La Pisca
Pedro Antonio Reyes Linares, S. J. / Académico del Departamento de Filosofía y Humanidades del ITESO
En su última encíclica, Fratelli Tutti, el Papa Francisco ha advertido que la situación pandémica mundial ha desenmascarado “nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades”.[1] Son precisamente estas prioridades las que quedan en el centro del discernimiento, cuando San Ignacio habla del orden de los afectos y movimientos que guían desde nuestro interior los proyectos y trabajos con que hacemos la vida.
Discernir es priorizar, y hacerlo ignacianamente, como aprendemos en su contemplación del Nacimiento de Jesús, es poner la mirada en lo más necesario para sostener una vida marcada por una constitutiva vulnerabilidad. Y es que, como nos sugiere la pandemia, la vulnerabilidad no ha de ser ignorada, pues acaba siempre mostrando la herida que ha quedado sin cuidar. La pandemia es ocasión de ver, entonces, el resultado de un erróneo discernimiento de prioridades. La frágil y, en demasiados países del mundo, erosionada estructura de cuidado para garantizar a las personas atención médica, seguridad en el trabajo, capacidad de ahorro, condiciones estables de vivienda y educación, ha costado vida, tranquilidad y salud a millones de personas y familias en nuestro país y a escala mundial; poniendo de manifiesto que una prioridad colocada en la productividad resulta un error de discernimiento, pues soslaya la construcción de un fuerte y común tejido social que garantice la sustentabilidad de los esfuerzos de instituciones, sociales y comunitarios para albergar y cuidar nuestra vulnerabilidad. He ahí la misión de una universidad guiada por el discernimiento ignaciano: desarrollar una inteligencia orientada por este esfuerzo de conversión, que nos haga “destinar tiempo, esfuerzo y bienes” a esta “pasión compartida por una comunidad de pertenencia y solidaridad”,[2] para que esta crisis pueda convertirse en la ocasión de que “la humanidad renazca con todos los rostros, todas las manos y todas las voces, más allá de las fronteras [y las desigualdades] que hemos creado”.[3]
[1] “Carta encíclica Fratelli Tutti del Santo Padre Francisco sobre la fraternidad y la amistad social”, en La Santa Sede, Roma, 4 de octubre de 2020. Disponible en: https://cutt.ly/Fratelli_tutti, núm. 32.
[2] Ibidem, núm. 36.
[3] Ibid, núm. 35.