La Pizca. Edgar Morin y su mirada hacia lo rural

El pensamiento de Edgar Morin ha tenido influencia en múltiples áreas, y una de ellas ha sido la cuestión rural. En su libro La vía. Para el futuro de la humanidad, nos señala que la crisis rural actual nos lleva como ciudadanos a realizar una acción continua orientada a dos tareas: la revitalización del campo y la rehumanización de las ciudades, ambas indispensables para un buen vivir.

Ante la crisis rural y ambiental, ha sido necesaria la construcción de nuevas perspectivas científicas, y las ideas de Edgar Morin han tenido una gran relevancia en la formación de las ciencias de la sustentabilidad; donde se ubica la agroecología, que supone la ruptura de las etiquetas disciplinares y la utilización de la complejidad con la finalidad de capturar las interrelaciones entre los múltiples elementos que intervienen en la agricultura, considerada como la intercesión de sistemas naturales, sociales y económicos.

Es desde estas nociones enraizadas en el pensamiento de Morin donde es posible ubicar el trabajo que la Compañía de Jesús desarrolla en Chiapas. Esta experiencia se llama Yomol A—’tel, y significa soñar y trabajar juntos. En ella, desde una perspectiva de economía solidaria y desde el respeto a los usos y costumbres, participan 600 comunidades tzeltales que producen de forma agroecológica café, jabones y miel.

A lo largo del tiempo, las familias participantes han asumido la gestión de sus procesos productivos y de comercialización de sus productos ecológicos, cuidando sus entornos naturales, mejorando sus ingresos y sus niveles de vida, y fortaleciendo su autonomía, acciones que en su conjunto fortalecen los pasos de estas comunidades indígenas en su camino hacia la revitalización del campo avanzando así hacia el buen vivir.

Una información más detallada puede encontrarse en “La economía solidaria como cuidado de la casa común”, Clavigero núm. 3, 2017.

Jaime Morales Hernández / Académico del Centro Interdisciplinario para la Formación y Vinculación Social

Ciencia a sorbos. Ciencia, interdisciplina y diálogo

El conocimiento progresa al integrar la incertidumbre en él, no al exorcizarlo.
E. Morin, La méthode (1977).

[…] cualquier teoría, incluida la teoría científica, no puede agotar lo real y encerrar su objeto en sus paradigmas.
E. Morin, Le paradigme perdu (1973).

Si consideramos que el origen de la ciencia está en la naturaleza misma del conocimiento, pudiera ubicarse desde el inicio delas antiguas civilizaciones, con herramientas tan básicas y fundamentales como lo son la observación y el análisis, disparadas por dos fuertes motivadores: la curiosidad y la necesidad.

La llamada revolución científica que tuvo lugar durante el Renacimiento (siglos XIV–XVI) aceleró, dio estructura, pero a decir de algunos también provocó un distanciamiento entre el llamado conocimiento científico y el vínculo humano con la naturaleza y el universo, que fueron considerados maquinarias que operaban de acuerdo con leyes matemáticas inmutables.

Si bien esta visión ha dado pie a enormes avances científicos e incontables beneficios en prácticamente todos los aspectos de la vida del hombre, la manera de proceder híperespecializada y monodisciplinar se ha visto superada por los problemas que en la actualidad enfrentan nuestras sociedades, y no son pocos los científicos cuya postura apunta a trabajar de manera interdisciplinar.

Pero no se trata sólo de sentar en la mesa a científicos de diferentes disciplinas a conversar sino de aprender a hacer ciencia integrando de manera coherente, viable y confiable diferentes paradigmas y formas de abordar la realidad.

El reto de la interdisciplina en la ciencia va más allá de la yuxtaposición, para adentrarse en el abordaje complejo que parte de reconocer la complejidad propia de la naturaleza y la dificultad que para todo conocimiento representa la certidumbre absoluta y permanente.

Para esto vale recordar cómo muchos de los grandes científicos que ha habido coinciden con el filósofo y sociólogo Edgar Morin, en el reconocimiento del importante papel que la incertidumbre y el error tienen en el conocimiento, y la tensión que este tiene con la ilusión.

De igual importancia es para los ciudadanos de a pie hacerlo y comprender los límites y las posibilidades del conocimiento científico sin querer trasmutar en él un sistema de creencias que nos brinde absoluta certidumbre sino más bien un universo de posibilidades aún abierto a la curiosidad y al asombro.

Para seguir acercándose a la cultura científica consulta: cultura.iteso.mx/cafe_scientifique

Maya Viesca Lobatón / Académica del Centro de Promoción Cultural y coordinadora del Café Scientifique del ITESO

 

Sustentabilidad, la senda para rehabitar la Tierra

La sustentabilidad es uno de los fenómenos más complejos que podamos concebir. En ella intervienen intrincados procesos (físicos, biológicos, químicos) que se han desarrollado durante la historia de nuestro planeta, sobre todo a partir de la evolución de la vida, desde hace 3,900 millones de años. En ese tiempo, la naturaleza ha producido aquello que llamamos sustentabilidad: una cualidad de los sistemas vivos, desde ecosistemas hasta la biosfera, que les permite trasformar y circular energía y materia (nutrientes) entre sus componentes para evolucionar indefinidamente.[1] El problema es que nuestra especie ha interferido con este extraordinario fenómeno, sobre todo a partir de la era industrial, de crecimiento económico y consumo masivo: contaminación, destrucción de ecosistemas, extinción de especies.

¿Por qué es importante que los humanos seamos capaces de comprender el fenómeno de la sustentabilidad? La respuesta es doble: 1) para evitar que con nuestras acciones sigamos dañando los ecosistemas (y nuestras propias sociedades); 2) para diseñar y poner en práctica alternativas que reparen el daño que hemos causado a nuestro planeta durante siglos. Pero para ello es necesario tener otra visión del mundo, no como nos la enseñan en la escuela o la universidad: fragmentada en saberes dispersos en disciplinas y materias separadas. Desde la década de 1970, Edgar Morin nos advertía que para enfrentar los problemas planetarios es necesario desarrollar otro tipo de pensamiento que religue esos saberes dispersos: el pensamiento complejo.[2] Se trata de una forma sistémica y orgánica de ver la realidad, en la que se diluyen las fronteras entre las ciencias naturales, las ciencias del hombre y las humanidades.

Morin comprendió la profundidad de la crisis ambiental de nuestros tiempos: “El problema ecológico no sólo nos concierne en nuestras relaciones con la naturaleza, sino también en nuestra relación con nosotros mismos”.[3] No puede haber alternativas y acciones a favor de la sustentabilidad si no realizamos paralelamente trasformaciones de carácter cultural, ético, político, económico y científico. Las contribuciones de Edgar Morin en el campo del conocimiento, la filosofía y la ética es inapreciable en estos momentos, cuando más necesitamos de una visión que nos ayude a superar el peligro de hacer de nuestro planeta un lugar inhabitable.

Arturo Guillaumín Tostado / Investigador en temas de complejidad, sustentabilidad y educación

 

[1] Guillaumín Tostado, A. (2015). “Sustentabilidad vs. Desarrollo” en Arturo Guillaumín Tostado (Ed.). Contra el Desarrollo. Xalapa: Universidad Veracruzana. Pp. 99–126.

[2] Morin, E. (1998). Introducción al pensamiento complejo. Barcelona: Gedisa.

[3] Morin, E. y N. Hulot (2008). El año I de la era ecológica. Barcelona: Paidós Ibérica.

Editorial

Un estado débil, una sociedad civil desorganizada, una ciudadanía apática y una familia desintegrada son cuatro factores desestabilizadores de la infancia, esa época de la vida de todo ser humano que transcurre entre el nacimiento y los 17 años de edad, un periodo marcado por la dependencia de las acciones y omisiones de los adultos. La infancia no es la misma para todos; mientras que algunos la idealizan como un periodo lleno de inocencia, sueños, juegos y memorias felices, para otros representa abusos, peligros, abandonos y recuerdos dolorosos. El puente de ida y vuelta entre una condición y la otra está construido por el ejercicio continuo, efectivo e integral de los derechos humanos.

Cómo se vive la infancia en Jalisco es una pregunta compleja, y más considerando el enorme vacío de información que hay al respecto y la multiplicidad de factores que se combinan de las actuaciones del estado, las asociaciones civiles, la ciudadanía y las familias. En este número, las asociaciones que pertenecemos al Colectivo de Organizaciones e Instituciones por los Derechos de la Infancia en Jalisco (COIDIJ) hemos intentado ofrecer algunos datos y reflexiones que ayuden a formar una perspectiva general acerca de la situación actual de la infancia jalisciense y describir las complejidades a las que se enfrentan para ejercer sus derechos.

Los artículos que publicamos abordan derechos como la educación, la inclusión social, el derecho a la felicidad; otros se enfocan en grupos sociales infantiles, como los que viven en situación de calle, los que trabajan y los que viven en albergues. En las páginas centrales se ofrece información sobre situaciones en las que se violentan todos los derechos humanos y que han sido mantenidas en el silencio.

El 21 de septiembre se cumplen 28 años desde que México ratificó la Convención de los Derechos del Niño (1989) y se comprometió a realizar las adecuaciones administrativas y legales para garantizar que cada niña, niño y adolescente ejerciera sus derechos de supervivencia, protección, desarrollo y participación. Lamentablemente, estamos muy lejos de que el estado mexicano cumpla con ese compromiso.

Sin negar los avances en materia legislativa, se debe resaltar que estos no han permeado en las estructuras administrativas ni en los sistemas de protección integral para niñas, niños y adolescentes, pese a estar instalados en el estado y en 125 municipios; de facto, no funcionan y existe poca coordinación hacia el interior de las dependencias, poco personal capacitado y prácticamente nulos recursos disponibles.

Al contrario de los discursos triunfalistas del gobierno en los tres niveles, gran parte de la infancia está desestabilizada, quebrantada e ignorada. Con ella es con la que trabajan las asociaciones civiles, pero hace falta más solidaridad de la ciudadanía en general y de cada familia en particular. Los niños, niñas y adolescentes no son propiedad de nadie, pero son responsabilidad de todos.

Claudia Guadalupe Arufe Flores / Coordinadora de este número

Niñez trabajadora

Existe una realidad en el área metropolitana de Guadalajara, Jalisco, que ha sido ignorada con el paso del tiempo: los niños, las niñas y los adolescentes trabajadores. Entre políticas públicas que los revictimizan y criminalizan, han sobrevivido. La historia de policías, inspectores municipales y personal del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) que los intimidan con llevárselos y alejarlos de mamá o papá, es constante.

La venta de botanas, dulces, comida, artesanías y artículos de temporada, es su trabajo diario. Las familias a las que pertenecen son la tercera generación o quizá la cuarta que se dedica a la venta en espacios públicos. Números exactos no existen, registros que no concuerdan entre una y otra dependencia, son comunes; el último diagnóstico realizado fue en 2008 por el DIF estatal, con un total de 4,322 niños, niñas y adolescentes que realizan alguna actividad laboral en la zona metropolitana.[1]

Según cifras del Modelo de Trabajo Infantil, en Jalisco hay un total de 220,116 niños, niñas y adolescentes entre los 5 y los 17 años que trabajan.[2] De ellos, se encuentran 80,558 que trabajan en edad no permitida, esto es, menores de 14 años. En una utopía social, los niños y niñas trabajarían solo en función de su ejercicio de libre elección y no debido al incumplimiento y negación de sus derechos, pero la realidad social es otra.

En el Colectivo Pro Derechos de la Niñez, AC (CODENI) hemos detectado que alrededor de 80% de niños, niñas y adolescentes que trabajan en calles de la ciudad desarrollan esta actividad por su propia voluntad al conocer las carencias familiares, pues piensan que con su ayuda le va un poco mejor a su familia. Su trabajo va desde hacerse cargo del negocio por un periodo específico, acompañar en el espacio o quedarse en casa para cuidar a algún miembro de la familia para que mamá, papá o la persona a cargo pueda trabajar.

En 2015 se llevó a cabo la modificación del reglamento de giros comerciales para Guadalajara, Jalisco;[3] el gobierno municipal en turno comenzó con el retiro del “comercio informal” del centro de la ciudad como principal estrategia, pero esta no fue una acción integral de movilización hacia el comercio formal, lo que se sumó a las afectaciones por la construcción de la Línea 3 del Tren Ligero en la zona. Los niños, las niñas y los adolescentes trabajadores y sus familias vivieron diferentes situaciones que afectaron de manera directa la pérdida de sus únicas fuentes de ingresos y, al mismo tiempo, diversas áreas de su vida.

Como consecuencia, se detectó la modificación de horarios y espacios de trabajo. Es más común ver a niños y niñas vendedores en áreas como el corredor de la calle Chapultepec o fuera del primer cuadro del centro, expuestos a nuevos riesgos, como ambientes no adecuados (bares, botaneros), horarios diferentes (por la noche y la madrugada), venta nómada que vuelve complicada la ubicación y el monitoreo de los niños, las niñas y los adolescentes, así como un aumento de la desconfianza y el miedo a las autoridades.

En el caso de las familias que optaron por buscar ingresos en otras fuentes, se encuentran varias que se dedican a pelar tomate con un pago de 50 centavos por cada kilo, como la familia de Nara, una adolescente de 12 años, que antes se mantenía con el trabajo de la mamá en la venta de botanas en el centro, con horas y días establecidos, y el de ella, que la acompañaba. Ahora, toda la familia tiene que participar para obtener los ingresos. Nara cuenta cómo eran sus días cuando mamá vendía en el centro: “Estaba más cerquita mi escuela, yo hacía la tarea en el puesto o en CODENI y pues nos alcanzaba más el dinero, ahorita tengo que pelar tomate a veces hasta los domingos”.

En el CODENI trabajamos para que cada vez menos niños y niñas vean vulnerados sus derechos y puedan gozar plenamente de ellos. Al nombrarse “trabajadores” buscamos reivindicar la visión institucional y social que genera prejuicios sobre su situación. Queremos que puedan acceder a sus derechos, exigirlos en diferentes espacios, conocer y reflexionar sobre los derechos de que gozan por ser niños y niñas. Queremos que acompañar a mamá o papá no les vuelva víctimas de amenazas, acoso institucional y riesgos.

Rosa Isela Virgen López / Colectivo Pro Derechos de la Niñez, AC.

 

* Para más información del Colectivo Pro Derechos de la Niñez, AC, véase: https://www.facebook.com/codeni.ac/

[1] Comisión Estatal de Derechos Humanos Jalisco, CEDHJ (2017). “Diagnóstico e informe especial sobre niñas, niños y adolescentes en situación de y en la calle”. Guadalajara: CEDHJ, p. 89. Disponible en: http://cedhj.org.mx/recomendaciones/diagnostico%20e%20informe%20especial/2017/1.2017.pdf

[2] Módulo de Trabajo Infantil (MTI) 2015, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), disponible en: http://www.beta.inegi.org.mx/proyectos/enchogares/modulos/mti/2015/

[3] Reglamento para el Funcionamiento de Giros Comerciales, Industriales y de Prestación de Servicios en el Municipio de Guadalajara. Disponible en: https://transparencia.guadalajara.gob.mx/sites/default/files/reglamentos/reg.funcionamientogiroscomercialesindustrialesprestacionserviciosguadalajara.pdf

Clavigero Núm. 7

No. 7

La infancia: complejidades en el ejercicio de sus derechos humanos

Periodo: febrero – abril 2018

Cómo se vive la infancia en Jalisco es una pregunta compleja, y más considerando el enorme vacío de información que hay al respecto y la multiplicidad de factores que se combinan de las actuaciones del estado, las asociaciones civiles, la ciudadanía y las familias. En este número se ofrecen artículos que abordan derechos como la educación, la inclusión social, el derecho a la felicidad; otros se enfocan en grupos sociales infantiles, como los que viven en situación de calle, los que trabajan y los que viven en albergues. En las páginas centrales se ofrece información sobre situaciones en las que se violentan todos los derechos humanos y que han sido mantenidas en el silencio.

Claudia Guadalupe Arufe Flores
Coordinadora del número

Publicado: 2018-30-04

Contenido

  • Editorial
  • Las OSC y los derechos de la infancia en Jalisco
    Claudia Guadalupe Arufe Flores
  • Retorno social a la inversión en educación para la primera infancia
    Gabriel León Barragán
  • El derecho a la inclusión en contextos de marginación
    Guadalupe Martínez
  • Lo visible y lo invisible. Derechos de la infancia y adolescencia en México
    Claudia Guadalupe Arufe Flores
  • 30 años de lucha por nuestra infancia en situación de calle
    Susana del Real Ponce
  • La Pizca. ¿Por qué la Compañía de Jesús trabaja el tema de derechos de infancia?
    Aristeo López Larios, SJ
  • Para saber más sobre derechos de infancia
  • Ciencia a sorbos. Mitos y sorpresas en el aprendizaje y desarrollo de los niños mexicanos
    Maya Viesca Lobatón
  • El adolescente y el derecho a la participación en su proyecto de vida
    Selene Bustamante Ramírez
  • Niñez trabajadora
    Rosa Isela Virgen López
  • Infancia en situación de albergue y su derecho a la felicidad
    Jorge Ávila

El derecho a la inclusión en contextos de marginación

Para hablar de inclusión es imperativo hacer referencia a la exclusión, sobre todo en el ámbito educativo de los niños en edad escolar. Excluir “significa «apartar, no dejar participar, desposeer»; en pasiva «ser apartado, dejado al margen o sin opción, ser o estar desposeído» (de la educación necesaria, del trabajo en condiciones dignas o de oportunidades básicas en la vida social)”.[1] En esta situación se encuentran los niños del Centro Infantil y Juvenil Marista, un centro educativo ubicado en la periferia de Zapopan que busca resguardar el derecho a la educación de 163 niños que se encuentran excluidos y en riesgo de calle.

Estos niños se encuentran fuera de la oferta escolarizada de la Secretaría de Educación Pública en el municipio, por sus condiciones sociales, geográficas, económicas, cognitivas y conductuales. Durante el ciclo 2016-2017, 13 niños de todos los inscritos recibieron su acta de nacimiento después de un proceso de año y medio en el Registro Civil de Guadalajara.[2] Las casas de los niños se encuentran ubicadas en 12 colonias de la periferia de Zapopan, donde además 93 de los niños inscritos viven en condiciones de hacinamiento, inseguridad y viviendas en deplorable estado físico, ubicadas en terrenos irregulares, donde los servicios básicos son apenas agua y luz.[3]

Otra desventaja de los infantes es su condición socioeconómica y el rezago educativo, ya que inician sus estudios alrededor de los 10 años, a fin de que puedan ser admitidos en el Instituto Estatal para la Educación de Jóvenes y Adultos del estado de Jalisco y así certificar su primaria o secundaria.

Según José Félix Tezanos, la exclusión se debe estudiar tomando en consideración dos procesos. El proceso global, en el que se ven inmiscuidas las carencias sociales de la ciudadanía y los individuos no gozan de derechos primordiales, como el derecho a la salud, al trabajo, a la vivienda, a la educación y a mejores condiciones de vida, afectados por la ineficacia del estado y su capacidad para perpetuar los sistemas de pobreza,[4] ya que según el Consejo Nacional de Evaluación de la Po-lítica de Desarrollo Social, en 2016, 32.6% de la población del estado presentaba pobreza por carencias sociales;[5] según este organismo, “una persona se encuentra en situación de pobreza cuando presenta al menos una carencia social y no tiene un ingreso suficiente para satisfacer sus necesidades”.[6] El otro proceso es el personal, que incluye la vivencia interna de exclusión, que se manifiesta en las dinámicas de interacción social como el trabajo y la movilidad local.

Por tal motivo, urgen propuestas educativas acordes con las necesidades de los niños excluidos, donde la educación sea, como decía Paulo Freire, “Un acto de conocimiento y un método de acción transformadora”,[7] para que las realidades sociales se modifiquen.

Guadalupe Martínez / Psicopedagoga del Centro Infantil y Juvenil Marista

 

[1] Jiménez, M., Luengo, J. y Taberner (2009). “Exclusión social y exclusión educativa como fracasos. Conceptos y líneas para su comprensión e investigación”. Profesorado, vol. 13, núm. 3, pp. 11–49. Disponible en: http://www.ugr.es/~recfpro/rev133ART1.pdf

[2] Con base en los archivos del Centro Infantil y Juvenil Marista 2017.

[3] Con base en la ficha de inscripción 2017–2018 del Centro Infantil y Juvenil Marista.

[4] Tezanos, J.F. (1999). Tendencias en desigualdad y exclusión social. Madrid: Sistema.

[5] Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, Coneval (2016). Porcentaje, número de personas y carencias promedio por indicador de pobreza. Jalisco, 2010–2016. Disponible en: https://www.coneval.org.mx/coordinacion/entidades/Jalisco/PublishingImages/Jalisco_Cuadro1.JPG

[6] Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, Coneval (2016). La dimensión multidimensional de la pobreza en México. La evaluación y la medición. México: Coneval, p. 4. Disponible en: https://www.coneval.org.mx/Informes/Coordinacion/Publicaciones%20oficiales/FOLLETO_MEDICION_MULTIDIMENSIONAL.pdf

[7] Freire, P. (1984). La importancia de leer y el proceso de liberación. Ciudad de México: Siglo XXI, p. 72.

Retorno social a la inversión en educación para la primera infancia

Más de 4’500,000 niñas, niños y adolescentes no asisten a la escuela en México debido a las condiciones de pobreza e inclusión social desigual, de acuerdo con datos del informe La infancia cuenta en México 2016 de la Red por los Derechos de la Infancia en México.[1] En Jalisco, más de 350,000 niñas, niños y adolescentes no acceden a la educación, lo que ubica al estado en el segundo lugar en el país. Casi la mitad, 165,555, son niñas y niños entre los 3 y 5 años, lo que indica cómo el acceso a la educación en el estado se vuelve más crítica en la etapa denomina “primera infancia”.

De acuerdo con un informe de 2006 de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO),[2] la inversión en atención y educación durante la primera infancia puede compensar las desventajas y la vulnerabilidad que suponen factores como la pobreza, sexo, raza / etnia, casta o religión, al ayudar a igualar las condiciones en la enseñanza primaria con el desarrollo de las habilidades emocionales, sociales y cognitivas necesarias en niñas y niños en condiciones desfavorables, para el éxito en la educación ulterior y el empleo.

En 2007, en la reunión del Consenso de Copenhague, James Heckman, premio Nobel de economía, y un grupo de economistas renombrados concluyeron que la inversión en atención y educación durante la primera infancia era la medida más eficaz (véase la figura).

En México, en la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (2014) y los sistemas de protección integral, creados a partir de esta Ley, se enuncia la importancia del fortalecimiento de las familias como una medida necesaria para garantizar el cumplimiento de los derechos de niñas, niños y adolescentes. Sin embargo, los programas y políticas públicas que amplían las capacidades de las familias y las comunidades a favor de niñas, niños y adolescentes siguen brillando por su ausencia. En su lugar, seguimos enfrentando la complejidad con políticas asistencialistas y de mirada corta, que carecen de un enfoque en derechos humanos y con un bajo retorno social a la inversión.

Este hecho supone la urgente necesidad de un cambio de enfoque de la estrategia gubernamental de atención a niñas y niños. Esta apuesta a la inversión en el recurso más valioso e importante con el que cuenta cualquier sociedad del mundo, es decir, sus niñas y niños, constituiría un cambio de paradigma en la elaboración de políticas en México, necesario para colocar al país en la ruta hacia el desarrollo sostenible.

El ejemplo ya lo están poniendo diferentes organizaciones de la sociedad civil en Jalisco y el país,[3] al optar por modelos de intervención innovadores cuya principal apuesta es por el fortalecimiento de habilidades parentales en las familias, la formación de vínculos de apego positivos, la estimulación temprana, medidas prolactancia y el desarrollo de capacidades en niñas, niños y adolescentes, entre otras.

En los hogares con niñas, niños y jóvenes la pobreza y la desigualdad siguen perpetuándose como los principales obstáculos para el cumplimiento de los derechos humanos, el desarrollo y la mejora sustancial en la calidad de vida de las personas y sus comunidades. La forma en que comienzan la carrera de la vida estas niñas y niños se da en condiciones desiguales que vulneran su propia libertad y dignidad, ya que, como lo afirman Martha Nussbaum y Amartya Sen,[4] prestigiados economistas e impulsores del desarrollo humano, estas desigualdades, incluidas las deficiencias en educación y las experiencias que con frecuencia van asociadas con ellas, tienden a influir de forma negativa en las expectativas y los deseos de las personas, ya que “es difícil desear lo que no se puede imaginar como una posibilidad”.

Gabriel León Barragán / Director de investigación en Mayama, AC, especialista en desarrollo social

 

[1] Red por los Derechos de la Infancia en México (2016). La infancia cuenta en México 2016, Ciudad de México: Red por los Derechos de la Infancia en México. Disponible en: https:// public.tableau.com/profile/indicadores.redim#!/vizhome/LaInfanciaCuentaenMxico2016RepblicaMexicana/Nacional

[2] Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO (2006). Informe de seguimiento de la EPT en el mundo 2007: bases sólidas. París: UNESCO. Véase también Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO (2010). Construir la riqueza para las naciones. Documento conceptual. Conferencia Mundial sobre Atención y Educación de la Primera Infancia. París: UNESCO.

[3] Organizaciones como Mayama (www.mayama.org.mx), la Fundación Junto con las Niñas y los Niños (Juconi), Un kilo de ayuda, el Colectivo Pro Derechos de la Niñez, AC (CODENI) y la Casa Hogar Los Pinos.

[4] Nussbaum, M. y Sen, A. (1996). La calidad de vida. Ciudad de México: FCE.