El uso retórico del turismo sustentable

Mauricio José Sáez Cuevas / doctorando en Ciencias Sociales, UAM Xochimilco

Foto: Mario Rosales

Hace 29 años Manfred Max–Neef mostraba cómo el consumismo y la desigualdad eran consecuencia de las estructuras sociopolíticas y económicas de los países en desarrollo que enfrentaban “dos grandes concepciones económicas que han dominado el panorama de América Latina: el desarrollismo y el monetarismo neoliberal”.[1] Frente a este escenario el desarrollo sustentable no es más que buenas intenciones con pocas acciones que han beneficiado los discursos políticos, económicos y sociales de quienes ostentan el poder en México. Marta Chávez,[2] por ejemplo, advierte que en México la sustentabilidad es un concepto tan amplio, multidimensional y difuso, con una orientación general para la toma de decisiones poco efectiva, con discursos y prácticas que difieren por sus contextos socioculturales, políticos y económicos, y que además no puede tener concepción única ya que cambia o se adapta a diversos intereses con resultados en que “su puesta en práctica [es] mínima o inexistente”.[3]

Ahora, si llevamos esto a la actividad turística nos enfrentamos a una realidad similar. A 50 años del inicio del proyecto Cancún, icono mexicano del turismo de sol y playa, nos encontramos con discursos políticos que buscan replicar ese proyecto en la costa de Jalisco[4] y que ponen en riesgo no solamente la biodiversidad marina, también la de la costa y la sierra. El problema radica en dos contradicciones básicas: primero, en la cuestionable gestión desarrollista de los destinos turísticos, Cancún como ejemplo, en la que prima el monetarismo y la rentabilidad de grandes inversiones en detrimento de las dimensiones sociales y ambientales, con un discurso de desarrollo sustentable, existente en una narrativa, pero inexistente en las acciones. Y segundo, en el modelo consumista por parte de personas, turistas o excursionistas que buscan este turismo y también gozar de bienes y servicios de la naturaleza “que están asociados principalmente a las funciones ambientales de las áreas naturales”[5] y que serán amenazas por los mismos proyectos turísticos.

La crítica al desarrollo sustentable y sus proyectos turísticos es que responden a discursos demagógicos, pues los beneficios no son para los países ni para la gente: la concentración de la riqueza está en manos de un porcentaje casi ínfimo de la población mundial;[6] la explotación laboral, la pobreza y el daño ambiental continúan, y ni hablar de la tasa de retorno del PIB turismo en México, en el que gran parte del dinero generado en turismo se va al extranjero.[7] Estas son las consecuencias del desarrollismo y el monetarismo que hace uso retórico del turismo sustentable, mientras la población local paga los costos socioambientales.

 

[1] Max-Neef, Manfred A. Desarrollo a escala humana: conceptos, aplicaciones y algunas reflexiones, Chile, 1993, p. 25.

[2] Chávez Cortés, Marta Magdalena. “Distintas vías para abordar la sustentabilidad: una exploración del camino seguido por el gobierno mexicano” en Argumentos, nueva época, año 19, Número 51, mayo-agosto 2006, pp. 173–212.

[3] Chávez Cortés, Marta Magdalena. Op. cit., p. 178.

[4] Más información en: https://www.milenio.com/politica/comunidad/el-nuevo-cancun-va-alfaro y http://www.tierras.mx/2021/03/15/costalegre-la-nueva-joya-del-turismo-de-jalisco-tiene-un-plan-de-3000-mdd/

[5] Badal, Gonzalo. Biodiversidad de Chile: Patrimonio y desafíos. Santiago-Chile: CONAMA, 2006, p. 442.

[6] Más información en: https://www.oxfam.org/es/notas-prensa/el-1-mas-rico-de-la-poblacion-mundial-acaparo-el-82-de-la-riqueza-generada-el-ano

[7] Buades, J., Cañada, E., y Gascón, J. El turismo en el inicio del milenio: una lectura crítica a tres voces. Madrid: Foro Turismo Responsable, 2012.

Experiencias agroecológicas en el turismo

Karenina Casarín / periodista independiente

Foto: Mario Rosales
ANIMA, vacaciones con deleite ecológico

Al planear vacaciones buscamos salir del ritmo cotidiano, disfrutar de libertad y descanso. A veces creemos que para alcanzar ese estado requerimos varios días o viajar lejos. La sensación de bienestar comienza a multiplicarse apenas se arriba a anima Casa Rural, turismo sustentable.

A tan solo una hora de Guadalajara, Jalisco, esta casa construida a comienzos del siglo XXI con detalles eclécticos en su arquitectura y holísticos en su existencia, se encuentra disponible para recibir huéspedes, voluntarias e invitados. Los anfitriones son jóvenes artistas y educadores que trabajan diariamente en hacer más sana su relación con la naturaleza. Por eso, alojarse en esta casa brinda “la manifestación agroecológica y en permacultura como un respiro frente a una civilización adicta a la ganancia y al consumo”. El proyecto de la casa anima está inspirado en el libro Evening Thoughts, de Thomas Berry. El ánima “dio el primer aliento de vida a la tierra, y es lo que inspira nuestras almas” mencionan en su sitio web. 

El espacio es un oasis con 180 árboles frutales, medicinales y maderables que cobijan una biodiversidad especial. Aun con una agroindustria de berries que impacta en el valle, se observan animales silvestres como iguanas, lagartijas, culebras, coyotes, tlacuaches y zorrillos. En la granja se crían conejos, gallinas, ovejas, guajolotes, puercos y un burro. Existen alrededor de 60 tipos de aves que llegan al recinto, y son los pericos los más comunes.

El ecoturismo es una oportunidad de reconocer y aprender de la naturaleza que, en una diversidad en constante evolución, mantiene un equilibrio perfecto para la vida sin crear conflicto, más bien tejiendo redes. Así, al vacacionar —por ejemplo— usamos los bienes naturales, pero con la finalidad de que los desechos sean alimento para otra especie, o comemos de árboles y plantas que satisfagan también las necesidades de aves, insectos o mamíferos.

Llegar a un hotel con un enfoque de turismo sustentable invita a reflexionar sobre el hecho de ser autosuficientes —aun viviendo en la ciudad—, al cocinar con yerbas cortadas del mismo huerto, crear composta, lombricomposta o deshidratar alimentos. Incluso sacarse los zapatos antes de entrar a la casa para ahorrar agua en limpieza puede ser una experiencia diferente.

Cada huésped tiene la oportunidad única de vivir el lugar. No solo depende de la temporada o los procesos actuales en anima, sino del grado de curiosidad de la persona frente a los principios vivos de la permacultura. El árbol de nanchi invita a recoger del suelo los ricos frutos amarillos. Otros arbolitos —como el de la nuez macadamia— crece a su tiempo para posiblemente dar frutos en la siguiente temporada, mientras que el guamúchil aumenta su follaje para llenarse de vainas el próximo año. Sarah ha comenzado a experimentar la técnica alemana Hügelkultur para mejorar la fertilidad del suelo, retener agua y calor que beneficien el crecimiento de las plantas.

Si estás interesado en trabajar como voluntario accede a la plataforma Workaway para acordar tu estadía, como lo han hecho personas de Francia, Alemania o Taiwán. En alianza con otros proyectos ambientalistas también se ofrecen masajes, clases de yoga y tours de vista de aves en Ahuisculco, Jalisco.

>> Conoce más en:
https://animacasarural.com/

 

El sentido humano de la hospitalidad

Salvador Ramírez Peña, S.J. / académico del Departamento de Filosofía y Ciencias Sociales del ITESO

La inquietud del ser humano es su propia vida. Nada le satisface completamente: nació inquieto y durante toda su vida la inquietud seguirá. La inquietud perpetua coloca al ser humano en el límite del caos. A lo largo de la historia esta inquietud ha tenido una connotación negativa. En el mundo cristianizado, la preservación de la tranquilidad ha sido perseguida como un ideal de vida espiritual.

Esa misma tranquilidad es la que buscaba el peregrino en la antigüedad, el turista en la modernidad o el migrante en la actualidad. Los extranjeros que llegan a nuestras vidas producen un estado de inquietud que debemos resolver. Nuestra respuesta es importante, ya que lo que está en juego es la definición de nuestra humanidad. Nuestra historia ha evolucionado entre la hospitalidad y la hostilidad hacia los forasteros. El ejercicio de la hospitalidad nos presenta el nacimiento y el desarrollo de la relación con lo distinto que oscila entre la amenaza y la fascinación.

La hospitalidad es, en un sentido amplio, el acto de adaptar mi espacio para dejar lugar para los demás, que son diferentes y perturbadores de dondequiera que vengan, ya sean extraños o miembros de la familia. Sin embargo, dejan de perturbar cuando los incorporo y los hago sentir como en casa. La hospitalidad no es solo la actitud que pretende ser caritativa hacia los extranjeros. La hospitalidad son acciones concretas como ofrecer refugio y comida al extranjero, ayudándoles con sus necesidades básicas. La acogida del forastero es inquietante porque lo que está en juego es la figura humana que construyo de mí mismo y de la vida.

Actualmente, la hospitalidad se ha convertido en una actividad individual. Lo que antes era una obligación colectiva se deja ahora a la iniciativa privada, generalmente con fines de lucro. Hoy hablamos de la industria hospitalaria, una industria que está adquiriendo cada vez más importancia económica y que, en muchos países, es una de las principales fuentes de riqueza. ¿Se ha perdido ya el sentido humano de la hospitalidad? En lugar de hablar de la pérdida del sentido humano de la hospitalidad es evidente que la esencia de la acción hospitalaria ha pasado de lo ético a lo económico. Sin embargo, si olvidamos su gratuidad, no podremos hablar sino de hostilidad.

Del infierno al paraíso (y viceversa): turismo y naturaleza

Maya Viesca Lobatón / Académica del Centro de Promoción Cultural y coordinadora del Café Scientifique del ITESO

Foto: Alfredo Brambila

Pocas cosas más comúnmente deseadas en el imaginario de la cultura masiva actual que unas vacaciones en una soleada playa. Asociados con buen clima, descanso y diversión, estos escenarios hace tiempo que se convirtieron en el paraíso en la tierra.

Pero no siempre ha sido así. Hasta antes del siglo XVIII en la cultura occidental el mar era “un abismo insondable lleno de peligro y monstruos”,[1] más parecido al infierno del Génesis o Dante que a lo que actualmente nos representa. Conforme la ciencia y el arte comenzaron a develar sus maravillas, la vida junto al océano, como dice Manuel Cuenca,[2] descubrió “un nuevo orden de sensaciones que permiten serenar el espíritu, buscar la armonía con la naturaleza y el propio cuerpo y reencontrarse con el propio yo”.

En esa época los artistas románticos hicieron del mar uno de sus temas principales; Humboldt y Darwin, entre otros naturalistas, modificaron por completo la idea que se tenía de la naturaleza, haciendo de ella un objeto de curiosidad y asombro. La cultura de la salud se sumó convirtiendo a la naturaleza en espacio terapéutico. Y así, de ser la imagen misma del infierno, lo desconocido, el mar, y la naturaleza en general, pasaron a ser lugares de deseo, y con ello el turismo comenzó a fraguarse como una de las actividades de ocio más importantes del mundo, tanto para las personas como para las economías.

La pregunta que por desgracia no hace falta hacer es si con la pérdida del miedo a la naturaleza se dio lugar a la comprensión, el cariño y el cuidado, y la respuesta es no. La ausencia del miedo abrió el espacio a la dominación irracional, a la negación de sus procesos, a la implantación de modos de vida urbanos en espacios ecológicamente críticos. En muchos casos el mar ha dejado de ser un destino de naturaleza para convertirse en territorio de especulación inmobiliaria, de modelos desarrollistas insostenibles y de evasión de ese yo que tanto anhelaban encontrar los románticos.

Y, aun así, numerosos estudios coinciden en señalar que el turismo de naturaleza es hoy una de las formas ideales para generar modelos sostenibles no solamente de turismo, sino también de desarrollo y conservación. Senderismo, buceo, avistamiento de aves, cayac, campismo, son algunas de las muchas actividades que abren la posibilidad a las comunidades locales de tener fuentes de financiamiento y, a los visitantes, no solo de disfrutar y descansar, sino también de aprender y respetar. Como siempre, las políticas públicas, el conocimiento y la racionalidad harán que estas prácticas resulten verdaderas alternativas.

>> Conoce más en:
Contar historias desde lo profundo, con Octavio Aburto.
(https://cultura.iteso.mx/web/general/detalle?group_id=15258801)

 

[1] Cuenca, M. (2000). Ocio Humanista. P. 132.
[2] Op. cit., p. 134.

Certificaciones para un turismo sustentable en México

Efraín Ortiz Bautista / integrante de la Asociación de Hoteles de Jalisco

Actualmente en el mundo, por su crecimiento constante, estamos viviendo una difícil etapa en el manejo de los recursos naturales, lo que nos ha traído como consecuencia variaciones en el cambio climático y en algunos casos hasta escasez de productos básicos, motivo por el cual todos debemos esforzarnos en retomar una vida sustentable, aportando nuevas prácticas para salvar a nuestro planeta.

Las certificaciones y distintivos que garanticen para sus huéspedes y clientes un lugar seguro, con calidad e higiene en todos sus servicios son, actualmente, un requerimiento en la industria hotelera

Es por ello que esta industria es fundamental instrumentar acciones que nos aseguren ofrecer mejores servicios bajo estos parámetros de calidad y seguridad, lo que favorecerá el posicionamiento en el mercado con una mejor aceptación turística.

Algunas certificaciones que son necesarias para ser considerada una empresa sustentable son:

Certificación Ambiental Profepa (Procuraduría Federal de Protección al Ambiente) https://www.gob.mx/profepa

Para cumplir con esta certificación, se debe aprobar el Programa Nacional de Auditoría Ambiental. El ingreso al programa es voluntario, pero el proceso de las auditorías no suele ser sencillo pues, para lograr y mantener la certificación, se requiere aportar evidencias de que se cuida el medio ambiente en todos los aspectos requeridos en la legislación.

1. Normas ambientales: cumplimiento administrativo y legal de la empresa sobre los procesos y seguimientos relacionados con el ambiente, como emisiones a la atmósfera, descargas de aguas residuales, manejo de residuos peligrosos, contaminación de suelo y subsuelo, ruidos, entre otros.

2. No normados ambientales: se enfoca en la prevención de riesgos ambientales, proporcionar seguridad a clientes internos y externos, atención a emergencias, capacitación sobre el cuidado del ambiente, cumplimiento de normas y criterios internacionales aplicables, entre otros. Es decir, las buenas prácticas de ingeniería y optimización de consumos de energéticos.

El turismo de naturaleza, eje integrador del territorio

Mauricio Margules Sevilla / académico del ITESO, profesor del PAP

Foto: Mario Rosales

Desarrollo de Clústers de Turismo Regional

¿Qué tan profunda puede llegar a ser la relación de entendimiento y cariño entre una comunidad y su entorno? Si esta pregunta la hubiéramos realizado en la primera mitad del siglo XX la pregunta se hubiera contestado con un tono irreverente, afirmando que no había nada más importante que eso. Incluso la revolución mexicana provocó que el territorio se repartiera entre más personas, generando un vínculo entre ellas y su terruño, y no hay nada que defina mejor el apego a la naturaleza y a eso que pudiéramos llamar “la obra divina” para muchos, que “el amor por el terruño”, ya que simplemente es una conexión en muchos casos física, en otros, espiritual con la tierra que nos ve crecer, nos alimenta, nos da la vida y nos integra en comunidad.

Pero, ¿qué pasa cuando hacemos ese mismo planteamiento hoy en día? La noción de apego, de identidad y de comunidad se han perdido no solo en el entorno urbano, también en el entorno rural, ya que la vocación de la tierra es ahora para desarrollos inmobiliarios, o se les renta a empresas, en muchos casos transnacionales, en el macizo montañoso de la zona de Tapalpa, Jalisco, para producción de berries y papa o para la siembra de agave y aguacate, provocando el desapego y, en el mejor de los casos, la migración de los habitantes del territorio, o, para quienes se quedan, convertirse en empleados de algún fraccionamiento o jornaleros de alguna empresa agrícola.

En ese sentido, el turismo en entornos rurales ha venido a ser ese catalizador, ese eje vinculante que ha ido logrando poco a poco la revaloración de ese terruño por parte de las comunidades locales, generando una opción productiva, no complementaria, sino adicional, que ha venido a provocar el inicio del rescate del patrimonio natural y cultural, pero, sobre todo, la reconstrucción de ese tejido social que se ha roto sistemáticamente durante las últimas décadas.

¿A qué nos referimos con turismo en entornos rurales? A partir del trabajo colaborativo entre los diferentes actores que participamos en este tipo de actividades y en conjunto con la Secretaría de Turismo a escala federal, en 2017, a través de la publicación de la Estrategia para el Impulso y Desarrollo del Turismo de Naturaleza en México, se definió como “Los viajes que tienen como fin realizar actividades recreativas en contacto directo con la naturaleza y las expresiones culturales que motivan al turista a participar con una actitud y compromiso de conocer, respetar, disfrutar y contribuir de una manera sostenible en la conservación de los recursos naturales y culturales”.

El turismo de naturaleza está dividido en distintos tipos de actividades o categorías de acuerdo con el interés del turista en tres grandes modalidades, que integran actividades con características homogéneas y desarrolladas con diferentes  grados de especialización, pero orientadas a generar experiencias y disfrute de quien las practica, con una visión de sostenibilidad y regeneración: el ecoturismo, que son los viajes que tienen como finalidad  realizar actividades recreativas de apreciación y conocimiento de la naturaleza, como  la observación de aves, safaris fotográficos o talleres de educación ambiental; el turismo de aventura, que son los viajes que tienen como objetivo realizar actividades recreativas asociadas a desafíos impuestos por la naturaleza, donde se participa en armonía con el medio ambiente, respetando el patrimonio natural, cultural e histórico. Algunas de estas actividades son el ciclismo de montaña, el buceo o el vuelo en parapente. Finalmente, el agroturismo, que son los viajes en los que se realizan actividades de convivencia e interacción con una comunidad rural, en todas aquellas expresiones sociales, culturales y productivas cotidianas, como los talleres gastronómicos y artesanales, vivencias místicas o visita a comunidades indígenas.

El turismo de naturaleza es un segmento dentro del sector que no solo ofrece una amplia experiencia y diversificada oferta al turista, sino que promueve también una relación muy cercana con el aprovechamiento de la naturaleza, observando en todo momento la necesidad de conservación del patrimonio natural y social, pero entendiendo sus procesos desde lo local, para así contribuir a la promoción y conservación de los sitios donde se practica,  propiciando que las poblaciones locales participen en esa actividad con el propósito de obtener beneficios que mejoren sus condiciones de calidad de vida.

>> Conoce más en:
https://www.unwto.org/restarting-tourism
https://tourism4sdgs.org/tourism-for-sdgs/what-are-the-sdgs/
https://www.weforum.org/agenda/2019/09/global-tourism-sustainable/
https://www.unwto.org/es/desarrollo-sostenible 
bit.ly/3AkXtbB

La raicilla y la Denominación de Origen en el turismo y el desarrollo social

Jair B. Godínez Herrera/ITESO
Álvaro Fernández Labastida/ Consejo Regulador de la Raicilla

Foto: Luis Rey Salas
Foto: Luis Rey Salas

Una Denominación de Origen (DO) representa no solo el reconocimiento de un producto bajo ciertas normas de producción y comercialización, sino que puede ser fuente de impulso en el desarrollo económico y turístico de las zonas de origen que dan pie a esta distinción.

Hablar de raicilla es hablar de uno de los seis destilados con DO en México.[1] Su origen está en los estados de Jalisco y Nayarit y su denominación abarca 16 municipios del primero y uno del segundo.[2]

Se tienen indicios de que la producción del destilado de mezcal ya se llevaba a cabo al menos en la Costa de la Nueva Galicia a principios del siglo XVII (Zapata, Pinedo, & Mizoguchi, 2008). Este destilado de la Costa Norte y la Sierra Occidente de Jalisco es llamado “raicilla” desde ese siglo.

Fue hasta el año 2000 cuando se inicia la intención de darle una mayor visibilidad a la raicilla, que hasta hace pocos años solo era conocida en sus lugares de origen. La producción suele ser reducida, hecha con agaves silvestres y, por lo general, se fabricaba para compartir con familiares y amigos en las fiestas locales. En ese año se conforma el Consejo Mexicano Promotor de la Raicilla, encabezado por Jorge Dueñas,  Alfredo Cachua, Jorge Amigo, don Jorge Carbajal, entre otros, apoyados por el gobernador de Jalisco en aquel momento,  Alberto Cárdenas.

El Consejo Mexicano Promotor de la Raicilla (CMPR, AC) es una asociación civil pensada para agrupar a los productores y generar mejores condiciones y conocimientos para la producción y comercialización de este destilado. Esta agrupación está conformada en la actualidad por productores de raicilla, agricultores, comercializadores y académicos, y ha evolucionado a lo largo de los años, pues pasó de ser una sociedad con pocos agremiados a ser una con más de 200. En el 2010 el CMPR se planteó la posibilidad de solicitar la Denominación de Origen Protegido que diera mayor certeza y protección a esta incipiente industria, y se inició el camino. El proceso fue largo y difícil, y recién en 2019 se logró la obtención de la Denominación, evento que marca un hito para la raicilla.

Foto: Jair Herrera

De la mano de la DO llegaron nuevos retos; el de profesionalizar la industria y el de dar a conocer este elixir proveniente de los mostos del agave a un mercado mayor, pero, sin duda, uno de los retos más importantes es seguir haciendo comunidad. Desde un inicio una buena parte de los involucrados en el Consejo han trabajado para que el desarrollo social y económico llegue a todos, para que el pequeño gremio crezca como una gran familia y que los que participan en él, lejos de verse como competencia, se vean como potenciadores de la actividad productiva. Se trata, por tanto, de que todos crezcan a su ritmo, sin dejar atrás a nadie, y en pleno equilibrio, con su entorno y con la naturaleza.

Hablar de una DO involucra necesariamente a una Norma Oficial Mexicana,  que regule el proceso productivo y comercial de esta bebida, con la cual se ha venido trabajando desde 2021, concluyendo estos trabajos en septiembre de 2022.

En la actualidad se trabaja para hacer frente a las oportunidades que ha traído la DO. No solamente desde la parte productiva de la elaboración de la raicilla, sino abriendo el panorama  hacia un mayor desarrollo local sustentable, desde el crecimiento económico a partir del cultivo de la materia prima, dando prioridad a procesos que no generen un impacto ambiental negativo; la mejora y profesionalización de los procesos productivos del destilado; una comercialización ética y un desarrollo turístico que dé a los 17 municipios de la zona de denominación de origen una mayor visibilidad y afluencia de visitantes. Este modelo protege las tradiciones, el medio ambiente y fomenta la cultura que envuelve esta gran bebida.Hablamos de una industria que pasó de destilar raicilla con agaves silvestres a una con cientos de hectáreas plantadas que permita un crecimiento sustentable, y de decenas de familias que han hecho de esta actividad su principal forma de vivir.

Existen algunos proyectos en marcha para potenciar este desarrollo comunitario de la mano del Consejo Mexicano Promotor de la Raicilla, el Gobierno del Estado, la Secretaría de Turismo Jalisco, los gobiernos municipales y el ITESO.

Uno consiste en el diseño y producción de un mapa físico de ubicaciones y servicios de las tabernas raicilleras (así se les llama a las destilerías) con la finalidad de invitar a turistas y paseantes a conocer esta cultura, con el objetivo de generar una derrama económica que impacte positivamente en las familias de la región. A la par se está realizando un sitio web que ayude a los interesados a tener más información de las actividades, servicios y ubicaciones para conocer la zona.

Foto: Luis Rey Salas

Otro proyecto en curso es el de la creación de la ruta turística de la raicilla, a partir de un diagnóstico e inventario de servicios de este ramo y la elaboración de un plan estratégico para el fortalecimiento de las actividades turísticas, así como en un plan de capacitación para los involucrados en la cadena.

En fin, la obtención de una Denominación de Origen Protegido y su Norma Oficial Mexicana representa solo un paso más en el camino de la raicilla, uno grande, pero que trae consigo responsabilidades, oportunidades y muchos retos. Es un elemento más para gritarle al mundo que las comunidades comprendidas dentro de la zona de protección están vivas, más vivas que nunca, que en la sierra y en la costa se trabaja en grupo, en familia, que se entrega todo para dar a conocer la cultura de la raicilla, que, como todos los seres humanos, sueñan con un mejor vivir, uno que conjugue el bien social, el crecimiento económico y el respeto por el medio ambiente. Y, para eso, tenemos que seguir trabajando todos.

 

 

Referencias

  • Zapata, A. G., Pinedo, A. R., & Mizoguchi, M. (2008). Influencia asiática en la producción de mezcal en la costa de Jalisco. El caso de la raicilla. México y la Cuenca del Pacífico. Consultado en https://www.redalyc.org/pdf/4337/433747603006.pdf

[1] Los destilados con Denominación de Origen (DO) son: tequila, mezcal, charanda y sotol.
[2] En Jalisco son los municipios de Tomatlán, Cabo Corrientes, Puerto Vallarta, Mascota, San Sebastián del Oeste, Talpa, Atenguillo, Mixtlán, Guachinango, Atengo, Ayutla, Chiquilistlán, Cuautla, Juchitlán, Tecolotlán, Tenamaxtlán; y en Nayarit es el municipio de Bahía de Banderas.

Turismo sostenible

Una alternativa frente al turismo masivo

Natalia Cuéllar / académica del ITESO

Foto: Mario Rosales

En el plano mundial, viajar se ha convertido en una de las actividades preferidas del ser humano. Hoy está al alcance de todos gracias a la baja de precios en los vuelos y a la tecnología que facilita los procesos de búsqueda y la rápida obtención de información. Hasta 2019, antes de la pandemia del coronavirus, datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT) reflejan que cerca de mil 500 millones de turistas viajaban por el mundo; el turismo aportaba 10% al PIB mundial y generaba uno de cada 10 empleos según el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC).

Sin embargo, esta democratización y masificación de la actividad ha dejado una serie de repercusiones socioeconómicas y ambientales en los destinos turísticos, como el aumento de precio de la vivienda y el transporte; la segregación y expulsión de la población originaria de zonas turísticas; la privatización de los beneficios económicos por empresas turísticas externas que usan indiscriminadamente los recursos; la precariedad laboral de la población local; el deterioro del entorno natural y de sitios históricos por exceso de visitantes; el desabasto y la contaminación del agua, así como una gran cantidad de emisiones de CO2 generada por la transportación, principalmente por los vuelos y cruceros, que incrementan el calentamiento global.

Frente a los impactos originados por un turismo desmedido e inconsciente de sus efectos ha surgido el turismo sostenible como una alternativa que busca subsanar los estragos ocasionados por el modelo masivo y como herramienta de desarrollo local para aprovechar los beneficios que detona el sector.

 

¿Qué es el turismo sostenible?

Según la OMT, el turismo sostenible es aquél consciente de las repercusiones económicas, sociales y ambientales, actuales y futuras, que implica satisfacer las necesidades de todos los involucrados: el visitante, las empresas, el entorno y las comunidades anfitrionas. Es un modelo de desarrollo turístico capaz de generar beneficios directos para el territorio al crear oportunidades de empleo y de negocio para la población local, mejorar sus condiciones de vida y, al mismo tiempo, con los ingresos generados, preservar el patrimonio natural y cultural que se usa turísticamente.

 

¿Qué se necesita para el alcance de un turismo sostenible?

Para transitar hacia la sostenibilidad del turismo se requiere que todos los actores implicados se hagan responsables del impacto de su operación y consumo.

Este año, con motivo del Día Mundial del Turismo, la omt invita a “Repensar el Turismo”, es decir, a reflexionar y replantear lo que hacemos y cómo lo hacemos, con la finalidad de adquirir una responsabilidad compartida entre todos los involucrados en el sector, encaminada a desplegar todo el potencial que encierra el turismo.

¿Cómo ser un turista responsable? Algunas recomendaciones para practicar un turismo sostenible al visitar un destino son:

      • Elegir proveedores turísticos social y ambientalmente responsables.
      • Dejar de imprimir los pases de abordar o reservaciones y guardarlas en el celular.
      • No desperdiciar alimentos, ordenando más comida de la que realmente se puede consumir.
      • Utilizar de manera responsable los servicios, cuidar el agua y la energía eléctrica.
      • Reducir la generación de residuos, llevar una botella de agua para rellenar y bolsas de tela.
      • Consumir en negocios locales y comprar artesanías o productos de expresión local.
      • Interesarse en la cultura del lugar, sus costumbres y su gastronomía, así como aprender algunas palabras en el idioma para comunicarse con la comunidad receptora.

Referencias

Editorial

Otra mirada del turismo

Foto: Alfredo Brambila

En una sociedad donde viajar se ha vuelto cada vez más habitual, desde el casual paseo por el centro histórico entre las calles y sus historias, aquella escapada a la laguna con sus atardeceres, buena comida y excelente clima, a las hermosas montañas que con pinos y paisajes cubren la vista, o un paseo por la costa con su paradisiaco escenario, lleno de vegetación, y el mar del Pacífico que nos nutre, entretiene y crea un sinfín de localidades con personas sumamente agradables con quienes se comparten estos manjares visuales.

Una de las ventajas del turismo es que podemos aprender de otras regiones, tanto en México como en el mundo, sobre sus buenas prácticas y las acciones que se llevan para promocionarlo de una manera más responsable. De ahí nuestro interés en compartir  algunas ideas, prácticas y reflexiones en torno a la sostenibilidad de la industria turística.

Actualmente hay regiones y países que han invertido grandes sumas en investigaciones e implementación de normativas con la intención de hacer del turismo una actividad económica que favorezca a la población local receptora, que genere trabajos de calidad para mejorar el nivel de vida y que contribuya a la regeneración ante el impacto ambiental.

En este sentido, a través de la Organización Mundial de Turismo se ha logrado mapear un desarrollo de turismo sostenible que se apoya en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas, por lo que el turismo se convierte en un motor económico, que, apoyándose en las tradiciones, la cultura, los festivales, la comida y la historia, genera una gran cantidad de empleos. Ya lo dice el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, “El turismo tiene el poder de fomentar la inclusión, proteger la naturaleza y promover el entendimiento cultural. Debemos repensar y reinventar el sector para asegurar su sostenibilidad”.[1]

Ana Paola Aldrete González
Alfredo Brambila Galindo
Luis Manuel Macías Larios
Académicos del ITESO

[1] https://www.unwto.org/news/world-tourism-day-2022-sector-united-around-rethinking-tourism-for-people-and-planet