Dejar de procrastinar para invertir

Entrevista a Edgar Arenas Sánchez

Estéfany Franco / integrante de la Coordinación de Divulgación y Difusión Académica del ITESO

Edgar Arenas Sánchez es licenciado en Economía con especialidad en Economía Internacional por la Escuela Superior de Economía del Instituto Politécnico Nacional. Se le entregó el premio al mejor asesor de inversiones de México en 2020 y 2021, otorgado por la Universidad Anáhuac, la Universidad de Cantabria y el Santander Financial Institute.

¿Qué es la procrastinación financiera?

Se refiere a la tendencia de postergar decisiones y acciones financieras o delegar a terceros la responsabilidad de asegurar un futuro económico estable.

De acuerdo con el académico Edgar Arenas Sánchez, experto en gestión patrimonial, es un comportamiento arraigado en la cultura latinoamericana, en la que históricamente se ha delegado la responsabilidad del bienestar financiero al gobierno y sus sistemas de pensiones puestos en marcha a principios del siglo XX.

Arenas Sánchez explica que la procrastinación financiera puede atribuirse a tres factores principales que influyen en nuestro estado emocional:

a) El psicológico, como la evasión del estrés que genera.
b) La suplantación de la identidad al no priorizar la circunstancia.
c) El factor intelectual, al considerarla una situación poco agradable o atractiva.

Cortoplacismo

Aunque el cortoplacismo es un tema ambiguo, se relaciona con los periodos cortos de ahorro destinados al consumo. Frases como “ya luego”, “Dios dirá” o “mañana será” reflejan este tipo de pensamiento y hábitos. Sin embargo, para obtener beneficios se requiere establecer planes de ahorro a corto, mediano y largo plazo, según las necesidades de cada persona.

Invertir es un hábito

El experto aconseja ver el ahorro y la inversión como una carrera de resistencia y no de velocidad, pues considera que invertir es una curva de aprendizaje que requiere tiempo. La clave está en vivir por debajo del nivel de ingresos. La pandemia demostró la importancia de tener un ahorro destinado a contingencias, ya que pueden tener un impacto significativo en nuestra vida económica.

Además, el académico ha observado escaso interés en la educación financiera entre las generaciones jóvenes, quienes enfrentan una situación más crítica que sus antecesores. Sin una pensión asegurada, dependerán únicamente de cómo hayan gestionado sus recursos. Por lo tanto, enfatiza en que no es necesario ser un experto o tener una gran cantidad de dinero para invertir, no obstante, hacerlo traerá beneficios a futuro para su seguridad financiera.

Aunque actualmente existe una amplia variedad de información disponible en plataformas y redes sociales, es fundamental ser selectivos y evitar contenidos que prometen resultados rápidos y fáciles. Se recomienda acercarse a expertos que puedan guiar de manera confiable el proceso de abrir una cuenta de inversión.

Si bien la educación financiera depende de la colaboración entre autoridades e instituciones, abordar este tema en la familia es clave para fomentar buenos hábitos financieros. Por ejemplo, “vivir el presente” deja de lado la oportunidad de tener un mejor futuro financiero en el que la vejez no sea “una carga” para la familia, sino algo planeado y disfrutable para las personas mayores.

La procrastinación financiera es un desafío, pero adoptar una visión a largo plazo y fomentar una cultura de ahorro e inversión puede asegurar un futuro financiero próspero.

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