La Juventud Comunista de México

Una organización de abajo y a la izquierda

Juventud Comunista de México, Jalisco

Ilustración: Rini Templeton

Ser parte de nuestra organización es una experiencia que no puede ser explicada cabalmente solo con decir que se pertenece a una organización política, ni con este texto que ahora lees. El concepto de “militante” transmite poco a quien únicamente conoce el quehacer político como una actividad ajena, como un cúmulo lejano de decisiones y planes de los que solo somos partícipes con nuestra ausencia, decisiones de las que recibimos las consecuencias adversas. Consecuencias que, por cierto, a esxs pocxs sí presentes rara vez alcanzan.

En lo cotidiano estar en la organización se expresa como dar gran parte de la poca vida que nos queda tras dar la que exige nuestro entorno. Es salir de clases o del trabajo para encontrarnos en reuniones, a veces para estudiar, leer y analizar. Otras para ponerse de acuerdo, proponer, discutir u opinar y, finalmente, ir a hacer lo que acordamos. Sin recibir remuneración o recompensa alguna, porque no queremos nada del estado ni de sus dueños. Aun así, sí recibimos algo, alegrías que nos eran desconocidas, también tristezas. Pero esto es solo lo más inmediato, hay mucho más.

Hay todo un ámbito de nuestras vidas que es completamente inexplorado por la mayoría de las personas en toda su amplitud: el ámbito político–económico. No se agota en las urnas, en los ocasionales desacuerdos, en nuestras amistades o en lo que consumimos o no. Es cada interacción entre personas que culmina en la articulación de sus múltiples esfuerzos hacia un fin. De ella se desprenden fenómenos y estructuras sociales, sistemas económicos… Lo que se debe destacar es que en estos complejos procesos y estructuras participan la mayoría de las personas, sin darles consideración alguna, aunque determinen casi la totalidad de su existencia. Son circunstancias que simplemente se asumen como dadas y ante las cuales no ven alternativas ni esperanza de modificarlas.

Contrario a esto, ser comunista implica, en un inicio, no asumirlo, aceptarlo e identificar en nuestro sistema económico el capitalismo, un planteamiento irracional y pernicioso. ¿Por qué guiar todo esfuerzo humano en función de la acumulación, mediante trabajo no retribuido que llamamos ganancia? Tanto las necesidades humanas como la estabilidad de los ecosistemas y los procesos del planeta que sustentan a todas las formas de vida se han tratado como simples medios o consideraciones secundarias y prescindibles. Pero es crucial que no nos quedemos en el análisis, hace falta mucho trabajo y esfuerzo. ¿Quiénes van a reclamar nuestra participación en el rumbo que toma la humanidad, la participación de todxs los que faltamos, si no nosotros, quienes escribimos y quienes nos leen? Si no ahora, ¿cuándo?

Al revisar la historia comunista, internacional y multifacética, sus objetivos, la miseria contra la que se ha luchado, las herramientas para analizarla y el futuro que se sueña, encontramos ideas, esfuerzos y sacrificios que, con la irrefutable claridad de un pasado que también es presente, reflejan la actualidad de nuestras vidas. Entendemos que, si tu supervivencia solo puede lograrse trabajando para enriquecer a otrxs, la causa proletaria también es tuya. Esa causa, que sentimos nuestra, da vida a nuestras más viscerales convicciones y a razonamientos de resplandor certero.

Nos empeñamos así en crear una herramienta de lucha para toda la juventud mexicana, que crezca y se desarrolle, más allá y mucho después de quienes ahora somos. La nombramos la Juventud Comunista de México.

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JCM Jalisco: @jcmjalisco