Colectiva LaVanda / Colectiva Feminista del ITESO
El gran reto que las mujeres y feministas siempre hemos enfrentado es habitar lugares que históricamente han sido de los hombres, y las universidades no son la excepción. Las primeras estudiantes se introdujeron a un mundo de hombres que todavía prevalece: las reglas, los límites, la cultura, la jerarquía, la construcción de conocimientos, las dinámicas sociales, todo estaba delimitado por el género masculino. Para crear una universidad más feminista no basta con que haya más mujeres estudiando, es necesario un esfuerzo consciente por querer hacerlo. Van más de 110 años que la educación superior es mixta,[1] sin embargo, la realidad es que las instituciones universitarias todavía tienen un camino muy largo por recorrer para convertirse en espacios seguros para las mujeres. Las universitarias nos enfrentamos no solo a la institución patriarcal, que invalida nuestras formas de denuncia y que pone su prestigio antes que el cuidado de las alumnas, sino también al desgaste que es vernos obligadas a convivir con nuestros agresores dentro de las aulas.
La creación de espacios feministas en el ITESO, Universidad Jesuita de Guadalajara, ha sido una lucha constante que compañeras de generaciones atrás comenzaron, como lo fue la colectiva feminista Clit, que hizo evidente la urgencia de una organización de alumnas. A quienes, junto con otras estudiantas, profesoras y mujeres dentro de la institución les agradecemos por abrirnos el camino. En cuanto a la construcción de LaVanda, conformada por estudiantas organizadas, nuestro primer reto fue la creación de una organización colectiva de mujeres desde la pluralidad de carreras profesionales y desde la diversidad de posturas feministas. Pensamos entonces que, para abrazar un pensamiento y acción crítica que nos pudiera interpelar a todas desde nuestras diferentes posturas políticas era importante generar espacios de reflexión abiertos a cualquier mujer interesada en profundizar en el pensamiento feminista, porque si los espacios universitarios no son para reflexionar, accionar de manera crítica y transformar nuestra realidad, ¿entonces para qué lo son? La creación de foros, talleres, espacios de lectura y sentires nos ha permitido construir una red en crecimiento que cuestiona las construcciones del ser y deber ser de la mujer, desde las formas en que amamos hasta las formas en que nos relacionamos entre nosotras y con los otros; que se interroga sobre nuestras opresiones y privilegios por el clasismo, el racismo y su relación con un sistema heteropatriarcal capitalista cada vez más recrudecido y violento contra nuestras cuerpas. Pero, sobre todo, se busca construir espacios seguros para que de manera sorora podamos sanar las violencias que nos atraviesan.
Las mujeres nos enfrentamos a una violencia sistemática cuya reproducción no exime a los espacios universitarios, por eso decimos ¡Basta ya de tener miedo dentro de las aulas! ¡Basta ya de quedarnos calladas! ¡Basta ya del acoso universitario! ¡Basta ya de no escucharnos! ¡Basta ya de que el prestigio de la universidad valga más que nuestra dignidad!
[1] Lechuga, Jesús; Giovanna Ramírez y Maricruz Guerrero. Educación y género. El largo trayecto de la mujer hacia la modernidad en México. En economíaunam, vol.15, núm.43, enero–abril de 2018. Disponible en:
http://www.scielo.org.mx/pdf/eunam/v15n43/1665-952X-
eunam-15-43-110.pdf