¿Quién organiza la piñata?

Maya Viesca Lobatón / académica del Centro de Promoción Cultural y coordinadora del Café Scientifique del ITESO

¿Quién organiza la fiesta de cumpleaños, la cena de navidad, el pastel para la maestra o el desayuno entre las vecinas? ¿Quién se encarga de ese tejido fino entre las personas y los grupos que se logra a base de hacer comidas, conseguir regalos y organizar y celebrar tradiciones? Las respuestas a estas preguntas nos dirigen a los mundos invisibles y efímeros que subyacen a la construcción de los afectos y, con ello, de las comunidades.

Cuando hablamos de cuidados, asunto que poco a poco va ganando espacio en la agenda académica y pública, solemos pensar en la procuración de atenciones para enfermos, personas mayores o infancias, incluso en el autocuidado y el cuidado del entorno. Pensamos en acciones como la alimentación, la atención médica o la seguridad, pero tal vez no hayamos incluido entre ellos a la fiesta.

Desde el punto de vista antropológico la fiesta es un fenómeno cultural que desde tiempos ancestrales cumple con una gran cantidad de funciones sociales. Celebra lo extraordinario, expresa valores y pautas de conducta, genera estados de ánimo, implica la participación, reproduce y reestructura el orden social, genera cohesión y sentido de pertenencia, elementos indispensables en la salud emocional.

Las fiestas siempre son para y con otros e implican al menos tres etapas: la preparación, la vivencia y el recuerdo. Comprar y preparar los alimentos, invitar asistentes, disponer el espacio. Hacer que transcurran los diferentes momentos de la celebración y buscar que pervivan en las emociones de los participantes implica esfuerzo y trabajo, requiere de un gran cuidado.

En la actualidad la fiesta, como muchas otras expresiones de ocio, ha sido alcanzada por el consumismo y la necesidad de convertirlo todo en un gran espectáculo, intercambiando las experiencias por objetos y la participación por el ser espectador. No obstante, sigue habiendo manifestaciones en las que lo que continúa al centro es la celebración y construcción de la vida, del otro y del nosotros, y detrás de esto personas concretas que cargan o se encargan de que sucedan.

Los cuidadores, que en su mayoría son cuidadoras, no solo proveen nutrición y salud, también se encargan de organizar la fiesta del salón, hacer el pavo en navidad, llamar en los cumpleaños, organizar la despedida de soltera y el babyshower. Las cuidadoras suman a las tareas ordinarias las extraordinarias, muchas veces en condiciones de saturación y sobregasto de recursos. Tal vez, si los cuidados emocionales que proveen las fiestas estuvieran más repartidos y dejaran de estar orientados hacia el consumo, recobrarían un sentido mucho más saludable y sostenible en nuestra sociedad.

Si quieres conocer algunas reflexiones sobre la importancia de colectivizar los cuidados escucha la charla del Café Scientifique con Rocío Enríquez:
https://bit.ly/49wGRya