El conocimiento progresa al integrar la incertidumbre en él, no al exorcizarlo.
E. Morin, La méthode (1977).[…] cualquier teoría, incluida la teoría científica, no puede agotar lo real y encerrar su objeto en sus paradigmas.
E. Morin, Le paradigme perdu (1973).
Si consideramos que el origen de la ciencia está en la naturaleza misma del conocimiento, pudiera ubicarse desde el inicio delas antiguas civilizaciones, con herramientas tan básicas y fundamentales como lo son la observación y el análisis, disparadas por dos fuertes motivadores: la curiosidad y la necesidad.
La llamada revolución científica que tuvo lugar durante el Renacimiento (siglos XIV–XVI) aceleró, dio estructura, pero a decir de algunos también provocó un distanciamiento entre el llamado conocimiento científico y el vínculo humano con la naturaleza y el universo, que fueron considerados maquinarias que operaban de acuerdo con leyes matemáticas inmutables.
Si bien esta visión ha dado pie a enormes avances científicos e incontables beneficios en prácticamente todos los aspectos de la vida del hombre, la manera de proceder híperespecializada y monodisciplinar se ha visto superada por los problemas que en la actualidad enfrentan nuestras sociedades, y no son pocos los científicos cuya postura apunta a trabajar de manera interdisciplinar.
Pero no se trata sólo de sentar en la mesa a científicos de diferentes disciplinas a conversar sino de aprender a hacer ciencia integrando de manera coherente, viable y confiable diferentes paradigmas y formas de abordar la realidad.
El reto de la interdisciplina en la ciencia va más allá de la yuxtaposición, para adentrarse en el abordaje complejo que parte de reconocer la complejidad propia de la naturaleza y la dificultad que para todo conocimiento representa la certidumbre absoluta y permanente.
Para esto vale recordar cómo muchos de los grandes científicos que ha habido coinciden con el filósofo y sociólogo Edgar Morin, en el reconocimiento del importante papel que la incertidumbre y el error tienen en el conocimiento, y la tensión que este tiene con la ilusión.
De igual importancia es para los ciudadanos de a pie hacerlo y comprender los límites y las posibilidades del conocimiento científico sin querer trasmutar en él un sistema de creencias que nos brinde absoluta certidumbre sino más bien un universo de posibilidades aún abierto a la curiosidad y al asombro.
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Maya Viesca Lobatón / Académica del Centro de Promoción Cultural y coordinadora del Café Scientifique del ITESO