Ana Cristina Ayala Mendoza / Alianza Cooperativista Nacional
“Por un capital en manos del pueblo” es el lema con el que nacieron las cajas populares (hoy cooperativas de ahorro y préstamo) hace más de 70 años en nuestro país. Entonces no se hablaba de inclusión financiera, pero sí de la necesidad de que la población tuviera acceso a servicios financieros que les permitieran salir del círculo de pobreza en el que se encontraban inmersos.
A lo largo de los años, las cajas populares han dado a millones de personas y familias oportunidades de mejorar sus viviendas, brindar formación profesional a sus hijas e hijos, obtener bienes y servicios diversos que les han permitido mejorar sus condiciones de vida, e iniciar o hacer crecer sus negocios de la mano de las cooperativas de ahorro y préstamo.
El reporte trimestral de inclusión financiera, al tercer trimestre de 2023, menciona que las cooperativas de ahorro y préstamo tenían presencia en 807 de los 2,469 municipios del país.[1] A través de ellas se abren cuentas, se brindan servicios de inversiones, se obtienen préstamos a tasas muy accesibles, se realizan pagos de servicios, seguros y remesas, entre otros. Sin duda, son una pieza clave para alcanzar la inclusión financiera.
Las cooperativas de ahorro y préstamo se constituyen bajo la Ley de Sociedades Cooperativas, se inscriben en el Registro Público de Comercio y ante el Servicio de Administración Tributaria, y están sujetas al Fondo de Protección establecido en su legislación. Esto asegura que las cooperativas básicas o autorizadas cuenten con capitales sólidos y seguros. Además, la transparencia y rendición de cuentas son valores fundamentales de las cooperativas, los cuales se cristalizan en asambleas generales donde se informa a los socios sobre los resultados y formas de obtenerlos.
Pero las cooperativas hacen más que eso. La Organización de las Naciones Unidas reconoció en 2023 su papel en la consecución de al menos siete de los 17 objetivos de desarrollo sostenible: generan trabajo decente; prestan servicios sociales desde sus fondos de reserva; promueven la educación financiera y la formación integral de sus socios utilizando sus fondos de educación; se comprometen con el medio ambiente; fomentan la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, lo cual se evidencia en la gran cantidad de puestos de dirección y mando ocupados por ellas; brindan financiamiento accesible y crean redes locales, nacionales, regionales e internacionales, entre otras.
Hoy, en nuestro país podemos encontrar un sector financiero muy diverso y en crecimiento constante, con múltiples servicios, gran cobertura y tecnologías de vanguardia. Sobresale en los últimos años la cobertura de zonas de muy alta marginación por la banca de desarrollo, principalmente para la dispersión de programas sociales.
Pese a lo anterior, las cooperativas de ahorro y préstamo ven más allá de los conceptos de inclusión financiera de los entes financieros y regulatorios, nacionales e internacionales. Las cooperativas sí hacen inclusión financiera al aperturar cuentas, brindar servicios variados, atender regulaciones y supervisiones crecientes y complejas, y ofrecer educación financiera sobre el uso de los servicios o el manejo de productos financieros. Pero, además, realizan otras formas de inclusión que ningún otro ente financiero, ni siquiera la banca de desarrollo, lleva a cabo, pues buscan poner “el capital en manos del pueblo”, como se ilustra en las siguientes líneas:
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- Son instrumentos de organización comunitaria; vecinos, conocidos o extraños se hacen socios, tejen redes de confianza y negocios, creando un punto de encuentro para el diálogo y para el bien común.
- Los socios se convierten en actores en el mundo financiero, en administradores, decidiendo sobre sus recursos, invirtiéndolos en la comunidad y las necesidades de sus miembros.
- Las cooperativas conforman un patrimonio propio, resultado del uso responsable de los servicios, lo que permite afrontar las crisis y los riesgos, así como también generar diversidad de servicios para los socios.
- Los resultados se quedan en los propios socios, no se convierten en la ganancia de un capitalista y regularmente se invierten en sus fondos sociales, de educación y previsión social.
- La cooperativa empodera a sus miembros, genera líderes entre sus socios y comunidades, fomenta la participación y la acción en pro de su entorno.
- Se impulsan diversos emprendimientos individuales y colectivos que redundan en beneficios para sus comunidades.
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Es común encontrar cooperativas en las grandes urbes, donde el compromiso social parece desdibujado. Sin embargo, incluso en estas, podemos encontrar servicios accesibles y diversos, protecciones y seguros, así como servicios médicos y educativos que no están presentes en otros entes financieros.
En la Alianza Cooperativista Nacional nos llena de esperanza ver cómo, a pesar de un marco regulatorio excesivo, las cooperativas existentes se agrupan para la defensa e impulso del movimiento del sector social de la economía, del que las cooperativas de ahorro y préstamo forman parte. Cada día surgen grupos de personas interesadas organizarse en estas instituciones, tomar en sus manos las riendas de su destino y brindar servicios financieros acordes a sus necesidades, con la persona y la vida en el centro.
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[1]. CNBV. (2024). Mapas de los puntos de acceso de la banca y las entidades de ahorro y crédito popular. https://bit.ly/3KeJyIO