Movimientos estudiantiles en México: aprendizajes

Entrevista a Carmen Leticia Díaz Alba

Mariana López Uribe, Tlali Sofía Olivarez Ayala y Pablo Zayas Morales / estudiantes de la Licenciatura en Gestión Pública y Políticas Globales del ITESO

Carmen Leticia Díaz Alba es doctora en Ciencias Sociales y profesora del Departamento de Formación Humana del ITESO. Se especializa en género, movimientos sociales y derechos humanos.

Foto: Wirestock, Depositphotos

¿Qué estrategias y tácticas han sido más efectivas para los movimientos
estudiantiles en México? 

La estrategia más importante para los movimientos estudiantiles ha sido aprovechar su gran ventaja: compartir un espacio donde articularse y proponer diálogos que denuncien problemáticas. Aquí se construye politización: se toma conciencia sobre injusticias y se dialoga con personas que comparten la indignación que fomenta salir a la calle y confrontar el espacio público a través de tácticas como marchas, movilizaciones o toma de instalaciones.

No todos los movimientos de jóvenes son estudiantiles, pero los movimientos estudiantiles sí son jóvenes. En Guadalajara surgió el movimiento de los indignados, que organizaban asambleas y volanteos en espacios públicos para informar a la población sobre problemáticas y propuestas.

Además, otro espacio de disputa es el de las redes sociales, que ha permeado la forma en que se comunican y organizan los movimientos estudiantiles, marcando una diferencia al permitir a jóvenes de todo el mundo conectar con demandas y formas de actuar compartidas.

¿Cómo se han articulado los movimientos estudiantiles con otros movimientos en México?

El caso del #YoSoy132 logró una gran atención mediática, pues no había surgido un movimiento estudiantil tan grande desde la represión del 68 y en una universidad privada con estudiantes privilegiados. Para muchos esta fue la oportunidad de integrar otras luchas que ya existían en México, como la defensa del territorio, por la democratización y el zapatismo, que tuvo más eco en su crítica al estado y a la manipulación de los medios.

En otros movimientos, como el feminista, las compañeras dieron cuenta de relaciones de poder al interior de la organización y buscaron referentes que las explicaran. Los momentos de politización incentivaron a estudiantes a explorar dinámicas más allá del movimiento original, el estudiantil.

El movimiento por Ayotzinapa, que se dio en escuelas y universidades, hubiera sido muy difícil sin el antecedente de #YoSoy132, que dejó un legado de jóvenes politizados con experiencia para organizar marchas, eventos, comités y comunicación para un público amplio. Esta estructura se reactivó para acompañar a padres y madres de los jóvenes de Ayotzinapa, y después se tradujo en movilizaciones masivas durante dos años en todo el país.

¿Cuáles son los retos actuales que experimentan los movimientos estudiantiles en México?

1. Las universidades ya no apuestan por la crítica social y han dejado de ser espacios de politización, con excepción del feminismo.

2. Vivimos un momento de gran precarización que dificulta la participación de jóvenes en actividades colectivas. Económicamente, estamos en un momento muy complejo que juega en contra de la organización de la acción colectiva y en beneficio del sistema.

3. El aumento de violencia dificulta que jóvenes tomen el riesgo de colectivizarse e integrarse a movimientos.

4. Existe un gran desánimo en temas ambientales. Discursos catastrofistas de que estamos en un punto de no retorno generan ansiedad y desinterés de responsabilizarse.

5. Un reto es lograr manejar la rotación, pues hay pocas prácticas que sistematizan lo que se ha hecho, por lo que no se transmite el conocimiento de una generación a otra. El reto es aprovechar que siempre hay gente nueva y construir una cultura organizacional que vaya más allá de que ciertas personas continúen, pues las mentes brillantes y destacadas con frecuencia terminan siendo cooptadas para desmovilizar.