Autocuidado con perspectiva espiritual

Pedro Antonio Reyes Linares, S.J. / Profesor del Departamento de Filosofía y Humanidades del ITESO

Autocuidado con perspectiva espiritual

La palabra espíritu implica una conexión dinámica entre diferentes seres —algunos libres— y, por tanto, una constante interacción y conversación entre uno y otro. En este sentido, “autos” no refiere a un sujeto aislado sumado a otros, sino a alguien que nace y crece en vínculo y, eventualmente, en conversación con los diferentes seres y fuerzas de su ambiente. En esa conversación se va haciendo sujeto responsable de sí y del vínculo.

El autocuidado, así, implicaría la promoción consciente del equilibrio entre estas diferentes fuerzas, permitiendo una estabilidad dinámica del sistema, que da señales al propio sujeto respecto de su bienestar y del bienestar de todo el sistema en vinculación.

El autocuidado, así, implicaría la promoción consciente del equilibrio entre estas diferentes fuerzas, permitiendo una estabilidad dinámica del sistema.

En la espiritualidad ignaciana estas señales se denominan mociones e implican un movimiento interior que permite conocer el estado propio en el sistema e invita a actuar en consecuencia. Para identificar esas mociones se ha de procurar un ambiente de libertad ante lo que urge inmediatamente como apetecible o necesario, para tomar un punto de vista más sistémico y armónico del conjunto de los vínculos.

Acostumbrarse a la reverencia de los vínculos, al silencio contemplativo y al examen de esos movimientos interiores para elegir los que más aportan a la creación de vínculos fructíferos, son ejercicios que conforman el núcleo del autocuidado en sentido espiritual. Al practicarlos nos descubrimos acogidos gratuitamente por otras personas y seres en sus vínculos, y también responsables de ofrecer nuestra propia persona para acoger gratuitamente a otras personas y seres.