Entre ciudades y naturaleza hay una relación de dependencia en la que las sociedades urbanas están supeditadas a los suministros vitales que les provee el ambiente circundante.
Con la exacerbación de la crisis planetaria que ha ocasionado el modelo socioeconómico predominante y por la adopción masiva de los insostenibles estilos de vida que aspiran disfrutar amplios segmentos de la población mundial, el globo acusa ya el agotamiento irreparable de los ecosistemas que mantienen la vida. A esta perspectiva pesimista se suma la indiferencia de los habitantes de ciudades, conurbaciones y metrópolis que no parecen dispuestos a asumir responsabilidades medioambientales para reducir los impactos ecológicos que genera el modo de vida urbano.
La insuficiente presencia de naturaleza en la ciudad es una asignatura pendiente porque en los distintos ámbitos de la vida colectiva hacen falta más espacios urbanos de este tipo.
Para este número de Clavigero científicos y académicos destacados exponen cómo la presencia de naturaleza en los centros de población contribuye a elevar la calidad de vida de la ciudadanía al tiempo que los ecosistemas intraurbanos se consolidan como enclaves que prestan servicios ambientales a diferentes escalas territoriales.
Esperamos que estas páginas puedan leerse a la sombra de un buen árbol y escuchando trinos de aves.
Marinés de la Peña Domene y
Alejandro Mendo Gutiérrez
Académicos del ITESO