Edilberto Jaime Antonio Texcahua / Profesor de asignatura del Centro Universitario Ignaciano del ITESO
Cada decisión es asumida desde algún criterio que ayude a dar horizonte. Cuando se contempla la compra de ciertos artículos o se emprende algún negocio es importante hacer una planeación financiera que permita saber si es posible llevarla a cabo o realizar el proyecto. ¿Qué pasa cuando una decisión económica repercute en la vida de millones de personas? ¿Cuál es el criterio que ayuda a tomar una razonable decisión?
Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas, propone al inicio de los Ejercicios Espirituales el Principio y Fundamento, una reflexión que permite al ejercitante encontrar la mayor libertad posible, ordenar sus afectos y tomar una decisión vital. Para el santo, “el hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios y, mediante esto, salvar su ánima”. En términos actuales, la salvación del alma tiene una fuerte relación con la dignidad de la persona en todas sus dimensiones.
El texto presenta más adelante la finalidad de las cosas materiales: “Y las otras cosas sobre el haz de la tierra son criadas para el hombre, y para que le ayuden en la prosecución del fin para el que es criado”. De lo anterior pregunto, ¿desde dónde se toman las decisiones económicas cuando estas impactan en la vida de las personas? ¿Se busca garantizar su dignidad? ¿O solo se persigue el interés individual a costa de la precarización de la vida de los otros?