prevalece más lo comercial, se pierde paulatinamente la responsabilidad social que le brinda al periodismo su cualidad de servicio público. Esto provoca que este cumpla más una función de intermediario que de mediador:
El intermediario establece relaciones entre creadores y públicos, entre políticos y electores, o entre gobernantes y gobernados. Las relaciones que propone no son de uso, de apropiación o de goce, sino de obediencia, reverencia y culto. El mediador, en cambio, se sabe socialmente necesario; busca la participación de la gente en la historia común. Descentra la cultura, la política y la economía; activa la capacidad de la gente para analizar, criticar y proponer (Martín Barbero, 2005, p.118).
Si pensamos al periodismo a través de las palabras de Jesús Martín Barbero, podremos comprender por qué hay quien lo desacredita. Hoy no hallamos en su “servicio público” nuestra participación en la historia en común ni encontramos verdad porque gran parte de la información que se genera tiene una sola perspectiva. Estamos informados pero tenemos pocos elementos para entender lo que está pasando y sus posibles implicaciones así como las consecuencias para nosotros.
El periodismo y sus periodistas requieren sentirse necesarios, pero también la sociedad necesita exigir su derecho a saber a través de cada uno de ellos. Mientras intentan revertir las condiciones que les impiden hacer su trabajo, nosotros no deberíamos naturalizar las violencias que padecen. Al hacerlo, perpetuamos el sistema informativo donde el capital y el poder se anteponen al derecho humano de la información.
Referencias
Martín Barbero, J. (2005). Los oficios del comunicador. Co‒herencia, 2(2), 115‒143. Universidad eafit. Recuperado el 19 de mayo de 2017 de: http://publicaciones.eafit.edu.co/index.php/co-herencia/article/view/621
Darwin Franco Migues / Profesor‒investigador en la Universidad de Guadalajara (udeg) y el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (iteso)