La obra de Edgar Morin nos invita a desarrollar un estilo de pensamiento complejo; nos incita a practicar una racionalidad abierta, frágil, humilde y reflexiva capaz de pensar sus propios límites e insuficiencias. Este estilo de pensamiento es decisivo a la hora de diseñar estrategias para enfrentar los problemas complejos de las sociedades contemporáneas y construir nuevas vías de futuro para la humanidad.
Los problemas complejos de nuestro tiempo requieren una nueva alianza entre las ciencias y la política, entre nuestros modos de conocer el mundo y nuestras formas de actuar en este. Sin embargo, la historia de Occidente puede ser pensada como la historia de la controversia entre la ciencia y la política: bien a través de la disyunción entre la ciencia y la política; bien a través de la reducción de una a la otra, ya sea por medio de la subordinación de la política a problemas tecno–científicos, ya sea por medio de la reducción de la ciencia a un instrumento de poder, dominación y control. Esta gran disociación entre la ciencia y la política ha conducido a la desvinculación de los problemas de conocimiento y los problemas de la acción, a la separación entre la razón teórica y la razón práctica, a la desunión entre ciencia y ética. Esta controversia forja la historia del sistema de pensamiento en el cual estamos atrapados.
Frente a la pregunta ¿qué tipo de ciencias y de política necesitamos para construir un futuro mejor?, planteamos que el desafío es estimular el nacimiento de una ciencia y una política capaz de lidiar con problemas complejos como estrategia de construcción de futuro. El futuro de nuestras sociedades y el porvenir de la humanidad dependen del modo en que enfrentemos los problemas complejos de nuestro tiempo. Sin embargo, la universidad, las ciencias y la política están de espaldas a los problemas complejos. La universidad nos educa en disciplinas verticales del conocimiento científico, mientras que lo propio de los problemas complejos es cruzar horizontalmente los departamentos de las universidades. Los problemas complejos no son tratables por los métodos científicos tradicionales ni inteligibles en las fronteras del saber disciplinario. La política no dispone de ciencias, de conocimientos ni de métodos para gobernar problemas complejos. Construir una nueva alianza entre las ciencias, la política y la universidad para diseñar el futuro es el desafío con el cual el pensamiento complejo interpela nuestro presente.
Leonardo G. Rodríguez Zoya / Especialista en epistemología y metodología de los sistemas complejos