Finanzas populares

Hacia la inclusión financiera y ciudadana[*]

 

Guillermo Díaz Muñoz / Doctorado Interinstitucional en Educación del ITESO

 

De manera análoga y anterior al proceso capitalista neoliberal y a la financiarización de la economía global han emergido distintas formas financieras populares que desafían la realidad socioeconómica y que pueden ser alternativas a la globalización neoliberal y sus graves consecuencias sociales. Podríamos decir que las finanzas populares persiguen objetivos en diversas dimensiones —económicas, sociales, culturales, políticas y ambientales—, no todos simultáneos en sus respectivos contextos y condiciones. Veamos a continuación algunos de estos.

Las cooperativas y cajas de ahorro y préstamo existen en México como fruto de una larga tradición, impulsadas la mayoría de las veces por curas sensibles a la pobreza y las necesidades de sus parroquias y comunidades. Las cooperativas, en general, tienen un papel muy importante en el mundo y están presentes en diversos sectores económicos, que van desde la agricultura, las finanzas, la educación, los alimentos, la comercialización, la vivienda y los seguros, hasta los servicios públicos, entre otros.

Del total de cooperativas en el planeta (2’614,598), las de tipo financiero ocupan el tercer lugar en cantidad (210,559), el cuarto en empleos creados y el quinto en ingresos generados. En 2019, según el Consejo Mundial de Cooperativas de Crédito, la mayor cantidad de afiliadas se encuentran en Asia (33,634); el mayor número de socios, ahorros y préstamos están en América del Norte, sobre todo en Estados Unidos, país que tiene un altísimo grado de penetración entre la población, con un 56.85%. La región con mayor penetración es el Caribe, con un 66.08%. De la región latinoamericana, Ecuador alcanza la mayor cobertura, con un 43.38%, seguido por Uruguay, con un 35.77%. A pesar de su tradición cooperativista financiera, México tiene una baja penetración del 8.73%, con una cantidad de socios de apenas 7’393,940.

Una segunda expresión es la banca ética, la cual surge como un movimiento crítico a la banca tradicional. Esta iniciativa comienza en Holanda en 1971 con Triodos Bank, con el propósito de transformar el modelo económico actual: cambiar las reglas de mercado capitalista mediante la transparencia, la responsabilidad social y ambiental, y una gestión basada en el territorio y en colaboración con todas las personas que forman parte de él.

La inclusión popular ocu­rre en un sentido más amplio: incluirme e incluir a mis cercanos en iniciativas que hagan posible el cumplimiento de objeti­vos multidimensionales de tipo económi­co, social, cultural, político y ambiental.

Con la aparición de la banca ética surge un nuevo sistema financiero que permite a los ahorradores invertir su dinero en actividades acordes con sus convicciones éticas: respeto a los derechos humanos, educación, protección del medio ambiente, ocupación laboral de discapacitados, desarrollo de proyectos en el Tercer Mundo, etcétera. Las dos grandes redes de referencia internacional de las finanzas éticas son la European Federation of Ethical Banks and Financiers (FEBEA) y la Global Alliance for Banking in Values (GABV). FEBEA está integrada por 28 entidades de 14 países diferentes, y GABV se compone de 55 entidades financieras reguladas con presencia en los cinco continentes.

Con una implantación importante en Brasil (115 para 2020), y como producto de la promoción de la experiencia exitosa del Banco Palmas como primera referencia de este modelo de finanzas alternativas, los bancos comunitarios son una corriente que adquiere cada vez mayor reconocimiento en el ámbito latinoamericano. Estos bancos se forman en los lugares donde los servicios financieros privados no pueden o no les interesa llegar.

Cada uno de estos bancos cuenta con su propia moneda social, la cual circula solo localmente para que la riqueza permanezca en la comunidad. Tienen reconocimiento oficial del Banco Central de Brasil y reciben una partida pública de la Secretaría de Economía Solidaria. Estos bancos surgieron de la experiencia acumulada por el Banco Palmas, cuando se construyó el Conjunto Palmeiras en un suburbio de la ciudad de Fortaleza, donde comunidades de pescadores se asentaron sin contar con infraestructura como servicios de agua, transporte y electricidad, y se organizaron en la Asociación de Vecinos. En enero de 1998 se creó el Banco Palmas con el objetivo de generar fuentes de empleo, organizar un consumo local y promover la circulación del capital regional.

El microcrédito sería una cuarta experiencia, y tiene como gran referente a Muhammad Yunus, fundador del Grameen Bank en Bangladesh, quien ganó el premio Nobel de la Paz en 2006 por sus ideas sobre el desarrollo y su concepto de microcrédito para personas que no pueden obtener préstamos por medios convencionales, sino solo mediante la usura. Durante un tiempo, en el ámbito mundial las microfinanzas han sido reconocidas como una vía adecuada para superar la pobreza extrema.

Sin embargo, una limitante del microcrédito son las altas tasas de interés y los vencimientos a corto plazo, que pueden llevar a los prestatarios de sectores populares a graves trampas de deuda. El caso mexicano de Compartamos Banco, de los Legionarios de Cristo, que empezó como una asociación civil y hoy cotiza en la Bolsa de Valores, con sus tasas a nivel de usura —una tasa de interés anual fija en plazo bisemanal del 90.2% antes de impuestos para créditos grupales—,[1] es una muestra de la distorsión original del modelo Yunus.

Casos como el de Bancomunidad en Oaxaca son un ejemplo del auténtico microcrédito no lucrativo y participativo. Asimismo, el Sistema Microfinanciero Boliviano se ha constituido como un actor clave en el Modelo de Inclusión Financiera promovido en el país, considerado una “revolución silenciosa”.

Otra expresión de las finanzas populares son las monedas sociales, comunitarias y locales. En la actualidad se reconoce la existencia de unas cinco mil formas de pago alternativas —incluyendo formas no monetarias— en el ámbito mundial. Hay diferentes maneras de crear dinero social: desde los bancos de tiempo y las redes y clubes de trueque hasta monedas sociales respaldadas por la moneda de curso legal. Estas pueden utilizar un formato tanto físico como digital —mediante métodos como la red, los teléfonos móviles inteligentes o las tarjetas de pago—. El valor de una moneda social depende de lo que haya acordado el colectivo promotor, pero predomina una triple paridad entre tiempo, moneda local y moneda oficial para poder valorar los intercambios. En México son destacables los casos de monedas sociales o comunitarias como el Túmin —que en lengua totonaca significa “dinero”—, moneda originaria no ferial surgida en El Espinal, Veracruz, y con presencia en varios estados; la Feria Multitrueke de Mixiuhca y su dinero comunitario —Mixiuhca—, o el Bojá —“dinero” en lengua ñahñhú—, que se creó en el Valle del Mezquital, Hidalgo, hace 30 años y significó la primera experiencia de este tipo.

Finalmente, habría que añadir otro amplio repertorio de prácticas populares financieras. No es posible tratarlas en lo individual, pero representan un significativo esfuerzo popular de inclusión financiera formal y no formal. Nos referimos a las tandas de ahorro en los ámbitos familiar, de amistad, de trabajo, de barrio o comunidad, y a las cajas de ahorro de trabajadores desde las empresas. Estas tandas son un mecanismo de ahorro semanal comprometido que permite a los participantes recibir el total de lo ahorrado por el grupo mediante sorteo. Sobra decir que este ahorro no produce intereses de ningún tipo y permite a los socios prepararse para solventar algún acontecimiento futuro.

En suma, la capacidad, la vitalidad y la creatividad de los sectores populares para hacer frente de manera solidaria y colectiva a sus necesidades son enormes. La inclusión financiera popular no debe confundirse con los procesos de “bancarización de los pobres”, aunque puede incluirlos también. La inclusión popular ocurre en un sentido más amplio: incluirme e incluir a mis cercanos en iniciativas que hagan posible el cumplimiento de objetivos multidimensionales de tipo económico, social, cultural, político y ambiental. Se trata, en el fondo, de una inclusión financiera popularmente emancipadora.

 

[*]. Este texto es un extracto de Díaz, G. (2022). Repensar las finanzas alternativas en un mundo en crisis. Aproximaciones teóricas y empíricas a las finanzas sociales, éticas y solidarias. En L. R. Rodríguez, & G. Hernández (Eds.), Economía y finanzas sociales. Avances en la investigación (pp. 43–96). ITESO.

 

[1]. CAT promedio a 10 bisemanas por un monto de $7,455 MXN: 146.4% sin IVA.

 

>>Conoce más en:
• Barómetro de las Finanzas Éticas: https://bit.ly/3VcPRmD

Economía y finanzas sociales. Avances en la investigación:https://bit.ly/4bSyRqX
• Instituto Banco Palmas (2018): https://bancopalmas.com/