La voz irreverente que va hasta el final
Juan Manuel Maestre / estudiante de Psicología de la Universidad Católica Andrés Bello
Históricamente los jóvenes estudiantes hemos tenido un papel protagónico en los movimientos políticos de Venezuela. Esto comenzó con la voz irreverente que clamaba por la libertad de la llamada generación del 28, un grupo de 252 estudiantes que leyó un poema durante una celebración del Carnaval contra la dictadura del entonces presidente Juan Vicente Gómez. Más adelante, muchos de ellos terminaron instaurando por primera vez la democracia en Venezuela, que prevalecería durante varios años. Pero jamás se debe bajar la guardia en la defensa y revisión de la democracia que tanto ha costado conseguir, pues siempre existe el riesgo de perderla.
El movimiento estudiantil que conocemos hoy en Venezuela emerge también en un contexto autoritario, en la llamada Revolución Bolivariana liderada por Hugo Chávez. En 2007 los estudiantes alzaron la voz contra la censura por parte del régimen, tras el cierre de uno de los canales de televisión más importantes del país: Radio Caracas Televisión. Así, nace la “Mano blanca”, un símbolo que nos representa, porque tenemos las manos abiertas, sin nada entre ellas que esconder, luchando de forma no violenta por recuperar el espacio cívico que poco a poco se nos ha ido arrebatando mediante represiones violentas, la censura y el exilio de nuestros compañeros estudiantes.
Fueron ellos, de las distintas universidades autónomas, quienes ese año lograron unir y liderar a la oposición venezolana para vencer por primera vez al chavismo en las urnas en el referéndum constitucional de 2007, diciendo “no” a la modificación de 69 artículos de la Constitución, que representaban un retroceso para la democracia del país. A partir de allí, el movimiento estudiantil comenzó a tener un papel fundamental en la sociedad civil, al denunciar abusos de poder del estado y defender la democracia y la autonomía universitaria. No obstante, cada vez es mayor la censura, la persecución y la tortura en todo el país, con la libertad de expresión restringida. Por ello, los estudiantes se encuentran mucho más limitados para accionar y, muchas veces, por nuestra seguridad y la de nuestras familias, caemos en la autocensura.
Aun así, continuamos agrupándonos en busca de mejorar las condiciones de los estudiantes y de incentivar la participación cívica de la juventud en los asuntos públicos. Todo esto es posible gracias al apoyo de asociaciones civiles, sociedades de egresados y demás organizaciones no gubernamentales que siguen creyendo que en las aulas podemos sembrar una sociedad más libre y justa. Los estudiantes venezolanos demostramos que, mediante la organización y las alianzas interinstitucionales, se pueden atender necesidades que nuestras universidades y la sociedad demandan, a las que el estado ha fallado en responder.
No obstante, cada vez enfrentamos más obstáculos impuestos por la tiranía: hoy estamos frente al fraude electoral más grande que ha visto América Latina, perpetrado por el régimen de Nicolás Maduro, el heredero de Hugo Chávez. Al estado venezolano no le conviene que la juventud esté formada y sea crítica, por eso nos persiguen, nos censuran y nos asesinan, pero seguimos luchando hasta el final, pues el fin es recuperar nuestra libertad y restituir la democracia que tanto les costó conseguir a los jóvenes que nos antecedieron.
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Movimiento estudiantil de la Universidad Católica Andrés Bello:
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