Saberes comunitarios para la restauración del lago de Chapala

Alejandro Juárez / director del Instituto Corazón de la Tierra, AC.

• Los huertos agroecológicos son importantes, porque son amigables con el ambiente.
Luis Humberto García Cortés, Rancho Viejo, Ocotlán, Jalisco.

• Con esfuerzo y conocimiento los bosques pueden recuperarse.
Carlos Barbosa, San Francisco de Rivas, La Barca, Jalisco.

La degradación ambiental que afecta al lago de Chapala, el cuerpo de agua más grande de México y uno de los lagos más antiguos del planeta, proviene del territorio que lo abastece de agua: la cuenca Lerma–Chapala, de casi 53 mil km2 repartidos en cinco estados: de México, Querétaro, Guanajuato, Michoacán y Jalisco.

En este espacio, el modelo de explotación rural en beneficio de las grandes ciudades se ha ejercido de forma profunda generando fuertes condiciones de degradación: bosques mermados, desaparición de ríos en largos tramos, por la retención de agua en presas; pérdida de fertilidad del suelo por degradación química y por erosión, así como desaparición de especies de plantas y animales. Aparejada a esta pérdida de servicios ambientales ha ocurrido también una silenciosa erosión cultural, principalmente sobre saberes productivos y ambientales.

En la zona se consolidó una visión centrada en el aumento de la producción a través de la mecanización y el uso de productos químicos, así como la acumulación de recursos (agua y suelo, principalmente), que desplazaron saberes centrados en el conocimiento de los ciclos naturales, el aprovechamiento diversificado y el uso de variedades nativas de semillas. Sin embargo, estos conocimientos, a pesar de convertirse en marginales, no han desaparecido: perviven en prácticas de rotación de cultivos, uso de plantas medicinales, tecnologías de consolidación de suelos y conservación de zonas boscosas, cultivo de maíz, frijol, calabaza y otras plantas nativas.

Recuperar, socializar y fortalecer estos saberes es clave para alcanzar y consolidar procesos de restauración y manejo sustentable en la región. El Diálogo de Saberes es un método que parte de la premisa que el conocimiento de los habitantes locales tiene importancia y valor: viven en la zona, están en contacto con plantas y animales nativos, sufren los efectos cambiantes del clima, aprovechan los recursos del área, forman parte del entramado cultural de su localidad. Usando este enfoque, el Instituto Corazón de la Tierra (ICT) ha trabajado desde 2002 con 23 ejidos y comunidades indígenas de las Sierras de Chapala para mejorar el manejo forestal, las prácticas agropecuarias y la organización local. El ICT cuenta con información de difícil acceso para los grupos rurales, una red de contactos con instituciones y técnicos especializados en solución de conflictos, restauración de ecosistemas, agroecología y otros temas de utilidad. Ambos conjuntos de saberes son complementarios e indispensables para crear procesos de largo aliento, que se mantengan a pesar de los cambios de administración gubernamentales.

A través de procesos colaborativos, se ha impulsado la recuperación y conservación de bosques en miles de hectáreas, así como la reducción de uso de pesticidas químicos y el fortalecimiento de procesos de producción autogestivos, con el propósito de reducir la degradación ambiental y la marginación socioeconómica. Estamos a punto de concretar una red de producción y compartición de saberes, vinculando a 11 grupos de la Sierra Cóndiro–Canales, Sierra de Mezcala y Sierra Chupinaya–Los Sabinos para intercambiar conocimientos y experiencias, además de brindar servicios de capacitación a otros grupos.

El proceso ha sido desafiante y a contracorriente de las visiones dominantes. También ha recibido apoyo de múltiples aliados, en ocasiones de formas inesperadas. En el camino hemos aprendido juntos, buscando ahora incidir en procesos de mayor alcance, de forma cercana con instancias gubernamentales, organismos internacionales, legisladores, investigadores y pobladores de ciudades medias y la propia Área Metropolitana de Guadalajara. Todo con el propósito final de tener una cuenca funcional, que mantenga sus servicios ambientales de regulación climática, agua limpia, suelo sano y hábitat para animales y personas.

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